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Jezabel

Drama. Romance Julie Marsden y su prometido parecen destinados a no compartir sus vidas. Las continuas exigencias y desaires de ella terminan alejando de su lado al hombre que verdaderamente ama. (FILMAFFINITY)
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
3 de abril de 2008
73 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá sea demasiado fácil calificar a Bette Davis como una de las mejores malas que ha dado el cine. Esta es una de las películas en la que se forja la leyenda. Y digo fácil porque el personaje es bastante más complejo, con tantos matices que hacen aún mayor al mito.

Ambientada en los años previos a la Guerra de Secesión americana, guarda ciertos paralelismos con "Lo que el viento se llevó". Tanto Julie como Escarlata son mujeres de aguda personalidad que marcan el devenir del resto de los personajes. Tanto Preston como Rhett ponen el punto de racionalidad advirtiendo de la progresía y modernidad del Norte sin dejar de ser caballeros sureños. Unos y otros ven sus vidas convulsionadas por acontecimientos externos: una guerra y una epidemia. Injustamente el devenir de los O'hara restó luz a "Jezabel".

Retrata magníficamente la sociedad, moral y costumbres sureñas. Ese arcaico pero encantador sentido del honor y el pretendido inmovilismo de las clases nobles hacia la modernidad o el abolicionismo se abren ante nosotros como un libro.

Julie es caprichosa, con orgullo sin límites, sensible, detallista, provocadora, inteligente, irónica y manipuladora, cóctel que deriva en una inmadurez perenne. Desea ser el centro de atención del mundo que le rodea y no se priva del escándalo para conseguir sus propósitos. Disfruta llevando las situaciones al límite con la misma intensidad con la que quiere echar el freno cuando ya nada se puede hacer. Y todo sin despeinarse lo borda en menos de 100 minutos doña Bette. Chapeau. El resto del reparto está correcto y un jovencísimo Henry Fonda le da bien la réplica.


De mala nada, esta señora es de lo mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francie
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7 de septiembre de 2006
58 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción en b/n de la Warner, dirigida por William Wyler, primera de tres colaboraciones de éste con B. Davis. Se rodó en Inverson Ranch, Louisiana y Warner Studios (Burbank), con un presupuesto holgado de 1 M dólares. Se estrenó el 10-III-1938.

La acción tiene lugar a lo largo de 1852/53 en Nueva Orleans y en una plantación próxima. Narra la historia de Julie Marsden (Bette Davis), joven, posesiva, carpichosa, temperamental y dominante, que se enamora de Preston Dillard (Henry Fonda), norteño, banquero de fría personalidad. Las exigencias y los desaires de Julie hacen que Preston marche a NY, de donde regresa casado. Julie, airada, urde una venganza que se ve interrumpida por el azote de la peste amarilla.

La película traza un retrato muy cuidado de la sociedad de Nueva Orleans de mediados del XIX, caracterizada por la afición al lujo, el apego a las tradiciones, el arraigo de modales afrancesados, la enemistad por los norteños, desaliñados e ignorantes ("creen que un "terrier" es un perro de color tierra"). El clima sureño se advierte por las magnolias, la colonia de esclavos de la plantación y los prejuicios pro-esclavistas. Aporta un excelente retrato de personajes, como Julie, Preston, Buck, tia Belle y otros. El arco dramático se apoya en las exigencias caprichosas e inoportunas de Julie a Preston, los desaires que le dedica coqueteando con Buck, la humillación que le impone asistiendo al baile de gala vestida de rojo contra las normas sociales, la marcha de Preston y la incertidumbre en la que se ve envuelta. Sigue una larga sucesión de incidencias dramáticas que la enfrentan con la familia y consigo misma, mientras se extiende la peste amarilla en la zona. Amor, despecho, orgullo, pasión, celos y deseos de venganza, son los sentimientos que informan un relato denso, complejo y absorbente. Son escenas destacadas la presentación de Amy a Julie, la retirada de las parejas de baile como manifestación del rechazo de Julie y de su atuendo y la escena final.

La música, de Max Steiner, subraya los momentos emotivos con canciones polifónicas de fondo (espera de Preston), un vals que evoca rechazo (baile de debutantes), un fragmento de Chopin y trazos de marcha fúnebre (conducción enfermos al Lazareto). Sincronizada ajustadamente con la acción, le valió a Steiner el encargo de la banda musical de "Lo que el viento se llevó" (1939). La fotografía luce planos largos, primeros planos emotivos, barridos descriptivos, toques expresionistas y algunos fuera de campo (los dos duelistas). Se beneficia de un magnífico vestuario y de decorados excelentes. El guión construye un relato rico en detalles, denso e intenso. La interpretación de B. Davis, sobresaliente, le valió su segundo Oscar. La dirección crea una obra de gran dramatismo.

La película, fascinante y embriagadora, es un melodrama clásico, que consagró a Davis como estrella de primera magnitud.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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1 de febrero de 2009
39 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Wyler, uno de los gigantes de la meca de Hollywood, se subió al carro de esas obras clásicas que inmortalizaron a estrellas cuyo brillo nunca se apagaría, ni siquiera cuando ya habían entrado en declive.
“Jezabel” fue uno de esos clásicos que lanzaron al estrellato a actrices de la talla de Bette Davis, proporcionándole un Óscar a la mejor interpretación femenina de 1938. Mucho ha llovido ya, pero por aquel entonces una joven Bette se labraba una de las carreras que más interés han despertado en el mundo de la farándula. Aquella mujer que sin ser muy guapa poseía fiereza y pasión en la mirada, en esos ojos enormes y algo prominentes que destilaban una inteligencia y una vitalidad imparables, a los que se sumaba un poso de perenne tristeza.
Los ojos más hechiceros del cine.
Lo cierto es que Bette llena cada rincón de la pantalla en este melodrama que sin su presencia habría sido insulso e insustancial para mí. Incluso el casi desapercibido Henry Fonda permanece a la sombra, oscurecido por el resplandor de su leonina y temperamental partenaire.
Sin duda, era un drama ideal para ella en su papel de una mujer sureña indómita y de carácter difícil. En una sociedad anquilosada y trabada en férreos códigos de etiqueta, Julie se muestra rebelde e inconformista. Hace todo lo posible por llevar la contraria y desafiar las normas del decoro, que le resultan insufribles. Su conducta caprichosa, orugullosa y testaruda trata de encubrir su inseguridad y sus verdaderos sentimientos… Hasta que estira tanto la cuerda que ésta se rompe y Julie pierde al hombre de su vida.
Lo más interesante es observar cómo una joven atractiva, que tiene todo lo que podría desear, se empeña en llevarlo todo al límite y causar dolores de cabeza a quienes la quieren, desafiando constantemente las normas más elementales de la prudencia… Y todo porque no conoce otro modo de mostrar su miedo y que necesita sentirse segura del amor de quienes consiguen ganarse su respeto.
En el entorno del Nueva Orleáns de mediados del siglo XIX, cuando Estados Unidos se iba acercando a las puertas de la Guerra de Secesión, y mientras el Sur aún conservaba su orgullo de territorio que basaba su economía en las plantaciones de algodón y en la mano de obra gratuita de los esclavos, una joven independiente, voluntariosa y tozuda muerde el polvo al comprobar que no se puede jugar con las personas. Mientras Nueva Orleáns es azotada por una terrible epidemia de fiebre amarilla que desata el caos y el pánico, Julie se desenvuelve con más pena que gloria en su ambiente privilegiado y aristocrático, aprendiendo duras lecciones de madurez.
Banda sonora del archiconocido Max Steiner (“Lo que el viento se llevó”), hermosa fotografía, cuidado vestuario, meticulosa ambientación y una siempre llamativa Bette Davis para un drama romántico cuya aura se ha ido engrandeciendo con el tiempo.
Vivoleyendo
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8 de abril de 2010
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto hoy en las noticias que van a cambiar los cuentos infantiles para que no sean sexistas (quieren decir machistas) y las niñas del mañana no sueñen con ser princesas que sueñan con príncipes azules que vengan a rescatarlas de madrastras, brujas, maldiciones o torres aburridísimas... No sé cómo lo harán. A lo mejor ahora serán mujeres autosuficientes, independientes, liberadas de toda servidumbre masculina y pueden aspirar a ser primeras ministras de países muy-muy-muy lejanos, empresarias de las minas de diamantes de los enanitos, diseñadoras de trajes de tules para princesas de gales ocupadas, o reinas madres solteras... Cualquier sabe. Pero a mi ya me ha pillado vieja para dormirme con otros cuentos que los tradicionales. Porque yo nunca quise ser princesa de cuento. Yo quería ser Jezabel, una princesa de cine... Una princesa muy original, es verdad, pero tan venida a más que llega a reina. Es la más. No sé si la peli la hicieron para que las "niñas" como yo, vieran a ese arquetipo de mujer deslumbradora y soñaran con ser así. Ay! que no se me enfade la ministra, que esto no es sexismo, machismo ni feminismo... son sueños, ilusiones, como quien dice: cine. Jezabel es caprichosa, claro; y se hace la tontita, o se mete en carajales donde no sabe cómo va a salir. Pero no porque sea bobita, sino porque le apetece. Por jugar. Por divertirse. Por salir del aburrimiento o de la rutina donde todos y todas están instalados, cada uno en su papel. No, ella se escribe el cuento, el guión o lo que sea, y si hay que sufrir, se sufre... pero porque ella quiere. Porque Jezabel no se cae, no: ella se tira...

Bueno, creo que en la película hay muchas otras lecturas interesantes: la agonía del estilo de vida del sur, con la esclavitud, el sistema de valores rígido y férreo de una sociedad dividida en clases de las que no es posible salir; códigos morales y éticos conservadores para defender esa sociedad que no desea ser removida a despecho de los nuevos tiempos y de la evolución vital... Es verdad, hay muchas cosas de las que hablar, pero yo sigo viendo a Bette Davis, la reina del cine, interpretando a la princesa del Sur, el eterno femenino de lo misterioso, desquiciante, mudable y seductor... Ah! y esa colección de "recortables", como nos gustaba de pequeñas: Bette metida en el miriñaque, saliendo del vestido soso de uniforme de señorita; Bette con el vestido rojo, el escote "palabra de honor que no te miento" y el colgante, estilo siglo XX, de antes de la Guerra de Secesión... Pero yo me quedo con esa mujer preciosa a su manera, llegando con su caballo medio salvaje, como ella, entrando en su casa, dando una patada al vestido y recogiéndolo al aire con la fusta... ¡Dios, qué glamour, qué personalidad y qué fuego! No me extraña que el pobre Henry Fonda estuviera acojonadillo... ¿Ve usted, señora ministra, cómo nada es cómo parece...?
paki
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24 de febrero de 2011
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes peliculones sureños clásicos, al estilo de "Lo que el viento se llevó", pero esta vez llevado a otro plano. No se puede amar más, ni ser más ambicioso ni caprichoso...ni tampoco más brillante que la Davis. Uno de los grandes papeles de su carrera es el de esta película "Jezabel", en un duelo con Henry Fonda de amor y de celos que parece durar todo el metraje. Ella representa todo lo oscuro en él. Digamos que en este caso ella es la "mala, malísima" y el "el bueno", o ¿es al revés? Ese es encanto. Muy buena.
barbara12
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