Rounders

Esta película podría definirse con dos palabras: Matt y Edward. O mejor: Edward y Matt. Sustentandos en un sólido e inteligente guión, Norton nos regala (una vez más) una interpretación digna de elogio, y Matt se desenvuelve de manera muy notable en (para mi gusto) una de las mejores películas de poker que se han hecho.

El tener a John Malkovich como malo de turno no hace sino elevar la calidad de esta obra, y Gretchen Mol y Famke Janssen añaden toda la elegancia y lujuria necesarias en una partida de poker.

De obligada visión para los amantes del poker y de ese cine que sin llegar a obra maestra o peliculón, dista del resto al tener ese algo que la hace interesante, que no se marca faroles y que muestra sus cartas sin temor.

A jugar.

A mi me encantó en su momento, y revisándola ahora mantiene intactas muchas de sus bazas: reparto enorme que nos presenta en mi opinión a los dos mejores actores de su generación -digamos menores de cuarenta años- como protagonistas, y unos secundarios de lujo-lujo.
Reconozco que si el poker no te interesa nada habrá momentos en las partidas que se te harán un pelín largos, pero al no ser mi caso...
El protagonista nos guía a través de sus dudas y certezas hacia su destino inevitable, por mucho Derecho y novia mandona que se interpongan. O sea, los tapetes verdes y su revancha con Mr.Oreos...
Lo mejor: El intento de timar a los polis, la jeta del personaje de Norton, el trío masculino secundario -Turturro, Landau y Malkovich-, la mini-aparición del doctor Kovacs - qué grande E.R.-.
Lo peor: La redención que aparece al principio es más consecuente con la realidad que la que nos ofrece el señor Dahl al final.

Se enciende el sol, terminó la partida sale a la calle harto de jugar todo perdido entre humo y bebidas y una semana para pasar. Sin dinero ya ves que no hay viaje, no hay amigos, sombra ni sol; señalado por la suerte, un fantasma con tu nombre del cielo bajó... ¡pobre jugador!.
Así definía un suave escritor llamado Yosi a un jugador de cartas, y así es la vida de Mike (Matt Damon), un excelente proyecto de abogado y un mejor jugador de póquer.
Mike es inteligente y observador, su amigo "Gusano" (Edward Norton) un exconvicto y tramposo; juntos deberán hacer lo que mejor saben hacer, dejándolo todo y a todos, para seguir el sueño de sus vidas, o simplemente conservarlas.
Una buena película con amistad, suerte, tahúres (diestros y zurdos) buenas mujerzuelas y grandes actores secundarios (véase John Malkovich o el siempre informal Martin Landau).

No sé qué tienen las películas sobre el juego que me atrapan..

Rounders es sin duda una de las pocas y mas notorias obras sobre el mundo del poker, su ritmo moderadamente pausado, su maravillosa narración en off y un elenco de actores de primer nivel que están soberbios, nos transportan a los tugurios del juego de la ciudad de Nueva York, los prestamistas y el dinero sobre la mesa.

Una cinta de gran calidad que está en mi lista de las mejores del genero junto a “El Color del Dinero” o El Buscavidas”

Mat Damon en uno de sus mejores papeles, Edward Norton como siempre incontestable, John Malkovich de malo malísimo de lujo, John Turturro en un gran personaje y Martin Landau como el profesor de derecho por si fuera poco.

Ahora juguemos al poker…

El cine de Hollywood está volviéndose demasiado complaciente y acomodaticio, tienen moldes de guión prehechos y se limitan a rellenar con situaciones que ya han usado en otras mil pelis. En el caso que nos ocupa el héroe tiene un subidón, luego un bajón, luego un subidón más otro bajón y al final llega su redención. Todo masticado por el mismo chicle, carente de sorpresa, ingenio, interés y, porque no decírlo... moral.

La misma fórmula para las demás películas y una buena campaña publicitaria te aseguran la caja y quizá, dependiendo del grado de toxicomanía de la crítica remunerada, hasta alguna reseña notable que apele a la dirección, argumento o interpretaciones. Lo malo de todo esto, es que los pocos directores con ingenio suelen ser unos pedantes y unos muermos de aquí te espero, que nos mandan señales subliminales para que dos meses después pillemos de que iba el chiste. Y con esos tampoco puedo.

Así que nos queda la fórmula mágica que siempre funciona, lo que ocurre es que algunos ya estamos hasta los huevos, y demandamos otro tipo de trato basado principalmente en el respeto a la inteligencia del espectador, que como se observa mientras van pasando los años, se pasan por el forro de los c...