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Los silencios del palacio

Drama A sus 25 años la joven Alia está decidida a romper con todo: con su trabajo como cantante de bodas y con su pareja, Lotfi, un hombre con el que ha convivido diez años, pero que la obliga a deshacerse del hijo que espera. Encarada a una nueva situación regresará a la memoria de su infancia, al palacio donde se crió junto a su madre, una sirvienta, y a la evocación de un padre desconocido, que bien pudiera ser el príncipe dueño de dicho palacio... (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
13 de abril de 2007
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Donde está el sentimiento de Ophuls? ¿la sobriedad de Murnau? ¿la pasión de Fleming? ¿la naturalidad de Rossellini? ¿el sosiego y la destreza de Reed? ¿la inteligencia de Premminger? ¿el alma de Dreyer?

Está claro que no se le pueden pedir peras al olmo, pero tras descubrir gracias al casi siempre excelente Cinema off "Los silencios del pasado" y verme inmerso en un aire semi-clásico, de ritmo sosegado, puesta en escena soslayada e interesante y una historia que, como mínimo, parecía sugestiva, no pude evitar echar la vista atrás, y recordar esos relatos repletos de entusiasmo, pasión y sensibilidad, impacientes por introducir cada uno de sus fotogramas en la retina del espectador, de cautivarle, de seducirle y, ante todo, de sugerir.
Y precisamente es lo que le falta a este trabajo, un ápice de naturalidad a partir del cual disparar el sentir del respetable, introducirle en el alma del relato, en su regazo.
Lamentablemente, podría haber dado para más...
Grandine
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30 de junio de 2023
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Drama dirigido por Moufida Tlatli en 1994 que recibió el premio de la Cámara de Oro en Cannes.

Alia, una mujer en su veintena, recuerda su infancia reconstruyendo una narración sobre la explotación sexual de su madre, sirvienta en un palacio tunecino. Alia despierta de nuevo su duda sobre la identidad de su padre.

Sin duda me quedo con las actuaciones de todo el elenco, pero confieso que me ha resultado muy lenta. Y no es por tratarse de un film del Magreb, también me pasa con Víctor Erice, por citar un director español, que también retrata el drama costumbrista con ritmo contemplativo.

Por otra parte, el exceso (real sin duda) de drama, de desequilibrio en las relaciones, de machismo, de servidumbre... me ha superado un poco.
Alberto M Laguía
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26 de diciembre de 2023
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Alia, una cantante de bodas infelizmente casada, regresa a la mansión donde transcurrió su infancia junto a su madre, una de las sirvientas; allí le vienen los recuerdos y decide tomar una decisión sobre su futuro.

Película tunecina, parte de la eclosión de los “nuevos cines” en los 90, que trata de la existencia resignada y de sometimiento absoluto de las mujeres al servicio de las familias poderosas de la élite, a mediados del siglo XX, momento previo a la independencia del país. Prácticamente presas y en régimen de esclavitud, estas siervas que nunca en su vida han conocido el mundo exterior conforman una sociedad paralela dentro del “palacio”, un mundo propio percibido desde el recuerdo y desde los ojos de una niña como mágico, siendo los trabajos físicos y las rutinas, los rituales, fiestas, creencias ancestrales incluso, y en especial, la importancia de la música y del canto, medio de realización de anhelos personales, todo lo que se contrapone a la autoridad de la clase superior, más occidental, pero sólo en las apariencias, mientras se preservan unas lógicas arcaicas.

La pubertad es el descubrimiento cruel de lo que implica la feminidad, el rechazo del propio cuerpo, por ser este susceptible de ser poseído por otros. Pero la mirada adolescente, testimonio de un entorno tan bello como próximo a su extinción, detecta la humillación cotidiana y las contradicciones a su alrededor, el doble discurso moral de considerar a ciertas mujeres como sucias, indignas o de descendencia bastarda, mientras estas bajo cuerda satisfacen los deseos de unos hombres cuyo cuestionamiento es impensable. Los silencios, las normas no escritas pero que no deben transgredirse, rodean un misterio; el de una paternidad que es en el fondo un secreto a voces.

Homenaje a la madre y claro ajuste de cuentas personal, o búsqueda de unas raíces, de un origen en un instante de crisis y desorientación, la película enlaza la historia personal de la protagonista y quizá de la directora con la colectiva, la dominación femenina en paralelo a la dominación de un país por la potencia colonizadora; un instante de tensión política extrema, como se percibe desde la reclusión, con el tradicional Bey convertido en títere de unos cómplices que quieren preservar sus privilegios. Se aleja esto sin embargo de la mera exaltación patriótica... pues la emancipación, por su parte, tampoco es ningún camino de rosas, y conduce a una situación idéntica de dependencia, de maternidad como condena, metáfora de una nación que nace muerta, aunque también una posibilidad de tomar decisiones propias y librarse del yugo.

Adolece el film, creo yo, de una duración excesiva, se estanca y cae en trazos gruesos, como lo es ese villano de opereta, antes de finalizar de modo precipitado, resuelto con voz en off. Cae en ciertas verbalizaciones y se olvida en su último tercio de un recurso bien traído; el de unos flashbacks en los que se combinan fluidamente, casi a la manera proustiana, pasado y presente, como a la vuelta de la esquina uno del otro. El seco estilo visual empleado, sobrio y a ratos próximo al hieratismo, además concede peso y relieve a los objetos, en especial a espejos y ventanas que separan, a los entornos arquitectónicos, trazándose con sutileza estas lógicas divisivas.
Don Hantonio Manué
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