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Doce hombres sin piedad

Drama. Intriga Los doce miembros de un jurado deben juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. Todos menos uno están convencidos de la culpabilidad del acusado. El que disiente intenta con sus razonamientos introducir en el debate una duda razonable que haga recapacitar a sus compañeros para que cambien el sentido de su voto. (FILMAFFINITY)
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Críticas 355
Críticas ordenadas por utilidad
3 de enero de 2008
718 de 792 usuarios han encontrado esta crítica útil
Permítanme que me presente, soy el Dr. Sidney Lumet. Hoy voy a llevar a cabo un experimento para estudiar esa cosa tan abstracta y desconocida como es la sociedad. Para ello voy a introducir doce especímenes en una claustrofóbica sala. Los especímenes serán los siguientes:

1- Buenos modales
2- Inocencia
3- Ira
4- Prepotencia
5- Infancia en suburbios
6- Inhibición
7- Estupidez
8- Razonamiento
9- Experiencia
10- Prejuicio
11- Humildad
12- Frivolidad

Una vez añadidos, procedo a añadirles una dosis de caso de homicidio en primer grado. Ahora deberán reaccionar y cambiarán a color rojo (culpable) o verde (inocente). Veamos qué sucede... Humm....Van cambiando de color...Rojo, rojo, rojo....¿eh? ¿Uno verde? Todos se han vuelto de color rojo excepto el Razonamiento.

El siguiente paso será subir la tensión y aumentar a una temperatura asfixiante y dejarles en cocción durante dos horas.

(En el spoiler el Dr. Lumet cuenta el final del experimento, así que si no habéis visto la película no lo leáis)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GVD
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6 de marzo de 2008
639 de 696 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os cuento un ritual mío de mi adolescencia, hace casi 20 años:

1) Aprovechaba que el televisor donde teníamos el VHS quedaba libre cuando mis padres iban a cenar fuera.

2) Cogía una monstruosa barra de pan (cuando todavía valía 10 pesetas), la cortaba por la mitad y metía entre las dos partes varias latas de atún con el aceite y todo.

3) Oía a mi hermano decir de nuevo "Otra vez, doooooce hombres sin piedad".

4) Cenaba viendo por enésima vez esta tremenda obra maestra en donde un arquitecto casualmente escogido para formar parte de un jurado popular se enfrenta con su mejor arma - la palabra - a once hombres que parecían tener muy claro el destino de un condenado: la silla eléctrica.

5) Mandaba a tomar por el culo al despreciable personaje interpretado por L.J.Cobb.

6) Mandaba a tomar por el culo al despreciable personaje interpretado por Ed Begley.

7) Aplaudía por primera vez: la navaja

8) Aplaudía por segunda vez: el cojo

9) Aplaudía por tercera vez: las gafas

10) Aplaudía por cuarta vez: la duda razonable

11) Al acabar los créditos, deseaba que me mandasen a un jurado popular para demostrar que yo también podía transformarme en el personaje de Henry Fonda.

12) Metía la cinta VHS en su caja de plástico, apagaba el televisor y...

13) Envidiaba a los que no hayan visto todavía la película y...

14) Decidía con más ahínco aún estudiar arquitectura porque el jurado nº8 era arquitecto, cosa que he cumplido.

Aunque todavía espero tener un papel en la vida real la mitad de genial como el del jurado nº8...¿quién no ha querido nunca ser un Don Quijote de éxito?
Beatlespock
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20 de marzo de 2007
195 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intenso drama judicial acerca de la deliberación de un jurado de "doce hombres justos", en el caso de un joven de baja extracción social, acusado de parricidio, y de la duda razonable que un honesto miembro del jurado se plantea ante el cúmulo de pruebas y hechos incriminatorios aportados por el fiscal.

Henry Fonda, en una de las mejores interpretaciones de su carrera, interpreta al sereno e íntegro jurado nº 8, que acometerá, cual heroico y moderno Don Quijote, la difícil misión de razonar con los once miembros restantes del jurado, el deber y la responsabilidad de actuar con honestidad, revisando bajo otra óptica, todas y cada una de las pruebas y testimonios, con objeto de convencerles de que existe una duda razonable, y que éste es suficiente motivo para cambiar sus iniciales y precipitados veredictos.

El film, que supone la opera prima de Sidney Lumet, no se molesta en ocultar los orígenes teatrales de la obra, aprovechando el espacio cerrado de la sala de deliberaciones, para incrementar su sudorosa y claustrofóbica intensidad.

Los doce intérpretes dan lo mejor de sí mismos en esta obra de soberbias caracterizaciones, destacando entre todas la ya comentada de Fonda, la de Lee J. Cobb, como el beligerante, amargado y feroz jurado nº 3, la de Martin Balsam en el papel del pusilánime presidente del jurado, E.G.Marshall, como el frío y analítico jurado nº 4, Ed Begley, como el intolerante jurado nº 10, Joseph Sweeney como el anciano y perspicaz jurado nº 9 y Jack Warden, como el superficial y agresivo jurado nº 7.

Todos están magistrales en sus anónimos papeles, en este enfrentamiento por conseguir un veredicto de unanimidad, en una obra, donde lo que en realidad se juzga es la intolerancia, los prejuicios étnicos, generacionales y los de clase social, oponiendo a estas lacras, la sencillez y majestad de la razón, expresada a través de la serenidad del diálogo y la palabra.

NOTA MARGINAL:

Quisiera recordar en este espacio, a colación del comentario de esta película y a modo de homenaje, la excelente versión española televisiva, que he tenido el placer de disfrutar en vídeo, y que fue dirigida en 1973 por Gustavo Pérez Puig, para el programa Estudio 1, en una época en que aún podía considerarse a la televisión, como una ventana a la cultura.

Esta excelente versión contó con el siguiente reparto de lujo, a un nivel perfectamente comparable a la versión de Lumet:

Jesús Puente (Presidente y Jurado nº1), Pedro Osinaga (Jurado nº2), José Bódalo (Jurado nº3),
Luis Prendes (Jurado nº4), Manuel Alexandre (Jurado nº5), Antonio Casal (Jurado nº6), Sancho Gracia (Jurado nº7), José María Rodero (Jurado nº8), Carlos Lemos (Jurado nº9), Ismael Merlo (Jurado nº10), Fernando Delgado (Jurado nº11) y Rafael Alonso (Jurado nº12).

A todos ellos, presentes o ausentes, pero todos consagrados como primeras figuras de la escena española, rindo desde aquí mi sincero homenaje.
Maximillian
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27 de diciembre de 2008
161 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enorme película realizada por Sidney Lumet, gracias (eso hay que decirlo) sobre todo a Reginald Rose, responsable de esta obra tan completa, que originalmente fue creada para la TV en 1954, y que debido al éxito obtenido (consiguió un Emmy), Sidney Lumet la llevó al cine consiguiendo con su opera prima, el respeto y la admiración de todos aquellos que no lo conocían.

Es bien cierto, que cuenta con la colaboración de unos actores ya consagrados y la mayoría de ellos con un currículo estimable, pero eso también es obra del director. Asimismo conseguir que la película no decaiga en interés en ningún momento, filmada practicamente en interiores, entre cuatro paredes, con un ventilador que no funciona, las ventanas que prácticamente no se abren, etc., pero con unos primeros planos de los actores estupendos, matizando sus facciones, sus gestos, todos los matices, una filmación excelente.

Pero amigos míos, la película asentada en un sobresaliente texto, nos va descubriendo las motivaciones de cada uno de los miembros del jurado, para votar de un lado o del otro, criticando un sistema en el que gente fácilmente influenciable, gente a la que les importa muy poco el caso del que deben dar veredicto, gente sin conocimientos de leyes o gente con excesivos prejuicios pueden erigirse en tapado verdugo con la ley como escudo. De aquí la importancia que uno de ellos tenga UNA DUDA RAZONABLE, y sepa buscar la manera para que poco a poco todos los demás vayan viendo que tiene razón, espectacular actuación la de Henry Fonda (estupendo actor, y en ésta película genial miembro numero 8 del jurado), el cual nos permite soñar que si alguna vez nos toca ser miembros de un jurado, tengamos la suficiente clarividencia para actuar en conciencia y según los hechos, y no cometer los errores, que otras personas por intereses propios pudieran cometer.

Todos los actores restantes no le quedan a la zaga ofreciendo una actuación global fantástica, alejada del estereotipo, rayando la perfección: el empecinado Ed Begley, el calmado E.G.Marshall, el pasota Jack Warden, el inseguro presidente Martín Balsam, y Robert Webber, John Fielder, Jack Hlugman, Ed Binns, el veterano Joseph Sweeney como el anciano jurado numero 9, el metódico George Voskovec, y un soberbio Lee J. Cobb, en un papel cruel, amargado y enervante.

En fin reitero, una obra maestra de Sidney Lumet, que ninguna persona debería dejar de ver.
Vfoul
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13 de marzo de 2009
162 de 175 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jurado nº 1. Martin Balsam. Un entrenador de fútbol que dirige el equipo deliberante, con la deportividad y templanza que sólo le arrebata, una vez en su vida, la lluvia que interrumpió aquel gran partido.

Jurado nº 2. John Fiedler. Un banquero, conciliador y noble, que un día se salió de sus casillas amenazando de muerte a un compañero de trabajo.

Jurado nº 3. Lee J. Cobb. Un padre despechado y dolido con el hijo pródigo que a su violento progenitor decide abandonar.

Jurado nº 4. E.G. Marshall. Un hombre de correctísimo talante y firmes convicciones, que se frota la nariz por la molestia que le provocan las patillas de las gafas que usa.

Jurado nº 5. Jack Klugman. Una víctima con la dignidad crecida a resultas de haber sido vapuleado por proceder de los barrios bajos y que además, sabe cómo empuñan la navaja los pandilleros.

Jurado nº 6. Edward Binns. Un pintor que no soporta el desprecio hacia los ancianos y que últimamente ha trabajado en una obra cercana a la estruendosa vía del tren.

Jurado nº 7. Jack Warden. Un hoollygan del béisbol y con mucha prisa, al que le queman las entradas en el bolsillo, para el partido que se juega a las 8 de la tarde.

Jurado nº 8. Henry Fonda.

Jurado nº 9. Joseph Sweeney. Un anciano cerca del final, que valora la vida a los 18 años más que cualquier otro en esa sala.

Jurado nº 10. Edward Begley. Un hosco y poco recomendable tipejo al que le pueden los prejuicios contra los chavales de las barriadas por encima de toda duda razonable.

Jurado nº 11. George Woskovec. Un caballero de maneras solemnes, porque así le han educado, que de eso se enorgullece y que además lleva bigote, el único de la sala.

Jurado nº 12. Robert Webber. Un publicista que va y viene en sus decisiones porque, quizás por deformación profesional, cada nueva idea, le convence más que la anterior.

Una sala, una mesa, doce sillas, una diluvio torrencial, un calor sofocante, un ventilador que no funciona y NO uno de los mejores, sino EL mejor drama judicial de todos los tiempos.
Valkiria
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