Carne de gallina

Basada en un hecho real, es una de las mejores comedias que se han hecho en este país en los últimos tiempos. Rodada con cuatro duros y en un tiempo record (en medio de la misma le dio un infarto al diréctor), contando con pocos actores profesionales y si muchos no profesionales, pero poniéndole muchas ganas se logró hacer esta obra de arte que conjuga la comedia con los problemas cotidianos que se pueden ver en la cuenca minera asturiana.
Desde luego el punto de partida de ésta, es cuanto menos singular, a pesar de haber ocurrido en la realidad, y a partir de ahí se empiezan a desatar las miserias humanas con el único y lícito fin de sobrevivir en este mundo en que las zonas rurales tan difícil tienen prosperar.
Con unas fantásticas actuaciones de Karra Elejalde, Anabel Alonso y Natalie Seseña nos van a deparar algunos de los gags más cómicos de los últimos tiempos. Una vez que te empiezas a reir, ya no paras en lo que resta de metraje, hasta que llega el final de la misma, y entre risa y risa te paras a pensar en lo que has visto, y es cuando de verdad se te pone la Carne de gallina.

Una comedia de Maqua con la colaboración del guionista y actor Maxi Rodríguez, que tiene un caracter muy localista focalizado en la deprimida cuenca asturiana, dónde una estrafalaria familia ocultará la muerte del patriarca y auténtico sustento de ésta (que muere de un infarto en un puticlub), para poder cobrar un préstamo.
Bebe de Berlanga y la coralidad, del esperpento carpetovetónico y el humor negro, configurando así un cuerpo de tragicomedia y comedia de situaciones.
No se logra una obra notable, destacando como lo mejor la química de la pareja Elejalde/Alonso, así como la traslación del lenguaje asturiano, y quedando en el debe aspectos como la falta de originalidad del desarollo - sin colar tampoco su presunto contenido social - y la dilatación extrema de la idea inicial, que la hacen quedar desmadrada y descompensada.

Vaya por delante mi admiración ante una película tan irregular pero estimulante como "Carne de gallina". Se trata de un retrato de algunas de las realidades más oscuras de nuestro país reflejadas con una precisión absoluta a medio camino entre el esperpento y el documental sociológico, que se ve tan solo perjudicada por una factura técnica un poco chapucera, una dirección errática, unos interpretes algo sobreactuados en ocasiones y una tendencia al histrionismo que le resta bastante eficacia. Una cierta contención quizás le hubiese venido bastante bien.
Sin embargo, y defectos aparte, esta es una obra para la que solo se me ocurren elogios, en primer lugar por su gran capacidad para mostrar ciertas conductas al detalle, por esa cruenta denuncia que hace de determinadas hipocresías sociales y sobre todo por no pararse en falsos moralismos a la hora de criticar con acidez, ingenio y crueldad una institución que puede ser tan castrante como la familia.
Pese a ser una obra netamente española, la historia sería extrapolable a cualquier otro país del mundo, pero hay que reconocer que en nuestra tradición carpetovetónica encaja como anillo al dedo y supone un reflejo conciso, certero, y, un retrato demoledor de la España rural, que como suele pasar con tantas buena películas consigue que nos riamos de algunas cuestiones que maldita la gracia que tienen. Sin duda una cinta atípica, regular, pero altamente recomendable.

Entretenida y muy divertida comedia coral macabra, ambientada en una aldea asturiana, cuyos paisajes y paisanaje refuerzan la profunda carga de mala leche que se gasta, (él para mi desconocido), Javier Maqua. Plagada de un magnifico y retorcido humor negro durante todo su metraje, con unos actores en estado de gracia y un ritmo que no decae en ningún momento, nos encontramos ante una magnífica película con un guion que podría haber firmado Rafael Azcona. Absolutamente recomendable.

Comedia costumbrista, cotidiana, psicológica, rural y contemporánea que llega a las carteleras con un aire de provocadora espontaneidad que se siente cómoda entre el descaro, el desparpajo y un cinismo a menudo teñido de ingenuidad.
El argumento resulta gracioso y está tratado con deliberada sencillez cinematográfica de forma que la película posee gran efectismo y sus escenas irradian un disparatado humor negro en el que los actores dan la impresión de encontrarse muy a gusto e implicados en sus personajes.
La dirección de J. Maqua se ajusta a los preceptos de la eficacia y de la profesionalidad siendo capaz de imprimir dinamismo, vitalidad, desenfado y una contagiosa frescura que no se pierde en ningún momento de la proyección.