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Taurus

Drama Segunda película de la trilogía dedicada al crepúsculo de los grandes líderes mundiales del siglo XX. Después de abordar la figura de Hitler en "Moloch" (1999), el cineasta ruso se concentra en los últimos días de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin. Confinado en una casa expropiada por el estado, convaleciente y preocupado por el desmedido afán de poder de Stalin, el líder bolchevique se lamenta por la situación de la Unión Soviética y ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2010
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las dos críticas anteriores no son sino reflejo de la más pura ignorancia, si entendemos ignorancia por desconocimiento en torno a una cuestión concreta o incapacidad para llevar a cabo una interpretación de un documento complejo. El cine de Alexandr Sokurov no es un cine fácil, su apuesta cinematográfica es muy arriesgada, por ello su nombre no trascendirá más allá de unos pocos cinéfilos curados de tópicos grandilocuentes y, por supuesto, deseosos de ver un poco más allá de lo políticamente correcto. El cine de Alexandr Sokurov, a parte de una excelencia en lo técnico supone una valiente superación de todas las barreras y convencionalismos tanto en lo político como en lo histórico. Está claro que su formación como historiador ha sido determinante en su modo de entender el cine y la interpretación de la Historia, no menos claro está el trabajo titánico que ha llevado a cabo antes de elaborar cada una de sus obras maestras: la documentación, la contrastación, la labor de síntesis (no es fácil dilucidar y decidir qué palabras se quiere poner en el Lenin de los últimos días, en esa conversación con Stalin, el objetivo es transmitir la esencia, el balance de una vida decisiva en la transformación del mundo) y, por último, el planteamiento de las escenas para dar a todo lo anterior el perfil adecuado. El trabajo de Sokurov es muy exigente, casi rayano en el perfeccionismo.

Como ya hiciera con Hitler en "Moloch" Sokurov lleva a cabo una humanización de la figura de Lenin. En el mismo comienzo vemos el nivel de degradación física al que ha llegado: tienen que ayudarle a vestirse, desnudo e indefenso ante los hombres; a bañarse; incluso a limpiarse los mocos. Para muchos de los que pasan de paso por la casa resulta sorprendente ver al líder de su Revolución en un estado de tal decrepitud, otros simplemente pasan de largo sin reparar en él. Hubo un tiempo en que para los hombres era inconcebible observar que aquellos a los que seguían a la Tierra eran vulnerables al igual que ellos (las críticas no hacen sino demostrar que para mucha gente sigue siendo así). Pero vemos como Lenin trata de mantener su autoridad y dignidad hasta el último momento, aunque sea ante el reducido círculo que lo acompaña en su exilio interior: no quiere depender de nadie, trata de conservar la entereza. "Puedo. Yo solo. Yo solo" serán algunas de las palabras más repetidas del film.

El film nos muestra el racionalismo a ultranza de Lenin, para el que todo tendría una explicación, desde los fenómenos naturales hasta las relaciones sociales (esto lo vemos en la burla que dedica a su madre por la explicación que ésta daba acerca de las tormentas: el canto de los ángeles). Pero los sueños de la razón generan monstruos. El punto vital de la película está en las reflexiones en torno al papel jugado por el propio Lenin en la historia y los debates en torno a la necesidad de la violencia como acelerador de los procesos históricos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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29 de diciembre de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sokurov es un cuervo que emigra o migra o inmigra, transmigra o inclusa denigra… es miel, ajo, pero sobre todo sal y lluvia.

Su película Taurus sobre Lenin en la completa debilidad del moribundo, narra la historia de un hombre impotente que solo recuerda un poco de las ideas de Marx y se aferra a la lectura de como Carl paso sus últimos días, mientras Stalin espera su muerte en el pasillo, sin saber que sucede en un mundo creado por “él”; Taurus hace referencia al signo zodiacal, fuerte, decidido y al mito del minotauro, un monstruo dotado de gran poder y sabiduría pero que también sufre.
Soruvkov trabaja (como lo haría en el arca rusa y hasta en Fausto) con los iconos de la cultura rusa para destruirlos quizás por el rechazo que siente por el mundo soviético y sus errores, como materialista clásico , nos muestra esos valores “eternos” que han durado lo suficiente para ser inmortales y nos inserta en una de las tatas versiones de la muerte del líder: tiene problemas motoros producto de la bala alojada cerca de su espina dorsal, Lenin tiene afasia, Lenin morirá de un tiro causado por Stalin según Trosky, Lenin tiene alzhéimer, Lenin no puede multiplicar… Como siempre, el sorprendente ascetismo ruso. Los sepias y los verdes ahondando la tragedia que se desliza naturalmente, sin espasmos, con una pétrea dignidad.

_ Hace tiempo que quiero preguntarte una cosa.
¿Pretendes seguir viviendo cuando yo muera?
_ Por qué lo preguntas?
_ Por nada. Simple curiosidad
¡Cómo crees que será? ¿Continuará saliendo el sol?
¿Continuará habiendo tanta perversión?
¿O se acabará todo, se desvanecerá, desaparecerá?..
¿Soplará el viento? ¿Soplará?.. Di.
_ Si, soplará.
_ Bueno soplará el viento, saldrá el sol…
El necio proletariado luchará contra el canalla burgués
hasta que empiece a vomitar sangre.
_ Ya está bien.
_ No tienes ni idea de lo que te espera cuando yo ya no esté.
_ Viene alguien.
_ Así que después todo seguirá igual.
_ Sí, todo seguirá exactamente igual.
_ Es maravilloso. Hilarante.
¡Así que no lo habías pensado nunca!
_ Pensar, pensar… ¿En qué?
_ En la vida después de mí.
Adrián Cantor
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21 de agosto de 2009
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vladimir Ilyich Ulyanov, Lenin, pasa sus últimos días en el pueblo de Gorki, diez km. al sur de Moscú. Con medio cuerpo paralizado tras varios infartos pasa sus últimos días.

Sokurov presenta a un Lenin aislado del mundo, inválido, encerrado en una casa en donde se le trata como a un viejo bufón, despojado todo el poder que tuvo durante la Revolución de Octubre. Crea una atmósfera extraña y feísta de alienación e incomprensión en donde Lenin poco a poco se va hundiendo, incapaz de hacer frente a su vida.

Sokurov consige lo más difícil, crear un planteamiento a priori interesante, pero se tropieza en lo más básico, no consigue que la película no resulte aburrida.
Luis
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8 de octubre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta película que habla de mis últimos días, de hecho la sensación que me dio después de verla, es que más que de los últimos días, parece mi último día.
Por lo poco que se de mi mismo y de aquellos tiempos de cambios radicales y violentos, tanto en el fondo como en la forma, la cinta acierta al cien por cien. Los hechos narrados son bastante cercanos a la realidad, puede apreciarse mi desastroso estado físico y mental en esos días, en los que mi propia gente me aisló completamente para tratar de evitarme un nuevo ataque mientras yo me cabreaba por que no me enteraba de nada y veía como mi revolución se moría conmigo. Días en los que todos mis camaradas se espiaban entre ellos o caían enfermos y comenzaba a vislumbrarse esa lacra histórica que contaminaría todo lo que habíamos hecho, cuando ya era demasiado tarde para pararle los pies a mi futuro sucesor. Con lo majo que parecía el hijo puta cuando le conocí allá, a finales de 1905, hay que joderse.
Aunque hay periodos históricos personales mas interesantes que contar, probablemente mis últimos días, fueron los que mejor definan a Lenin como hombre y lo alejen del icono revolucionario, que de algún modo no es otra cosa que la intención de su director, humanizar la figura del personaje histórico que cambio el rumbo del siglo XX.
Si tuviese que destacar algo, me quedo con la conversación con Stalin, de la que se puede sacar mucha información y entender la caótica situación interna del partido y por lo tanto, la situación política del primer estado socialista de la historia en aquellos años.
Todos los personajes están muy bien interpretados.

Realmente la película solo es recomendable, a personas interesadas en Lenin y que además, previamente tengan una base sobre él y algún conocimiento sobre los hechos históricos que protagonizo junto a Stalin y los demás bolcheviques. Si no conoces al personaje y te importa muy poco lo que hizo o lo que dejo de hacer, esta película te va parecer el mayor tostón de todos los tiempos.
Adoctrinador de masas
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1 de abril de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta los líderes que han movido multitudes y promovido cambios históricos acaban sus días miserablemente. Nadie se libra de la papeleta que a todos nos toca.
Aquí no está el Lenin airoso, idealista, emprendedor y revolucionario de su juventud, sino un anciano prematuro decrépito que lo único que inspira es lástima porque es un viejecito senil y amargado que al sentir el peso de la decepción y de su propia inutilidad, se hunde en un estado entre el sopor y la impotencia vital. Se le olvidan las cosas y las personas y a veces su misma mujer, Nadia, que ha sido su compañera de fatigas durante más de un cuarto de siglo, es una extraña para él. Presenta los signos característicos de la demencia: cambio bruscos de humor, pérdidas de memoria, incoherencias, ataques de ira, momentos de lucidez que recuerdan al inteligente y reflexivo Vladimir Ilich que una vez fue. En la opulenta casa de reposo, una antigua mansión aristocrática expropiada, el viejo vive de prestado entre un montón de gente que lo atiende y lo lleva de acá para allá, recibe raras visitas (el mismo Stalin acude a verlo) y lamenta que la muerte se lo lleve tan pronto, cuando aún le queda tanto por hacer, notando el miedo ante el porvenir, que ya intuye arruinado para los que quedarán después de él, y la culpa de haber contribuido él mismo a esa ruina venidera, porque con ese destello de cordura que le queda sabe que quien ha de sucederle va a sumir a la Unión Soviética en la oscuridad.
No se enfrenta a una muerte tranquila, pero su cerebro medio aniquilado lo protege a ratos de sus temores, cuando le hace olvidar y le deja a solas contemplando el bellísimo paisaje verde, el cielo de puro azul tachonado de nubes aterciopeladas, su conexión íntima con el Dios en el que en su fuero interno quiere seguir creyendo.
La influencia de Tarkovsky es notoria en ese ritmo lento, en la recreación en la naturaleza y los momentos de silencio.
Y ya no existe ese Lenin de los libros de historia, el que el pueblo nombraba con reverencia, porque ahora es un vejete dependiente que los chiquillos traviesos no reconocen, y sólo le queda su paciente esposa para caminar a su lado hacia el valle de las sombras que en breve se lo llevará.
Vivoleyendo
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