Cyborg

Fantástica mezcla de géneros (serie B, mamporros, ciencia-ficción, comedia absurda) ambientada en un espectacular futuro distópico el cual, dado que los personajes visten harapos, se intuye post-apocalíptico y chungo, chungo.

Van Damme, en una estremecedora cruzada contra la interpretación, protagoniza este épico relato de lucha entre el bien y el mal, salpicado de inolvidables flashbacks que se repiten una y otra vez, primeros planos de sus bíceps y monólogos de berridos que quedarán ineludiblemente grabados en la retina (y los tímpanos) del espectador.

Una obra maestra de la exageración y el absurdo, en la que nuestros heroicos protagonistas, imbuidos por la fuerza del deber y la virtud, serán capaces de recorrer medio país en cuestión de horas y llegar a su destino poco después que los villanos, que para más inri, viajaban en barco. Porque nada es imposible cuando se trata de Van Damme.

Puro néctar.

Existe en esta página una serie de listas en las que aglutinar las películas en función de lo que signifiquen para cada uno. Pues bien, Cyborg encabeza sin duda mi lista de películas malas que me gustan; ¿por qué?, pues por muchas cosas:

Por la ambientación.
Por la diversión.
Por tener un malo malísimo supercabrón.
Por ver a Van Damme repartiendo tollinas como panes.
Por esas cámaras lentas que meten en las peleas.
Porque se hizo con un presupuesto de medio millón de dólares nada más.
Porque la ambientación me recuerda a mi querido Fallout (el primero que salió para PC)
Porque es una peli que si la ponen en la tele la vuelvo a ver sí o sí.
Y porque gracias a ella me pego unas discusiones atroces con un amigo que opina que es un mojón de proporciones siderales; que le vamos a hacer, él prefiere El hombre tranquilo, sí, esa de Jonh Wayne que trata sobre gente que vive en un pais con mucho verde. Que cosas jeje.

Pyun es un maestro en hacer películas con cuatro duros. Su especialidad son las post-apocalípticas. Rueda en casas abandonadas y ruinosas, viste a sus actores con ropas harapientas tipo "Mad Max 2". Y tienen su gracia. A mi en general me entretienen, sabiendo lo que voy a ver, una de mamporros de bajo presupuesto pero con muchas ganas de ofrecer acción, peleas cuerpo a cuerpo, emoción, escenas exageradas (vease la del pozo o la crucifixión) y duelos, aderezado con una leve historia, que parece más una excusa que algo convincente.

Pyun tiene buenas películas, como "Knights" o "Cromwell, rey de los bárbaros". Ha trabajado con buenos actores, como Rutger Hauer, Lance Henricksen, Kris Kristofferson, Ronny Cox y con otros conocidos como Natasha Hendridge o Christopher Lambert. Tiene su mérito hacer siempre películas con bajo presupuesto, incluso ínfimo. En ocasiones le salen salen horrendas, pero currarselo, se lo curra.

En esta película, Van Damme estaba en forma y su contrincante la verdad es que impresiona. Es gigantesco y deja a Van Damme como si fuese un pitufo. La pelea final entre ambos es gloriosa, y hasta Van Damme parece un hombre de verdad (AKA Chuck Norris) y no el metrosexual al que nos tiene acostumbrados. Al menos no es como Seagal (esa coletita...).

Película correcta. No es Tarkovski ni Von Trier (por suerte). Es Pyun, un género propio.

Una curiosidad: el cyborg que da título a la película no es Van Damme.

El éxito de Contacto Sangriento (1988) por lo menos en formato doméstico convirtió a su actor principal en estrella de las artes marciales, Jean-Claude Van Damme. La misma productora de esta peli, la Cannon Group, quiso aprovechar el filón y producir un par de vehículos de acción más para el actor belga; llegaron en 1989, la recordada Kickboxer y la olvidada Cyborg. Cyborg está dirigida Albert Pyun, experto en cine de acción de muy bajo presupuesto, ejemplos son la primera versión del Capitán América (1990), Némesis (1992) y unas cuantas secuelas de Kickboxer -ya sin JCVD-.

No menciono a los secundarios de Cyborg, porque a duras penas merecen ser llamado actores casi todos ellos, y lo mismo pasa con el guion -escrito por vete a saber quién-. De que va Cyborg: la venganza de Gibson Rickenbacker (JCVD) contra la banda que mató a su familia, todo esto de camino a Atlanta, lugar en el que se encuentra la cura para la peste que ha dejado al mundo en una situación apocalíptica.

Cuando era crío me flipó Contacto Sangriento -como a muchos-, de ahí que cada nueva producción con Van Damme la esperase con ganas. Una que me dejó frío es Cyborg, una serie B que reciclaba ideas vistas en el cine sci/fi de los ochenta: de Mad Max -el apocalipsis-, Terminator -la presencia de robots- y Los Inmortales -los espacios naturales, un villano similar-.

Vuelta a ver hoy, me ha parecido curioso que me ha entretenido más que en su momento, y eso que la he visto para echarme unas risas con el cine casposo de la época, en especial el que producía la Cannon. Sus méritos son modestos, la pericia de Van Damme en las escenas de artes marciales, la ajustada duración, y un diseño de producción bastante apañado -aprovechando los escenarios que no se pudieron utilizar para la segunda parte de Masters del Universo, prevista pero sin llegar a realizarse-.

Su principal defecto, el abuso del recurso narrativo del flashback -constantes y a veces hasta repetidos-. Como curiosidad, hay una secuela que llegó cuatro años después, en ella salen Angelina Jolie, Jack Palance y Elias Koteas.

Cyborg es una película resultado de todo el cine de los ’80 y un preámbulo a los principios de los ’90. Considerada incluso por el propio Jean-Claude Van Damme como una de sus peores películas, Cyborg es una mala película en casi todos sus aspectos. Una sucesión de tópicos que pueden provocar la carcajada del espectador en los tiempos contemporáneos, objetivo resultón si no fuera porque la película en ningún momento fue pensada para cumplirlo.
Entre los tópicos previamente mencionados se encuentra desde un futuro apocalíptico hasta un enemigo cuya actuación pasa sin pena ni gloria, al igual que toda la cinta, pero que en definitiva no es más que una producción consecuencia de los años ’80 que gustará a los nostálgicos de la época que no busquen argumentos justificables ni razonables