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Cosmos (Serie de TV)

Cosmos (Serie de TV)
1980 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Carl Sagan
8,8
13.347
Serie de TV. Documental Serie de TV (1980). 13 episodios. Tras el enorme éxito mundial de su libro "Cosmos", el carismático astrónomo y divulgador científico norteamericano Carl Sagan (1934-1996) lleva sus teorías y explicaciones sobre el conocimiento del Universo a la pequeña pantalla en esta aclamada serie que intenta responder a las grandes preguntas del Cosmos y la vida. Entre los temas que se abordan en los diferentes capítulos están los orígenes de la ... [+]
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
16 de noviembre de 2008
83 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es fácil describir el conjunto de emociones que me vienen a la mente al tratar de describir esta serie. La veía con mi padre cuando era niño, en cintas de VHS grabadas de la tele. Siempre que la veíamos, entraba en un extraño "tiempo paralelo", diferente a escuelas o explicaciones apresuradas de cualquier "mayor" con ínfulas de poseedor de la verdad.

Carl Sagan, este "hombre-niño" que a la vez de explicar las ideas más complejas sobre teorías de formación del universo en la vida, contagiaba una ilusión y entusiasmo extraordinarios. Su expresión gritaba que mirásemos a nuestro alrededor, que no inventáramos teorías fáciles y absurdas para conectarnos al cosmos (astrología, pseudociencias, y más veladamente, religiones en general) porque nada de ello lograba compararse siquiera a la maravillosa realidad que, dia a dia, el ser humano iba descubriendo y definiendo a su alrededor con el uso de la ciencia.

La serie no solo se conforma con explicarnos de forma extraordinariamente accesible teorías tan rotundas como la relatividad y la creación del universo. También abarcaba campos como la biología (creación de la vida y memoria genética), historia (biografías teatralizadas de grandes científicos) y la sociología. Ésta última casi siempre analizando la curiosa relación de amor-odio que la humanidad ha ido teniendo con la ciencia a lo largo de los siglos.

Muchos han querido copiar el éxito de la serie, y nadie lo ha conseguido. Yo personalmente tengo una explicación para ello: No ha habido nadie con la misma pasión por el conocimiento, y las mismas ganas de compartirlo con todo el mundo que Carl Sagan. Quizás con el tiempo, se repita la historia. Hasta entonces, siempre tendremos "Cosmos" con nosotros.
Riviera
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16 de diciembre de 2015
61 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cosmos de Carl Sagan fue y es la mejor obra de divulgación científica de toda la Historia. No trata solamente de Astronomía o Astrofísica, de Historia o Biología, de Paleontología, Darwinismo, Filosofía, Psicología, Ética, Ecología, Política… sino que en esencia es un relato atractivo y emocionado sobre el desarrollo del mayor y más elevado logro de la espiritualidad humana: EL PENSAMIENTO RACIONAL Y CIENTÍFICO, el que nos ha permitido desvelar misterios del microcosmos y del macrocosmos, atisbar la verdadera naturaleza de la evolución del Universo y de la Vida, así como la propia belleza y coherencia de la Ciencia como único conocimiento expansivo, ilimitado, esperanzador y realmente universal de la humanidad…

Ciertamente Carl Sagan defendía en Cosmos, con valentía y pasión -desde unos Estados Unidos tan dominados por el integrismo religioso y la corrección política devota- la validez infinitamente superior del pensamiento racional, científico, materialista, evolucionista… nacido en las antiguas poleis griegas de la Antigüedad; sí, defendía ilusionado esa acertada comprensión de la Naturaleza que, con mucha dificultad, volvió a arraigar durante nuestros últimos cuatro siglos, los de las Edades Moderna (destacando a los “héroes” del siglo XVII) y Contemporánea… esa acertada y emocionante comprensión del Universo y del Hombre que ha conseguido arrinconar -entre las personas mínimamente ilustradas- al pensamiento irracional, mítico, primario, sumiso, iletrado, ingenuo y falso del oscurantismo religioso, del dogmatismo clerical, de las espiritualidades de mercadillo y de las magias (astrológicas, ufológicas, espiritistas, milagreras…) de difusión mayoritaria.

Tanto para los adolescentes moderadamente lúcidos que ya nos habíamos desprendido de las supersticiones (bíblicas, magufas o pseudocientíficas), como para los jóvenes que a pesar de su inquieta inteligencia aún no habían encontrado las claves para hacerlo, Cosmos fue -desde principios de los años ochenta- esa obra reveladora con la que reforzar nuestra comprensión de la grandeza del método científico, el placer electrizante de la exploración y el descubrimiento, la belleza sobrecogedora y terrible del Universo, el enorme valor de la conciencia humana fruto de la evolución natural, la espiritualidad panteísta -y contradictoriamente “atea”- basada en una profunda conexión cósmica, la imposibilidad de los dualismos sobrenaturales y creacionistas… así como fue esa obra reveladora de la otra cara siniestra de la cultura humana: el penoso historial de la reacción oscurantista, por parte de los dogmáticos fundamentalistas a lo largo de los siglos, con su fanática demolición y su acoso permanente al librepensamiento racional…

Carl Sagan nos mostraba emocionado que somos pequeñas partes conscientes del Universo, sí, diminutas y fugaces criaturas surgidas en la eterna evolución cósmica (formadas a partir de los átomos y moléculas creados en los pavorosos hornos nucleares de las estrellas y dispersados por las galaxias en inconcebibles cataclismos estelares), fugaces criaturas con la apasionante virtud de ser ínfimas porciones conscientes de un Cosmos ilimitado e increado, a través de cuya curiosidad el Universo comenzaba a hacerse preguntas sobre Sí Mismo…

Y evidentemente estas revelaciones tenían una dimensión profundamente “mística”, “espiritual”, “trascendente”, “religiosa”, “panteísta”… y al mismo tiempo “atea”, aunque Carl Sagan no llegara a explicitarlo con claridad ni se preocupara de imprimir en su obra divulgativa un tono de mayor rigor filosófico y teológico (como si no hubiera comprendido del todo que él mismo era decididamente “espinozista”): pero si como él afirmaba el Cosmos es la única totalidad increada y eterna que siempre había existido, que existe y que existirá; si era imposible el dualismo Creador/Creación y el “juego de dados” sobrenaturalista de una divinidad providente; si el Cosmos en perpetua evolución era el único creador de todo lo existente y de su propia conciencia (nosotros); entonces el Cosmos era el “Dios” de Spinoza (Dios es la Naturaleza), ese “Dios” que afirmaba con rotundidad lógica y geométrica la imposibilidad de la arbitrariedad sobrenatural y de cualquiera de los dioses de las religiones.

Y sin que yo pretenda menoscabar la valía y excelencia del pensamiento de Carl Sagan ni de Cosmos (como libro o como serie de televisión) unos pequeños puntos débiles de su filosofía fueron, por un lado, que no comprendiera del todo que los enemigos históricos de la Ciencia no eran los “místicos”, sino los dogmáticos; o, por otro, el hecho de que él mismo se declarara prudentemente “agnóstico” (esa tipología de “ateísmo acicalado” o de "ateísmo vergonzante") cuando él sabía perfectamente que en su filosofía no cabía ni una pizca de duda agnóstica, ya que dudar de la existencia de “Dios” (el Cosmos) sería tanto como dudar de la propia existencia de "TODO LO QUE ES TODO LO QUE FUE O LO QUE SERÁ ALGUNA VEZ" . El propio Sagan era un profeta panteísta, un ateo místico, un filósofo monista... que buscaba emocionado (y así lo mostraba su sonrisa extática viajando por el espacio y el tiempo) la conexión cósmica con el único “Dios” verdadero...
Yanpol64
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4 de julio de 2008
73 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
El astrónomo Carl Sagan da luz a la que es, sin duda alguna, la mejor serie divulgativa sobre el hombre y su medio. No se trata únicamente de contar hechos sino de explicarlos y sobre cómo éstos cobran forma mediante el método científico. Esto es la historia del hombre, de cómo evolucionó y se entendió con el cosmos, y como esta relación puede determinar su sino.
A nivel artístico la serie es impecable. Los decorados y las localizaciones son preciosistas, al igual que al imágenes cósmicas. Si esto lo aderezamos con una banda sonora con temas New Age, Blues, música Clásica y del Mundo, haciendo que la mezcla sea homogénea con las imágenes, el resultado no puede ser otro que el de obra maestra. Para darse cuenta de ello simplemente hay que escuchar el tema central que suena en la introducción de cada capítulo, "Heaven and Hell", de Vangelis, simplemente espectacular.
Con Sagan viajaremos de lugares idílicos a infiernos, de hechos acaecidos hace eones hasta los posibles finales de nuestra era cósmica. Viviremos la historia de la humanidad.
DasTeil
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29 de agosto de 2008
54 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo era un niño cuando la ví por primera vez y me influyó tanto que cambió mi vida.
Puede pareceros exagerado, pero hasta entonces toda mi concepción del origen de la vida, del universo o de las cosas que me pasaban estaba relacionada con la religión que me enseñaban mis padres, el colegio de curas y en la catequesis y al verla descubrí por primera vez el método científico, aquellos hombres como Galileo que a pesar de una Iglesia represora consiguieron avanzar en camino del conocimiento en detrimento de la supersticiones y que son los que verdaderamente han conseguido que la humanidad progrese.
Fue la chispa... progresivamente me fui apartando de la religión , elegí una carrera científica y me convertí en ateo y ferviente defensor de la ciencia como mejor ,aún imperfecto, camino de conocimiento.
Carl Sagan ha sido uno de los más influyentes comunicadores científicos de la historia, nos ha hecho amar el mundo en que vivimos y tratar de entenderlo sin muletas mentales. La serie es sencillamente magnífica, los ejemplos perfectos, la ambientación y banda sonora maravillosas.
Una obra maestra que no pasará de moda nunca.
Si tenéis hijos haced que la vean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
HNDEUSTU
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21 de febrero de 2011
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El cosmos es todo lo que es, o lo que fue, o lo que será alguna vez". El tristemente desaparecido Carl Sagan comenzaba así una serie para la televisión pública estadounidense, que estaría condenada a transformarse en un referente mundial en documentales científicos. La gran capacidad de Sagan como divulgador se une a un excelente montaje y una música evocadora (Vangelis) para ofrecer la que es, sin duda, la mejor serie documental de todos los tiempos.

"Cosmos" ha formado parte de la experiencia vital de miles de personas en todo el mundo, y entre ellos de la mía. Fue Sagan el que abrió mis ojos adolescentes hacia lo que hay más allá de nuestra atmósfera. Supe que las estrellas eran soles lejanos que bailan al son del drama cósmico. Pude contemplar los semilleros de estrellas y las galaxias como una gran obra de ingeniería natural. Me sorprendí con la violencia inusitada de muchas estrellas que acaban su vida en grandes explosiones, o los misteriosos fenómenos que ocurren en el filo de la eternidad.

Conocí los mundos hermanos de la Tierra, los verdaderos hijos del Sol. Aterricé por primera vez en las rojas arenas de Marte con las Viking, sentí el abrasador calor del infernal Venus con las Venera y soñé con visitar el majestuoso Júpiter y el bello Saturno a lomos de las Voyager.

Y, ya en nuestro pequeño planeta, supe lo que había sufrido la ciencia por hacerse un lugar en la barbarie irracional de los pueblos. Pude sentir las frustraciones, los deseos y los éxitos de nombres hasta entonces desconocidos para mí como fueron Hypatia, Tales, Anaximandro, Percival Lowell, Champollion o Huygens. Supe tomar verdadera conciencia cosmopolita y Sagan me enseñó a ver la Humanidad desde un privilegiado punto de vista extraterrestre.

Y el mayor descubrimiento, casi mágico, residía en nuestra verdadera naturaleza. La gran revelación de que somos polvo estelar, unido de forma compleja, que toma conciencia del ser y se pregunta así mismo sobre sus orígenes.

Son tan extensos todos los campos que Sagan toca en esta gran obra que sería imposible comentarlos todos ni aún de pasada. Pero nos podemos quedar con uno que definirá al doctor Sagan para siempre, y fue su deseo de que la ciencia logre alguna vez contactar con otras inteligencias diferentes a la humana. Ese sueño, que no pudo ver cumplido, se demuestra con su notoria pasión a la hora de explicar cómo podrían ser esos seres, cuántas civilizaciones podría haber, cómo serían sus mundos, su vida, su sociedad, su religión, su música... en definitiva, cómo se podría establecer un contacto y hermanarnos juntos en el largo viaje hacia la eternidad.

Porque es de la eternidad de donde procedemos, y es allí donde, algún día, regresaremos.
Richy
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