Fighter (Luchador)

Lo primero que tengo que decir, para advertiros, es que si buscáis en Fighter una simple película de golpes y explosiones... vais mal encaminados. Natasha Arthy es suficientemente inteligente como para saber fusionar los clásicos de artes marciales con los dramas costumbristas clásicos, mostrando en este caso la situación de la familia de una joven de familia turca que debe aferrarse a la cultura de sus progenitores. Como cápsula de escape tiene los combates, y justamente se usan como excusa, no como eje, de forma que bien podría cambiarse esto por el ajedrez o el baloncesto y la historia seguiría siendo la misma. Esto ayuda a que el film tenga profundidad -al menos, a priori- pero también lo aleja de estar a un nivel más sólido, puesto que ni opta por la denuncia social ni por el otro aspecto: lo mezcla todo para llevarlo a un nivel intermedio, que deja con ganas de más. Pese a todo hay que reconocer no sólo su atrevimiento sino también sus cualidades técnicas: secuencias de acción aceptables en la línea de Hero, una buena interpretación de Semra Turan y 90 minutos de entretenimiento de verdad. No llega a más, pero se pasa un rato agradable viéndola.

Que nadie se engañe, no es una película de acción aunque el kung fu esté presente en todo el metraje. En realidad es otra exposición sumamente coherente, de una realidad social actual, desgraciadamente muy viva, que presenta conductas propias de la edad media en pleno siglo XXI. Mentalidades basadas en una educación cuya piedra filosofal es el óxido, aderezado con un axfisiante hermetismo, aun cuando todo se desarrolle en una sociedad occidental abierta y ajena a modelos familiares tan desfasados como el que se nos presenta. De hecho, hay espacio tambien para la autocrítica, en momentos gloriosos como cuando se nos exponen los dos lados de la balanza, uno el de la educación familiar cerrada en el que la mujer es poco más que una madre de cría sin casi voz ni voto y el otro, el de nuestro mundo occidental, cuyos ejemplos están matizados por un descorazonador vacío de valores y una asquerosa y vergonzosa imbecilidad.

Sólidas interpretaciones, ritmo adecuado, personajes y acontecimientos de una profunda credibilidad para una entretenida película, en la que recordaré a Semra Turan y de la que, quizás, un final relativamente indefinido, me ha impedido subir la nota.

Entretenidísima película donde se aúnan Kung fu y Drama social, perfectamente interconectados (no os empachareis ni de lo uno, ni de lo otro) y de ritmo ajustado. Buena fotografía y buenas interpretaciones. Lo dicho sorpresa, más aún cuando no existen referencias de director, ni actores famosos… Quizás recuerda un poco a karate kid, sobre todo por el empeño de la chica y sus problemas personales, pero en conjunto una película muy por encima de lo que se puede esperar de una peli de artes marciales.

Como indico en el título de la crítica lo esencial de la película no son las luchas de artes marciales, aunque la línea narrativa cabalgue sobre una chica que aprende y lucha Kungfu en compañía de hombres.
Lo verdaderamente significativo es el choque de culturas que irradia el trasfondo de la trama, bien narrada, pero poco desarrollada. Este choque provoca conflictos graves socio personales.
La película se deja ver con facilidad siendo transgresora con los cánones habituales de este tipo de películas, con lo que consigue captar la atención también por otro tipo de público, aunque no sea especialmente amante de la lucha por la lucha.
La tensión interna de la chica luchadora por sus responsabilidades familiares y sociales enfrentadas a su deseo apasionado por aprender Kungfu engancha y te hace pensar en los problemas que causan el traslado de las costumbres religiosas y sociales de una cultura a otra muy diferentes.

"Fighter" es una película dramática y de artes marciales. Su argumento tiene como protagonista absoluta a una chica turca, llamada Aicha (Semra Turan), que es una mala estudiante con muchos problemas, pero apasionada por el Kung Fu. Su familia quiere que estudie medicina, pero el instituto no le atrae y empieza a entrenarse en secreto en una escuela profesional de Kung Fu. El filme sabe juntar de manera elegante una historia dramática con las artes marciales. La historia es buena, bien desarrollada, y además, no le faltan escenas de acción, que le hacen mucho bien al producto. La idea del filme es mostrar un pensamiento universal como es el de la emancipación de tus progenitores, y el de derribar los muros que levantan las tradiciones de una sociedad. Para ello sitúa a la protagonista en una tradicional familia musulmana en Copenhague, donde hay mayoría católica, produciéndose un fuerte contraste entre las diferentes culturas. Por si esto no fuera poco, las estrictas costumbres de su familia hacen que el entorno de su vida opriman todavía más a Aicha, que sueña con ser diferente, con poder elegir por sí misma y que no lo hagan sus padres por ella. Aicha fracasa en todo, en el instituto, con su familia, con los chicos, etc, pero encuentra algo que se le da bien, el Kung Fu, y lo usa como vehículo para luchar contra los muros que la rodean. A mí se me hace muy difícil imaginar esta película sin el Kung Fu, no me la imagino con esta chica practicando fútbol o waterpolo, ya que las artes marciales están tan arraigadas en este filme como la historia dramática de su familia, incluso más diría yo. El filme me ha parecido una interesante historia de autosuperación por parte de una adolescente que encuentra en el Kung Fu la vía perfecta para desprenderse de los tabúes y obligaciones impuestos por su cultura, este conflicto de intereses se plasma de forma alegórica en diversas escenas de la película donde tiene que combatir consigo misma. Para terminar quiero alabar la buena interpretación de Semra Turan. La cinta se deja ver, entreteniendo en todo momento, y hace que pases un rato agradable de cine.