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Amar, beber y cantar

Comedia. Drama En la campiña inglesa de Yorkshire, la vida de tres parejas se transforma durante algunos meses, de primavera a otoño, por el comportamiento enigmático de su amigo George Riley. Cuando el médico Colin enseña por descuido a su mujer Kathryn que los días de su paciente George Riley están contados, ignora que él fue el primer amor de Kathryn. El matrimonio, que interpreta una obra de teatro junto a su grupo amateur local, persuaden a ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creador de clásicos inolvidables como ‘El año pasado en Marienbad’, ‘Hiroshima Mon Amour’, y ‘Noche y niebla’ entre muchos otros, Alain Resnais se despidió del mundo en 2014 y ‘Amar, beber y cantar’ fue su última película, tercera adaptación de una obra de Alan Ayckbourn, de quien también adaptó ‘Smoking/No Smoking’ y ‘Pasiones privadas en lugares públicos’.

Con un acabado bastante cercano a una obra de teatro, cuenta la historia de dos parejas de amigos que se enteran que a un amigo de muchos años, un tal George Riley, le quedan sólo 6 meses de vida, la noticia trastocará la vida de ambas parejas, quienes decidirán incluir a George en la puesta de una obra de teatro que están ensayando.

La noticia también afectará a Mónica y su nueva pareja, ella fue la última esposa de George y quién algunos años atrás decidió abandonarlo, y ahora es persuadida por los amigos para que regrese con él y le haga compañía en sus últimos días.

Pero no sólo la noticia afectará a estas 3 parejas, ya que al parecer George, a quien nunca vemos en pantalla, está enamorando a todas las mujeres poniendo en riesgo el equilibrio emocional de todos ellos.

Ligera, sencilla y muy agradable de seguir, la última película de Resnais se sostiene en el maravilloso trabajo de sus 6 actores quienes, en un muy evidente registro teatral, consiguen envolver al espectador en una trama plena de amor y que va de la comedia a la farsa con un toque de misterio, el que rodea al personaje de George.

‘Amar, beber y cantar’ quedará como el testamento fílmico de un autor que siempre supo darle lugar a la experimentación, jugando con lo artificioso de sus decorados y con el inminente tema de la muerte, en una despedida sentida y liviana por igual, que al fin el gran teatro de la vida debe continuar.

http://tantocine.com/amar-beber-y-cantar-aimer-boire-et-chanter-de-alain-resnais/
Quique Mex
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5 de noviembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que transcurre de primavera a otoño, se centra en tres parejas entorno a George, amigo de ellos y que fue algo más de alguna de las mujeres. A él le encontraron una enfermedad que le depara pocos meses de vida, deciden invitarlo a participar en una obra de teatro que prepara grupo teatral local.

Último film del director francés Alain Resnais, que dejara alrededor de una treintena de largometrajes de ficción, con el que ganó el premio FIPRESCI de la Crítica Internacional y el premio Alfred Bauer en la edición 64 del Festival de Berlín, unos quince días después fallecería.

Aimer, boire et chanter cuenta con una puesta en escena sumamente particular, dando una dosis de teatro grandísima, con un puñado de actores y actrices, contados escenarios y una escenografía bastante sugestiva, visualmente el film es bien atractivo y dentro de las cosas más destacables veo la dirección de Resnais.

Sin embargo, personalmente el argumento me pareció bien aburrido y en ningún momento me sentí atraído por nada de lo que veía, bueno, muy poco, quizá todo lo que envuelve a George es muy interesante. Basada en una obra teatral de Alan Ayckbourn, el guion fue realizado por tres personas incluido el director. Ni drama, ni comedia, ni romance, nada, o muy poco.

El elenco está muy bien, bastante seguros y confiados, la puesta en escena es llamativa, pero creo que poco a poco empieza a perder peso, se vuelve monótono el film. La musicalización de Mark Snow es bastante buena. Un trabajo que queda corto, una pena.
10P24H
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22 de agosto de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alain Resnais, nacido en 1922 y activo hasta que falleció en 2014. No voy a hacer una exposición pormenorizada de su trabajo, ya que, milagrosamente, en mi pueblo-aldea se ha estrenado su última película, “Amar, beber y cantar” (en Versión Original, gracias) y dan ganas de ello, por lo que me limitaré a hacer un breve e injusto resumen.
De gran prestigio en muchas culturas, su obra es parcialmente conocida en España, y sobre todo su “segunda época”, todavía está infravalorada por un sector de “expertos” nacionales. Pero menos mal que también, en su día, llamó la atención de los más refinados o de los que por un mero instinto sabían donde mirar. Almodóvar ya en sus inicios, incluyó en “Entre tinieblas” el tema principal de “Providence”, compuesto por Miklós Rósza, que dicho sea de paso y bajo mi personal opinión, este film es su transición entre un ciclo que se cerraba y uno renovador que se avecinaba y supuso el despunte total como “autor diferente”. Si hoy “Providence” se proyectase en nuestros cines sería rechazada por el gran público, y aún así, la Academia de Cine francesa la premió con siete Césars, en un gesto de reivindicación por un cine “inteligente” con libertad creativa. A mí me parece una obra maestra, casi revolucionaria, y para los que quieran investigar más sobre ella que lean la magnífica crítica que le brindó Manuel Alcalá en “Cine para leer 1978”. De hecho, ese año, entre el equipo de críticos del grupo Reseña, casi sale elegida como mejor film del año y mereció la mención de “progreso lingüístico”. Su primera época aúna maravillosos documentales y ya era un cine de “autor” bastante rompedor en ese momento.
Su búsqueda constante le convirtió en un señor culto, vanguardista por naturaleza y con un sello absolutamente personal que lo defendió a lo largo de toda su carrera. Y he hecho referencia a “Providence” porque en “Amar, beber y cantar” ciertas constantes se repiten, bajo otra óptica aunque en su mismo estilo, eso sí. Su estilo de cine íntimo, por algunos tachado de casi teatral, casi por necesidad expresiva, traspasa ese “casi” y todo ya se convierte directamente en un teatro, filmado en escena, con sus focos, y con ese ambiente atemporal e irreal que a Resnais tanto le atraía, entre lo onírico, casi fantasioso, y la realidad, una realidad también sublimada, que machaca convicciones y donde el espacio-tiempo no corresponde a lo “habitual” visto por el espectador. Pienso que su arrojo y su proceso, si no hubiera fallecido, le hubieran llegado a filmar un largometraje con su mujer y musa, Sabine Azéma regando un cactus en un rincón de su casa. Punto. Y quizás hubiera tenido también hasta habilidad en ello, supongo.
El grupo de actores, habituales colaboradores como parte de su equipo técnico, se prestan a este arriesgado juego que maneja conceptos como la muerte o el amor, sobre todo, en las relaciones de pareja. Desde luego qué lozanía y frescura mental tenía Resnais… porque aunque no sea, al menos para mí, una de sus películas más destacadas, es muy curiosa de ver. Lo que cuenta lo ha hecho mejor en otras ocasiones, pero su propuesta y desarrollo de la misma no deja de ser sorpresiva, lo que supondría el motivo del rechazo del “gran público”. En contraposición, sus bonitas “ilustraciones” o su banda sonora, que es utilizada de manera concisa y que es un notable trabajo de Mark Snow, sería de lo poco que encajaría ese gran público si pretenden ver una película más, convencional. Sus personajes, ejes totales de su obra, vuelven a ser los que mueven la acción, sobre todo el personaje de George, casi un espectro dentro de una acción casi fantasmal. Un mundo diferente que con el fallecimiento de Resnais puede que signifique que, al no encontrarse sucesor en el panorama actual, ese camino que abrió no tenga continuidad. Le ha ocurrido a muchos de los más grandes, o mejor dicho para que se comprenda mejor, le ha pasado a los directores más personales. Por eso siempre han sido y serán peculiares e insustituibles.
Maggie Smee
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1 de septiembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alain Resnais murió pocos días antes del estreno de ésta, su última película y, por tanto, su testamento artístico. No me parece una buena despedida, la verdad. Por tercera vez, adapta una obra teatral de Alan Ayckbourn, un popular y prolífico dramaturgo inglés, una pieza que se me antoja apolillada, previsible, aburrida y espantosamente conservadora desde los primeros compases, un tipo de teatro que ya era viejo cuando nació. Prescinde de exteriores, salvo para las escenas de transición, y filma las escenas en decorados teatrales, con la peculiaridad de convertir una obra inglesa en otra abiertamente gala. Tampoco me agradaron sus anteriores incursiones con Ayckbourn (Smoking/No Smoking, con perdón de la crítica, era plomiza e insufrible; Asuntos privados en lugares públicos era más ágil, al menos). Los actores cumplen, como cabía esperar, a pesar de algunos diálogos pueriles e impostados. Tal vez, ahora que Resnais nos ha dejado, cabría la posibilidad de bajarle del pedestal y empezar a examinar su obra con algo más de atención, prescindiendo de tantas loas y alabanzas que, a veces, parecen exageradas. Un director personal y provisto de un mundo propio, sí; un maestro... Sólo el tiempo tiene la palabra.
Eduardo
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31 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película de este gran cineasta francés que se fue hace poco. Es una película que sorprende por su lado teatral (a pesar de que este director ya nos acostumbró a estos vaivenes permanente entre las artes). Los decorados son de cartón y tela o bien dibujados, pero el juego de actor basta por llevarnos en un lugar u otro. El reparto es intimista ya que son siempre los mismos personajes que aparecen. Seis actores, muy buenos y muy bien elegidos, que hablan de Georges (= Jorge), una persona de la que sabemos mucho sin saber nada al final. A mí me gustó, y pienso que a la gente a la que le gusta el teatro le gustará también ya que hay una puesta en abismo. De hecho, hay una obra de teatro dentro de la película. Tiene un final previsible pero vale la pena.
Nanou
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