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El político

Drama Willie Stark (Broderick Crawford), un hombre honrado y valiente, sufre una transformación el día que decide entrar en política y descubre que todo es juego sucio. Tras ser elegido gobernador, olvidando sus principios, lo primero que hace es apoderarse de la prensa y la radio. Convertido en un ser corrupto hará cuanto esté en su mano para permanecer en el poder. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
2 de abril de 2008
55 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras de los vicios privados sigan saliendo virtudes públicas, mientras el fin justifique los medios y mientras del bien salga el mal, este sistema seguirá siendo el mejor, a excepción de todos los demás.
"All The King´s Men" es una película actual, no por el remake de Steven Zaillian (2006). Quizás sea uno de los precursores del cine independiente (Rossen es productor, director y guionista). Es una película auténtica, política, pero también entretenida. Se disfraza de falso documental. Junto con "Citizen Kane" (1941) "Elmer Gantry" (1960) y "All the President's Men" (1976) forma un poker de ases imprescindible sobre el tema de la psicopatologia del poder, la fascinación por la persuasión dialectica y la difusa frontera entre lo que dices para convencer y lo que realmente sientes.
Tal y como esta descrito en la película, el político profesional actúa continuamente, necesita de la gente. El hacer es una forma de derrotar al tiempo. El que le queda para rendir todo tipo de cuentas. Entonces aparece la ambición. No desean nada en particular, pero necesitan estar en movimiento. No tienen necesidad de la introspección personal, no se miran a sí mismos. Al final, solo les queda la melancolía, pero les faltó encontrar al otro.
El guión es magnífico, de una perfección clásica. Los personajes, tal cual el eslogan de Willi en la intimidad de la novela de Robert Penn Warren, son concebidos en pecado, nacen en medio de la corrupción y pasan del pestazo de los pañales al hedor del sudario. Sólo Quevedo lo podría describir mejor.
Aunque parezca que no hay redención posible, y volveremos a citar a Robert Penn Warren casi literalmente, "todo depende de lo que se haga con la Tierra. Un diamante es un puñado de tierra que se calentó mucho".
astimegoesby
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25 de noviembre de 2008
43 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me surge la duda de si los elementos esperpénticos en esta película surgen de forma desinteresada o están situados estratégicamente.
Tras cada discurso, el esfuerzo del espectador por escucharlo + comprenderlo, es supremo y acaba uno con las neuronas reventadas, de modo que si la siguiente escena no tiene mucho gancho se te cae la cabeza y duermes como cualquier diputado el día que no hace pellas. Es por ello que parece que Robert Rossen, en el momento preciso, te muestra a John Derek, ese actor de perfil griego, rostro simétrico, mirada montgomery y labios eróticos, en pañales. Y tu yo etéreo, que en esos momentos se disponía a alzar el vuelo, cancela el despegue sobresaltado al ver al tronchamozas con dodotis. Y de nuevo te sumerges en la trama. Grande Rossen.

Si esto ocurriese en una película de Ben Stiller, el hecho pasaría inadvertido para el espectador, pero en estas pelis viejas resultan sorpredentes, por inesperados, y le dan un toque muy sabroso. Recuerdo una peli en blanco y negro del Kurosawa, muy clásica y tradicional, muy seria, de esas que no dicen tacos y todo el mundo habla respetuosamente y tal, en la que aparecía paseando un pibe con un ovni incrustado en la cabeza.

Total, que mientras en “Lo que el viento se llevó” pasan tres cosas en cuatro horas y media, en ésta pasan quince a toda hostia y con enganches de este estilo friki-cómico. Además, hay mucho secundario relevante, protagonistas que evolucionan, muchos montajes de esos que aparecen mezcladas imágenes de periódicos con imágenes de la plebe, que molan un web, interpretaciones bien definidas y frases lapidarias que molan dos webs. Muy, muy bien.
Sines Crúpulos
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7 de agosto de 2009
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagino la experiencia de los espectadores del año 1949 al ver esta notable película. Seguramente la sensación que embargaría a la mayoría de ellos no distaría mucho de la que nosotros hayamos podido sentir con alguno de los films de Guy Ritchie o Danny Boyle.

Y es que todo se sucede a un ritmo vertiginoso, yendo Robert Rossen siempre directamente al grano, sin apenas lugar para los medios tiempos ni las pausas.

La lucha de un hombre humilde y honrado, pero con un don de gentes increíble, por desenmascarar a la clase política corrupta es el eje central del film. Lo malo es que no siempre el fin justifica los medios, y en esta ocasión casi todos acaban por convertirse en lo que más odiaban debido a su desmedido egoísmo para lograr ese fin.

Ciertamente nos encontramos ante una película que difícilmente pasará de moda, y es que la clase política se lleva comportando igual desde hace miles de años.

Promesas que no valen nada.....


Lo mejor: el fantástico dúo Crawford-Ireland y un guión descomunal.

Lo peor: un final pelín abrupto.
Hrundi_Bakshi
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4 de noviembre de 2009
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mayores sorpresas de los Oscar en su etapa clásica fue la victoria de “El político” en 1950. Que una película pequeña, de bajo presupuesto, sin grandes estrellas y con un director no consagrado ganase los premios más importantes parecía inexplicable. Pero no era tanto.

La sombra de “Ciudadano Kane” seguía planeando todavía en Hollywood y se buscaba una película de ese tipo. Esta lo es sin lugar a dudas. Pero todavía más importante era que en la época el socialismo gozaba en la Academia y en los estudios de una gran presencia. Robert Rossen, un hombre profundamente de izquierdas, recibió el premio de toda una corriente de opinión.

Con “El político” -aunque yo prefiero llamarla “Todos los hombres del rey”-, se alcanza el punto máximo de dichas ideas en el cine de EE.UU. a partir de aquí el Comité de Actividades Antiamericanas tomará cartas en el asunto.

Rossen fue llamado a declarar y aunque se negó en un principio, después de estar dos años sin trabajar, decidió cantar más que Pavarotti. La delación le supuso el exilio, al recibir el rechazo de los compañeros, teniendo que casi subsistir en Europa haciendo películas menospreciadas como “Alejandro el Grande”, la cual yo reivindico ya que encontramos algunos de los mejores diálogos de Rossen de toda su carrera.

“El político” también fue prohibida en España durante muchos años, dicen que por mandato del mismo Franco que la vio en un pase privado en el Pardo. En cualquier caso, me parece una buena película, pero no extraordinaria. Muchos españoles verán ciertas semejanzas entre el personaje de Willi Stark y el estilo que tenía Jesús Gil de hacer política. Lo que es indudable es que Broderick Crawford hace el papel de su vida.

Maravillosas elipsis, diálogos brillantes y mucha crítica, para una película de esas que dan para un debate amplio después de la proyección por el tema que aborda.

Nota: 7,1.
vircenguetorix
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13 de noviembre de 2006
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan pedagógica y básica que acaba siendo casi un golpe al aire. Tiene vocación de derechazo pero no te deja KO, solo marea a ratos.

De todas formas narrativamente es, si bien no redonda, muy interesante. Quizás demasiado precipitada (algunos, los más optimistas, detectarán ahí un gran uso de la elipsis) pero para durar lo que dura, cuenta lo que cuenta de forma sólida y cumple sus objetivos. El guion es más funcional que rotundo, pero es un gran ejemplo de escritura consistente y de una pieza. Mejor, por tanto, la crispada narración (guion y construcción visual de Robert Rossen) que el mensajito de marras. Pero ese trabajo narrativo convierte la película en un producto creo que plenamente recomendable, sobre todo por la tremenda concisión y precisión, dos de las virtudes más difíciles de lograr en un guion y de trasladar a imágenes sin perder fuerza. El tono pseudoperiodístico tiene mucho que ver en que la película no pierda nervio expositivo.

Pesimista e izquierdosa a partes iguales, puede molestar su hincapié discursivo excesivo y obvio. También saldrá malparada de las inevitables comparaciones con «Ciudadano Kane». Desgraciadamente, aquí el proceso de transformación del protagonista (plagado de corruptelas, traiciones y desprecios), y la perspectiva del periodista durante ese proceso, está a años luz de la gran película de Orson Welles. Pero eso ya lo sabemos (casi) todos.

Fantástica Mercedes McCambridge. Su interpretación es como la cinta; excesiva e incluso sobreactuada, pero irresistible.

De Broderick Crawford no creo que haga falta añadir nada más.

El peso de la cinta debió recaer más en esa metamorfosis y la crisis personal que acarrea que en la denuncia (v. gr. «El buscavidas»). Una vez aceptado esa errónea premisa las cosas funcionan bastante bien. Y siempre nos queda el consuelo de que el idealismo deje paso a la desesperanza, lo que mitiga en cierta medida la innegable bisoñez de la película.
Bloomsday
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