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El fantasma de la libertad

Drama. Comedia Serie de viñetas entrelazadas por un personaje o una situación que conecta una historia con la siguiente. Unos soldados franceses entran a la catedral de Toledo durante la invasión napoleónica. Un capitán besa la estatua de una mujer y destruye la de un hombre. En la época actual, un matrimonio se escandaliza con unas postales que muestran monumentos de París. Un hombre ve pasar unos animales por su cuarto. En una escuela de policías, ... [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2009
45 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penúltima película de Luis Buñuel (1900-83). Escribe el guión Luis Buñuel con la ayuda de su colaborador habitual en estos años, Jean-Claude Carrière (“La vía láctea”, Buñuel, 1969). Se rueda en escenarios exteriores de París y en los platós de Paris Cinema Studios (Billancourt, Paris). Gana el Silver Ribbon al mejor director extranjero. Producido por Serge Silberman (“El discreto encanto de la burguesía”, 1972) para Euro Internacional Film y Greenwich Films, se estrena el 11-IX-1974 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en Toledo (España) en 1808 y París, Argenton-sur-Creuse y otras localidades francesas, en 1974. Reúne 14 viñetas tenuemente relacionadas, que explican hechos absurdos, surrealistas, imposibles o disparatados. Un padre denuncia a la policía la desaparición de la hija pequeña que le acompaña. El jefe de policía aconseja al denunciante que no habla de los hechos con la policía. Un francotirador que ha matado indiscriminadamente a 18 transeúntes es detenido, juzgado, condenado a la pela capital e inmediatamente liberado. El subtexto del relato habla de la estupidez de las personas bienpensantes, acomodadas y convencionales. Denuncia la hipocresía, el culto de las apariencias y las perversiones que practica la burguesía. Desvela la arbitrariedad y la corteza de miras de las convenciones sociales. Expone el sinsentido y la vacuidad de la religión y la moral; etc.

El film suma drama y comedia. Trata numeroso temas que forman parte de las preocupaciones constantes y repetitivas de Buñuel, como la religión, el culto religioso, el poder, el ejército, las convenciones sociales, la burguesía, la familia, el sexo, el individualismo, las relaciones de pareja, las parejas de edades muy desiguales (chico de 18 años y mujer de 70). Sus exposiciones incorporan críticas ácidas, burlas y chanzas. Muestra cómo las personas representativas de la sociedad acomodada, o pequeño-burguesas, viven inmersas en un mundo de perversiones, que practican sigilosamente en privado o bien ostentosamente en público.

La pantalla recoge acciones y hábitos de necrofilia, exhibicionismo, voyeurismo, pedofilia, coprofilia, sadomasoquismo, incesto, incesto necrófilo, sadomasoquismo exhibicionista, etc. De modo similar muestra el comportamiento de un grupo de frailes carmelitas, sus devociones bobaliconas, sus patéticas oraciones en grupo, sus aficiones a los juegos de azar, el tabaco y la bebida, etc. Muestra la enorme capacidad de fingir que tienen las personas burguesas, la fuerza de cohesión de grupo que moviliza la hipocresía, las connivencias que suscita y las complicidades que con facilidad encuentra entre las autoridades, como sucede en el caso de la niña falsamente desaparecida. Dedica un apartado contundente a la denuncia de la arbitrariedad y ausencia de objetividad de las normas sociales y de los prejuicios, no sólo morales, sino también estéticos (confusión de belleza con simetría).

(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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22 de enero de 2007
44 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la profanación de una tumba de enamorados en la catedral de Toledo por parte de un oficial francés, -en tiempos de la invasión napoleónica-, se desencadena una especie de maldición que, -con la lectura del libro que cuenta la profanación-, se traslada a los tiempos actuales.

Desde ese momento, se nos van presentando una sucesión de personajes, -enlazados unos con otros como si se pasaran el testigo en una carrera de relevos-, con sus absurdas, surrealistas, experiencias: un desconocido da a unas niñas una colección de imágenes, -con la advertencia de no mostrarlas a los adultos-, y luego sus padres cuando las propias niñas les entregan las imágenes-, se escandalizarán, como si fueran pornográficas, cuando solo son monumentos de Paris.... y así empieza la serie de historias absurdas a cual mas disparatada.

El surrealismo nos sugiere pensar liberándonos de cualquier control de la razón, de cualquier pre-juicio moral, de cualquier norma; y en esto recuerdan a la filosofía Zen, para los cuales, -en la creencia de la perfección de nuestra naturaleza original-, el proceso de iluminación consiste meramente en transformarnos en lo que ya somos desde un principio. Cuando se le preguntó un maestro Zen sobre buscar la naturaleza Buddha, respondió, "Es muy parecido a montar un buey en busqueda del buey."

Liberando nuestra mente del lastre que suponen los pre-juicios en los que se ha nutrido desde la infancia, volverá a experimentar la liberación del espíritu. Coinciden, a mi entender, ambas culturas de pensamiento.
Bonifacio
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10 de marzo de 2009
40 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice Buñuel que esta película la recuerda como una de las que se siente más satisfecho. Añade que la considera dentro de una trilogía “sui generis”, en donde incluye también “El discreto encanto de la burguesía” (1972), y “Ese oscuro objeto del deseo” (1977), es decir, las tres últimas de su producción.

Confieso que siempre me llevé regular con estas películas de mi admirado Buñuel, y que, aun reconociendo sus innegables valores, siento nostalgia de otras, tal vez de peor factura, pero hechas a partir del talento, optimizando los medios y los tiempos, en las que él se mueve de manera diligente entre la realidad y el deseo, o sea entre lo que a él le gustaría hacer y lo que realmente podía hacer. Me gustan mucho algunos de los personajes, complejos, profundos, torturados, de su etapa mexicana, me gusta mucho también ese surrealismo metido con calzador, casi furtivo, como para poner una nota distintiva.

Por eso, “El fantasma de la libertad” me parece un poco la película que pudo hacer cuando pudo hacerla: con actores solventes y conocidos, con medios razonables y, sobre todo, con libertad absoluta para hacer lo que le da la gana. Y lo que hace, en mi opinión, es una exhibición de surrealismo de salón, consciente de que los cinéfilos pertenecientes a la clase social que él denigra en esas mismas películas, van a aplaudirle, admirados y felices de hacerlo, estableciendo una especie de complicidad intelectual pero epidérmica, como si la cosa no fuera con ellos. Porque Buñuel estaba ya oscarizado, y en su terreno era un dios incontestable del olimpo de los cineastas vivos con un mensaje propio y diferente. No le quito mérito a la película: la enmarco en un contexto histórico y, sobre todo, mental. Las industrias culturales están repletas de ejemplos parecidos en los que los escarnecidos compran encantados las obras de arte que les escarnecen.

Dicho esto, confieso que me encantan las absurdas situaciones que presenta, que contienen un mensaje divertido, sarcástico y transgresor, hasta cierto punto. Antológica la situación de los padres de la niña buscándola sin haberla perdido. Los monjes jugando a las cartas, o el prefecto de la polícía siendo detenido por sus propios hombres. Ahí está el inconformista que ya se ha hecho un poco mayor, y que mantiene sus obsesiones intactas, y sus recuerdos infantiles en perfecto estado de conservación.

Como la película está compuesta por escenas independientes, no es posible resaltar interpretaciones concretas. No hay literalmente protagonistas. Todos los actores están bien, muy bien.
Paco Ortega
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22 de enero de 2010
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien entiende por libertad el poder hacer lo que le venga en gana, esa libertad es un fantasma… porque eso no es la libertad. La libertad es hacer lo que debe hacerse; es la capacidad de elegir lo que es correcto, lo que no dañe a otros ni me dañe a mí, ya que la libertad implica responsabilidad. El hombre está sujeto a las leyes de justicia universales y así, la libertad es el sabio acogimiento a esas leyes. Aunque el hombre es libre, no puede escapar a las consecuencias de sus actos porque, toda acción produce una reacción y ésta es consecuente con la carga energética (+ o -) que aquella posee. Todo lo que nos afecta, aunque parezca casual, en realidad es causal... sólo que no tenemos fácil acceso al entendimiento de las causales que han atraído tal o cual cosa, pero, lo concreto, es que todo lo que nos sucede es una respuesta al tipo de energías que hemos proyectado hoy, ayer o anteayer.

Todo lo que, Luis Buñuel, encadena en esta divertidísima película, brillante desde la anécdota y desde su deliciosa recreación del absurdo, tiene validez particular aunque, en el fondo, resulte muy blanda si se la conjuga con las leyes existenciales.

Doy ejemplos (y aquí aludiré a situaciones claves): Queriendo probar que no somos libres de ver lo que queramos, Buñuel deja inconclusas ciertas escenas de las que, como espectadores, quizás esperábamos más: Un capitán exhuma el cadáver de una bella dama, cuya estatua había intentado besar impunemente. La muerta aún luce casi viva y el capitán se predispone a un acto de necrofilia… entonces, vemos a la mujer que a otra lee la historia y ya no sabremos que es lo que seguía. Un comisionado de policía lee un informe sobre como se rescató a una niña que nunca desapareció, y tras leer un par de frases, quedamos sin saber como se realizó el ilógico “rescate”. Lo que Buñuel nos niega conocer, como lo que nos niega ver el pintor cuando elige un fragmento de un paisaje, no es ejemplo de pérdida de libertad sino al contrario, es la libertad del artista de elegir lo que quiere mostrar, y además, la lógica limitación que se impone en todo arte.

Buñuel, nos monta, en otro momento, un juego especulativo con las fotos que, un supuesto pedófilo, le entrega a un par de niñas en un parque, pero, éstas nos harán reír cuando tengamos acceso a lo que ven los receptores de las tales fotos. No es pérdida de libertad, sino cualidad del arte (y de la vida) generar diferentes lecturas según el ángulo desde el que se mire. Toda percepción, podría decirse, genera una variable y esto aumenta la libertad de interpretación antes que coartarla.

Es, "EL FANTASMA DE LA LIBERTAD", un filme con harta tela para cortar, pues, está lleno de juegos, sutilezas, asociaciones históricas y hasta apariciones sorpresa que, para los seguidores del director español, resultan muy entretenidas de descubrir. ¿En qué escena aparece Buñuel?, ¿En cuál Serge Silberman el productor? ¿Cuántas veces aparece el cuadro de Goya? ¿Quién es la actriz que enseñó un lozano cuerpo de la que “creíamos” era una anciana enamorada de su sobrino?

La libertad también existe para que, el gran Buñuel, pudiera auto-complacerse con un filme tan personal y tan divertido como éste.
Luis Guillermo Cardona
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15 de noviembre de 2009
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez logrado el Oscar con su previa película, la maravillosa "El discreto encanto de la burguesía", y cada vez con más libertad para rodar (fuera de las penurias temporales y económicas del cine mexicano y de la censura de su etapa española) Buñuel realizó con ésta su más libérrima película, pues parte de la inexistencia de un argumento como tal y por ello supone un retorno claro a sus orígenes de "Un perro andaluz" y "La edad de oro".
"El fantasma de la libertad" -qué majestuoso título- es una antipelícula si la vemos desde un punto de vista narrativo. Lo que Buñuel quiere es precisamente hacer una metáfora del abastracto (¿real?) concepto de la libertad para fustigar al espectador con constantes "coitus interruptus" pues cada una de las situaciones iniciadas en la película no es acabada premeditadamente. Buñuel bromea perpetuamente y de manera ingeniosa y muy divertida y así resultan memorables los capítulos del salón en el que las sillas del salón son retretes y dónde se come en el water, o la visita del prefecto al cementerio tras la llamada telefónica de su hermana muerta. También memorable aunque muy discutible es el episodio en que un hombre se dedica a matar con un rifle transeúntes y al que tras ser enjuiciado la gente pide autógrafos (no queda bien definido qué quiere decirnos Buñuel del terrorismo aquí). Lo que queda claro es que la única libertad para Buñuel es la imaginación, su genio, su talento. Las otras libertades siempre andarán algo pisoteadas, se quiera o no.
NOTA: A ver si de una vez por todas los franceses se enteran. Buñuel fue, es y será español; su genio, su humor, su imaginación son españolas. Y se escribe con ñ como España, porque si fuera sin ñ es cuando podría entenderse su caracter francés. Pero con ñ, amiguitos chauvinistas y acaparadores, con ñ, solo puede ser español, coño. Y no quiero que esto suene a discurso patriótico, pero es que molesta muchísimo el tema.
kafka
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