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Norma Rae

Drama Basada en hechos reales, narra el proceso de concienciación política de una mujer y su compromiso con la lucha sindical. Norma Rae (Sally Field), una obrera de una fábrica textil del sur de Estados Unidos, pasa por momentos difíciles tras la muerte de su marido. Cuando llega a la ciudad donde conoce a un líder sindical que se propone formar un sindicato en la fábrica, la vida de Norma cambia por completo: participa en la lucha laboral y ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
1 de mayo de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprovechando la presente fecha, qué mejor que uno de los escasos acercamientos que el cine estadounidense ha hecho acerca del mundo del trabajo y, más concretamente, del sindicalismo. No deja de ser un hecho paradójico -toda vez que fue precisamente una protesta sindical en el Chicago de finales del siglo XIX la que originó la celebración del día del trabajo- pero es incuestionable; son muy raras las ocasiones en las que el cine norteamericano se ha aproximado al tema con afán de objetividad o de análisis social, resultando más frecuente que se relacionara al sindicalismo con lo delictivo, como ocurre en bastantes películas ambientadas en puertos o en el mundo del transporte.

No sorprende, sin embargo, que el responsable de abordar estas realidades sea Martin Ritt, cineasta siempre comprometido con estos y otros temas de índole social, y que ya había realizado con anterioridad un acercamiento a las luchas obreras (mineras, por ser más concreto) del XIX, en su excelente “The Molly Maguires” (“Odio en las entrañas”).

Al igual que ocurría en el más célebre filme norteamericano acerca de las protestas sindicales -“La Sal de la Tierra”, de Biberman-, Ritt recurre a la óptica femenina para narrar esta historia de lucha y toma de conciencia. Y del mismo modo que en la mencionada predecesora, entre los trabajadores que se sumarán a la reivindicación hay divisiones raciales, en este caso entre negros y blancos (está ambientada en el sur, en una pequeña ciudad en la que todo el mundo trabaja en la industria textil). Pero las coincidencias no van más allá, sobre todo porque Ritt prefiere acercarse al tema central de la película desde cierto sentimentalismo, rasgo que comparten otras películas suyas, y que si bien provoca que el análisis del entorno, del contexto socioeconómico, sea un tanto débil, tiene como contrapartida positiva la claridad y universalidad del mensaje que se transmite.

La película es, en gran medida, un relato acerca de la toma de conciencia, en primer término encarnada por una joven mujer, madre soltera, y que después se transmitirá a sus compañeros. Todo el filme simboliza en Norma Rae, en su paulatina formación como líder sindical, las dudas, sacrificios y dificultades que comporta la lucha en pro de los trabajadores dentro de un contexto hostil, como lo es, sin duda, el aquí mostrado. En tal proceso de “aprendizaje” resulta fundamental Reuben, su mentor, un sindicalista del norte (un judío de Brooklyn) con el que forma una pareja interesante, pues también él la necesita a ella para aprender a hablar a las gentes del lugar, para moverse en un entorno (el sur) que le es completamente ajeno y extraño.

Una de las grandes virtudes de la película es su guión, que construye personajes atractivos, con los que el espectador puede sentirse, si no identificado, sí al menos solidario, circunstancia muy importante en películas de análisis o crítica social, que a veces incurren en cierta frialdad a la hora de trabajar los personajes. Además, las interpretaciones son muy buenas, todas ellas, aunque por razones evidentes destaque Sally Field, que se ganó a pulso el premio de la academia a la mejor actriz. Bien realizado, el filme contiene secuencias de considerable impacto emocional (la primera reunión de los trabajadores; Norma sobre la mesa con su cartel; la charla con sus hijos; la votación, etc.), y otras que describen eficazmente el ambiente de la fábrica (el ruido ensordecedor; el agotamiento de los trabajadores; las trabas a la labor sindical).

Es esta una película llena de optimismo, que revela una verdadera confianza en la necesidad del sindicalismo, en la importancia de que los trabajadores tomen conciencia de que deben ser solidarios y de que su lucha es necesaria si quieren ser verdaderamente libres.
Quatermain80
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30 de marzo de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi descarado intento, de hace dos años, por ver todas las películas por la que una actriz ganó el Oscar, me topé con "Norma Rae" (1979). Se me hizo muy difícil conseguirla. Recuerdo que era de noche e invité a mis padres y hermana a verla conmigo. Lo primero es saber que la película fue estrenada a finales de en la que, en mi opinión, fue la mejor década en el mundo del cine.
Me encuentro ante uno de tantos pueblos en Estados Unidos, en la que sus habitantes no alcanzan un nivel superior de educación y se dedican a "juntarse" con el que más les convenga, tener más de cinco niños y conseguir un trabajo en cualquier fábrica con tal de poder atiborrar la despensa de pan, leche, tocino y huevos... y cerveza.
Norma Rae (Sally Field) aparece como la típica chica rural con un "pasado" más que pintoresco, una actitud rebelde y arraigado inconformismo. Trabaja en un lugar donde los trabajadores no tienen sindicato y, por lo tanto, sus derechos no son respetados. Field hace de este largometraje algo magnífico, ya de por sí es muy bueno, pero ella es esa chispa que vislumbra cada momento. Eso de negarte a hacer las cosas, aunque al final sabes que lo harás pues es lo que te conviene. Ella es esa fuerza convincente, presente, intachable, motivadora...
Una verdadera obra de arte, que disfruté cada segundo: sensacional guion y dirección muy acertada. Mención especial para la canción original del filme: "It Goes Like It Goes", cantada por la estupenda Jennifer Garner.
Sean o no fanáticos de Sally, simplemente véanla por el simple motivo de ver una de las mejores interpretaciones que ha tenido el cine... ¡un Oscar muy merecido!
Además de que la película es motivadora e instructiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Agorhevi
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29 de octubre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro nominaciones a los premios Oscar (película, guion, actriz y canción) y ganadora de los dos últimos, hacen reconocimiento a este especial y emblemático filme con el cual se da toda la relevancia que se merecen a esas importantísimas e inamisibles herramientas de los trabajadores como son la unión y el Sindicalismo.

Todo lo que une, construye y consolida; todo lo que divide, segrega y debilita. La meta del hombre es la Unicidad con el Todo, siendo el primer paso la unión con sus congéneres; y todo lo que se haga cada día en beneficio de esta tarea, mantiene al hombre en su camino y trae otro aliento de paz a la humanidad entera.

El guion escrito por la notable pareja, Harriet Frank Jr. e Irving Ravetch, asiduos colaboradores del director Martin Ritt (“Hud”, “Hombre”, “Stanley and Iris”…), está basado en la vida de Crystal Lee Sutton (o Jordan), una abogada laboralista que se hizo famosa en los años 70’ (siglo XX) como empleada de la planta textil J. P. Stevens (en el filme O. P. Henley), donde laboraban cientos de trabajadores en las más precarias e infames condiciones. Con la valerosa colaboración de, Eli Zivkovich (cambiado a Reuben Warshosky), miembro de la Organización de Trabajadores Textiles, que contaba con el respaldo del gobierno, Crystal (Norma Rae en el filme) se convierte, poco a poco en una mujer dispuesta a arriesgarlo todo por las reivindicaciones legales, el derecho a un trabajo digno y acorde, y a un salario que les permita vivir en mejores condiciones a blancos y a negros, indios o judíos.

Martin Ritt, ha hecho un filme objetivo, mesurado, con seres humanos mezcla de fortalezas y debilidades, y tomando la más firme posición frente al derecho de cada ser humano a vivir con dignidad. Sally Field y Ron Leibman, se la juegan para sacar, desde lo más profundo, pasión y arraigo por sus personajes y éstos resultan de una vitalidad que contagia y emociona irremisiblemente.

El sindicalismo llevado a efecto como debe hacerse: con afán constructivo, pretendiendo beneficios equitativos para todos, y ajustado a los derechos legales, es no sólo una bendición para la clase trabajadora sino que también hace crecer a las empresas, pues, es consecuencia lógica que, al aumentar el sentido de pertenencia y la responsabilidad, aumenta la buena energía, el rendimiento y la eficacia. Es ley de la existencia que, jamás nada bueno y realmente perdurable puede surgir de lo obtenido mediante el abuso y la explotación.

<<NORMA RAE>>, es una obra de arte que reivindica valiosísimos derechos. Bien que se merece nuestros mayores aplausos.
Luis Guillermo Cardona
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3 de noviembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martin Ritt (La Tapadera) dirigió a Sally Field en éste aclamado drama sindical en que toma como fijación a su protagonista en el perfil de una mujer trabajadora, de clase baja, viuda con dos hijos y que vive con sus padres en una casa prefabricada en el profundo e intolerante Sur de los Estados Unidos. Si su figura queda excluida de los encendidos debates sociales sobre las precarias situaciones laborables de muchos trabajadores, en mayoría hombres, Norma Rae dentro de ese limitado mudo en que se mueve encuentra la grieta para su total y entera libertad personal: un meteórico ascenso a la dignidad no solamente de ella, sino de la indiferencia de muchas operarias y operarios que trabajan sin cesar desde la mañana a la última hora del dia...

Con la llegada de un líder sindical (Ron Liebman) al pueblo de Hennenville, industrializado por una fábrica téxtil y dónde sus herrumbrosos telares no dejan de rugir, Norma Rae vé en la lucha sindical la oportunidad de liberarse y salir adelante de una vida castigada por la rutina y horas intensas trabajando incansablemente en los telares.

Una buena película en que se disfruta por la interpretación de la Field, evocando a un personaje carismático y luchador.
Natxo Borràs
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4 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aclaremos para empezar que Norma Rae no es desde luego una mala película. Su trascendencia social, tanto en el momento histórico que cuenta, como en el que se realizó, es algo a tener en cuenta, como canto proletario a la unión y agrupación y a la dignidad del trabajo. Pero otro cantar es la trascendencia cinematográfica que Norma Rae ha tenido pese a la repercusión en el momento de su estreno, con nominación al Oscar a mejor película incluida.

Martin Ritt, un director de larga e interesante carrera, del que se puede decir que trabajó con muchos de los grandes, es un director en el fondo de lo más impersonal. Su visión siempre es distanciada, fría, aséptica, sin implicarse emocionalmente en sus trabajos, y mucho peor, sin implicar a el espectador emocionalmente en la historia. Por eso a Norma Rae le falta el fuelle de una dirección más potente, que de más importancia a la historia localista pero universal que cuenta, y que juegue con más recursos que con el incómodo sonido de las máquinas de la fábrica, tan presente en la película que llega a molestar, y mucho.

A pesar de todo eso, el gran error de Norma Rae, la historia merece ser contada, sobre todo al contar con una interpretación tan extraordinaria como la que hace Sally Field. Su personaje es claramente el más desarrollado y matizado del guión, pero la trasformación que hace como mujer humilde, trabajadora y posteriormente, ciudadana defensora de derechos fundamentales que hace la actriz, explica claramente las posteriores interpretaciones de esta gran actriz a la que hoy en día se debería tener más en cuenta.
jaly
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