Fausto

He aquí un erudito famoso por su sabiduría cinematográfica. Svankmajer; hombre capaz de arrancar la luna de su esfera y hacer que el mundo sea inundado por el océano.

Película diga de apreciar, donde su juego teatral nos permite entender que esta humanidad engendra títeres para un mundo lleno de divergencias propias de cada Cultura, no se trata aquí de ser contestatario, anarquista, comunista, capitalista, feminista, demócrata, poiliitsmico, como si lo es su país marcado por discordancias políticas-ideológicas, aún así, ilustra al vidente entre un juego de egos y moral (en sentido Kantiano) siendo (nosotros los habitantes de este planeta occidentalizado) títeres del bien y el mal, de las concepciones cristianas que tenemos del mundo, dios y un demonio que nos toco por azar he imposición.

Eso pasa con fausto, un hombre que quiere el mundo y sus explicaciones, quiere sabiduría y se deja engañar por la belleza y banalidad de la vida. pero hay que dejar esas mezquitas trivialidades de las almas de los hombres y reconocer a Jan Svankmajer como lo que efectivamente es: un genio, un artista, que juega con las manualidades del mundo, el stop motion, planos perfectos, animación, música sin exagerar apropiada y la riqueza de la literatura universal, que suele impactar con el marques de Sade, con Freud, Alan Poe y esta vez con Goethe y su relato de Fausto, porque no existe ese lugar llamado infierno, el infierno es este con sus millar de divergencias, pero no se vale decir más, no se vale narrar porque eso sería contar la historia y restarle belleza, simplemente Svankmjer es un genio, un inmortal que con pocos diálogos explica la simplicidad de los humanos, “ya que las palabras superan al hombres”.

El realizador checo Jan Svankmajer mezcla, en esta película sin diálogos, la animación, la filmación directa, un trabajo exquisito de marionetas tamaño homo sapiens, la usurpación de un nivel de realidad por otro (las marionetas salen a la calle sin cuerdas, interrumpen el tráfico, se ahogan vanidosamente en aguas termales que de cerca parecen aguas albañales).

Una película fantástica (genéricamente fantástica) que ambienta la clásica leyenda popularizada por Goethe en una Praga fantasmagórica llena de claves postmodernas. Grifos que rezuman vino pero son manejados a distancia por un pícaro y avaro burgomaestre; aventuras con llaves oxidadas en decrépitos edificios salidos de un grabado de Piranesi.

Y más adentro de la película, apariciones, gestos repetidos, obsesiones calcadas de páginas poco visitadas de Rabelais, de escritores franceses grotescos, o barroco-grotescos, todo muy bien condimentado con un montaje sinfónico, de sinfonía de Mahler o de Bruckner, que no de Haydn el de las 104 pepas.

Una película-serpiente, en definitiva. Pero, ¿qué digo con esto? Que quiero seguir escribiendo acerca de esta maravilla engendrada por un oscuro cineasta que distingue entre cine real y cine de animación, y cuyo director favorito de cine real es.....es......¡y lo reveló en una reciente entrevista!------es........(para amantes del suspenso, el nombrecito va en spoiler)

Obra maestra del cine surrealista donde se conjugan tres técnicas escénicas: la acción real, el tearo de marionetas y el stop-motion. La mezcla enriquece el conjunto enormemente.
Destaco por encima de todo los primeros 10 minutos, donde con una fluidez pasmosa, la acción consigue encadenar una serie de escenas deliciosamente irracionales.
Película nacida entre las sombras y el vicio, acorde con la temática que plantea. su planificación es muy rica, logrando una musicalidad en las imágenes que, unido al aparente sinsentido de su desarrollo, crea un efecto de hipnosis en el espectador, que se deja llevar de la mano del director hasta el final.
Es posible que el alto uso de los efectos sonoros en esta película (alternativa utilizada inteligentemente para cubrir la escasez de diálogos) llegue en algunos momentos a molestar por chirriante. Aunque nadie ha dicho que el arte haya de ser solamente de efectismo agradable.
Muy recomendable.

Aceptable versión de la historia de Fausto, desarrollada con gran originalidad. Las voces, en inglés, las pone una sola persona. Sólo habla un personaje, el de Fausto, junto con un grupo de marionetas. El resto de los actores ni siquiera hablan.

Las marionetas le dan un toque cómico a la historia, con un humor rocambolesco, esperpéntico, algo surrealista, pero para mí, efectivo. Aunque este tipo de películas no gustan a todo el mundo, soy consciente.

Ideal para quien quiera ver algo que se sale de lo común, sin excesivas pretensiones tampoco. La interacción entre marionetas y personas a veces resulta bastante sorprendente.

Coja un papel caballero, que nosotros le vamos a dirigir hasta un hogar donde usted será espectador y espectáculo a un tiempo, convertido mediante hilos invisibles en una marioneta más de esta representación.

Sólo debe sentarse ahí y seguir atentamente los acontecimientos, usted será Fausto Fausto, un ser que ávido de conocimiento reescribirá su futuro al vender su alma al diablo, uno rojo, de cabeza rodante de madera, y tendrá de imprudente servil a Mefistóteles, barro omnipresente que transforma su aspecto desde el Yo Fausto hasta el Yo Demonio en sus intrigas.

Las habitaciones se suceden entre puertas que nunca llevan a un mismo lugar para dar paso a escenarios improvisados, creados de la nada, hombres de cartón-piedra, manos que mueven los hilos a su antojo, truenos de metal, expectación e incluso risas, en una libre representación de un doctor Fausto metido en el papel por azar, convirtiendo en pecado su vida, al actuar como dicta el guión de esta obra. No hubo telón que avisara, sólo el diablo tiene serviles tramposos y obstinados que convierten vida en teatro y todo se asemeja al fin de una función. No quedan más entradas.