Pariah

La homosexualidad femenina, lo decíamos hace unos años con el estreno de la Habitación en Roma de Medem, sufre a menudo una doble exclusión social, ya sea por parte de los heterosexuales como de los compañeros que abanderan buena parte de la causa arcoíris. Sólo hay que echar un vistazo a la oferta cinematográfica de contenido gay y contrastarla con la presencia de lesbianas en la gran pantalla para cerciorarse de que el amor entre dos mujeres no vende de la misma forma que su versión masculina. Una realidad oculta tanto en las calles como en las salas y que se acentúa cuando la protagonista es nada más y nada menos que una adolescente negra de Brooklyn.

De título casi profético, Pariah nace con todos los números para convertirse en una película marginal. El filme de la debutante Dee Rees ha pasado sin pena ni gloria por cuatro pantallas de Estados Unidos y todo parece indicar que la cifra se reducirá a la nada en nuestro mercado. Las razones de su escasa repercusión muchos la han encontrado en la fobia de Hollywood no sólo a la homosexualidad femenina sino también a la comunidad negra, que tardó años en ver reconocido su talento en la historia del cine.

La historia de Alike, una joven de color de clase media con pintas de machorro, reúne todos los requisitos para toparse con el rechazo frontal en los despachos californianos, pero precisamente su singularidad, la rareza de su planteamiento, es lo que la convierte en un soplo de aire fresco para nuestras predecibles carteleras. De los barrios negros y periféricos uno sólo espera delincuencia, raperos y drogas, estereotipo del que únicamente es culpable la industria del entretenimiento. Ha tenido que ser una directora novel la que nos descubra desde dentro, con esta cinta casi autobiográfica, algunas realidades que permanecían, y seguirán permaneciendo, ocultas.

No estamos precisamente ante un peliculón, pero desde luego Pariah merece un recorrido más largo del que le espera, condenada a morir en la polvorienta estantería de un videoclub de segunda mano. Merece su oportunidad Adepero Oduye, que borda un complicado papel protagonista en esa peliaguda fase de la vida en la que descubrimos y asimilamos la personalidad. Merecen su reconocimiento secundarias como la fiel y varonil amiga o la sobreprotectora madre. Y desde luego merece un apoyo mediático la valiente directora Rees, que tuvo que recurrir a vías de financiación alternativas para poder sacar adelante su ópera prima.

Bien interpretada, aunque mientras la estás viendo esperas que en cualquier momento suceda algo que de sentido al tiempo empleado. Algunas escenas son repetitivas, cuando todo ya se ha contado, incidiendo en exceso sobre algo explicado y vuelto a explicar sin aportar novedad.

Me ha gustado el personaje del padre, y la búsqueda de una identidad real por parte de la protagonista, que aporte un poco de sentido a una vida con la que de pronto, sin haberla buscado, se tropieza.

He sentido como una majestuosa ola gélida evaporaba mi apatía, para conseguir que las palabras recuperasen valor tras la digestión de esta historia. Se trata de un efecto temporal, sé que en breve recobraré de nuevo la sana linealidad, que evita inestables y peligrosas euforias e inútiles depresiones o caídas de ánimo, cuya mejor defensa se halla en la más aséptica monotonía. Pero ahora mismo todavía vibra mi interior y ya no es tan fácil como antaño conseguirlo. Tras un largo período a dieta de profundidades, casi sin querer, he abrevado agua de manantial ofrecida, cual una diosa, por esta joven actriz llamada "Adepero Oduye" que consigue de forma pasmosa y natural que entre en el drama de su personaje, lo sienta como mío, lo reviva y me quede en trance aun en el inmediato después.

Aun rememoro los magníficos versos finales con los que finaliza este primer reconocimiento lésbico, a modo de posible autobiografía, de la directora que firma la obra: Dee Rees:

Película extraordinaria, por inusual, por sincera, por reveladora, por tierna, por auténtica, por ser una opera prima llena de valor, por tener planos que son poemas y poemas que son como el viento, como la espuma del mar o como la mariposa que sale del capullo.
Pariah es una película con valor y con valores.
La tenía postergada, no por su contenido, no tenía ni idea, sino porque sabía que en ella podía haber compromiso o aburrimiento…. cierto y feliz por lo primero, nada de lo segundo.
Me alegro de haberla visto.
Si eres una o un adolescente, deberías verla, si tienes hijos de esa edad, deberías verla, si te interesa el mundo en el que vives, deberías verla.
No importa tu sexo ni tu orientación sexual… Ni siquiera importa tu edad.
¡¡Ah!! Y si te gusta la música, disfrutarás de su banda sonora.

Los primeros minutos de 'Pariah' son de desconcierto. Te encuentras viendo una película de tías, pero de tías lesbianas, y lo que es más, de tías lesbianas y negras. Resulta chocante e inesperado, porque nunca había visto esta combinación en el cine.

Luego vas simpatizando con el personaje que interpreta Adepero, metiéndote en su piel y entendiendo sus problemas, que no son más que los de cualquier adolescente: necesidad de aceptación y búsqueda del amor. El drama viene porque sus padres no entienden la opción sexual de su hija. Es que la peli es muy poquita cosa, y si quitas eso ya se queda en nada.

Por lo demás bien, la historia es bonita y tranquila, se afronta con madurez y sin dramatismos innecesarios. No es otra 'Boys don't cry', si no una película mucho más sincera y realista.

No es un peliculón, pero tiene su encanto.