El Tigre de Chamberí

La vida no esta hecha para buenas personas, de la cual, gente más espabilada se pueden aprovechar (Tony Leblanc), como demuestra esta película.
Film muy bueno, clásico del cine español.
José Luis Ozores (mucho mejor que su hermano Antonio en todos los aspectos interpretativos) encarna a un pobre muchacho, que lo domina su madre, lo domina su amigo y se dejaría dominar por Marisa, hija del dueño de un bar “Antonio Garisa” (siempre genial) de la que está perdidamente enamorado.
El muchacho sobrevive con empleos insustanciales, pero su vida cambia en el transcurso de un partido de fútbol, donde estos se cuelan, pues nunca tienen un duro, allí tras el lance de una jugada se origina una pelea y Miguel “Ozores”, propina un puñetazo a un espectador, que resulta ser el campeón de boxeo. Tras el incidente su amigo Manolo “Leblanc” ve una oportunidad de oro para sacar dinero de este asusto, la solución convencer a Miguel que se enfrente al campeón en el Ring, con mucho dinero por medio.
Miguel cual marioneta se deja manejar al antojo de los demás, viendo que al ser popular, todos le prestan más atención, incluida su amada Marisa.
Todo en este film es magnifico, sobre todo su humor, que gira siempre entorno a Ozores un grandísimo y entrañable actor.


PD: El honor y amor por encima de todo en esta buena comedia de las de antes

Aunque ciertamente el arranque y alguna de las lógicas situaciones que el mismo desarrolla recuerda a "La Vía Láctea 1936" y "El Asombro de Brooklyn 1946", sólo el atrevimiento o el conocimiento de primera mano pueden llevar a calificarlas de remake de éstas, puesto que ni en los créditos de la película ni en la ficha de IMDb aparece ninguna referencia a tal cosa.

Dirigida por el siempre fiable y no lo suficientemente bien ponderado, el almeriense Pedro L. Ramírez ("Los Ladrones Somos Gente Honrada 1956"), "El Gafe 1959", " Crimen para Recién Casados 1960" y "El Colegio de la Muerte 1975", entre otras) y escrita por otros 2 que tal bailan, los prolíficos Vicentes (Escriva y Coello), tenemos una muy entretenida y divertida comedia picaresco costumbrista (hasta diría que emotiva en su tramo final) de esas con las que el cine español de la época nos obsequiaba de vez en cuando, plenamente disfrutable a día de hoy, interpretada por algunos de los mejores dotados para la comedia actores que en el cine patrio han sido (José Luis Ozores, Tony Leblanc y Antonio Garisa como estrellas de la función) en la que (a mi juicio) la palabra "nostalgia" sólo puede emplearse en términos de admiración (en cuanto a comparación con la capacidad de entretenimiento con las, en su mayoría, estupideces de hoy en día) y en la que además el madrileño y/o todo aquel conocedor (y amante) de la ciudad disfrutara como cochino en un charco con los magníficamente fotografiados exteriores del Madrid de la época (Cibeles, Parque del Retiro, Paseo de la Castellana, esa cuna del fútbol escenario de según la FIFA, el mejor futbol del siglo XX llamado "Chamartín", hoy "Estadio Santiago Bernabéu", José de Abascal, Campo del Gas, y alguna más que ahora mismo no recuerdo).

Sigue en spoiler por falta de espacio:

"El tigre de Chamberí" es la adaptación de una clásica historia norteamericana, aunque como puede imaginar el espectador/a, por el contexto de la época franquista y la censura, hay un pozo de ingenuidad e imposiciones que menoscaban que sea una historia con mayores prestaciones. Pero es divertida, que no es poco.

El malogrado y genial José Luis Ozores se mete en el cuadrilátero, bien acompañado por dos buenos pícaros, Tony Leblanc y el gran Antonio Garisa, en la clásica historia del boxeador anónimo a quien los medios de comunicación inflan para lograr más asistentes a una lucha contra el campeón defensor.

La capacidad de los intérpretes para recitar sus diálogos con gracia hacen que sea una pequeña joya del cine nacional, aunque hay que decir que las secuencias de los combates bien pueden ser de lo más espantoso posible para nuestros ojos, pero hay que permitir esa licencia poética para poder disfrutarla.

Relato costumbrista y picaresco que se ve con agrado en un añejo y encantador blanco y negro.

Flojísima y tierna; naíf comedieta española cincuentera que narra las desventuras de un gladiador de leyenda; de músculo fino, boxeo científico y golpes eléctricos, cuya bandera se sustenta en la brillante idea de que los golpes los pegue otro, el que sea.
Un virtuoso bailarín del ring, un impetuoso pegador. El gran Ozores, sembrado (me quedo con el primer entrenamiento, impagable, imborrable). Le acompañan el socio intelectual (inmenso Leblanc, sobrado como fullero mayor), el capitalista inocentón (José Marco Davó, impecable), la maciza imperial (una Kim Novak a la francesa, la guapa Helene Remy) y, para mí el mejor de todos con diferencia, Antonio Garisa (inconmensurable como mentor del púgil, todo sabiduría y buen hacer; un truhan de medio pelo, encantador, nos lo queremos comer).
Es increíblemente simple y tópica, pero qué más nos da si se trata solo de gozar y mañana ya se verá. Hay que elegir bien, fijarse en lo importante, en los actores principalmente (no hay que olvidar a la madre, a Julia Caba Alba), en las expresiones castizas y en esa picaresca tan humilde y posibilista, muy española.
Blanca y bonachona.

Divertida parodia protagonizada por pícaros, buscavidas y aprovechados que ponen en práctica todas sus triquiñuelas y planes descabellados para salir adelante.
P.L. Ramírez incorpora crítica social en el contexto urbano y un humor poco sutil pero directo y muy característico de las películas españolas de mitad del siglo pasado.
Emotiva, simpática y ajustada a la psicología del perdedor se ciñe como una densa niebla sobre el más débil.

Resaltar la interpretación sobresaliente de T. Leblanc, A. Garisa y J.L. Ozores que llenan la pantalla con su soberbia presencia actoral.