Carlitos y el campo de los sueños

La película la vi con mis 2 hijos gemelos de 11 años (niño y niña) ambos futboleros (de ahí su interés por la misma).
A mí me provocó un sopor inmenso desde que comenzó e intuí por donde iba el desarrollo -tardé exactamente 5 min. en desencantarme-.
A mis 2 hijos, obviamente, les mantuvo un poco más la atención pero finalmente acabaron criticando el estilo "Oliver y Benji" de las secuencias deportivas -poco creíbles, algo que afecta rotundamente al resultado final y que los niños no son tontos y detectan rápidamente- así como lo excesivamente predecible del argumento.
Es de agradecer el intento de ofrecer un producto que aporte valores a los niños pero hay que cuidar un poquito más LA FORMA... sin caer en la obviedad ni el simplismo que los no tan pequeños detectan en seguida.
Lo siento, me hubiera gustado decir algo mejor de este film que seguro se ideó con las mejores intenciones pero que a mi parecer se ha quedado tan sólo en eso, en la intención.

El título de mi crítica viene dada por el hecho de que sí la considero válida para niños más bien pequeños -establecería el límite en unos 9-10 años, poco más...- pero a cuantos adultos les toque acompañarlos les auguro bostezos.

Me abstengo de realizar un "spoiler" pues considero que cualquier persona con un poco de imaginación se puede hacer un esquema mental de la peli de principio a final en un par de vueltas de su engranaje cerebral.

"Carlitos y el campo de los sueños" es una película que al igual que viene se va.
Para los niños puede ser muy divertida. Si tienes más de doce años tendrás que pasar por alto algunos detalles pequeños como el mero hecho de que se saltan una por una todas las leyes españolas de protección del menor, que los adultos malos son muy tontos y malos, y que los buenos hacen lo imposible por hacer realidad los sueños de Carlitos.
Pero si ignoras estos problemas la película entretiene y hasta tiene momentos emotivos (Algunos forzosamente emotivos, pero los tiene).
A mí por lo menos me ha entretenido, no será una gran película española que yo recuerde por los siglos de los siglos, pero se deja ver y no me ha resultado demasiado pesada.

Eso es lo que iba a ver yo, cargada de niños. No me esperaba otra cosa, como tampoco espero nada más cuando llevo niños al cine. Si se trata de ellos, la cuestión es que sea una pelicula que les llene, que les divierta, les haga reír, se entusiasmen con los personajes y que por supuesto haya malos muy tontos y buenos muy buenos. En fin, que no comprendo a los que critican a esta pelicula como si hubieran ido a ver una obra de arte. Tal vez se quedan mejor en casita y ponen "Odisea 2001", que les llenará mucho más. Para los que disfrutamos viendo reír a nuestros hijos, esta pelicula es un encanto de principio al fin. Buen ritmo, buena definición de los personajes, actores en su salsa y como telón de fondo un deporte que nos gusta a casi todos. El detalle de Miliki está ahí, simplemente como icóno de otros tiempos que ha sido, se le permite hacer una breve aparición, mejor que mis hijos lo vean a él antes que a Belen Esteban, la verdad.

Viajar en un tren Alicante-Madrid supone tragarse la consabida película telecinquera o dedicarse a leer un buen libro. A la ida conseguí librarme de "La pantera Rosa 2" gracias al bueno de Oscar Wilde, pero a la vuelta cometí el craso error de olvidar la lectura en la maleta, con lo cual no tuve más remedio que ver las andanzas de Carlitos.

Se busca la lágrima fácil desde el minuto uno (huérfano, torturado psicológicamente por el director de su centro de acogida,...) y sin más nos cuenta la historia de un chavalín que hace más virguerías con el balón que Kaká y Messi juntos. Tras observar su vigesimoséptimo regate me levanto para mear, y para mi sorpresa, cuando vuelvo veo a todo el vagón mirando la pantalla con caras de tonto. Empiezo a pensar que Renfe filtra alguna sustancia rar por el aire acondicionado para que la gente se trague lo que sea y así evitar alquilar pelis buenas. Mis sospechas se confirman cuando me sorprendo a mi mismo animando a Carlitos en otra de sus jugadas de Oliver y Benji. Y es que el tono de cuento infantil que tiene la historia puede ser muy convencionalista pero que carajo, funciona.
No respires Favio, no te dejes engañar, es el aire, es el aire...

Tampoco hay que olvidar que sale haciendo un cameo Raúl González (el siete blanco, el capi, el crack) y nos asombra a todos diciendo frases distintas a "Sí, bueno, no" , "El fútbol es así", "Podíamos haber ganado pero al final empatamos" y demás expresiones del argot del balompié. Todo un derroche de sintaxis tratándose de un futbolista.

Le pondría un cuatro yendo en plan espléndido, pero la aberración para los oídos que son las canciones de Pignoise(creo) y Emilio Aragón no me lo permite. Desde el "Te huelen los pies" el mandamás de LaSexta no ha levantado cabeza en el mundo musical.

Floja más bien; enternecedora. Con un final rebosante de almíbar. En todo caso, película exclusivamente para niños a los que les gustará.

Fofito hace de bueno, claro. De buenísima persona. De filántropo al estilo de su famoso hijo Emilio que se dio a conocer gracias al honrado trabajo de su padre y sus tíos. ¡Qué bien supo luego ir tomando las riendas del negocio e ir quitándose de en medio a todo el que le molestaba!

Los malos de esta historia son el director del colegio y su secuaz, Márquez. El director quiere hacer negocio a costa de los huerfanitos de la Fundación Fofito y cargarse a los profesores que quieren de verdad a los niños. Entre los niños está Carlitos, un as del balón que jugará la final del mundialito infantil. Todo el argumento es de lo más encasillado.

El caso es que la producción musical corre a cuenta del señor Emilio Aragón, el ente diabólico, el payaso de las pesadillas, el millonario mafioso que ha creado un imperio a lo Spectra, el que se cree muy gracioso haciéndose el simpatiquillo en la tele, el ejemplo de ciudadano progresista cuyo triunfo le viene por la herencia del franquismo, el papá modelo de familia telerín que vive en adosado de lujo. El maravilloso cantante, actor, músico, presentador, empresario, benefactor de la humanidad… Benefactor de todos los pelotas que le rodean, de todos menos de uno que no le fue tan bien, familia suya y del que no quiere saber nada. Emilio Aragón, uno de los tíos más siniestros de este país, y mira que hay.

Se ve que seleccionó esa mierda de musiquilla para la película y de paso enchufó a su papá Fofito para que trabajara en ella. Estará muy orgulloso de su hijo.