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Fugitivos en la noche

Drama Durante la Segunda Guerra Mundial, en una tumultuosa Roma, infestada de nazis, una joven italiana hospeda a tres soldados aliados de tres nacionalidades diferentes: un inglés, un americano y un ruso. Le son confiados por una familia de campesinos, a cuya casa había ido a buscar provisiones. Los tres se ocultan en una buhardilla, y el novio de la muchacha hace amistad con ellos y se arriesga muchas veces para llevarles alimentos. Pero el ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
26 de enero de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente filme del maestro Rossellini, que, con la ayuda que da el tiempo pasado desde la finalización de la contienda mundial, logra un bello, lírico y desgarrador trabajo.
Lleno de amor a la vida, se trata de un canto a la amistad, al entendimiento entre los pueblos, en contraposición de la cruenta y aterradora sombra de la guerra.
Con una soberbias interpretaciones, una puesta en escena sencilla y tremendamente efica, alternando el humor con el más duro drama, Rossellini compone un canto a la esperanza, un homenaje a las honradas y sencillas personas que contribuyeron durante la Guerra a aminorar el dolor de los necesitados, huidos, heridos, atormentados.
Momentos como el discurso del ruso a sus amigos, sin que estos le entiendan una palabra pues no hablan ruso, pero escuchando con un enorme respeto, es estremecedor, al igual que cuando el inglés, mientras escuchan embelesados los repliques de la campana de la Iglesia de San Marcos, les recita una poesía de Virgilio donde habla de la maravillosa y eterna ciudad.
El final, de los que no se olvidan, gracias a una Giovanna Ralli que exterioriza la mezcla de sentimientos de todo un pueblo, capaz de lo mejor y lo peor, en un breve periodo de tiempo.
Una gran película, no demasiado conocida, pero de lo mejor de su autor.
Ignacio Larrea
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22 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
318/29(21/09/20) Interesante drama bélico de Roberto Rossellini que va de más a menos, estirándose su rush final cual visita de los suegros. Otra vez el director romano hace una incursión en la capital italiana de su exitosa ópera prima “Roma, ciudad abierta”, vuelve a tocar el neorrealismo quince años después volvemos al escenario de una urbe por los nazis en los estertores de su ocupación, donde conviven el espíritu de supervivencia (esto atomizado en tiempos de ocupación militar) representado aquí por Hesperia (Giovanna Ralli), la resistencia ejemplificada en Renato (George Tetrarca), los ocupantes nazis, reflejados en el Baron Von Kleist (Hannes Messemer, proveniente de hacer otro film con Rossellini, “El coronel de La Rovere, donde hacía un rol similar), el colaboracionismo, expuesto por Tarcisio (George Tetrarca), y por supuesto los combatientes, epítome los tres refugiados (el americano, el inglés y el ruso), esta cinta se originó en una producción internacional por ello de los protagonistas de varias naciones, donde se loa a la resistencia contra el opresor alemán, se loa a la Iglesia (algo polémico en su momento), se loa la camaradería, la solidaridad entre diferentes pueblos (mostrado en la torre de Babel de idiomas), se loa el humanismo apoyándose en la ayuda a los oprimidos, en contraste con el ataque a la tibieza con que muchos se comportaron con los nazis.

Noviembre de 1943, Italia estaba medio ocupada por los aliados. El mayor británico Mike Pemberton (Leo Genn), Fyodor Nazukov (Sergei Bondarchuk, dirigió la versión cinematográfica soviética de "Guerra y paz"), el piloto estadounidense, teniente Peter Bradley (Peter Baldwin) y el sargento Fyodor Nazukov (Sergei Bondarchuk), son tres prisioneros de guerra de un campo de concentración alemán en Italia que escapan y terminan en Roma, donde se refugian a regañadientes en una buhardilla de una estraperlista, Esperia (Giovanna Ralli), temerosa del peligro que corre. Hesperia tiene un novio, Renato (Renato Salvatori), es un comunista que ayuda a los refugiados

Tiene un comienzo estimulante, actuaciones buenísimas (como las de Giovanna Ralli, Leo Genn o Sergei Bondarchuk), tiene una hábil puesta en escena haciendo de la frugalidad virtud, tiene momentos conmovedores (el ruso Fyodor cantando con vistas a la cúpula de San Pedro), tiene aspectos de alegorías muy bien manejadas (la de como Hesperia esconde a los refugiados en una buhardilla donde hay figuras eclesiásticas, donde abren la ventana y se ve la cúpula del Vaticano), tiene un espíritu de amistad que trasciende el lenguaje, queda como un canto a la esperanza en los humanos, en su capacidad de ayudarse unos a otros, tiene un estilo visual muy marcado en el objetivo fotográfico de longitud focal variable pancinor, precursor del zoom , que permite a Rossellini poder realizar tomas de larga duración sin interrupciones, alargando el tiempo de actuación y minimizando el montaje.

Pero la cinta va perdiendo fuelle a medida que avanza en su desproporcionado metraje de más de 2 horas y media, no hay historia para tanto, alargando las situaciones en reiteraciones y subrayados que hacen estancar el ritmo, hasta llegar falto de aire el minutaje final, destensada la emoción entre tanto ir y venir, la capacidad de síntesis de Rossellini ha sido nula en esta película; Tampoco roza la espontaneidad y naturalidad cruenta de “Roma, ciudad abierta”, tienes sensación de un artificio humanista manufacturado en la relación de las cuatro nacionalidades (rusa, inglés, estadounidense e italiano), donde los personajes resultan un tanto clichés predeterminado por el tópico (ejemplo clara es la personalidad de los tres refugiados).

Rodada con claros referentes en el cine neorrealista del que Rossellini fue impulsor con “Roma, ciudad abierta”, ello expresado en los escenarios naturales, rodada con estilo cuasi-documental, aunque en contra de esta corriente está que eran historias que iban con el tiempo que se filmaban, esta tiene un desfase de 17 años, asimismo la música del hermano del director, Renzo Rossellini suma demasiado, ominosa, descolocante y colocada a destiempo en algunos momentos. Ello para un relato sin mucha originalidad, que tiene su aliciente en mostrar el costumbrismo de cómo se vivía durante la ocupación nazi de la Ciudad Eterna, el temor latente a ser detenidos, la resistencia intentando sabotear a los teutones, el mercado negro, los tejemanejes de la aristocracia, el altruismo de la Iglesia, las traiciones de los colaboracionistas, las consecuencias de los atentados en las represalias. Deja de soslayo preguntas con respuesta sobre como en los albores de la llegada de los americanos ya no quedan fascista en Italia, y parece nunca los hubo, dando como contestación un nada complaciente argumento de que los italianos son como veletas que van con el viento que me mejor les viene.

Tiene momentos que desprenden empatía con el espectador, como la alegría de los refugiados en la buhardilla la mañana en que se levantan y observan por la ventana los techos de Roma con la ‘corona’ de la cúpula de San Pedro cual elemento deidífico; El sentido discurso de Fyodor a sus amigos, en ruso, no le entienden, pero escuchan con devoción las sentidas palabras que irradian sentimientos exacerbados; O el clímax protagonizado por una enternecedora Giovanna Ravalli.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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4 de febrero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez con treinta o cuarenta minutos menos de película Rossellini hubiera podido redondear esta interesante historia de tres soldados fugitivos -un ruso, un americano y un inglés- en la caótica Roma ocupada por los alemanes. En muchas ocasiones las buenas intenciones o los buenos sentimientos no hacen buenas peliculas. Rosselini no consigue repetir la naturalidad inmediata, sincera, de su etapa neorrealista - "Roma, città aperta" (1945) o "Paisá" (1946)-, pero tampoco alcanza la madurez narrativa o la profundidad de los personajes en su etapa con Ingrid Bergman -especialmente "Europa 51" (1952) o "Viaggio in Italia" (1954)-. Aún así la película atesora bellos momentos: el ruso cantando frente a la cúpula de San Pedro, las muestras de afecto sin palabras que se profesan los tres compañeros de infortunio o la manera en que vemos cómo los romanos tratan de arreglárselas para seguir viviendo, momentos en los que aflora el verdadero "estro rosselliniano". Tal vez por ello, pese a las salvedades señaladas, merezca la pena darle otra oportunidad.
Gould
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17 de octubre de 2006
3 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal. El comienzo es muy bueno y se mantiene la película bien. Pero los últimos 40 minutos pega un bajón de la ostia y se vuelve un puñetero coñazo. Eterna. Se me hizo muy, muy, muy, muy larga la película y estaba pidiendo la hora igual que hace el Madrid cuando juega y al igual que ellos la pedía no en los últimos minutos sino cuando aún queda más de media hora.

Muy buen comienzo, lo del ruso, el américano y el inglés en casa de la chica italiana está bastante bien y se desarrolla bien. Tiene muy buenos momentos especialmente por parte del ruso.

Pero a partir de que llega el Antonioni ese por el balcón todo se vuelve un soberano coñazo en el que si acaso se salvan los últimos 10 minutos y tampoco es que sean excelentes.

Los actores están bien, especialmente el ruso y la chica italiana, entre los protagonistas. Los secundarios también cumplen pero también hay algunos que no me gustán y que sobran directamente de la película.
El guión es sencillo y cumple pero podía haber sido bastante mejor sin llegar a ser del todo malo.

Una película que se queda en correcta después de empezar muy bien por culpa de que Rossellini me la acaba alargando de más.
Pataliebre
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