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Los viajes de Sullivan

Aventuras. Comedia Obsesionado con la idea de rodar una película sobre la miseria y el sufrimiento, el director de cine John L. Sullivan convence a los ejecutivos del estudio para que le permitan recorrer el país disfrazado de vagabundo antes de empezar a rodar. Después de trabajar como peón para una viuda que espera de él algo más que cortar leña, huye de su casa, pero el camión que lo recoge lo lleva de vuelta a Hollywood. Sintiéndose completamente ... [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
22 de diciembre de 2006
97 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto largo de Preston Sturges. Se rodó en exteriores de California y en los Paramount Studios, con un presupuesto de 1 M. dólares. Se estrenó en diciembre de 1941.

La acción tiene lugar en diversas localidades de EEUU (LA, Las Vegas, Hollywood). Narra la historia de John L. Sullivan (Joel McCrea), prestigioso realizador de cine, cansado de dirigir films intrascendentes, que quiere realizar una obra sobre la pobreza en el país. Para ello, disfrazado de mendigo y acompañado de una bella muchacha (Veronica Lake), disfrazada de joven indigente, inicia un recorrido que le lleva más lejos de lo esperado.

La película compendia géneros diferentes: slapstick (escena autobús), comedia romántica, drama carcelario, sátira, acción (huida en tanque ligero), documento social (dormitorio de los sin techo), musical, melodrama, crimen y cine en el cine. Con humor y buen sentido de la sátira, ironiza sobre la opulenica desmesurada (casa del director), las obsesisones de Hollywood, la violencia carcelaria, la inseguridad ciudadana, las penurias de los indigentes, la segregación racial, los matrimonios fiscales de California, etc. Cita con simpatía a dos directores: Capra y Lubitsch. Es sobrecogedora la definición de pobreza que propone: "Pobreza no es falta de riqueza. Es una peste, violenta en si misma y contagiosa como el cólera. Miseria, criminalidad, vicio y desesperación son sus síntomas". El hilo conductor del relato viene dado por el propósito de adaptar al cine el libro "Oh Brother, Wehere Art Thou?", referencia en la que se inspiraron los hermanos Coen. Suma humor visual, gestual y verbal, de género negro, tragicómico, satírico, burlesco, extravagante y basado en la exageración ("Te pareces a un chico tanto como Mae West"). Defiende el valor educativo del cine, la validez de la comedia y la trascendencia del humor. Juega con los cambios de identidad. Son escenas destacadas las caídas en la piscina, el comedor de indigentes, el robo de las botas, las maquinaciones lúbricas de las dos hermanas mayores y otras.

La música se integra en la acción, subraya la ironía (con juegos de saxo), el drama, la tragedia y la alegría. Añade dos melodías ajenas: "Spring Song" (Mendelssohn) y "Let My People Go" (tradicional). La fotografía realza la comicidad visual, contrapone la serenidad del lago y la paz de la prisión, explica con imágenes superpuestas la confusión del amnésico, acelera la velocidad de las imágenes con fines cómicos y se beneficia del excelente vestuario de Edith Head. El guión elabora un relato de cuadros diferentes, enlazados por el viaje de Sullivan (homenaje al cuento "Los viajes de Gulliver", 1726). Mantiene un ritmo intenso y sostenido. Las interpretaciones de los protagonistas son acertadas y cautivadoras. La dirección crea una obra de referencias autobiográficas, rica en contenidos, matices y sugerencias.

La película es posiblemente la mejor del realizador, imaginativo e innovador, para muchos el creador de la "screwball comedy".
Miquel
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31 de enero de 2010
47 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no es una comedia al uso, sino un ensayo desenfadado. No pretende hacer reír, sino que trata asuntos serios con frivolidad, que es la mejor manera de enfocarlos. Y no hay asunto más serio que el humor.

Con ese tono desenfadado, como quien no quiere la cosa, Preston Sturges lanza sus dardos, más especulativos que convencidos, o sea sinceros, sobre la presuntuosidad, el deber con los propios talentos, la verdadera importancia del cine, y sobre aquello más democrático que distingue al ser humano: la risa. Algo gratuito pero a la vez voluntario. Sólo hay que pensar en los negrísimos chistes que contaban mofándose de ellos mismos los judíos en los campos de exterminio para darse cuenta que es un don al alcance de quien quiera, hasta en la mayor desgracia.

Naturalmente indignará al que le gusta tratar hasta los asuntos frívolos con seriedad. También al que crea que el cine ha de ser veraz, representar la realidad y todas esas mandangas. E incluso al agrio idealista de salón que pensando en un futuro mejor para la humanidad intenta amargarnos el presente. Vamos, que hay mucha gente a la que desaconsejaría esta película, no sea que se les agrave la úlcera. Les doy las gracias porque mis más abiertas risotadas viendo "Los viajes de Sullivan" fue pensando en ellos. Efectivamente, soy una mala persona, no como vosotros...
Gilbert
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27 de octubre de 2009
35 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta pieza culminante de Preston Sturges, que a los dos minutos presenta un desconcertante ‘The End’, avisando que es cine sobre el cine, resulta temáticamente especialísima: se trata de una comedia protagonizada por Sullivan, cineasta de Hollywood, triunfante autor de comedias que sufre una crisis moral al conocer los estragos sociales de la Gran Depresión. Considera entonces que por imperativo ético debe rodar una obra seria y comprometida que muestre el sufrimiento del mundo y contribuya a despertar conciencias y estimular la lucha superadora: “O Brother, Where Art Thou?”*.
Los productores le escuchan atónitos. Tú tienes un talento natural para hacer reír y soñar, le dicen. Él reniega de ello, lo encuentra banal. Tú siempre tuviste vida acomodada y no tienes ni idea del sufrimiento, le objetan. Y Sully se pica y concibe un plan: disfrazarse de vagabundo y conocer de primera mano el destino de los desposeídos.

Sturges no desaprovecha las cómicas situaciones a que da lugar esta gran idea, empezando por la llegada del Rolls con mayordomo a las cercanías de la estación donde los desarrapados se aprestan a subir clandestinamente al tren.
Mientras la comicidad del protagonista reside en la ridícula solemnidad de su pose (ya en el primer vagón de ganado sufre una reacción alérgica), los explosivos secundarios provocan abierta hilaridad y Veronica Lake, actriz en paro que se suma al experimento, con sus apariciones llena la película de desinhibido encanto, aunque Sullivan la trate con resabios machistas hoy un tanto anacrónicos.
La hilaridad es también la tónica de las aceleradas secuencias-resumen, acción encadenada, genuino ‘slapstick’.
Con ritmo ágil y elegante, Sturges alude a Capra y Lubistch en homenaje, como más adelante a los dibujos animados del Disney primitivo.

Sin embargo, el experimento se le va a Sullivan de las manos cuando, tras probar a fondo la bazofia de los comedores gratuitos, los atestados dormitorios públicos, el picor de las chinches, las duchas desinfectantes, la búsqueda de comida en los cubos de basura, quiere darlo ya por concluido.
La trama gira entonces hacia lo trágico para empujar al personaje a un proceso catártico, en el corazón del cual, con alta tensión iniciática, alcanza la experiencia íntima y directa del supremo valor de lo cómico como bálsamo profundamente liberador, como higiénico activador de la risa, imprescindible función de la vida humana digna y equilibrada, convirtiéndose la cinta en una importante y congruente reflexión risueña sobre la nobleza de la comedia como género.

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(*) Los Coen usaron este título para su película rodada en el año 2000.
Archilupo
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25 de abril de 2008
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Los viajes de Sullivan" se ha llevado muchos palos por tocar el tema de los “sin techo” de una manera que no a todos agrada. Es cierto que parece o llega a ser bastante frívola pero también es cierto que está rodada con mucha pericia. La historia cuenta mucho más de lo que uno puede llegar a pensar a simple vista, de tal forma que Preston Sturges consigue realizar un exhaustivo análisis de la sociedad americana de aquella época. Y puede agradar o no, pero no creo que el fin de esta película fuera mofarse de los desfavorecidos. Tampoco entiendo que quiera plasmar una crítica a situaciones injustas, de hecho, la moraleja de la película no es otra que la de manifestar que no hay mejor manera de lavar las penas que con la risa y no con un sesudo metraje sobre cine social.

Lo peor que se puede decir de “Los viajes de Sullivan” es la poca credibilidad de la historia en si, y las meteduras de pata en el guión que le impiden obtener un sobresaliente. Aunque la idea es altamente original y Stuges con mucho oficio, consigue que estos fallos no perjudiquen en exceso la calidad final.

Lo mejor sería esos primeros veinte minutos de metraje, la fotografía y una inmensa y buenorra Verónica Lake, que consigue hacer bueno a Joel McCrea.
Chagolate con churros
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23 de abril de 2008
79 de 136 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suelo ser casi siempre muy respetuoso con los clásicos, me parece que el olfato de nuestros padres y abuelos no era malo, pero en ocasiones se cuela alguna que otra película que te hace cuestionarte algunas cosas.

“Los viajes de Sullivan” es uno de los casos más evidentes de esto, me parece uno de los ejercicios de frivolización sobre la pobreza más escandalosos que he visto en mi vida.

Las andanzas de este millonario y su forma de ver la realidad de los miserables es trivial, no pretende ningún cambio social y estructural del sistema en sí, no hay una crítica en ningún momento, sólo una especie de pietismo protestante en el mejor de los casos, resuelta con unos billetes verdes. Esto es una parodia burda y cruel sobre los pobres, y lo que es más grave sin mucha gracia.

Esa forma de entender la pobreza tan americana, mediante lo meramente filantrópico de ciertas fundaciones y corporaciones y no en vez de un estado social y democrático de derecho es a día de hoy abominable. Estamos ante un film con desarrollo casposo, y con un mensaje terrible que debería indignar a cualquier europeo con dos dedos de frente.

Lo mejor es ver en una de sus escasas apariciones a Veronica Lake, uno de los sex symbol de los 40 -más guapa que su doble Kim Basinguer en “L. A. Confidential”-, los primeros diez minutos con diálogos que prometían que podíamos estar ante una gran película y sus escenas homenaje al cine mudo con la persecución disparatada de coches.

Sólo recomendable a los que crean que la limosna es la mejor forma de arreglar la pobreza del mundo. Una de las películas más flojas de Preston Sturges que es sin embargo una de las más conocidas. Algo que pasa desdichadamente en demasiadas ocasiones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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