Análisis de sangre azul

Estamos en una época donde todo esta digitalizado, tenemos televisiones de una gran capacidad visual, con grandes efectos especiales pero aun así nos sigue gustando volver la vista atrás, recuperar formatos antiguos y hacer una gran homenaje al blanco y negro, el cual resulta muy fotográfico y expresivo.

Esto es lo que han hecho Gabriel Velázquez y y Blanca Torres que nos han traído este documental bastante agradable de ver .
Gabriel es un cineasta bastante curioso y creativo.

La cinta nos muestra las grabaciones que hizo el psiquiatra Pedro Martínez con su propia cámara, se divide en varias partes. En la primera podemos ver los paisajes nevados del valle de Valldellomar, donde nos muestra toda su naturaleza y la gran fauna que habita en este valle.

En el siguiente rollo comienza el suspense con la aparición del inglés completamente desorientado. Sin memoria es trasladado al sanatorio mental donde trabaja el psiquiatra.
A partir de ahí se van desarrollando una serie de acontecimientos, que me han sorprendido bastante por la época que era, estamos hablando de los año 30.

El doctor quiere experimentar una serie de métodos científicos y nos los va mostrando con todos los internos del centro.

Es un documental bastante interesante, muy bien montado y que merece la pena ser visualizado.

Lo mejor: Las imágenes mostradas
Lo peor: Pasará completamente desapercibida por la cartelera

Aunque no lo parezca, al estar rodado en formato Super-8 y 16mm, estamos ante un falso documental de una técnica cinematográfica sorprendente y con una elaborada puesta en escena que embelesa y descoloca al espectador.

Además. al ser en muda y en blanco y negro, es más fácil trasladarse a los años treinta donde se sitúa la acción y sumergirse en su ambientación retro con un trasfondo, por momentos satírico, y de cuento de hadas en otros, pero siempre manteniendo un tono serio y formal que le otorga gran realismo en apenas una hora de duración. Cine diferente difícil de encontrar hoy en día enfocado para un tipo de público muy concreto.

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El concepto de originalidad es muy difícil de acuñar a estas alturas de las películas. El salmantino Gabriel Velázquez en este caso otra vez con Blanca Torres en su tercera colaboración se las ingenian para serlo.  Abandona Velázquez la problemática juvenil en la que venía incidiendo con sus tres films anteriores para pegarse a la tierra y sus gentes para lo cual utiliza el género documental o falso documental en este caso que nos retrotrae a ese cine silente donde de verdad, la imágen vale más que mil palabras. El proyecto es un estudio no exento de humor, un cuento, una leyenda sobre un lugar plagado de belleza donde la endogamia vuelve idiotas a sus habitantes y solo con el mestizaje venido de fuera se podrá aspirar a un futuro mejor. La metáfora está servida. "El Inglés" no tiene origen, puede ser un rey o un mendigo, solo es "diferente" o para ser más exactos leptosomático frente a pícnico según la tipología de Kretschmer. Aparece y desaparece ante un "hombre" representado por el doctor obsesionado con un mundo donde todo se pueda medir y cuantificar, como un mesías redentor para dejar su semilla y probablemente cumplir su destino en otros lugares.

Este raro capricho rodado en super 8 en blanco y negro tan evocador y nostálgico como misterioso y entrañable que se han construido sus directores juega con el lenguaje metalingüístico con el desparpajo de un niño inocente, curioso y burlón, para goze y deleite de la esencia del cine.

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