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12 años de esclavitud

Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
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Críticas 309
Críticas ordenadas por utilidad
18 de diciembre de 2013
567 de 787 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ser amenazado de muerte e insultado por mensaje privado por el mismo usuario que ha finalizado su crítica con la palabra PAZ, me veo obligado a ejercer mi derecho de contrarréplica con el único medio disponible a mi alcance. No me preocupan en absoluto las lamentables acciones o manipulación sesgada de mi crítica originaria por parte de un claro sociópata que convierte en monjas de clausura a Edwin Epps y Amon Goeth. Sí me incomoda que se pueda malinterpretar mi opinión por culpa de seres inhumanos que utilizan a personajes de la literatura infantil para cometer sus atroces delitos y aquí aparece el objeto de este texto y crítica: defenderme de los latigazos de ese racista torturador.

Tengo que dejar claro que ni soy familia de Mel Gibson ni pertenezco a ninguna organización que luce capucha blanca y se dedica a quemar cruces por las noches, simplemente ofrezco mi libre opinión que evidentemente otros no compartirán (ni respetarán). No estoy en absoluto de acuerdo con la adaptación de John Ridley de la biografía de Solomon Northup e indudablemente disiento de la visión Steve McQueen. Se trata de un posicionamiento manipulado. Ojo, no histórico sino emocional. Entiendo que muchos de aquellos que hemos leído las memorias y pesares de Northup en su lengua original (su libro por fin se ha editado en nuestro país en español después de 160 años…) no sentiremos decepcionados no tanto por los desvíos argumentales de la masa literaria primigenia sino por la perspectiva que ofrecía un hombre libre versado víctima de uno de los cientos de secuestros que se produjeron en la época para satisfacer al mercado esclavista. Northup ofrecía desde su primera persona y un relato costumbrista la posibilidad de que otros contemplasen las condiciones de vida de los esclavos de Luisiana y su relación con sus amos. Las declaraciones previas de McQueen «No existía ninguna película realista sobre la esclavitud» confirman que su ‘realismo’ es claro ejemplo de ‘efectismo’. Y si nos ponemos efectistas prefiero los márgenes en los se mueven “Django desencadenado” o la reciente “American Horror Story: Coven”. No puedo entender, por lo tanto, que la misma crítica y público que vilipendió “Lo imposible” aplauda aquí los mismos recursos sensacionalistas y morbosos de una tragedia. Si Juan Antonio Bayona realizaba una crónica híper-estilizada y manipulada (ojo sociópatas, emocionalmente) para impactar y hacer llorar a toda costa al espectador, McQueen hace lo propio relegando el relato de supervivencia de un hombre libre esclavizado a una lluvia de látigos, gritos, sangre, sudor y lágrimas. ¿Y el cine, la psicología y la crónica costumbrista de Northup dónde quedan aquí?

No obstante, hay buen cine en “12 años de esclavitud” porque McQueen ha demostrado sus virtudes en “Hunger” y “Shame” y cuando la cinta declina de ser una revisión blaxploitation de “La pasión de Cristo” emerge una gran película. Una gran película que lamentablemente da la impresión de estar encerrada entre el academicismo para auparse y ganar todos los premios posibles (es favorita para ganar tantos en los Globos de Oro y Oscars) y los 100 latigazos de marras cada cinco minutos. Será sobrevalorada aunque abrirá las puertas a que muchos lean la biografía en la que se basa. Se mantiene, eso sí, esa perspectiva de Northup de comparar su vida como hombre libre a su martirio como esclavo pero el autor no necesitaba apenas mencionar la palabra ‘látigo’ para que su sonido ensordeciera la conciencia del espectador. Nunca me han convencido las dramatizaciones del Holocausto y prefiero documentales como “Shoah” o “Noche y niebla” precisamente porque considero que utilizar actores —por muy real que sea la historia— deja constancia de la manipulación emocional implícita en la misma. En “12 años de esclavitud” el carrusel de celebrities (Paul Giamatti, Benedict Cumberbatch, Michael K. Williams, Tom Walker de Homeland, Slim Charles de The Wire, Bryan Batt y, como colofón, Brad Pitt —productor y salvador—), me apartan más si cabe de las intenciones. Su posicionamiento, por lo tanto, me parece muy manipulado emocionalmente: gente muy buena que sufre, gente muy mala que tortura. “12 años de esclavitud” debería ser más psicológica que física, ser “El diario de Ana Frank” sobre el holocausto que vivieron los afroamericanos y el espectador aquí únicamente recordará el impacto del látigo por encima del drama y terror interior. Por encima de la historia que escribió Solomon Northup.

Y, ahora, pueden ya sacar su látigo de esclavistas sociópatas y dar al NO.
Maldito Bastardo
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9 de noviembre de 2013
276 de 333 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado realizar una crítica objetiva después de las más de dos horas de injusticia y comportamiento indignante que ofrece esta "12 años de esclavitud". Sin duda son estas películas las que nos recuerdan el sentido y significado de ser humano, porque dejan una huella indeleble acerca de como el hombre puede perder su total humanidad siendo esclavizado y esclavizando.

Ciertamente no es la primera película que trata el tema de la esclavitud en Estados Unidos, pero sí que es una de las pocas que lo retrata sin tapujos, sin adornos, sin suavizar nada, porque es muy dura tanto en sus planteamientos como en sus formas (esas torturas a base de golpes, palizas y latigazos son sencillamente brutales), y además es de las pocas que trata el tema desde el punto de vista de un afroamericano libre y culto, que es engañado, drogado y secuestrado para trabajar como esclavo (Chiwetel Ejiofor realiza sin duda el papel de su carrera y sería sorprendente que no se llevara el oscar este año). A través de los ojos de su personaje, Solomon Northup, asistimos a un cruel espectáculo pre-guerra civil en el que el tiempo parecía detenerse en las plantaciones de algodón, mientras seguía avanzando en el resto del mundo.

Pero si el papel de Chiwetel Ejiofor es muy bueno, el de Michael Fassbender es sencillamente intensísimo y también tiene que merecerse algún tipo de mención en forma de premio o nominación por ese esclavista psicótico-lascivo que tiene unas idas de olla impresionantes. Su interpretación, sobre todo en el momento del castigo a latigazos, produce tal odio e indignación que sabes que estás asistiendo a una gran interpretación. Aunque, para ser sinceros, es una de esas películas en las que todo el reparto está a niveles sobresalientes, ya sea en papeles más extensos (como el de Fassbender o el de su parteneire Sarah Paulson que hace de dama sociópata de apariencia y gesto amable), o en papeles más cortos (el vendedor de esclavos de Giamatti, el esclavista con conciencia que interpreta Cumberbatch, el capataz de Paul Dano, o las cuatro escenas del constructor canadiense que interpreta Brad Pitt).

Todos y cada uno de ellos juegan un papel (a menor o mayor escala) a la hora de establecer el tipo de conciencia americana que se estaba estableciendo antes de la guerra civil que estallaría unos años después, precisamente a propósito de la esclavitud.

Es indignante la doble moral que esgrimían esos caciques de plantación algodonera o maderera, pretendiendo adoctrinar con Dios de su lado, leyendo la Biblia, pero siendo capaces de tratar a otros hombres como simple mercancía (véase el personaje de Cumberbatch y su justificación sobre sus acciones aludiendo a su estatus social y reputación, pero que no duda en separar a una madre de sus hijos, comprándola como esclava)
Fassbender representaría la parte más radical de la américa sudista, esos caciques que se creían representantes divinos en la Tierra, depositados sobre su superficie para gobernar sobre las, según ellos, razas débiles. Es increíble como esgrimían la religión a su favor sin detenerse a pensar que lo que ellos hacían incurría en un pecado contra Dios y el hombre (aunque su justificación resulte en que al ser mercancía no son seres humanos).
Pero claro, no podía faltar la parte humanitaria (Brad Pitt) representando a una Canadá abierta de mente y de corazón, en la que todos los hombres son iguales y el color de la piel no significa nada.

Pero si algo destaca en esta película, y por eso he titulado así a mi crítica, es la voluntad de vivir del ser humano que se halla en situaciones de extrema degradación y sufrimiento. Esa era la fuerza que le hacía soportar todo lo insoportable a Solomon, la voluntad de vivir para ser libre de nuevo y volver a ver a su familia. El ver cómo pese a injusticias, torturas (el momento semi-ahorcamiento que aclaro en spoiler, es muy duro), degradaciones, humillaciones... él seguía aguantando, hace pensar en lo fuerte del espíritu humano que se niega a rendirse.

Por último, destacar la dirección de Steve McQueen, que no duda en colocar la cámara ras de suelo o de ojos, o sobre heridas marcadas a latigazos sobre una espalda femenina, para llegar a las conciencias de los espectadores, con una emotividad sincera y honesta, cargada de verosimilitud y sin pretenciosidad. La fotografía es magnífica (esas variaciones cromáticas de los pantanos de Louisiana es espectacular). El diseño de producción es perfecto, y la banda sonora de Hans Zimmer es melancólica, contenida y minimalista, aunque recuerda en exceso a sus obras para "La Delgada Línea Roja" y "Origen".

Le doy un 9 con la sospecha de que es la gran rival a batir en la temporada de premios. Es una película honesta y necesaria, valiente y arriesgada que nos recuerda, precisamente, qué es lo que distingue a un ser humano de quién no lo es.

Gracias si alguien me lee y me valora positivamente!
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Jose Luis
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14 de diciembre de 2013
218 de 269 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy un fan entusiasta y acérrimo de “Shame” (2011), que me parece una de las grandes cintas de la última década, por lo que visto el panegírico de buenas críticas cosechadas por ésta, tenía muy altas las expectativas. Quizás por eso la película me ha sabido a poco y sin desdeñar sus muchas virtudes (el reflejo detallado y sin medias tintas de una vivencia espantosa y repugnante, llena de inefable desmesura e inaudita repulsión y sobrecogedor realismo) me parece que se queda bastante por debajo de lo que pretende y que en este caso el exceso de hiperrealismo solo consigue distanciar al espectador, el cual reconoce y valora intelectualmente lo que está viendo, pero lo distancia y pierde emocionalmente, porque no hay ni el más mínimo resquicio para la empatía.

Es innegable que todos los actores están perfectos en sus cometidos, pero sobre todos ellos destaca – en un pérfido papel de inusitada crueldad y vesania – el actual chico de moda, Michael Fassbender. Y hay muchos actores de relumbrón y renombre que realizan aportaciones breves o fugaces, quizás interesados en figurar en un proyecto de prestigio y no tanto por la relevancia de su cometido. Esta descompensación entre su ‘nombre comercial’ y su ‘aportación real’ contribuye también a distanciarme del conjunto, ya que realmente salvo la enfrentada pareja protagonista, todos los demás carecen de un cometido que vaya más allá de servir a un propósito más alto: ser una gran cinta contra la esclavitud – empeño que todos suscribimos – pero que quizás hubiera necesitado de un planteamiento y ejecución más humildes.

El hecho de que se nos refleje (sin que tampoco tenga uno la sensación del paso del tiempo, la verdad) la vida y acontecimientos durante el oprobio de la esclavitud sobrevenida de un liberado músico neoyorquino, hace que todo resulte algo episódico, con una narrativa dispersa y algo carente de tensión dramática, confiando quizás en exceso en lo inhumano y bestial que se refleja, pero desatendiendo por el camino algún recodo más complaciente o que permita coger algo de resuello al extenuado y sobrecogido espectador.

En definitiva. Es una buena película llena de buenas intenciones y con un sano y loable afán de denuncia y crónica de lo que no debe volver a ocurrir jamás. Pero deja frío, muy frio al espectador, más atento en la acumulación de latigazos, vilezas y depravaciones que en disfrutar de una experiencia fílmica en verdad memorable. Buena, no cabe duda y, sin embargo, fallida, hinchada y sobrevalorada.
antonalva
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18 de diciembre de 2013
120 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota que ya se acercan los Oscars y comienzan a estrenarse las películas manufacturadas para la gala. “12 años de esclavitud” es una de ellas. La era Obama, el 150 aniversario de la Proclamación de Emancipación, el 50 aniversario de la Marcha sobre Washington, y el recordatorio de que las heridas de la segregación racial siguen abiertas como en el caso Trayvon Martin, están suponiendo en Hollywood una oleada de trabajos sobre el racismo en Estados Unidos. La esclavitud y la lucha por los derechos civiles son los temas predilectos -Criadas y señoras (2011); Lincoln (2012); Django desencadenado (2012); El mayordomo (2013); 42 (2013); Red tails (2013); Fruitvale station (2013), etc.- sin contar con la nueva oleada que vendrá tras la muerte de Nelson Mandela-. La mayoría de estas películas tienen algo en común: lo convencional y casi idéntico de su discurso. Pero sobre todas estas películas aparece “12 años de esclavitud”, decidida a convertirse en LA película sobre la esclavitud.

Puede hacerse irritante comprobar en cada plano la voluntad de McQueen de partir de una intrahistoria personal y subjetiva para hacer el Gran Relato sobre la esclavitud, pero al menos no lo oculta y reivindica su voluntad de basarse en hechos reales, de asemejarse a “La lista de Schindler” y de que su historia se convierta en el “Diario de Ana Frank” del racismo (también afirma, como otros, que nunca antes se había tratado el tema con realismo, pero dudo que Richard Fleischer (Mandigo, 1975) estuviera de acuerdo). Y lo ha conseguido, ha hecho La Película sobre la esclavitud en los EEUU (y la voluntad de ser libre), un Gran Relato correctísimo y equilibrado que cristaliza el discurso oficial. A cambio solo ha tenido que evitar arriesgarse en nada o profundizar en algún aspecto, huir de las ambigüedades y problemáticas para plasmar a la perfección la idea implícita que casi todos compartimos y que lleva tiempo circulando por casi todas partes; y, en resumen, hacer una película comercial lo más “vendible” posible a un amplio público.

La estructura no podía estar mejor escogida para ello. Un negro de Nueva York, culto y caballeroso es engañado, secuestrado y convertido en esclavo. Así todos podemos identificarnos con el protagonista dando el cariz emotivo que un Gran Relato épico requiere, la cámara puede convertirnos a través del personaje en testigos oculares y McQueen puede librarse de tener que plasmar hombres mucho más complejos y difíciles como los niggas de nacimiento, sumisos y acostumbrados a su situación, el racismo entre ellos (como el personaje de Samuel L. Jackson en Django) o los intentos de huida o rebelión (a menudo plagados de crueldad y violencia). Además, le permite ensamblar el alegato contra la esclavitud con la voluntad de un hombre por sobrevivir a la adversidad movida por la esperanza y el amor por la familia. Todo muy Steven Spielberg, muy púrpura. De este modo el director depura la atmosfera enrarecida y molesta a que podría dar lugar el tema principal y la filtra a través de una mirada emotiva y esperanzadora de sentimientos épicos de superación mucho más suave y afín con las lágrimas y el amplio público.
Mención aparte requiere la vertebración como film basado en Hechos Reales -casi un género en sí mismo- para insistir en el discutible realismo de lo contado. La película se adapta perfectamente a las reglas de este tipo de películas. Introducción de los personajes y la situación, presunción de realismo, conclusión, epílogo de texto para contar qué fue de los personajes, etc.

Que nadie espere de la película algún aspecto problemático, alguna ambigüedad en sus temas o algo más allá de lo que la imaginación más convencional pudiera decir al respecto. En la película no hay sorpresas. Los aspectos mostrados de la esclavitud, más allá del secuestro, son los esperados: crueldades, abusos de las esclavas por sus “propietarios”, condescendencia, explotación, y ningún reparo por la dignidad y humanidad del otro por solo su color de piel. Sorprende, eso sí, el énfasis dado al papel de la religión como manifestación de la hipocresía del hombre blanco, instrumento de sumisión hacia el negro y consuelo pasivo del esclavo. Otro acierto, que no debería sorprender en una película tan correcta como esta, es la recreación de los paisajes, modas y, sobre todo, algún momento, no excesivamente desarrollado pero que debía hacer acto de presencia, en que se muestra la cultura de la comunidad de esclavos reducida al blues.

(sigue en spoiler pero sin spoiler)
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Hernando
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26 de diciembre de 2013
118 de 176 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espero que los que lean la critica entiendan que criticamos una película, no un hecho histórico peliculado. Me gustaría ver un buen documental sobre el tema, me gustaría ver una buena película sobre este tema, pero esta no lo es.
No lo es a ojos de una persona de 55 años que cuando tenía 7 ya iba al cine a ver películas de buenos y malos y que está bastante saturado de tragar cuentos fáciles construidos para adolescentes con lagrima fácil y otras gentes a las que les gusta precisamente esto, es decir películas moralistas en las que se puedan identificar con el personaje bueno y puedan odiar durante dos horas al malo. Pero es que además si haces una película sobre este tema asegúrate que no sea un bodrio peor que una serie de televisión de los años ochenta. Si haces una película asegúrate de que si quieres aparecer tu como actor tu personaje no sea un Arcángel Gabriel sacado de un teatrillo de pueblo hostigando a los diablos del infierno con la espada de la moralidad inocente.
Para mi es una mala película, con una patética aparición del productor como actor, Brad Pitt y con la amargura añadida de pensar que mucha gente sigue anclada en la adolescencia fílmica.
Una buena película ha de tener una trama interesante y bien estructurada con todo el contexto bien explicado. Esta película no nos dice nada de los problemas de la familia del protagonista, no nos dice nada del apoyo que tenían los esclavistas por parte del poder político y religioso y de como se podían sentir moralmente tranquilos si lo que estaban haciendo era un acto inhumano. Pero si el tema era el secuestro de gente en el norte, pués en cinco minutos bastante mediocres te lo explican y ya pasamos a la serie Raices durante una hora y media latigazo va, latigazo viene, para acabar en otra secuencia patética al final.
Sr. director explíquenos usted el PORQUE, no nos esplique el COMO que ya nos lo sabemos de memoria. (Si los pollos hicieran películas los malos serían los hombres, estos comen carne todos los santos días, pero sin embargo el malo en el cuento de la Caperucita es el lobo).
Yo no soy critico de cine ni siquiera se escribir bien. Pero se ver cuando me quieren vender una Biblia o cuando me quieren vender una película. Y me parece que aquí hay mucho critico con voluntad de vender biblias y a mi me gusta el cine, el buen cine.
Por otro lado tenemos al productor. Si quieres denunciar el esclavismo, denuncia el esclavismo del siglo XXI que con ello a lo mejor haces algo para concienciar a las buenas gentes, a políticos y a dirigentes. Pero no, seguimos comprando productos hechos en régimen de esclavismo en países donde campan a sus anchas fabricantes que explotan a millones de personas, chinos, vietnamitas, hindúes, africanos y de Bangla Desh , que hoy en día ni siquiera tienen que comer y se les explota con jornadas de 16 horas diarias de trabajo. Después en los países donde la gente llora en los cines por las injusticias de hace 150 años compra productos tirados de precio y se quedan tan anchos. Pero esta película no la hace el sr Pitt, no ganaría millones de dólares con ella, con la del Kunta Kinte de turno si. HIPOCRESÍA absoluta.
Pero este es otro tema, es una crítica al productor.
menorquim
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