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El relojero de Saint-Paul

Drama En el distrito de Saint-Paul, en Lyon, Michel Descombes, un relojero de mediana edad, lleva una tranquila y aburrida vida de soltero en compañía de Bernard, su hijo adolescente. Abandonado por su mujer muchos años antes, ha criado a su hijo sin ayuda de nadie. Pero la ordenada vida del relojero cambia el día que recibe la inesperada visita de la policía para darle una mala noticia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
4 de noviembre de 2012
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película en la que cuesta entrar, en la que lleva cierto tiempo amoldarse al ritmo lento y contemplativo que la caracteriza, así como identificar el tema central de la misma. Lejos de ser una película policiaca, como la novela original podría sugerir siendo de Simenon, tampoco aborda los temas políticos más que como parte del paisaje y de la época en la que se ambienta el filme. En realidad, el argumento principal, el que explica todo el desarrollo de la historia, se centra en el intento de un padre por "conocer" a su hijo.

Y es que el crimen cometido por el hijo de un relojero de Lyon va a empujar a este a un intento -en principio obligado, pero después voluntario- por acercase a la vida del primero, que parecía transcurrir de forma paralela a la suya propia, sin que ambas llegaran nunca a cruzarse, a compartir algo. Este tema de la incomunicación, aunque se subraya en su aspecto intergeneracional, es planteado en un sentido más amplio, extendiéndolo la película al conjunto de la sociedad, que aparece alienada por la matraca de los medios de comunicación -la televisión, principalmente-, consiguiendo fabricar los consensos adecuados. La vertiente política se refleja más tangencialmente en algunos diálogos (el del principio, en el restaurante), ciertos planos, y también por la ocupación de la víctima, catalogado como "policía de fábrica" al servicio de los patronos.

Pero lo cierto es que es el profundo desconocimiento del relojero respecto a su hijo lo que la película aborda más resueltamente, hasta el punto de que los demás personajes que aparecen tratan de reforzar este aspecto, poniendo de relieve hasta qué extremo ha llegado la incomunicación entre padre e hijo (el policía que interpreta Rochefort presenta abundantes paralelismos con el protagonista). Llegará así un momento en el que el relojero renuncia a entender qué ha hecho su hijo y por qué; sólo le importa acercarse a él, hacerle saber que estará a su lado, que puede contar con él. Será esa entrega la que finalmente trocará los pesados silencios tan bien filmados en el aeropuerto y el avión en una incipiente comunicación entre ambos, o lo que es lo mismo, un nuevo comienzo.

Filmada con notable sobriedad y un tono realista y frío, debe ponerse en valor la audacia del guión a la hora de intentar trascender los códigos habituales del género policiaco o el thriller, desarrollando en cambio un drama intimista que, eso sí, parte de un suceso criminal. Por cierto que al guionista Aurenche -otrora denostado por los "jóvenes turcos" de la Nouvelle Vague- Tavernier le dedicaría años más tarde una película reivindicativa tan interesante como poco vista, titulada "Salvoconducto". Por lo demás, sobresale la excelente labor de Noiret, bien acompañado por un cumplidor reparto en el que destaca la interpretación de Rochefort, otro actor de indiscutible talento.
Quatermain80
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9 de diciembre de 2009
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados de los años 50’, los críticos de la revista francesa “Cahiers du cinéma” –en especial François Truffaut–, comenzaron a repudiar buena parte de las películas francesas que se hacían en aquella época, acusándolas de ser burdas adaptaciones de novelas y de anteponer el carácter literario al cinematográfico. Truffaut, principalmente, acusaba a los guionistas Jean Aurenche y Pierre Bost de ser los responsables de tal agravio, por ser continuas sus colaboraciones en adaptaciones de novelas al cine, de la mano de directores reputados como Marcel Carné, Claude Autant-Lara, Jean Delannoy o René Clément.
Es por eso, que resulta tremendamente insólito que un crítico de la misma revista que los que formaran la “nouvelle vague”, en su primer largometraje fuera empujado a colaborar en la elaboración del guión con estos dos guionistas tan alejados del cine promulgado desde “Cahiers du cinéma” veinte años atrás. Es decir: tal elección se trata de una auténtica provocación y supone, en cierto modo, un rechazo hacia los planteamientos provocadores –y casi revolucionarios– de sus antecesores.
Pese a que en un principio Bertrand Tavernier había pensado en colaborar con Michel Mohrt, Louis Guillaux, Pascal Jardin y Michel Audiard, finalmente optó por los veteranos guionistas Aurenche y Bost para adaptar la novela de Georges Simenon, “El relojero de Everton”.
Sin embargo, la adaptación transcurre en Lyon, ciudad natal de Tavernier. Y, seguramente, aunque el hecho de conocer ya de antemano la polémica colaboración en el guión ha supuesto que contemplara la película con la lupa aún más alerta si cabe, pienso que “El relojero de Saint-Paul” tiene muchas coincidencias con los trabajos anteriores de la célebre pareja de guionistas: los diálogos son un tanto torpes y el ritmo de la película es algo insignificante.
La ópera prima de Tavernier me recuerda al cine del suizo Alain Tanner, además de por poseer una estética similar, originalidad y talento, en que en su momento pudo tener algo de chispa (obtuvo los premios “Louis Delluc” y el “Premio Especial del Jurado” en el Festival de Berlín), pero con el paso de los años la gracia es cada día más difícil encontrarla.
hpbordon
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26 de septiembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bertrand Tavernier es un cineasta francés de gran personalidad, militante de la izquierda, no resulta difícil ver sus películas concienciado en problemas sociales y con cierta determinación a actuar para cambiar las cosas. El versátil Bertrand Tavernier contagia su gran amor por el cine en películas sobre héroes cotidianos capaces de dejarse la piel por lo que creen justo, aunque para ello deban desafiar la legalidad y se vean inmersos en dilemas éticos.

Este es su debut, y el cineasta adapta la novela de George Simenon, Tavernier muestra oficio más que sobrado en este film policíaco donde está muy cuidada la psicología de los personajes. El cineasta rodó en su Lyon natal, y contó con dos de los grandes actores de su país, Philippe Noiret y Jean Rochefort. Confesó que le interesó la trama sobremanera por la relación padre-hijo que dibuja, a la que añadió elementos autobiográficos; y que eliminó al personaje de la mujer del relojero, poco agradable, en la que Tavernier creía detectar la misoginia de Simenon.

Tavernier crea una película donde critica duramente los mecanismos de la justicia, el método inflexible, su carencia de sentido y su ilógico proceder. Pero no es un film político, sino una denuncia de los errores de una sociedad desvalida. La película, enlaza perfectamente con la línea ideológica de Tavernier y no cae en el panfleto político habitual de este tipo de historias. Fue un éxito de público, y ayudó al cineasta para continuar su ascendente carrera.

Continúa en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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9 de julio de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La francachela cotidiana en las calles de Lyon se apodera del celuloide para conferirle pátina de realidad, ademanes de sencillez y un halo de costumbrismo que ejerce como gran impacto de contraste en cuanto la trama policial aparece.
G. Simenon conocía el mejor método para plantear sus novelas y el guión de la película traslada a la pantalla su carga dramática.
Película de factura elegante, con aires de buen cine de intriga en el que todo sucede sin estridencias y acompasa la acción para que cada situación encuentre su momento idóneo.
Convence por su persuasión, por el sutil tratamiento psicológico de los personajes y por la carga social que su mensaje encierra. La clave de su tensión permanente se sustenta en la profundidad de los diálogos, en el dilatado tránsito de la espera, en el cálculo de la conjetura, en la pulsión emocional y en la contundencia de la perspectiva humana.
B. Tavernier no se limita a trascribir el texto del escritor belga sino que lo transforma en una notable obra cinematográfica de cuidada fotografía, de atmósfera intensa y en la que la interpretación de los protagonistas -P. Noiret y J. Rochefort- alcanza cotas más que notables.
ABSENTA
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20 de marzo de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un relojero (Noiret) del distrito de Saint-Paul en Lyon, es avisado por la policía de que su hijo ha cometido un crimen. Él decidirá implicarse de lleno en el caso, haciéndose casi tan responsable del delito como su propio hijo.
Basada en una novela de Simenon, es la ópera prima de Tavernier, cineasta solvente y considerable dónde los haya dentro de los últimos cuarenta años en el cine galo. Tavernier aplica un estilo sobrio y narrativo, con un trasfondo político marcado. No se afana en el suspense ni mucho menos, sino que va más por una descripción/introspección en los personajes, en su lado humano, especialmente en el caso de un ya descollante Philippe Noiret (muy habitual en el cine de su autor), enfocando uno de sus temas preferidos: las relaciones del hombre con la Justicia. Notable.
kafka
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