Blanco perfecto (Gun Shy)

Charlie Mayo (Liam Neeson) es un agente de la DEA en horas bajas. Sus últimas y peligrosas misiones le han llevado al límite de los pánicos post-traumáticos y decide recurrir al psicoanalista para paliar sus males. Pero en una de las consultas conoce a Judy (Sandra Bullock) una encantadora enfermera con la que empezará a salir y así poder conseguir ver de otro modo las cosas. Aunque no será motivo suficiente para intentar ahuyentar sus miedos y más aún cuando le encomiendan la misión de desmantelar una organización criminal liderada por Fulvio Nesstra (Oliver Platt), un mafioso rompehuesos casado con Gloria (Mary McCormack) la poco ortodoxa hija del capo Carmine Miretti (Frank Vincent)…

“Gun Shy”, título original del inglés, obra y gracia del desconocido Eric Blakeney, es una comedia que se apuntó a la moda ceñida de humor negro que largometrajes más conocidos de la talla de “Una Terapia Peligrosa” (Analyze This, 1999) de Harold Ramis o “Falsas Apariencias” (The Whole Nine Yards, 1999) de Jonathan Lynn popularizaron el argumento sobre gángsters que son lo que no parecen y policías deprimidos. Aunque está planteada como una historia de amor cómica por la pareja interpretada por Neeson y Bullock, la interpretación de Oliver Platt es soberbia como mafioso acomplejado por una dominante mujer interpretada por Mary McCormack (Urgencias; el Ala Oeste de la Casa Blanca).

Hasta la fecha uno de los mayores fracasos en las respectivas carreras de Liam Neeson y Sandra Bullock, recaudó poco más de 3 millones de dólares a nivel mundial.

Es una película cuanto menos, curiosa, todo hay que decirlo, está bastante claro que no alcanza los niveles pretendidos, ya sean de diversión, entretenimiento o trascendencia. El guión pretende ser gracioso con chistes fáciles sobre problemas intestinales o la homosexualidad, algo que no termina de encajar del todo en esta función, deberían haber buscado el humor desde otro punto de vista.

El film es previsible por los cuatro costados, lo cual hace que el espectador pierda el interés por la historia, dedicándose a ver una sucesión de escenas en pantalla que resultan, en ocasiones, aburridas. En definitiva una cinta de gángsters diferente y curiosa pero falllida, que pretendía dar una visión más desenfadada del mundillo que retrata, se queda en el intento.

No pasa nada por hacer un visionado, pero no es para nada recomendable.

Lo mejor: Liam Nesson y la presencia física de Sandra Bullock.
Lo peor: que no haya escenas de acción.

Lamentable película de comedia muy recomendada para los amantes de la vergüenza ajena.

La comedia se basa en un argumento sencillo y se desarrolla de forma aburrida y sin ningún interés para el espectador, quien acaba mirando el reloj a la espera de que falte poco para que acabe.

Para hacer reir se necesita un guión mínimamente decente, con humor, bromas, parodias, situaciones graciosas inteligentes y no es precisamente lo que se muestra en esta cinta. Incluso se coronan en la parte final de la película recurriendo a algunas que a parte de no tener gracia son claramente homófobas... parodias fáciles, tópicas y tontas de "mariquitas" con las que se supone que tenemos que reirnos a estas alturas.

Además hace tiempo que no veo una pareja que tenga menos química que la que forman Neeson y Bullock en esta cinta (y mira que por separado me gustan bastante... uno por su valía y la otra por razones obvias, guapa siempre a rabiar jeje). No sé la vuestra, pero ahí va mi nota... y sin remordimientos, una pena pero esta película no sabe a nada.

Un saludo

Me ha parecido una buena película, pocas veces he visto una de mafiosos desde el punto de vista de un poli con profundos miedos hacia su propio trabajo, me ha parecido muy original y arriesgada, es un film entretenido, nunca aburre, tal vez le falte un poco de salsa italiana (escenas sangrientas a lo mafia siciliana) creo que encajaría muy bien en una película que anda entre el humor y las operaciones policiacas,
Pero tampoco hay que juzgar a una película por lo que podría haber sido, si no por lo que es. una buena película

Desde el instante en que un agente especial con problemas gastrointestinales se cruza con un gángster de pacotilla sin un gramo de cerebro, unos traficantes colombianos de carácter inestable, los tristes pacientes de una terapia de grupo y una un poco loca doctora experta en enemas, no sabes cómo pueden acabar las cosas...

Y menos mal que no se cruza con más gente porque esto habría sido un disparate, pero puede afirmarse que casi lo es. En el panorama de la comedia norteamericana de finales de los '90 y principios del 2.000, donde obras impregnadas de humor negro ingenioso coincidían con parodias burdas y soeces o con ligeros y ñoños melodramas románticos, se asoma un título tan peculiar como "Gun Shy", uno de esos intentos comerciales simpáticos de los que hoy nadie se acuerda y cuya razón de existir nunca llegas a entender, para más inri primer y único intento del veterano guionista televisivo Eric Blakeney por hacerse un hueco en el cine.
La culpable de hacerle caso fue la inefablemente detestable Sandra Bullock, ejerciendo de productora desde su propia compañía con un presupuesto relativamente bajo para tratarse de un film de aspiraciones comerciales y trufado de caras conocidas; pero no le salió redonda la jugada a este señor acostumbrado a interferir en series de género policíaco que ofrecían una visión singular del mismo ("Booker", "Wiseguy", "21, Jump Street"). Ahora intenta desmitificar, en cierto modo, el violento, sombrío y conspirativo mundo del crimen y las actividades gubernamentales, empezando así con el drama del pobre Charlie Mayough.

Bien, para empezar tenemos esta secuencia en una especie de reunión de alto copete en la mansión de un traficante y asesino (o algo así, me da igual) que viene a ser la última y fallida misión del protagonista; todo un alarde de violencia estilo Tarantino y puesta en escena extraña, casi onírica, pero que da la sensación de haber sido mutilada en la sala de montaje y rehecha cual "flashback". Ya vamos mal. Pero Liam Neeson, hombre de naturalidad que aporta credibilidad a sus papeles, y en un personaje que presagia a su agente especial de la futura "Venganza", si bien desde el lado cómico, no necesita esfuerzo para ganarse nuestra complicidad.
Éste se cuestiona su peligroso trabajo en la D.E.A., sufre y está en conflicto con sus ansias, y es aquí donde entra un psicólogo para ayudarle mientras realiza una nueva misión en Manhattan. Esa es, por desgracia, la constante de Blakeney: el "mientras tanto", pues estaremos expuestos a historias que se desarrollan en paralelo y a muchísimos personajes que aparecen con sus propios problemas, y todo mezclado sin ser capaz el guión de enfocarse en nada ni en nadie como es debido. En realidad el argumento gira alrededor de Mayough y Fulvio, ese mafioso que entre patético y divertido encarna Oliver Platt.

Son los pilares porque a ambos, en bandos diferentes, les aplastan fuerzas opresoras similares y no les dejan ser ellos mismos; el de uno el pánico a morir, el de otro la humillación continua por parte de su despótica esposa y el padre de ésta, un duro gángster. Con la psicología y las sesiones de grupo de fondo esto recuerda a "Una Terapia Peligrosa", pero excluyendo el papel del doctor y uniendo al policía y al matón; difícilmente, ya que no existe ni un átomo de química entre ninguno de los personajes, en especial entre Mayough y la doctora a la que da vida Bullock, que además de ser metida con calzador a mitad de metraje no parece tener una función específica ni sirve de ayuda al protagonista.
Su Judy está porque sí, porque era la productora y querría tener un papelito en el que poder destacar por encima de la auténtica protagonista femenina, esa genial, pérfida y sexy Mary McCormack, a quien no se le da la importancia que debiera. Pero por otra parte, ¿Neeson y Platt son los pilares de qué? La trama en la que tropiezan, una operación de la D.E.A. para capturar a dos traficantes colombianos, está construida como una parodia del "thriller" criminal con muchos pintorescos individuos juntos, bendecida con la manía de practicar giros de guión a cada cual más confuso.

Esto es así: termina el film y no tienes ni idea del maldito desarrollo de dicha operación, porque todo son tratos inútiles, enfrentamientos continuos y diálogos enrevesados, y no hay quien se aclare. Diálogos a los que por cierto el director quiere dar un toque de naturalidad mordaz, de negrura en la pura línea "tarantiniana", pero acaban siendo forzados y nada creíbles, algunos absurdos y sin sentido, y esto vuelve a la poca o nula química del extenso plantel de actores, donde además de los dos protagonistas es complicado destacar a alguien por encima de otro.
Y la historia se dirige a uno de esos clímax de Guy Ritchie de "todos contra todos" con una resolución demasiado injustificable como para resultar graciosa y de nuevo sembrando cada personaje la confusión como si esto fuese una comedia de los Farrelly. O tal vez, y aunque se adelantara unos días a su estreno, "Gun Shy" recuerda al estilo desenfadado, ligero y también desmitificador de "Falsas Apariencias", infinitamente mejor y con una recaudación en taquilla que no puede compararse.

Bullock perdió mucho con este batiburrillo mal narrado y Blakeney no volvió a acercarse al cine...
Lógico, la verdad.