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Ida

Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
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Críticas 163
Críticas ordenadas por utilidad
23 de abril de 2014
257 de 349 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siguiente, por supuesto, no es una crítica, es sencillamente mi opinión. Coincido con todos en que la fotografía es excelente, los planos, el blanco y negro y todo lo que queráis desde el punto de vista artístico; lo digo de verdad. Respecto a lo del formato 4:3, no sé qué pensar (es como verla en un televisor de los de antes pero un poco más grande; pero bueno, es original, si es que de eso se trata). Ahora, como historia, igual que a un par de los que aquí han expuesto su parecer, se me ha hecho larga a pesar de su corta duración. No le he encontrado gracia, no me ha conmovido en ningún momento, no me he sentido identificado con los personajes. Y cuando los personajes me son ajenos, por muy buena interpretación de los actores, no hay nada que hacer. Algunas imágenes sobrias, melancólicas, bellas pueden gustar, pero demasiadas sin que la historia atrape pueden aburrir. Siento tener una opinión diferente a la de la mayoría de críticos y usuarios de esta formidable web, pero sobre todo a la de aquel señor amargado que acostumbra a ir al cine después del trabajo y que por fin ha vuelto a ver una buena película. Me alegro por él (y me gustaría que me la explicara a través de sus ojos para poder apreciarla yo también).
1984
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17 de noviembre de 2013
142 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Ida", el realizador de la torpe "La femme du vème" (2011) renace cual ave fénix para dar forma a una película que, en cierto modo, podría tildarse de prodigiosa. Abrazando el ratio 4:3 y con una fotografía en blanco y negro de una belleza superlativa, nos cuenta la historia de una monja que antes de aceptar sus votos tendrá que atar un cabo que queda suelto en su pasado familiar, encontrarse a sí misma y entender a qué se está enfrentando. Con el objetivo de conocer la verdad sobre sus padres, es enviada a casa de su tía, una jueza bastante liberal que la ayudará en la búsqueda. Dicho así suena a algo poco atractivo, pero lo cierto es que el mérito de Pawel Pawlikowski es que lo difícil parezca fácil, entregando una pieza de cámara de una estilización de otro planeta.

Como hacía Michael Haneke en "La cinta blanca" (2009), la elección del blanco y negro cobra todo sentido en el momento en el que la fotografía saca a relucir las virtudes de esta gama cromática. Así, su primer bloque dentro del convento es extraordinario, alcanzando imágenes de pura calidad pictórica: juegos de sombras o espacios que oprimen a los personajes en el encuadre, son comunes en un tramo que sirve de primera toma de contacto y que se mantiene con una calidad equiparable en el resto del metraje. La cosa es aún más meritoria si tenemos en cuenta algo: no hay movimientos de cámara en la película, a excepción de dos (un travelling lateral, y un seguimiento fronta). Así la planificación es clave para generar un dinamismo dentro del encuadre, y en este punto no se pueden poner pegas de ningún tipo. Otro de los méritos del film de Pawlikowski es saber equilibrar los resortes del cine de autor más árido, con planos generales de duración considerable, con otra serie de ritmos que se acercarían a lo 'convencional', por así decirlo. No renunciar nunca a la belleza ni a la personalidad pese a saber abrazar ambas vertientes es algo que merece, como poco, ser elogiado.

Independientmente de todo lo anterior tenemos un guión más que sólido, estructurado (no rigurosamente, pero sí con bloques temáticos) en tramos que permiten a los personajes respirar y encontrar su sitio ideal. Hay algo curioso, no obstante, y es que los dos personajes principales (la monja y su tía, interpretadas por la bellísima Agata Trzebuchowska y Agata Kulesza respectivamente) no evolucionan durante todo el metraje en el sentido tradicional: no cambian su personalidad, no se abren/cierran, no buscan comprender forzosamente otras formas de vida. Son fieles a sus roles y sin embargo podemos intuir un cambio en ciertos momentos sobre todo a razón de un acontecimiento clave. Así todo es cíclico: lo que empieza, acaba. El sacrificio consiste en entender aquello que se va a perder.

"Ida" es una película notable que merece recomendarse por sus logros formales, sobre todo, pero también por su inteligencia en el guión y la entrega de sus dos figuras principales. Un film valioso, necesario, que genera un interés instantáneo por cualquier cosa que vaya a realizar Pawel Pawlikowski de aquí en adelante.
Caith_Sith
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26 de noviembre de 2013
92 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
... de esta película que entre todos los estrenos de una semana.
En todo caso, más que en todo el resto de la Sección Oficial del Festival de Cine de Gijón, 2013.

Desde el punto de vista formal, un hipnótico (y bellísimo) blanco y negro; la recuperación de un formato insólito en estos tiempos, 3 X 4; un encuadre forzado, con foco bajo, con muchísimo aire por encima de los personajes, que permanecen "aplastados" por esa cantidad de espacio que los rodea por encima. Un ritmo lento sin apenas movimientos de cámara que configuran secuencias pictóricas (Vermeer, Millet); ritmo lento no retórico, sino coherente con una trama argumental que pide esa lentitud a gritos: recordemos que transcurre en la Polonia de 1960, ¿habrá un escenario y un ritmo que exija más un ritmo pausado...?
Y sin embargo, a pesar de estos aspectos formales casi disuasorios, una película apasionante. Una película necesaria, que no un ajuste de cuentas. Una adolescente que dará un paso en la vida, metáfora de lo que es hoy unas sociedades centroeuropeas desorientadas, con obvias dificultades para asumir el pasado, para conciliar los hechos ciertos que se van conociendo con la propaganda recibida desde el final de la 2ª G.M..
Cada fotograma de la película sobrecoge porque es magistral a la hora de trasladarnos a ese momento de la historia y a ese lugar de Europa.
Un mundo desolado, brutal, en el que Pawlikowski tuvo el acierto pleno de contarnos que, a pesar de todo, las gentes se empeñaban en amar y en buscar la luz: en este caso, la parte más luminosa viene de la música de John Coltrane...

Cine necesario a la hora de hacerlo; cine imprescindible a la hora de verlo...
Replicántropo
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6 de abril de 2014
71 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hipnótica y encomiable película polaca que deleita al espectador con algunas de las imágenes más sutiles e impactantes – en su equívoca sobriedad – que haya ofrecido el cine reciente. El director y guionista, Pawel Pawlikowski, nos ofrece una serena elegía sobre el dolor añejo (y, sin embargo, obstinadamente presente), sobre la imposibilidad del olvido (por mucho empeño y obcecación que se ponga), sobre la dificultad de vivir el presente sin el amparo y consejo del pasado (por mucho que tratemos de rehuirlo), sobre la sensualidad y calidez de la vida en cualquiera de sus inesperadas manifestaciones (por obtusos e insensibles que seamos o nos propongamos ser), sobre el refugio de la vocación cuando al fin hemos comprendido la sinrazón de la vida y nos entregamos a lo trascendente.

Más allá de lo narrativo están las sensaciones y emociones que esta cinta evoca en el espectador, perplejo testigo de un viaje iniciático (kilómetros de búsqueda para desentrañar una historia, una obsesión, un destino obstinadamente velado) que parece que iba a trastocar una vida apenas iniciada pero que más bien consolida una certeza y una bondad que no está al alcance de cualquiera. No hay censura, ni juicio, ni temor, ni alegato, ni panfleto, ni discurso en esta sabia obra introspectiva que desvela las múltiples y dolorosas capas de la realidad hasta dejarnos conmovidos y devastados por lo esencial: o nos salvamos nosotros mismos o no nos salvará nadie. Los demás son meros comparsas baladíes cuando tomamos las riendas de nuestra vida y nos dejamos invadir por una certeza inefable que ofrece respuestas a preguntas ni tan siquiera entrevistas, ni remotamente formuladas.

Su ritmo telúrico, aparentemente premioso, esconde un volcán de emoción y una infinita gama de matices a poco que uno entre en esta sugerente propuesta que va contracorriente y ofrece un hermoso canto a la vida más allá de lo convencional, de lo previsible o de lo comúnmente aceptado como ‘adecuado’ o ‘bueno’ o ‘deseable’. Es esta honda convicción y respeto por los sentimientos íntimos e insoslayables lo que confiere una grandeza inesperada a la cinta, que nos llega a emocionar pese a la aparente frialdad de unas imágenes casi estáticas y ascéticas, pero que permiten apreciar los pliegos del corazón y adivinar cada uno de sus latidos.

Poderosa cinta de impecable factura y perdurable memoria. Muy recomendable.
antonalva
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5 de abril de 2014
86 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un asunto interesante, una fotografía interesante, unos personajes interesantes, una interpretación interesante... Todo en esta película provoca atracción y rezuma originalidad. Se aleja de otras obras de tema parecido. Seduce su tono narrativo. Pero el resultado se carga de pesadez, de artificiosidad y, en algunos momentos, de excesiva vaguedad.

Decidir contar una historia de forma sobria, con un tono pretendidamente objetivo, con la intención de resaltar el carácter desgarrador de lo contado, es arriesgado porque te aproxima peligrosamente al precipicio de la realidad. A pesar de que tu material narrativo sea terrible y fascinante, la realidad siempre es demasiado árida y está repleta de momentos vacíos. El trabajo del guionista y también del director debería consistir en seleccionar qué partes de esa realidad contar, cómo ordenalas, qué realzar, qué matizar, qué ignorar... En mi opinión Pawlikowski ha metido en Ida demasiados tiempos muertos, demasiada morosidad, y se ha acercado en exceso a la pesadez de una eterna tarde de domingo invernal.
Sí, en Ida se descubren cosas horribles y también hermosas, y se muestran de manera descarnada y también elegante y suave. Pero hay un exceso de motas de polvo flotando en la neblina del silencio.

Sin duda es una película interesante, por muchos motivos, pero no una gran película. Pawlikowski ha dado al cine otra de esas "obras maestras" apta únicamente para aquellos espectadores que sólo toleran las "obras maestras".
davidk007
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