La tercera generación

Mira que soy fan del cine de Fassbinder, pero esto no. Esto es un sinsentido de simple artificio, con una casi continua voz de fondo, insoportable, unos personajes que no acaban nunca de dibujarse y un interés escasísimo en una trama que va saltando de un lado a otro. Provocando un insoportable aburrimiento.
No sé qué se le pasaría por la cabeza a Fassbinder con esto, cómo no dejó de rodarla cuando vio lo mala que quedaba ya a la primera media hora. Seguir viéndola es todo un suplico, al que me sometí solo por completar la filmografía del autor de maravillas como Berlín.Alexanderplatz, que rodó un año después de esta parida, porque no tiene otro nombre.

Bodrio infumable de los que ser rodaban en los años 70-80, del llamado nuevo cine alemán, cuyos cineastas habían olvidado las enseñanzas de Fritz Lang, Siodmak, Sirk o Wicki para centrarse en mostrar los conflictos sociológicos y morales que atenazaban a los propios cineastas. Fassbinder fue uno de los líderes, junto a un irregular pero a ratos interesante Herzog y un pedante como Wenders. Esta película es insufrible, ni tiene guión ni se le espera, pretendiendo ser una comedia negra que no tiene la más minima gracia. Mejor si no hubiesen quitado la tapa del objetivo. Menos mal que el tiempo pone las cosas en su sitio y el cine de verdad, el bueno, se abre camino y las corrientes de moda, magnificadas por la crítica, caen en el más absoluto olvido, propio de la mediocridad a la que pertenecían.