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Hijos de la medianoche

Drama En la medianoche del 15 de agosto de 1947, el mismo día en que la India consiguió la independencia, Saleem y Shiva nacieron en el mismo hospital de Bombay y formaron parte de la primera generación libre del país. La historia de Saleem y Shiva, intercambiados en sus cunas al nacer, tiene como transfondo la convulsa historia de la India moderna, desde su independencia hasta los años ochenta: poderes sobrenaturales, amores prohibidos y ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
22 de octubre de 2012
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vistosa la adaptación que la realizadora india, afincada en Canadá, lleva a cabo de la obra (guión incluido) de Salman Rushdie. Colorido, fantasía y espectacularidad, para contar treinta años de la historia de la India y de algunos de sus protagonistas. Los "Hijos de la medianoche" son aquellos que nacieron con la Nueva India (que se presumía) y que se independizó del Imperio Británico en 1947.
Con excesivo simbolismo y magia, para nuestros pragmáticos y rápidos gustos occidentales, se nos muestran los innumerables intentos de organizar una sociedad ingobernable y desnortada, desde las buenas intenciones y el positivismo de la directora, que parece vacunada contra el desaliento.

Como es lógico, contando lo que cuenta, la película es convulsa, pero a pesar de su larga duración no tiene tiempo, o no quiere, escapar del abigarramiento.
En algunos momentos reconocemos, voz en off incluida, episodios ya vividos cinematográficamente, que se refieren a sagas, destinos insalvables y condenas históricas de repetición.
Deepa Mehta, no sabemos si apoyándose menos de lo debido en el guión, hace un ejercicio optimista de patriotismo; de agradecer, supongo, para el pueblo indio; pero, herencias culturales aparte, inservible para la realidad cotidiana que viven precisamente los desheredados a quienes supuestamente se refiere. Esa India, que ella abandonó hace más de cuarenta años, no guardará esas dosis de esperanza que le atribuye.
El punto de arranque es bastante más prometedor que su desenlace. Pero véala para argumentar mi equivocación.
Sinhué
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14 de julio de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la medianoche del 14 de agosto de 1947 -ya día 15, en realidad- nacía La India libre, poniendo fin así a más de un siglo de colonialismo británico. En ese momento exacto, también nacieron Saleem, Shiva, Parvati y un montón de niños más, los “hijos de la medianoche”, destinados a vivir en un país lleno de esperanzas y con un futuro prometedor. Y, aunque nuestro protagonista es uno de esos niños, la película realmente se remonta 30 años antes, cuando sus abuelos se conocieron. Aquí llega ya uno de las principales pegas de la última película de Deepa Mehta: la abundancia de subtramas, que hacen largo, en exceso, el metraje.

Quizá le falta reducir más la novela en la que se basa. El propio autor, Salman Rushdie, es quien guioniza la película. Las 600 páginas de la obra literaria, quedan adaptadas en casi dos horas y media, como si el autor no hubiera sabido -o querido- condensar. Así, la narración fluctúa dando tumbos entre los múltiples acontecimientos importantes de la historia de India. Y en casi todos esos sucesos se ve implicado Saleem, el protagonista y narrador de la película: la guerra en Pakistán, las detenciones durante el estado de emergencia... Porque Saleem nació a la vez que la India libre. Él, desde su punto de vista y mediante una voz en off, nos cuenta la mayor parte de su vida, restándole ritmo a la película ya que eso da una sensación, de nuevo, de que no se supo plasmar bien la novela y parece más una película “leída” que una adaptación literaria.

Por otro lado, la visión de La India que nos ofrece Mehta, es agridulce. Se vale de unos escenarios coloridos, llenos de contrastes entre las clases sociales. De hecho, un punto clave en 'Hijos de la medianoche' es la poca tranquilidad del río de la vida, no sólo ya por los tumultos político-sociales que golpean este país exótico, si no por el devenir de Saleem quien, sin quererlo, robó la vida a un niño rico, Shiva. En su nacimiendo -e igual que ocurriera con la película de Chatiliez-, una enfermera cambió a los dos niños, de diferentes extractos sociales, para hacer así su revolución personal ante la situación del país. Los ricos serán los pobres y los pobres, ricos. Asimismo, el casting, procedente en su mayoría de las grandes producciones de Bollywood, está más que correcto.

Además, para escapar un poco de la podredumbre, se ha optado por impregnar al guión de un realismo mágico -ya presente en la novela-. Los “niños de la medianoche” poseen poderes mágicos que utilizan a lo largo del film, como algo normal, fundiéndose con la realidad sobre el nacimiento de una nueva nación. Pero que eso no sea un impedimento para imbuirse en esta búsqueda de la identidad personal, de las esperanzas y de los porqués de la existencia; no, el mayor impedimento para disfrutar completamente 'Hijos de la medianoche' es, sin duda, la ambición de Mehta al crear un proyecto tan grande sobre la evolución de La India libre vista a través de uno de sus supuestos valedores.
Monchita
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5 de julio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que países como China o India (a éste último vamos ahora mismo) tengan una presencia cada vez más destacada (tanto en cantidad como en repercusión cualitativa) en los festivales más importantes de todo el mundo no debe verse como la enésima concesión por parte de sus respectivos responsables para con aquellos considerados ''menos favorecidos'', sino más bien como la corrección natural (?) de una anomalía histórica (cuyas razones sin duda darían, y de hecho ya han dado, para escribir varios libros al respecto). El cine, como la expresión artística que es, se ha manifestado, a lo largo todos sus años de existencia, en todos los rincones del planeta. No obstante, el cine, como el arte extremadamente tecnificado que es, ha guiñado el ojo -muchas- más veces a todos aquellos pretendientes que, gracias a la debida reunión de requisitos, mejor han sabido mantener al día sus respectivas industrias.

Por supuesto, ahí entran en juego tantos factores diferenciales (marcha de la economía, participación en conflictos armados, tratamiento del la cultura por parte de las autoridades y un larguísimo etcétera) suficientes como para escribir otros tantos voluminosos tomos dedicados a la materia. El que cinematografías como la india poco a poco empiecen a asomar la cabeza en el ahora concurridísimo panorama internacional debe a atribuirse a la actual consolidación de dicho gigante asiático como floreciente potencia económica mundial (más allá de demográfica, terreno en el que ya llevaba largo tiempo asentada... quizás demasiado), pero sobre todo al abandono de su endémica autarquía cultural. Será, quizás, porque hará no demasiados años la Academia de los Estados Unidos colmó a Oscar una propuesta que sirvió, entre otras cosas, para que el mundo se diera cuenta de que los sabores bollywoodienses, debidamente aguados, no son tan indigestos como cabía esperar.

Será, tal vez, porque los mercados efectivamente se han globalizado, creándose así un más que necesario flujo bidireccional de influencias. Puertas abiertas: la India, por fin, exporta e importa tendencias, estilos y conocimientos. Así, no es de extrañar percibir en cada producto que haya logrado cruzar las fronteras de su país natal (esta categoría, por cierto, sigue significando un porcentaje raquítico con respecto al total de producción) las influencias de filmografías más o menos vecinas, factor geográfico éste último que se diluye con el peso de una historia en la que no pocas naciones han tenido algo que decir. En esas que Deepa Mehta, una de las cineastas indias más prestigiosas, vuelve a hacer las maletas para irse, por enésima vez, al Canadá y poder traernos así su nueva película.

El baile de banderas presente en los mismos cimientos de 'Hijos de la medianoche' es precisamente el principal rasgo distintivo de esta adaptación de la novela de Salman Rushdie. Se trata de un relato esencialmente oriental pero con empaque occidental. Perfectamente contextualizado pero contado con una voz que casi parece extranjera en su propia tierra. Para bien (la combinación se traduce en una evidente mayor accesibilidad a los gustos del gran público que, hasta que se demuestre lo contrario, es el que sigue mandando en el mundillo) o para mal (pérdida por el camino de una personalidad a la que se esperaba no solo por ganas de exotismo) Mehta sigue embarcada en su viaje ''interior'' artístico. Un recorrido fílmico que, también, para bien o para mal, nos habla mucho mejor de lo que lo hace su último filme sobre lo que ha sido y puede llegar a ser ese eterno objeto del deseo al que se le puso el nombre de ''India''.

Así es, desde la elección de su punto de partida (la línea de salida está muy lejos en el tiempo respecto al nudo argumental), 'Hijos de la medianoche' toma ejemplo del material literario en el que se basa y hace de la desmesura su carta de presentación. Un tropel de personajes (cada uno con su personalidad, con sus miedos, con sus intereses... factores todos ellos plasmados en la pantalla con un trazo no demasiado firme, defecto que cabe achacar también a las pobres interpretaciones a manos de los actores principales) desfila ante los ojos de la audiencia para poblar un universo tan supuestamente rico en contrastes como lo es su sujeto de estudio. De la novela río a la película río... sin prestar excesiva atención a las particularidades inherentes en todo ejercicio de traducción. Imperialistas, liberadores nacionalistas, hinduistas, musulmanes, cristianos y niños dotados de poderes sobrenaturales cruzan incesantemente sus caminos en un poco inspirado pero a la postre placentero melodrama pseudo-fantastique (especie de nacimiento de una nación empequeñecido al lado de unos propósitos que finalmente resultan ser de perfil ciertamente bajo) que juega eficazmente con diversos géneros como podría haberlo hecho cualquier autor que jamás hubiera puesto los pies en el lejano oriente.
reporter
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22 de octubre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realizadora india Deepa Mehta, afincada en Canadá desde hace ya varios años y bajo cuya bandera ha producido sus últimas obras, ofrece en este "Hijos de la medianoche" un ambicioso retrato de los tiempos en que su país consiguió la independencia del Reino Unido.

Basada en una novela del odiado (y "condenado a muerte", por esa cuadrilla de cerdos ayatolados, fundamentalistas e ignorantes, que lamentablemente siempre parecen estar de actualidad) Salman Rushdie, y tomando como referencia el nacimiento de dos niños de antagónica extracción social en el preciso momento en que la India alcanzó su independencia del imperio británico, Mehta ofrece un mosaico de la historia de su país entretenido y bien ambientado y producido, aunque con algunos molestos acercamientos al colorista universo del peor y más hortera cine bollywoodiense.

En cualquier caso es una película digna y que se deja ver bastante bien, y que una vez superados algunos puntos muertos (quizá inevitables dada su larga duración y su no demasiado bien controlada ambición), cierra el círculo eficazmente, dejando un buen regusto en el espectador.
Amor Perro
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22 de octubre de 2012
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Midnight's Children (Hijos de la medianoche) es un paso más de su directora Deepa Mehta para acercar el estilo de cine de la India depurado con el mejor cine de autor europeo y aderezado con un toque del cine comercial estadounidense, basándose para ello en la aclamada novela de Salman Rushdie "Hijos de la Medianoche".

Se nota en toda la película que la cineasta ha tenido una larga trayectoria en muchos ámbitos, pues esta producción tiene toques de fantasía, heredados de su etapa como guionista de películas para niños, pero también tiene su sello de identidad en la trasmisión de los sentimientos, algo que le ha dado en su pasado, con su primer trabajo en solitario, Sam y yo, una Mención Especial del Jurado de la Cámara de Oro del Festival de Cannes. Por si fuera poco, sabe lo que gusta para vender un producto en Estados Unidos, pues ha dirigido varios episodios de la serie de televisión Las aventuras del joven Indiana Jones, lo que la permite que Midnight's Children (Hijos de la medianoche) tenga ingredientes de aventuras y acción que nada envidian a las grandes producciones, sin olvidarnos de como, ha conseguido que su cine tenga gran repercusión internacional gracias a Freda y Camilla, Fuego, Tierra y Agua, todas ellas laureadas en multitud de certamenes.

Ciertamente se trata de una forma nueva, fresca y sorprendente de narrar la terrible historia de la India, donde no puede faltar el dolor, pero se compensa con la poesía, tanto visual como argumental de la cinta. Pero no hay que esperar, a pesar de que Mehta es india, que refleje su mirada de su país con los mismos ojos con los que la gustaría mirar debido al sistema político del gobierno, que choca con las ideas liberales que buscan acabar con la corrupción.

Gracias al guión del propio Rushdie, y la dirección de Mehta, Midnight's Children (Hijos de la medianoche) no sólo se ha transformado en una película, sino que es una película especialmente buena, con un amplio reparto y un guión sólido que se mantiene a lo largo de múltiples ubicaciones y con una trama abundante, guiada por la propia voz del autor de la novela, que hace las veces de narrador. Quizás el tono del libro contiene una ironía ingeniosa que aquí pasa desapercibida prácticamente, y tan sólo queda del libro el argumento, algo reducido, pero consiguen que podamos seguir el espectáculo con nuestros ojos, aunque no tanto con nuestras emociones, dada la cantidad de situaciones que se quieren meter en dos horas y media de película, pero no se hace larga.

Quizás nos podamos poner impacientes tratando de no perder de vista el enorme elenco de personajes y todas las noticias y eventos tratados de tal manera que nos superan en algunos momentos, pero la forma de narrar la película, al menos en la primera parte, es suficientemente fluida y clara como para no perderse. Hay momentos de ingenio y momentos con mucho encanto, y aunque la mayor parte de la película fue rodada en Sri Lanka, cuenta con una evocación de Agra, Bombay, Karachi, y muchas otras ciudades, donde comprobamos que la fotografía y el diseño de producción son de primer nivel, y todo ello se ve ayudado por una encantadora banda sonora de Nitin Sawhney que también mejora la película.

La narración visual que logra Mehta es un verdadero placer, y las escenas resplandecientes de los personajes indios en traje tradicional mezcladas con una mirada a los barrios bajos logra revelar ese contraste en un país de contrastes, y es que Metha tiene la habilidad de sacar el máximo partido de sus trabajos, sin importar el tema.

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