Secretos cantados

"Le heros de la famille" se vive, se disfruta gracias a su inmenso reparto lleno de historia y talento. Es otro film coral, eso sí (a lo mejor ya cansa estos esquemas) que, en todo caso, tiene más peso en el personaje de Gérard Lanvin. Escrita por Christopher Tompson, hijo de Daniele Thompson, y autor de otra obra coral para su madre en "Fauteuils d'orchestre", narra cómo tras la muerte de Gabriel/Gabrielle (artista travestido) , el dueño de un nightclub llamado "El loro azul" de Niza los herederos, toda una familia con conflictos por doquier, se plantea el futuro entre ellos, con el negocio y con sí mismos. Y por ahí están la Deneuve, la Béart, Miou-Miou, el gran Claude Brasseur, Pailhas, Lemercier... Qualité. Pero al márgen de este detalle hay que dejar bien claro que aunque haya puntos de comedia es un drama por todos lados con toques fantásticos. Realizada con correción, tal vez le falte pasión, constantemente dialogada (le cinema français est comme ça) es agradable en el tono aunque no será ningún punto de inflexión ni tan siquiera en el cine galo. Pero merece un vistazo melancólico ahora en septiembre.

El punto de partida es la muerte de Gabriel (Claude Brasseur), dueño de un histórico, añejo y decadente cabaret. A través de su sorpresiva herencia, pretende reunir a su famila, e incluso, influir en sus vidas con decisiones y legados aparentemente irracionales. Esto, bien podía ser el punto de partida de la soberbia "A dos metros bajo tierra", sólo hay que cambiar cabaret por funeraria. Incluso yendo un poco más allá, el director se atreve a mostrar como algún que otro personaje mantiene más de un diálogo con el fantasma de Gabriel, de forma calcada a como sucede en la magistral serie ideada por Ball.

Pero ahí acaban las similitudes del invento. Que el talento es algo que se reparte con cuentagotas. Por supuesto, siempre he sentido un gran respeto por la gente que trabaja con entusiasmo, honestidad y pasión. Se nota que a Klifa le sobra de todo esto. Lo que no le sobra es lo otro, es decir, el talento. No voy a ser yo el que discuta las buenas intenciones de esta obra; que, sin embargo, peca de demasiadas cosas. Por ejemplo, de previsible. Ni su desarrollo, ni su puesta en escena, ni sus personajes, nos deparan nada novedoso o sorprendente. Por no sorprender, ni tan siquiera lo hacen los supuestos golpes de efectos. Y también peca de blanda. A pesar de esforzarse, al principio, por mostrarnos los defectos de esta peculiar familia, la cosa acaba siendo tan edulcorada, que echa por tierra esos timoratos intentos iniciales. Unos retratos que no dejan de ser un estereotipo detrás de otro.

Una película más de secretos familiares, recuperación de lazos, descubrimientos afectivos, reencuentros con uno mismo y con los demás... aunque olvídense de encontrar algo especial que la haga destacar por encima de la media.

El cine francés siempre se ha caracterizado por una mayor profundidad en sus historias, donde lo más importante son los personajes (alejados del “glamour” de Hollywood) y de lo que les rodea, más que un grandilocuente despliegue de medios. Es decir contar historias al servicio de unos personajes sólidos.

El film, dirigido por Thierry Klifa, nos situa en un local de variadades, algo chapado a la antigua, llamado “El loro azul”, alrededor del cual circulan una serie de personajes vinculados a él y al recientemente fallecido dueño, Gabrielle. Cada uno de sus personajes tiene una historia relacionada bien con Gabrielle, bien con el local, las cuales van aflorando a medida que avanza el metraje. A pesar que el director introduce un par de personajes jóvenes, la mirada del film es claramente melancólica, de una época que ya ha pasado y de cómo se aferran a sus recuerdos sus personajes.

Las bazas del film, además de la mencionada mirada hacia atrás, son sobre todo la excelente dirección de actores, encabezados por una espléndida Catherine Deneuve, y muy bien secundada por Emmanuelle Beart, Miou Miou, Gerard Lanvin, Michael Cohen, y Geraldine Pailhas, actores éstos últimos poco conocidos en nuestros lares pero que saben acercarse al espectador y transmitir sus sentimientos a base de intensas miradas que nos acercan a sus vidas. No es la película del año precisamente pero por lo menos consigue entretenernos sin necesidad de ponerse excesivamente trascendental.

Es una interesante película que recoge un montón de características del mundo artístico francés. Le cabaret, le vodevil, la comedie francaise, Catherine Deneuve, Miou-Miou, los desnudos. Es una de esas historias que contada sobre un escenario permite la interpretación, la canción, el baile, la magia, el desnudo, etc. y el espectador se lo pasa bién. Y la película no es más pretenciosa, cosa de la que los franceses saben mucho. La película solo pretende divertir mientras se han divertido haciendola. Yo creo que lo logran si conoces lo que los franceses fueron en los 50.

Una familia muy rara pierde a uno de sus raros miembros, y los más jóvenes se quedan con el negocio y no saben qué hacer con él. Es bastante rollo, una comedia muy sosa, y para ser un drama le falta las situaciones tensas, así que nada, ni os molestéis en verla.