La luna en directo (The Dish)

La Historia de la Humanidad -la Historia con mayúscula- la escriben los Faraones. O Julio César, o Napoleón, depende. Lo recordaba, con notable eficacia didáctica, Brecht en su poema a los constructores de civilizaciones. Sólo que -como reivindican los defensores de la microhistoria, las personas “de a pie” que defienden la aportación de sus semejantes al avance de las sociedades- la aventura humana es infinitamente más rica y compleja que la reducción a la que nos tienen acostumbrados sus relatores. Faraones, sí, ordenando levantar pirámides; pero, ¿quien daba el agua a los camellos que arrastraron las moles de piedra?.
Esta es, entre otras, una de las sugerencias de esta magnífica, deliciosa producción australiana, dirigida en 2.000 por Rob Sitch con el título original de “The Dish”. “La Luna en directo” -narración de un aspecto desconocido de la llegada del hombre a la superficie lunar, en julio de 1969, a bordo del Apolo XI- conecta, en este sentido, con la tradición del teatro clásico español, en el que una subtrama de personajes secundarios ofrece el contrapunto a las andanzas de las “primeras figuras”, mostrándolas desde una perspectiva más inmediata al espectador, a menudo más matizada y “radicalmente humana”.
Así, el film nos describe el papel que determinadas circunstancias iban a reservar a una minúscula población australiana, Parks, en la difusión de aquel logro tecnológico y sociopolítico de magnitud global a cientos de millones de boquiabiertos espectadores. De paso, y con la aparente sencillez que caracteriza buena parte del mejor cine de nuestras antípodas, nos habla de las limitaciones, sueños, deseos, voluntad de superación y ambiciones de sus lugareños, a quienes se encargaba una misión que, conforme a todas las apariencias, parecía venirles extremadamente grande.
El enorme acierto de Sitch consiste en haber sabido acercarse con todo el humor, y el amor, del mundo a esos personajes agobiados por una responsabilidad entreverada con un mal disimulado orgullo localista. Como resultado, una de las más divertidas y entrañables comedias de los últimos años, subrayada por la acertadísima actuación de sus intérpretes, impagables en sus matices. Toda una fiesta.

La llegada del hombre a la Luna fue todo un acontecimiento para la Historia de la Humanidad. Especialmente para los habitantes del pueblo de Parkes (Australia) que también son humanos. Y reciben a sus amigos americanos de la Nasa para que supervisen un potente radiotelescópio que guie la misión Apolo, mediante onas, desde ese privilegiado lugar remoto del Hemisferio Sur de la Tierra. El berlangiano trato y carácter de tan chauvinistas habitantes de Parkes no alterará los trabajos de Clive (Sam Neill) y su equipo de científicos que serán partícipes de la hospitalidad de los vecinos del pueblo, convencidos que el himno americano es el de la série de TV "Hawai 5-0". Simpática comedia nostálgica que pone en evidencia ese hecho real de una pequeña comunidad capaz de emocionarse incluso antes que Neil Armstrong realizara su histórica gesta.

Con el personaje del segurata te reirás a carcajadas, los demás mantienen un buen nivel; es una película amable que se agradece que muestre un punto de vista diferente a lo habitual mostrándonos a los protagonistas como personas corrientes que pueden cometer errores.

Pero la historia no acaba de enganchar, aparte del acontecimiento en sí, que por si solo ya tiene su intriga, las sub-tramas paralelas sólo acompañan de manera sutil y además el poso que deja no es tan punzante como demuestran los hechos. Una vez mostrados los personajes y las historias, se acaban las sorpresas.

Dr. Hackenbush

Moby Feat. Amaral - Escapar

Amable comedia que narra las vicisitudes de los lugareños de un pueblito, en el que está la antena que transmitirá para todo el mundo la llegada del hombre a la Luna.
Buena ambientación, actuaciones muy correctas y una magnífica fotografía.
A destacar la particular versión del himno americano con la que agasajan al embajador de los states.

316/23(21/09/09) Inane comedia coral que sigue en todo momento los patrones de este género, siendo toda originalidad ajena al film, en la que el hilo conductor es una Superantena situada en Parkes (Australia), un entrañable pueblo, esta Megantena será la encargada de retransmitir en directo la llegada del hombre a la Luna a toda la Tierra. Es un relato amable y cariñoso con el que se quiere rendir un homenaje a estos personajes que en la sombra de la Luna superaron las dificultades para ofrecernos unas históricas imágenes, pero más allá de esto la cinta carece de pasión, resulta demasiado plana, la ves, te entretiene y antes de que acaben los títulos de crédito la has olvidado. No toma ningún riesgo, es una pequeña historia, que cuando acaba parece aún más pequeña, no tiene alma, no es que sea mala, es que es más simple que el mecanismo de un martillo. Recomendable a los amantes de las comedias corales inocentes. Fuerza y honor!!!