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El embrujo de Shanghai

Drama El gobernador de la decadente y cosmopolita Shanghai notifica a Madre Gin Sling, dueña de un famoso casino, que el local será derribado para remodelar el distrito. La dama averigua que detrás de ese movimiento especulativo está el acaudalado Sir Guy Charteris. Con motivo de la celebracion del Año Nuevo Chino Sir Guy y otros invitados se sientan a la mesa de Madre Gin Sling. Allí, el oscuro pasado del especulador se pondrá al descubierto. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2009
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los intentos de las productoras por sacar adelante un guión basado en la obra de John Colton fueron frenados por los estamentos encargados de las victorianas moralidades. Hasta 30 andanadas resistió la MPAA (Motion Picture Association of America). Paramount en el 26, Universal y United Artist en el 29, Columbia en el 30 y sucesivamente, lo intentaron, pero el éxito de Broadway era muy provocador y Mother Goddam (puñetera) no sonaba demasiado bien y además las referencias a drogadicciones y ninfomanías eran impresentables. A Mother Goddam se la intentó llamar Mother Satan pero ni por esas. Y en eso llega el Código “Todas somos puritanas, hermanas” Hays y todos se retiran con el rabo entre las piernas hasta que en el 41 el productor Arnold Pressburger consigue, aligerando el guión de connotaciones antijaponesas y de otras baratijas, que se dé luz verde al proyecto. La historia quedó hecha unos zorros y donde dije prostíbulo, opiáceos y sexo, digo casino y sobreentendidos. Y aquí no pasa nada. Bueno, lo único que pasa es que los espectadores quedamos descolocados, que una Madre Gin Slin ¿Porqué no, Carajillo Slin? encaja más como "madame" que como empresaria del juego. Topamos con la iglesia. Pero aún así el film tiene y ofrece mucho.

¿Dónde está el embrujo? Sin la diva oficial, evidentemente Marlene Dietrich, uno puede suponer que Gene Tierney, bella entre las bellas, está en la pool position para hacerse con el título de embrujadora oficial del reino. Pues no. La Tierney tiene belleza pero no embrujo. El embrujo es Shanghai, la ciudad de los pecadores impenitentes, del untamiento y la corrupción, de las máscaras sobre el rostro y sobre el alma.

Y es que Josef von Sternberg recupera aquel "exoticismo" de sus inicios. Lo une a la sensualidad intuida y al sexo sugerente. Es una Shanghai sórdida de vicios públicos y escasas virtudes. El juego, la bebida, la codicia, la pasión, los celos y el desdén se dan cita en ese casino donde las ganancias se elevan en el aire en cestillos protectores y donde un croupier debe pelearse para imponer sus "rien ne va plus". Y en ese exoticismo destacar tanto a Victor Mature, Omar, "doctor en nada, lo cual no hace daño, a diferencia de otros doctores", y Ona Munson como a Mother Gin Slin. Respecto a Mature, autodefinido poeta de Shanghai y Gomorra, ofrece una de las actuaciones más creíbles y perfectas que le recuerdo como actor. Ona Munson, caucasiana haciendo de china, como solían mandar los cánones, lleva el peso del film y debajo de unas capas de maquillaje oriental esconde a una excelente actriz a revisar.

Las críticas no fueron favorables. El New York Times la calificó de pretenciosa, opaca, con malas interpretaciones de los actores principales e incluso tildaba el final de risible. Eso dejo algo tocado a Von Sternberg quien dijo que si filmó la película fue para introducir a su amigo Pressburger en una tierra extraña. Sin embargo, el tiempo ha encumbrado a la película a un rango de excelencia.
FATHER CAPRIO
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7 de agosto de 2009
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable film de Joseph von Sternberg (1894-1969), por el que retorna a su estilo más personal. El guión, del propio Sternberg, está escrito con la colaboración de Jules Furthman, Geza Herczeg y Karl Volldoeller (no acreditado). Adapta la pieza teatral de cuatro actos “The Shanghai Gesture” (1926), de John Colon. Se rueda en el barrio chino de L.A. y en los platós de Hal Roah Studios (Culver City, CA). Es nominado a 2 Oscar (dirección artística y banda sonora). Producido por Arnold Pressburger para UA, se estrena el 25-XII-1941 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en Shanghai a lo largo de varios días, que culminan con la celebración del Año Nuevo Chino, la fiesta popular más importante del país. Se sitúa en los primeros meses (entre el 21 de enero y el 21 de febrero) de 1941. El Casino de Madre Gin Swing (Munson) va a ser demolido en el marco de la reconstrucción y modernización del barrio en el que se ubica. Tras sus investigaciones Gin Swing averigua que la operación inmobiliaria proyectada la promueve el magnate Guy Charteris (Huston), del que se quiere vengar poniendo al descubierto los trapos sucios de su oscuro pasado. Con este propósito organiza una cena de Año Nuevo, a la que invita al gobernador Van Elst (Basseman), Charteris, Poppy (Tierney), su cínico colaborador Dr. Omar (Mature) y otros personajes. “La dama dragón” Gin Sling es china, natural de Manchuria. Siendo niña fue vendida por sus padres y explotada como prostituta. Progresó y ahora es la propietaria de un próspero negocio. Es codiciosa, despiadada y vengativa. Poppy es joven, de extraordinaria belleza, influenciable y frágil. Guy vive inmerso en los negocios. Deja a la hija un amplio margen de libertad por confianza en ella o más bien por descuido y desatención.

El film suma drama y cine negro. Sternberg envuelve la acción en un ambiente onírico y surrealista, dominado por el misterio y la presencia agobiante e inquietante del mal. Entre finales de 1939 y principios de 1940 la ciudad, la más populosa de China, se ha convertido en refugio de especuladores, contrabandistas, chantajistas, oportunistas y estafadores de muchos países y de muy diversas culturas. Han convertido a la ciudad en un centro en el que impera la codicia, la perversión y la corrupción. La honestidad y la ética han sido desterradas del lugar. Sometida a las tensiones derivadas de la ocupación de Mongolia y Manchuria por las tropas japonesas, combina prosperidad y corrupción, belleza y perversión. La prosperidad viene simbolizada por los cuantiosos beneficios del Casino, que la caja envía cada cierto tiempo a la dirección por medio de una canasta que se eleva mediante un cordel o cadena. La belleza se encarna en la figura de Gene Tierney, de 21 años, de perturbador atractivo. La corrupción se visualiza a través de sobornos a los agentes de la autoridad, personajes sobornados al servicio de Gin Sling y la inducción de los jóvenes al alcoholismo y la adicción al juego.

(Sigue sin “spoilers”)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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15 de diciembre de 2009
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una extasiante y arrebatadora obra maestra, fruto del talento sin igual e intransferible de von Sternberg, una película coetánea por ejemplo al "Ciudadano Kane" wellesiano y a la que, para mí, supera en creatividad y altura artística. "El embrujo de Shanghai" parece el resultado de un estado de gracia tal es su perfección, acabado y riqueza de matices, que hacen sencilla una complejísima historia de autodestrucciones, corrupción, secretos y pasiones íntimas de gran sofisticación, dónde la mezcolanza genérica entre el cine negro más personal, el melodrama, el exotismo y el erotismo alcanza cotas sublimes de belleza y magia. Película magnética, irradiadora de un aura de cine indeleble, con mayúsculas, dónde von Sternberg demuestra un formidable dominio de los espacios interiores, con una exquisita creación de un mundo y atmósfera propias, dónde aparece una inventiva sofisticada en la plasmación de imágenes, con una portentosa capacidad penetradora de la mirada del cineasta austríaco para perforar la tortuosa alma de sus personajes, su maravilloso dibujo de los personajes femeninos, la belleza y exquisitez de los decorados, el vestuario, la gran dirección artística, la magnífica sensualidad, belleza y fatalidad que manan de todo el film.
Una película antológica, con inolvidables caracterizaciones, sobre todo de la inolvidable Gene Tierney y una apabullante Ona Munson. Una joya irrempazable.
kafka
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26 de febrero de 2012
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradable y distraída me ha parecido El Embrujo de Shanghai de Josef Von Sternberg aunque muy irregular y desequilibrada en su parte final. Este director de origen alemán logra crear una gran atmósfera opresiva con la avaricia y la obsesión por el juego como telón de fondo.

La primera parte con esas partidas en el Casino está muy bien rodada con continuos movimientos de cámara picados donde se subraya la grandiosidad de los decorados ambientados en Shanghai. Es en la forma y en la dirección artística o en el vestuario donde brilla el talento de este director pero no tanto en su capacidad narrativa o en unos diálogos que suenan ingenuos y simplones. La tendencia al exceso y a lo teatral queda patente en un autor procedente de la etapa del cine mudo. La última parte de la película pierde bastante interés con una trama casi folletinesca que no pega con el resto y se nota que ha sido también un título mutilado por la censura o su productora.

La selección de actores resulta un tanto desafortunada con un Victor Mature inexpresivo y cara de piedra que no aporta nada a su personaje y una Gene Tierney más guapa que nunca pero con serias limitaciones como actriz dramática con una voz lamentable cuando llora o gime. Sinceramente a Gene Tierney solo le ha sacado partido Otto Preminger con la fría y enigmática Laura que va más con su físico.

En líneas generales, prefiero otras películas de la década de los cuarenta donde el juego y las apuestas también estaban presentes como Johnny O'Clock de Robert Rossen o El Gran Pecador de Robert Siodmak, más creíbles y con una caracterización mejor de los personajes.
Antonio
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30 de junio de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Shangai, una de aquellas ciudades que, por su permisividad e independencia, se convierten en modernas torres de Babel y en nido de todas las liviandades humanas, se encuentra localizado el lujoso casino Mother Gin Sling, nombre con el que se hace llamar su dueña, una exótica mujer con aspecto de hidra, que se debate entre ser dura para poder regentar el negocio, pero sin poder evitar ser blanda y generosa con aquellos que le mueven el corazón. Hasta allí llegará la bella y altiva, Victoria “Poppy Smith”, dispuesta a jugarse hasta el collar que lleva puesto, y también Dixie Pomeray, una frívola pero atractiva rubia, de aquellas que lucen mejor desaliñadas que luego de pasar por el salón de belleza.

Tras una visita del gobernador, y luego de conocer los planes que tiene el empresario Sir Guy Charteris con su negocio y alrededores, la Madre Gin Sling, quien sólo sigue sus propias leyes, planea una cena de año nuevo donde invita a las personas que, considera, merecen hacer parte de este “gesto de Shangai”.

No sé, a ciencia cierta, cuanto embrujo pueda haber en aquella ciudad colmada de ambiciones, desajustes, vicios y oportunismo, pero creo que lo que se propuso Josef von Sternberg, al adaptar muy libremente la obra teatral de John Colton -estrenada en Broadway en 1925-, es dejar sentado que hay muchos caminos que conducen al infierno, al tiempo que aflora el pasado de los protagonistas, en el cual se guarda una que otra sorpresa.

Con apenas algún bajón, cercana la primera hora, “EL EMBRUJO DE SHANGAI” resulta un filme bastante entretenido, donde un buen puñado de efectivas interpretaciones, sobresaliendo las femeninas (Gene Tierney, Ona Munson, Phyllis Brooks y Maria Ouspenskaya), genera un ambiente que entremezcla la sensualidad con el más demarcado exotismo.

Sternberg consigue aquí una suerte de film negro, donde vuelven a ocupar su lugar unos buenos diálogos, una cuidada fotografía efectivamente iluminada, y una ambientación rigurosa donde, el característico aire de aquella legendaria ciudad, queda plenamente recreado.

Como los dos últimos filmes de este renombrado director austríaco, tampoco “EL EMBRUJO DE SHANGAI” obtendría la suficiente acogida como para re-encumbrar su carrera… y entonces, se avendría un receso de nueve años, hasta que cae en las manos del imponente productor Howard Hughes, con el cual haría dos nuevos filmes que lamentaría el resto de su vida. Sólo la realización independiente de “La saga de Anatahan”, le devolvería la honra que tanto se merecía.

Título para Latinoamérica: “LA PECADORA DE SHANGAI”
Luis Guillermo Cardona
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