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Las llaves del reino

Drama Sombrío retrato de la pobreza y el despotismo de la China de los años treinta. El protagonista es el Padre Francis Chisholm (Gregory Peck), un bondadoso misionero de origen escocés. Peck fue nominado al Oscar al mejor actor protagonista. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
4 de noviembre de 2007
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un filme de gran solvencia dentro del género religioso, y sobre todo del catolicismo el cual recibe muy buena propaganda y exposición a través de la historia de un sacerdote católico escocés de mente muy abierta, destinado como misionero evangelizador, durante décadas, en la China de principios del s. XX. Esta buenísima imagen de la religión católica gracias a uno de sus representantes de estilo flexible, amable y considerado, que cala en los corazones y nos hace emocionarnos y llorar en varias ocasiones a lo largo de la película, se debe al escritor Archival Joseph Cronin, natural de Escocia (1896-1981), católico ferviente y médico de profesión, que triunfó no como médico pero sí como escritor, entre otras con novelas como "Las llaves del reino" que fue llevada al cine por J.M.Sahl y que en estos momentos nos ocupa.

El sacerdote que A.J.Cronin nos presenta en su obra y John M. Stahl expone fielmente en el filme, derrocha ecumenismo, semblante humanista y talento misericordioso por todos los costados: tiene empatía y amistad con los ateos, es la imagen viva de la humildad y de la sabia inculturización en tierras y culturas tan lejanas y especiales como la china —algo que supieron hacer ya muy bien desde siglos XVI los primeros misioneros católicos, los jesuitas, en esa gran nación oriental, aun con la obstaculización de los inflexibles y soberbios "doctos eclesiásticos del Estado Vaticano", recuérdese por ej. el caso del jesuita Mateo Ricci, (1552-1610)—.

No es de extrañar pues que con un cura tan abierto y bueno de mente y corazón la imagen del catolicismo gane muchísimos enteros ante cualquiera que vea esta película y que de hecho se constituyó, siendo la primera que interpretó como actor, en la lanzadera a la fama del aquí novato pero genial Gregory Peck.

"La felicidad de uno depende de lo que haces, de lo que das y de lo que recibes", dice el amigo médico y ateo al sacerdote católico protagonista cuando lo visita y se queda con él en su misión china. Y hay que resaltar que cuando este amigo médico cae herido de muerte, el presbítero no intenta en modo alguno salvarle el alma en los últimos momentos de la agonía, sabe y nos maravilla fraternamente explicando que la salvación no depende de él ni de sus sacramentos ni de su clericalismo, sino de Dios (sin duda un modo de actuar demasiado liberal, no bien visto ni aceptable por el dogmatismo clerical de Roma), y el ateo le agradece y confiesa que por esto lo ama más que nunca, por no haber intentado en este último y crucial trance llevarlo a su huerto clerical ideológico. ¡¡¡Toda una atrevida y maravillosa visión de ecumenismo, de empatía y de comprensión religo-psicológica!!! Un catolicismo así, no cabe duda, se da a querer, nos cautiva y se nos hace cordial y querido.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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2 de junio de 2009
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que tal vez no sean obras maestras, pero...

- Si la historia es buena.
- Si está dirigida con elegancia y de manera sencilla.
- Si el personaje es maravilloso.
- Si la fotografía, la banda sonora y todos los demás aspectos técnicos son los adecuados.
- Si las actuaciones son todas ejemplares.
- Si te deja un buen regusto después de verla.

Pues normalmente se dice que es obra de un artesano. Creo que más bien John M. Stahl lo que hace en esta obra es arte sano. Comprendo que ya no se estila esto sin caer en la ñoñería.
Gilbert
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27 de octubre de 2008
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las llaves del reino es una entrañable película religiosa, por supuesto, de los años cuarenta.
Película de larga narración, cuenta la vida de una persona desde su infancia hasta el momento en que la vida le lleva hasta su iglesia natal, o ese es su deseo.
La película narra la historia de un hombre bueno y humilde con vocación religiosa donde su espíritu de autosuperación personal le lleva a convertirse en una persona pura donde su humildad no mira por religión y raza, la verdad que un hombre bueno.
Si la película fuese rodada en estos momentos con esta imagen de sacerdote no recaudaría ni un duro pues no existe ni el morbo y el personaje puede resultar demasiado “bueno”, simplemente ahora se llevan “otras cosas”.
La película está llena de valores humanos, como era de esperar en una película religiosa de aquella época pero una cosa no quita a la otra para saber valorar dichos valores y conseguir aprender algo de ella.
La película, además de eso, es un gran avance para el espíritu católico de la época pues el sacerdote mira por igual al ateo que al católico y una crítica sorprendente es el momento en el que el monseñor les visita en su misión de China y donde se ven las dos caras del catolicismo, aquella humilde y bondadosa y la otra donde vemos a una iglesia adinerada siempre al abrigo del poder y riqueza para poder llevar a cabo sus labores “misioneras”, pero solamente entre la gente rica, crítica clara y demasiado avanzada para aquellos años.
Aunque la película pueda resultar sosa para estos años no hay que perdérsela y sobre todo hay que poder ver en ella unos valores ya perdidos y una crítica religiosa bastante peculiar para la época, crítica sin llegar al sensacionalismo y morbosidad.
manuel
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5 de noviembre de 2012
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí tenemos a Gregory Peck en su cuasidebut, ya que, a pesar de ser su segunda película, con ella llegó el reconocimiento.
En la película, interpreta a un joven al que su tutora se ha empeñado en meter a cura. Pero claro, él tiene la mayor de las razones para no hacerlo: está enamorado. El caso es que una serie de circunstancias le impiden el acceso a su amada y él por fin decide pasar a formar parte de la Iglesia, pero (y he aquí la gracia de la peli) SIN ESTAR PLENAMENTE CONVENCIDO.
Al trasladar al protagonista a la paupérrima China de finales del S. XIX/ principios del S. XX, se pone a prueba su fe y, sobre todo, su voto de pobreza. Una (poco) velada crítica a la Iglesia se hace patente en el momento que comienza a rechazar regalos de los señores mandarines de la zona e incluso los privilegios que supuestamente debería tener por ser el sacerdote de la zona. Él predica SU doctrina: la del Sentido Común. Sus amistades con gente completamente desvinculada de la Iglesia y sus generosos comentarios sobre ellos desatarán en más de una ocasión las iras de los mandamases de la institución.
Cabe destacar que el aire de santurrón e inocentón que siempre acompaña a Peck le viene como anillo al dedo en este papel y que, a buen seguro, el hecho de ver a un Gregory Peck jovencísimo vestido con sotana también hubo de alentar a las féminas de la época a acudir a las salas de cine.
Si hay que buscarle algún punto negativo, quizá sea su excesiva duración. Su estancia en China de los primeros años bien se podría haber acortado unos 15/20 minutos para hacer más fluido el visionado del filme.
En resumidas cuentas: una gran película que seguro que removerá alguna conciencia, hecho que por otra parte debería conseguir todo Buen Cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Russell Nash
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17 de febrero de 2006
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película maravillosa llena de humanidad. Profunda y llena de sentimientos. Historia de una vocación y una misión de un hombre sencillo. Sufrimientos, alegrías, como la vida misma.
mary
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