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Forajidos

Cine negro. Intriga Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial un soldado veterano y boxeador en declive llamado 'El sueco' (Burt Lancaster), encuentra dificultades para reincorporarse a la vida civil. Un día conoce a la novia de un gángster, la irresistible y misteriosa Kitty Collins (Ava Gardner). (FILMAFFINITY)
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
19 de octubre de 2006
105 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra total y absoluta del cine negro en general y una joya particular del genial Siodmak. Es la adaptación de un relato de Hemingway, que narra la reconstrucción retrospectiva del asesinato del Sueco (Lancaster), un ex-delincuente, a través de sucesivos "flash-backs" y de idas y venidas en las que la información se dosifica magistralmente gracias a un soberbio guión de Veiller y Huston, que nos permite asistir a una obra de extremada técnica, memorable de cabo a rabo (con secuencias antológicas como la del inicio, el atraco a la fábrica de sombreros, la secuencia final), resultando absolutamente irresistible por su magnética y atormentada estética y fotografía de corte expresionista, con un uso maravilloso de los claroscuros y de las sombras, lo que acrecienta sobremanera la fascinación de lo que cuenta realmente, esencia pura de cine negro: es la historia de un perdedor (Lancaster), un boxeador entusiasta y tenaz que se cree ganador en las manipulables y demoníacas manos de una vampiresa fatalísima (Gardner). El hombre entrega su alma a esa mujer y un hombre sin alma es un hombre muerto que deambula, con el alma muerta, con un corazón engañado, al que solo le harían falta dos tiros para confirmar la realidad de esa muerte.
Una película ejemplar, grandemente interpretada, un título de oro en la Historia del Cine, del todo inagotable.
kafka
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9 de julio de 2011
92 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Forajidos”, está considerada una pieza clave del “cine negro”, aunque en sus inicios el público no llegó a entender toda la complejidad de la trama. Robert Siodmak nos dejo en la gran pantalla una verdadera obra maestra, partiendo de un relato corto de Hemingway. Siodmak con Anthony Veiller como guionista construyeron una pieza que funciona con la precisión de un mecanismo de relojería, con una atmósfera casi asfixiante y un espléndido sentido de la tensión.

Lo que más puede impresionar de la película de Siodmak, es que Ole Anderson “El sueco” acepte la muerte casi con gusto, sabe muy bien que los sicarios que van a dispararle son realmente las sombras de su pasado. Y el único rastro que queda de ese pasado es un pañuelo verde de seda con el dibujo de un arpa dorada en el centro. Ese hombre derrotado y casando de vivir escondido, quizás hubiera podido vivir otra vida, junto a esa mujer fatal propietaria del pañuelo, pero ese mundo del hampa tiene un precio demasiado elevado.

Excelentes todos los actores, la perfecta banda sonora de Miklos Rozsa, y la fotografía de Woody Bredell, conforman una película realmente digna de ser visionada.

“Deja de escuchar esa arpa dorada. Te traerá muchos problemas”.
Vfoul
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10 de febrero de 2009
62 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partimos de un impresionante relato corto de Ernerst Hemingway “Los asesinos” (1927), que sirve como base e inicio de la película. Como decía el propio Hemingway: la punta del iceberg. Te cuento el final y ahora te toca a ti, lector, rellenar la historia. Son diez minutos magistrales, impagables que se amoldan de forma exacta al relato.

El lector se llama Robert Siodmak que con la ayuda de los guionistas Anthony Veiller y John Huston intentarán mostrarnos lo que esconde el iceberg debajo del agua. Habitual en el cine negro de los años cuarenta, herencia indiscutible de “Ciudadano Kane”, un agente de seguros interpretado por Edmond O'Brien, sigue una investigación a través de una estupenda serie de flashbacks subjetivos narrados a partir de los recuerdos de los diferentes personajes (siempre testigos) de la trama. A diferencia de la obra de Orson Welles, aquí los flashbacks son cronológicamente discontinuos, lo que provoca que la investigación que va llevando a cabo Riordan (O’Brien) sea un laberinto donde cada puerta que se abre da con otra puerta que hay que saber abrir.

Siodmak demuestra artesanía a la hora de medir cada flashback, en como maneja de manera ejemplar el suspense durante toda la película o a la hora de usar unas escenas larguísimas e impresionantes como la del propio robo en la fábrica. Me erizo cuando recuerdo el primer encuentro de Burt Lancaster y Ava Gardner (una mujer que personalmente siempre he preferido en blanco y negro que en color). En esa escena, todo esta perfecto, todo es armonía pura, todo es cine y magia. Luego llegan los planos y contraplanos, y… ¡oye!, no se ha dicho ni una palabra, los actores no ha gesticulado. Lo único que ha gesticulado ha sido la grandiosa cámara de Siodmak. Bueno, la cámara y un servidor.

Como no, la fabulosa fotografía en blanco y negro llena de claroscuros, nos atrapa desde el mismo instante que empieza la película, desde el instante en que Burt Lancaster, tumbado en su colchón, nos oculta su rostro. ¿Y queda gente que se pregunta que por qué ya no hay cine negro como el de antes? Pues amigos, no lo hay porque el color destrozó esa posibilidad.

Y regresamos a Edmond O’Brien, un papel escrito para la posteridad, un papel escrito para nosotros, porque O’Brien, no es más que la personificación del espectador. Y se cierra esta película con Riordan sentado en su sillón, de espaldas a la cámara: observando ese gigantesco iceberg oculto bajo el agua.
Chagolate con churros
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3 de febrero de 2010
47 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en un extraordinario relato de Ernest Hemingway, Anthony Veiller escribió el guión de “Forajidos”, una de las obras cumbres del cine negro. Llena de una amarga poesía, Siodmak rodó la historia de un perdedor, El Sueco (Burt Lancaster), que se deja asesinar en una sórdida pensión de pueblo americano. Siodmak era un hombre de una creatividad extraordinaria. De origen judeo-alemán-francés, su formación cinematográfica es sobretodo expresionista.

Narrada casi siempre mediante inspiradísimos flashbacks subjetivos, que diversos testigos le van contando al agente de seguros, Riordan (Edmond O'Brien), de una forma no lineal y cronológicamente discontinuos, hacen que vayas uniendo piezas paulatinamente y te mantienen en suspense durante toda la película. Poco a poco se van atando cabos, y conocemos a Kitty Collins, una femme fatale novia de un gángster que enamora al Sueco y lo arrastra hacia su terrible destino. Ella no podía ser otra que la bellísima Ava Gardner, en su primer papel como protagonista, que representa a la perfección desde el primer momento que entra en escena a la femme fatale en estado puro.

Esta película no tiene un protagonista concreto, ni El Sueco, ni el agente Riordan, ni la seductora Kitty. Es la historia, que nos muestra poco a poco con sus escenas largas e hipnotizadoras los más bajos instintos del ser humano, los requisitos del cine negro, lujuria, violencia, traición, misterio, ambición... Esto es lo que hace que la película resulte tan oscura y turbia como se merece.

La historia de El Sueco, su aceptación del funesto final (los pasos de los asesinos sobre las escaleras de madera, los fogonazos de los disparos que acaban con su vida son inolvidables) son una lección de cómo narrar en cine una pequeña tragedia. Maltratado por la crítica de su época, considerado como una película de serie B, el film ha ido ganando con el paso del tiempo hasta convertirse en uno de los pilares del cine negro.
AndyHug
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5 de febrero de 2009
51 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos matones, un pueblucho perdido, una cafetería vacía, una cama vieja en un cuarto oscuro, unas escaleras y una ráfaga de fogonazos.

Después, el porqué. Aunque ya casi que da igual, el resto de la película lo pasas repitiendo la primera escena en la cabeza.

Jesús Franco explicó en una entrevista porqué su escena favorita era el arranque de The Killers:

"Estaba basada en un relato corto de Hemingway de apenas 20 páginas, que era en esencia los primeros 10 minutos de película, porque luego el relato se acababa. Entonces lo que hizo Siodmak con Anthony Veiller, que era su guionista, es buscar las razones de porqué había pasado lo del cuento. [...] son los diez minutos que más me han impactado en mi vida. Tengo la película en casa y me sigue pareciendo igual de mágica [...describe la escena...]
Cuando vi la película por primera vez, que luego la he visto mil veces, yo era muy joven, estaba empezando a estudiar cine, me impactó que era una narración tan sucinta, tan clara, tan bella, tan dura, tan... que me pareció que era inmejorable aquello. Y esto es"
Sines Crúpulos
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