Madeinusa

Nominada como Mejor Película de Drama en el Festival de Sundance.

Historia de una niña llamada Madeinusa (Magaly Solier) que vive en un pueblo andino del Perú. Tienen la tradición de que, a partir de las 3 de la tarde del Viernes Santo, pueden hacer lo que quieran sin remordimiento alguno, hasta las 6 de la mañana del domingo santo, debido a que creen que sólo en este lapso del tiempo Dios estará muerto, y por lo tanto no los puede ver, y que por ello no hay pecados.

Película con un guión gratamente original, donde muestra los bellos paisajes de la serranía del país. Visualiza de manera abstracta las pintorescas y religiosas festividades que existen en los pueblos alejados del Perú. Se recalca que es una película de ficción, y por lo tanto no debe existir ningún tipo de rechazo o censura a este film, por lo mismo que su historia es abstracta y surrealista. Lo que si es una gran verdad, es el deseo de todo provinciano de llegar a la capital, desgraciadamente por la nula descentralización que existe en el Perú.

Como dato curioso, el elenco protagonista es totalmente amateur en el cine, hasta el punto que a Magaly Solier (Madeinusa) la conocieron vendiendo choclo en la puerta de una iglesia de la sierra, y Ubaldo Huamán es un cómico ambulante, más conocido como "el cholo cirilo". Además, Magaly Solier nunca había visto una pantalla de cine, y cuando la vio por primera vez dijo: Nunca pensé ver una televisión tan grande. Increible pero cierto. Esto no se me ocurre, lo comentó la propia productora en una de las presentaciones de la película en Lima.

Aún desconociendo si los hechos que se narran en la película tienen alguna base de realidad, los distintos elementos que se mezclan en la misma me han causado una impresión muy favorable. Madeinusa nos ofrece un peculiar retrato de las tradiciones, religiosas, y no tanto, que se producen en una aldea remota de la cordillera andina cuando llega el Tiempo santo. A pesar de que el ritmo es muy pausado, tanto que efectivamente a veces nos da la sensación de estar ante un documental, el interés no decae en ningún momento, ya que se intuye durante todo el metraje que la aparente calma va a estallar por donde menos se espera. Los protagonistas, habitantes de Mayayaycuna, se dejan llevar por sus instintos y sus creencias, sin cuestionar en ningún momento lo que llevan haciendo durante toda su vida, sin saber ni siquiera el significado de sus extraños nombres. Así, entre la miseria y la opresión en la que se hallan sumidos, de la que no se escatima ningún detalle al espectador, son capaces de olvidarse de todo y disfrutar de los placeres a su manera cuando llega el momento. De esta forma se nos ofrece un peculiar mosaico de personajes, de cuyas vidas difícilmente podríamos tener conocimiento de no ser por lo que la película nos muestra, y con los que apenas llegamos a identificarnos, sin que por ello nos resulten increíbles, ya que incluso los más excéntricos son presentados con la mayor naturalidad.
La escasez de diálogos se compensa con miradas muy inquietantes, canciones ancestrales, y gran cantidad de imágenes que intentan mostrar la vida cotidiana del pueblo con una profusión de detalles tanto en la decoración como en el vestuario que dan lugar a auténticas estampas locales de inmensa vistosidad. Destacaría especialmente la figura del relojero de la plaza del pueblo, simplemente desconcertante, y recomendaría la película a cualquier espectador interesado en disfrutar, con mucha calma, y sin prejuicios, una propuesta verdaderamente sorprendente.

Claudia Llosa propone en su debut, partiendo de un guión sumamente curioso y acogiéndose a las tradiciones tan arraigadas de cada pueblo y cada lugar (aunque aquí esas tradiciones sean fruto de la imaginación de la realizadora), una auténtica confrontación cultural que, no sólo emplea la relación de la protagonista con ese desconocido que llega al pueblo, provinente de la gran cuidad, sino además decide implicar a ese segundo personaje en discordia, para definir lo que vendría a ser un auténtico choque donde las barreras entre las costumbres de unos y otros divergen, y se termina llegando a un punto en ocasiones incómodo para ese extraño visitante.

En "Madeinusa" apreciamos pues, amén del interés de Llosa por lanzar apreciaciones y reflexiones entorno al ya mentado tema, un tan curioso como notable reflejo sobre el sentimiento que corroe el cuerpo de la protagonista, reticente a seguir formando parte de esas tradiciones, ritos y cultura, en pro de una huída hacía lo totalmente desconocido, para recomponer un pedazo de existencia que ha girado entorno a la sumisión y las exigencias de unas reglas que parecen no sólo formar parte de esos lugares superpoblados y también se desarrollan en los lugares más escondidos.

Por desgracia, y pese a todas las virtudes mentadas, la cinta peruana se pierde en múltiples momentos, como en ese periplo de la relación entre Madeinusa y su hermana que, si bien puede llegarse a comprender sin problemas, no mantiene una regularidad constante como para que la sigamos atentamente y nos lleguemos a empapar de todas las vicisitudes que contiene y que la habrían hecho mucho más vivaz e intensa de poseer un algo más de estabilidad.

La conclusión encaja perfectamente con todo lo que se había introducido en la propuesta hasta ese momento, y es así como el estreno de Llosa, acompañada por la presencia de una Magaly Solier bastante atinada, y un elenco de secundarios que cumplen sin excesos ni graves carencias, nos transporta al universo que la cineasta ha querido construir y, mejor todavía, reflejando lo que ha querido reflejar con un pulso de lo más idoneo y unas características que hacen de éste, un cine a seguir.

Esta película ha causado gran polémica en Perú, la más grande que yo recuerde en mucho tiempo; personalmente creo que hay que tomarla como lo que es: un cuento plagado de escenas surrealistas, algunas de una belleza estética preciosista, con bastantes tintes de realidad; un cuento engañoso en el sentido de que si bien la naturaleza de la celebración a la que alude es inexistente, no es así, la correcta descripción de caracteres, costumbres y matices pequeños, variopintos y significativos que toma tanto del folklore como de vivencias cotidianas en un compendio, por ratos, bello, por ratos cruel y por ratos onírico y sórdido; el cine no es un tratado sociológico por obligación, no se le puede achacar una supuesta postura social a la directora, quizá ella se ha atrevido a mostrarnos personajes más profundos y complejos que muchas de las miradas paternalistas, hipócritas y superficiales que se hacen del ande (los supuestos vicios morales no son particularidad de ningún lado y no representan de por sí censura en ninguna muestra fílmica); quizá lo peor no sea que muchos extranjeros crean que la "celebración de los días santos", es realmente cierta (su desconocimiento es entendible), sino que muchos peruanos tambien lo crean, lo cual retrata fielmente las terribles brechas sociales y culturales en un país multiracial y multicultural que nunca ha llegado a reconciliarse totalmente.

La película se sitúa en el Perú pero igual podría ser una historia de cualquiera de nuestros países con fuerte ancestro indo-americano. El aislamiento, las costumbres culturales que prevalecen a pesar de la influencia hispana y de la religión hacen posible un guión que visto en otro contexto parecería inverosímil. Logra meternos en ese pequeño pueblo a "celebrar" la semana santa con sus pobladores y con un par de turistas despistados que terminan pasando el susto de sus vidas.
Interesante y bien lograda película con una actuación impecable de su protagonista