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La isla de las almas perdidas

Terror. Ciencia ficción. Fantástico. Aventuras En una isla remota, el doctor Moreau (Charles Laughton), un científico un tanto desequilibrado, lleva a cabo extraños experimentos con animales. Su objetivo es transformarlos en seres humanos. Adaptación libre de la novela "La isla del doctor Moreau", escrita por H.G. Wells. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
7 de marzo de 2010
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en una de las múltiples obras maestras del célebre escritor británico Herbert George Wells ("La isla del doctor Moreau"), el filme supone un más que reivindicable ejercicio de aventuras y terror que, pese a los años pasados, sigue manteniendo intacta su esencia y su más que evidente poder de evocación y atracción.

La historia se centra en la enigmática figura del doctor Moreau, un científico apartado del mundo que se dedica a realizar toda suerte de depravaciones y viles experimentos en una isla en medio del Océano. Ante la llegada de un naufrago a sus territorios, Moreau verá la posibilidad de llevar un paso más allá sus investigaciones con animales utilizando para ello al recién llegado...

El guión me parece netamente superior a lo que suele ser habitual en este tipo de filmes de aventuras. Los personajes secundarios poseen sorprendentemente las suficientes aristas y matices como para alejarlos de los típicos y manidos estereotipos. Es más, no hay más que ver al personaje del borrachín capitán Davies (Stanley Fields), que apenas saliendo en un par de escenas logra dejar huella. Y del mismo modo cabría reseñar al capitán Donahue (¿soy yo o Paul Hurst se da un aire de lo más curioso a Quentin Tarantino?).

Al margen de la completa construcción de determinados personajes, el guión también destaca por el gran ritmo narrativo que logra imprimir a la historia. La escasa duración del filme ayuda a la labor, pero no por ello deja de ser menos cierto que la película funciona como un auténtico reloj suizo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
seagal4ever
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5 de julio de 2009
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera de las 3 adaptaciones (además del episodio de Halloween de Los Simpsons) a la pantalla grande de el clásico de ciencia ficción escrito por H.G.Wells en 1896, “La isla del Dr. Moreau” y una de las escasas películas de terror de la Paramount en una época en la que estas eran coto exclusivo de la Universal.
Edward Parker (Richard Arlen), un naufrago es recogido por un mercante cargado de animales (no sé si será por lo ajado de la fotografía, pero los animales lucen fieros de cojones) cuyo destino es una siniestra y apestosa isla en medio de los mares del sur (palabras del dipsómano capitán del carguero) que tan siquiera figura en los mapas, regida por un tal Dr. Moreau. Tras descargar a los animales en alta mar y debido a desavenencias con el capitán, este se deshace del naufrago arrojándole a la cubierta del barco de Moreau con la evidente contrariedad de este que contaba con reunirse con su novia en el puerto al que se dirigía el carguero y que ahora se ve huésped a la fuerza del doctor Moreau (Charles Laughton) el cual resulta ser un mad doctor (junto con Victor Frankenstein, referencia del gremio) que lleva a cabo siniestros experimentos en los que convierte a animales en híbridos humanoides (también hace sus pinitos con plantas, destacando entre estos un fallido proyecto de espárragos gigantes) y que aprovechando la visita del naufrago decide utilizarle como reclamo para una pantera a la cual ha convertido en una hermosa mujer (Kathleen Burke).
A partir de aquí tenemos una muy buena y entretenida película de terror en la que Charles Laughton luce realmente inquietante y siniestro dentro de su impoluto traje blanco, dirigida con eficacia por el curtido en innumerables films mudos, Erle C. Kenton, con un maquillaje realmente brillante para la época (no he sido capaz de afirmar con rotundidad bajo que mascaras se encontraban Alan Ladd y Randolph Scott, ambos aunque no acreditados, en sendos papeles de criaturas), un desarrollo de la trama en la que el terror va in crescendo hasta desembocar en un magnifico y terrorífico final y en la que podemos ver a Bela Lugosi en un pequeño papel (recuerda al hombre lobo) como Sawyer “la ley”.
Como curiosidad estuvo prohibida en Inglaterra hasta bien entrada la década de los 50 (lo cual dice mucho de la pérfida Albión).
Absolutamente recomendable.
tiznao
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29 de junio de 2009
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
No falla. En todas las pelis antiguas localizadas en ambientes tropicales todos los tipos van vestidos con un traje blanco. A mí me mola. Hoy en día irían con bermudas y camiseta arremangá enseñando tatuaje. Igual la evolución consiste en ser más horteras, no sé.

La historia de H.G. Wells y del científico loco con sus experimentos evolutivos es suficientemente conocida. En posteriores versiones interpretaron al Dr. Moreau nsignes actores como Burt Lancaster y Marlon Brando. Pero es que en ésta los es el no va más: Charles Laughton. Lo cual hace subir el nivel a esta correcta producción hecha con cuatro duros.
Gilbert
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19 de enero de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si usted es, como yo, uno de esos que gusta de ver bichos raros, degradantes y grotescos, seguramente encontrará en Island of Lost Souls una película, por lo menos, entretenida. Este largometraje de Erle C. Kenton, director conocido especialmente por las películas de terror de los años cuarenta que realizó para la Universal, es la primera adaptación cinematográfica de la novela de H. G. Wells The Island of Dr. Mureau (1896). Se cuenta que a Wells la adaptación no le gustó ni poquito porque, según él, y con toda razón, en ella se cede demasiado al efectismo del terror, dejando olvidada la profundidad psicológica que, a fin de cuentas, se supone era lo que interesaba al escritor británico. A mí tampoco me gustó mucho esta película, pero no por su calidad como adaptación, a fin de cuentas jamás he leído la novela de Wells, sino porque, en general, su calidad cinematográfica no es precisamente memorable. Hay, no obstante, que conceder que en ella hay una que otra cosa de interés. Interesa, por ejemplo la atractiva interpretación de tintes amanerados que Charles Laughton hace del Dr. Mureau (contaba el actor que se inspiró en su dentista; cosa que supongo le dará bastante miedo si se imagina usted, como yo lo hice, indefenso, con la boca abierta en una silla de odontología).
Laughton hace en esta película un trabajo verdaderamente bello (cosa que no logra ningún otro miembro del reparto, incluyendo incluso a Bela Lugosi). Interpreta a un científico loco y genial que se ha exiliado en una pequeña isla perdida de la mano de Dios, en la que investiga con experimentos genéticos con el objetivo de acelerar el proceso de evolución de las especies, pasándose por el forro, por supuesto, toda ética y conducta regular, para dar vida a feísimas criaturas humanoides a partir de animales. No juzgue usted muy severamente al Dr. Mureau por ser un total cabrón con sus criaturas, que si uno mismo creara tan repugnantes bichos, seguro les daría la espalda y saldría corriendo como lo hizo el papá de los científicos de dudosa bio-ética, el querido Dr. Frankenstein (y no, esto no aplica a dar a luz a un ser humano feo; la procreación no es un acto creativo, así que no es lo mismo. Si su hijo sale horrible, de ser posible, no lo abandone).
También se pueden apreciar, aquí y allá, algunos momentos de belleza audiovisual, como aquel en que Leta (Katheleen Burke, una actriz espantosa), la Mujer Pantera, habla junto a una charca con Edward Parker (Richard Arlen, otro actor espantoso), el pobre diablo que llega por accidente a la isla y decide arruinarlo todo creyéndose un jodido héroe de cuento de hadas, cuando en realidad es más bien un patán con la libido subida por estar tanto tiempo en altamar, y los vemos en el reflejo distorsionado del agua que ha revuelto ella al lanzar un libro de ciencia por considerarlo peligrosa herramienta que lo ayudará a escapar de la isla y abandonarla sin su merecido revolcón.
Sí, efectivamente Mureau crea en su isla a una mujer enrazada con una pantera, y lo hace como un paso en el camino hacia la consecución de una criatura que pueda sentir deseo sexual, despertarlo y llegar a aparearse y engendrar descendencia. Leta consigue sentir el deseo y despertarlo en Edward (no llega más lejos: aunque esta sea una película previa al Código Hays, tampoco espere usted que sea tan atrevida como para mostrar algo más que un besito entre un hombre y un engendro de mujer y felino), pero no sé si en el espectador, como debería haber sido; a mí, desde luego, su pinta de furcia de pueblito de tierra caliente me da más repelús que otra cosa.
Por otro lado, aunque en Island of Lost Souls se presenta el asunto del hombre jugando a ser dios a través de la ciencia, tema siempre divertido que en la caracterización de Laughton resulta para un espectador como quien escribe algo natural y muy comprensible (no pasó así cuando en 1996 Marlon Brando, en uno de esos papeles tardíos que hacía sin ninguna gana, interpretó al Dr. Mureau en la pésima The Island of Dr. Moreau de John Frankenheimer), este se aborda de manera marginal y sin mayor profundidad, simplemente presentando a Mureau como un déspota mesiánico que dicta mandamientos de control, por otro lado muy sensatos, a sus pequeños monstruos (no comer carne, no andar en cuatro patas y no derramar sangre), así que la pregunta que el Dr. hace en algún momento a Parker, “Do you know what it means to feel like God?”, aunque muy interesante, se pierde en una jungla de efectismo y una montaña de maquillaje con mucho pelo que quizá impresionó y asustó en su momento, pero que hoy no deja de parecer ridículo.
Los censores británicos la consideraron incorrecta, ya que en el primer corte se dice había una escena de una vivisección que atentaba contra la prohibición de mostrar maltrato animal en películas; más adelante le volvieron a dar palo porque la consideraron contranatural. La mujer de Laughton, Elsa Lanchester, diría al respecto que también lo era Mickey Mouse, pero aun así solo pudo ser presentada allí en el 58, veintiséis años después de su estreno en Estados Unidos. Como sea, creo que no se perdieron de mucho los británicos durante esos años, pero, como ya lo decía, quizá sea usted un rarito como yo y le saque gusto.
Andrés Vélez Cuervo
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13 de agosto de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenebrosa y salvaje. La adaptación libre de La isla del Doctor Moureau que dirige Kenton tiene todos los sellos de identidad del género. Logra transmitir miedo y desamparo.

El ritmo se mantiene a buen pulso hasta su frenético desenlace. Un clímax estremecedor que aumenta de manera exponencial.

El carisma de Charles Laughton se apodera de la función y dirige con su presencia el interés de gran parte del producto.

Una cinta que bebe del expresionismo alemán que se desarrolla en mitad de ningún sitio y donde no hay lugar para romanticismos alterados del ADN. Opresiva y claustrofóbica.

Una delicia para amantes del cine clásico y de terror.
La puerta de Tannhäuser
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