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Perdidos en la gran ciudad

Comedia. Drama. Romance Tierna tragicomedia dirigida por Robert Mulligan ("Matar a un ruiseñor"). Pete Hammond (Tony Curtis), un ingenuo y soñador saxofonista, llega a Nueva York para labrarse una carrera musical. Allí conoce a Peggy (Debbie Reynolds), una chica con muy poca suerte que no tiene donde dormir. Compadecido de ella, le ofrece muy caballerosamente compartir su minúsculo apartamento. Pero cuando el pobre Pete sea víctima de los rufianes de la gran ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
26 de junio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para un gran número de jóvenes estadounidenses, triunfar en La Gran Manzana (New York) y sobre todo en Broadway (la avenida de los grandes espectáculos), es algo así como realizar el sueño americano. Pero éste anhelo no todos consiguen realizarlo… y son más, muchos más, los que llegan a New York para tener allí la gran frustración de su vida y para comprender que, entre quienes han conseguido alcanzar el “american dream”, son demasiados los que han tenido que tirar por tierra su dignidad para ganar un renombre que, al final, es mera apariencia y una gran desilusión.

A Peter Hammond Jr., un saxofonista de Milwakee y a Peggy Brown, una joven y bella bailarina de provincia como él, también les ha picado el anhelo de triunfar en Nueva York, y sus vidas se entrecruzarán cuando él encuentra una habitación para pasar los días y ella la pierde porque, la que él ha encontrado, es precisamente la suya, pues la casera -la calculadora sra. Gallo-, no ve en ella capacidad de pago y está decidida a echarla.

Los necesitados se atraen, y Pete y Peggy van a estar juntos para luchar contra las ratas a la carrera que abundan en la gran ciudad. Para nosotros, será la ocasión de conocer a un puñado de magníficos seres humanos que, con todo y sus contradicciones, mantienen guardados unos grandes corazones que dignifican la vida y hacen que nos reconcielemos con la especie humana.

Una obra de Garson Kanin -celebrado dramaturgo y guionista a quien le debemos nada menos que “La costilla de Adán”, “Nacida ayer” y “La rubia fenómeno”, entre otras delicias-, fue convertida a guión por él mismo, pero sin contarle a nadie que, su fuente de inspiración, fue nada menos que “La Bohème”, como fuera rodada brillantemente por King Vidor, un director al que no se cansan de imitar en absoluto silencio. Sin embargo, queda abonarle a Kanin que, su traslado de la historia de París a Nueva York, además de que renueva el alegato de lo voraces que son las grandes ciudades, tiene ahora una gran chispa y mordacidad, y unos personajes llenos de encanto y de ganas de vivir.

Con deliciosas actuaciones de Debbie Reynolds, Kay Medford, Tony Curtis y Jack Oakie (en ese orden), Robert Mulligan nos entrega otra encantadora comedia-dramática, donde la solidaridad y el oportunismo, la esperanza y el desaliento, el respeto y el afán de uso, se entrecruzarán para dejar sentado que la vida no es fácil, que si una puerta se cierra hay otra que se abre, y que, cuando hay amor, todos los obstáculos se tornan superables.

“La bohème” y aquí cabe “PERDIDOS EN LA GRAN CIUDAD”, es una de las más bellas historias de amor que nos ha dado el arte.

Termino con un diálogo de esos que aclaran lo que es mordacidad:
La sra. Perry, una anciana que también habita en el edificio de ‘Soda’ Gallo, delante de su esposo cuestiona a ésta por permitir que un par de solteros convivan en uno de los cuartos de su edificio:
-En la misma habitación sin ser matrimonio… ¡hum!
-No pasará nada de nada –Sostiene con firmeza la casera.
-¡¿Conviviendo juntos en una habitación tan pequeña?! –Sigue dudando la señora Perry.
Entonces ‘Soda’ remata:
-¿Sabe de alguna manera más rápida para que dos personas acaben odiándose?
Mientras la casera se aleja, el sr. y la sra. Perry se miran el uno a la otra como si estuvieran ante un espejo.

Título para Latinoamérica: “LA TABERNA DE LAS ILUSIONES”
Luis Guillermo Cardona
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7 de octubre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el primer lustro de Robert Mulligan es muy exitoso ("El gran impostor" 1960, "Camino de la jungla" 1962 y "Matar a un ruiseñor" 1962) e incomparable con su trabajo en años posteriores, su segunda película como director, "Perdidos en la gran ciudad", se puede considerar un experimento fallido. De un lado, cambiará los roles habituales de la pareja protagonista (el excelente Tony Curtis pasa de simpático sinvergüenza a músico timorato y la angelical Debbie Reynolds se torna en oscuro objeto de deseo mostrándose resabiada y desencantada) y, de otro, dotará a la historia de cierta pretenciosidad con personajes mal definidos y carentes de fuerza y carisma. Queda patente una exasperante laxitud en todo lo que se nos cuenta. Es como si nadie se atreviese a dar un puñetazo sobre la mesa. El puñetazo debería darlo Mulligan, pero no lo hace. Al final de la película, el espectador no hará debate sobre lo dura e inhóspita que puede ser la gran ciudad. Quizás, eso sí, pueda debatir sobre por qué Debbie Reynolds no fue nominada al Oscar a la mejor actriz por esta magnífica interpretación de Peggy.
el chulucu
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2 de mayo de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pareja de jóvenes inocentes y desamparados, viven y tratan de sobrevivir, luchando contra los infortunios de la gran ciudad.
El film es una comedia ligeramente ácida, romántica, dulce, sentimental, azucarada, melosa, blanda e inofensiva y con todos los tópicos que se quieran añadir de un infinito repertorio. Pero también es una película agradable, distraída y con un encanto especial. Es un film sin ningún tipo de pretensiones, siendo esta su mayor virtud. Y lo más importante, durante los 105 minutos del metraje, el espectador mantiene una sonrisa de complicidad en los labios, que más se puede pedir.
En cuánto a los actores, también transmiten al espectador una agradable sensación de total ausencia de malicia.
Resumiendo: Para rellenar hora y media larga, sin calenturas de cabeza.
El marinero solitario
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