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Metrópolis

Ciencia ficción. Drama Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre ... [+]
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Críticas 215
Críticas ordenadas por utilidad
7 de septiembre de 2009
152 de 164 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sperproducción de Fritz Lang, para algunos su mejor obra de cine mudo. El guión, de F. Lang y Thea von Harbou, adapta la novela “Metropolis” (1926), de Thea von Harbou, inspirada en relatos de H. G. Wells, Julio Verne y Villiers de l’Isle-Adam. Se rueda en los estudios UFA (Berlin), durante 310 días y 60 noches, con un presupuesto de 7 M DM. Producida por Erich Pommer para UFA, se proyecta por primera vez en público el 10-I-1927 (Berlin, preestreno).

La acción dramática tiene lugar en 2026, en una gran ciudad futurista, gobernada por su creador y fundador, John “Joh” Fredersen (Abel). La ciudad está dividida en dos sectores: el subterráneo y el exterior. En el primero viven trabajadores manuales esclavizados, que hacen posible el funcionamiento de la ciudad exterior. En ésta habitan personas privilegiadas, acomodadas y ociosas, liberadas de los trabajos manuales y dedicadas a actividades lúdicas.

El film suma drama, acción, aventura, fantasía, romance, Sci-Fi y thriller. La visualidad se inspira en la visión que el realizador recuerda de Manhattan cuando la visitó en 1924. Simboliza la ciudad del futuro, superpoblada, inmensa y compleja, de edificios gigantescos, magníficos jardines que imitan el del Edén y zonas de actividades deportivas amplias y cómodas. Cada una de las dos partes de la ciudad desconoce la existencia de la otra. Según el film, Lang parece concebir el progreso como la suma de explotación, opresión, la locura de los científicos y la ausencia de sentimientos de propiedad. La visión pesimista del progreso choca con las ideas predominantes entre el público, que cree que el progreso es una operación de costes escasos, gran eficacia y resultados satisfactorios para todos.

Los estudios de arquitectura de Lang y su afición a la misma constituyen un punto de apoyo importante para el desarrollo y concepción del paisaje urbano de la ciudad superior. Por lo demás, su rica y ocurrente imaginación le facilita la tarea de concretarla en unas edificaciones grandiosas, maquetas cuidadas y bien acabadas, filmaciones de stop-motion y combinaciones de imágenes basadas en ilusiones ópticas. Mezcla elementos arquitectónicos de los años 20 con elementos medievales, bíblicos y fantasiosos. Le espectacularidad de los decorados se aprovecha al máximo con su utilización para dos funciones: su contemplación y su destrucción.

El film suma ambigüedad y eclecticismo. Combina elementos del Antiguo y del Nuevo Testamento, de la mitología clásica, actitudes revolucionarias e ideas corporativistas. Presta gran atención a las máquinas, a los que atribuye un papel básico en el futuro y de los que destaca el automatismo, la envergadura exagerada y la gran cantidad de energía que las mueve. Junto a las máquinas automáticas, machaconas y ruidosas, símbolo de una visión industrialista maximalista, sitúa otros mecanismos que exigen el concurso humano al ritmo y de acuerdo con las variaciones caprichosas de los artefactos. (El spoiler se desplaza al final).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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19 de octubre de 2007
203 de 274 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decidí por fin ver esta película debido a la espléndida crítica que antipseudo nos ofreció un mes atrás. En muchas ocasiones, yo tampoco entiendo algunas notazas a “clásicos” por lo que después de divertirme enormemente con su crítica, intenté conseguir una copia en condiciones de “Metrópolis” y titular la crítica “Tampoco seré yo”.

Pero resulta que me puse al gran Lang y algo que no tenía previsto me pasó. La añeja “Metrópolis” me estaba encandilando.

Seré yo el que diga que esta película, a pesar del tiempo y del maltrato sufrido sigue siendo una obra de referencia. Vanguardista como pocas, Lang utiliza una depurada fotografía, ambiciosa e impresionante. Seré yo el que diga que las maquetas me fliparon. Seré yo el que diga que sus efectos especiales, hoy en día darán risa, pero aún me sigo preguntando cómo se pudieron rodar en 1927. Seré yo el que diga que a pesar de la ingenuidad en algunos aspectos, el guión es cojonudo y la música que estuve escuchando (no sé si restaurada o no) es simplemente magistral. Durante toda la cinta estuve deleitándome con unas enormes partituras.

Seré yo el que diga que Brigitte Helm me demuestra gran calidad cuando en las catacumbas es perseguido por Rudolf Klein-Rogge que también esta soberbio en toda la película. Seré yo el que diga que sí, tiene un final facilón, pero tampoco me molesta.

Quizá, quiso ser un proyecto de ambición descomunal y su petulancia le pesara como una losa en su tiempo. Las hay muchos mejores, pero entiendo que sea Patrimonio por la UNESCO por lo que pudo significar rodar algo tan ambicioso como “Metrópolis” en 1927.

Así que seré yo el que diga que me “ma molao” que te cagas esta peli, que me sorprendió gratamente y que por eso le pongo un ocho… que quien sabe si no la cambiaré en un futuro.
(Un abrazo antipseudo).
Chagolate con churros
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14 de marzo de 2015
131 de 186 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admiro a Fritz Lang y me gustan muchísimo varias de sus películas, como M, el vampiro de Düsseldorf (magnífica, se mire por donde se mire) de su etapa alemana, y sobre todo las de su etapa estadounidense, algunas tan sobresalientes como Los sobornados, Deseos humanos… y tan notables como Furia, La mujer del cuadro, Perversidad, Más allá de la duda, Mientras Nueva York duerme, o Los contrabandistas de Moonfleet (una de aventuras y espadachines sin mayores pretensiones)… así que no tengo prejuicios con las películas de ese director y, en caso de tenerlos, serían positivos…

Pero Metrópolis, revisada en las mejores condiciones de una sala de cine y en su versión íntegra restaurada, al margen de su innegable valor, a pesar de su indiscutible influencia, al margen de su belleza visual o de la excelente dirección cinematográfica… tiene demasiados aspectos absurdos, ridículos, pueriles, inconsistentes, rancios, histriónicos… y lo que es peor, reaccionarios e incluso medio nazis. Hay momentos en los que el sectarismo ideológico alcanza niveles muy tendenciosos, con un tufo antidemocrático baboso, machista, religioso y facha, realmente reaccionario:

- Hasta la música muestra rasgos de sectarismo tendencioso cuando imita acordes –distorsionados- de La Marsellesa asociados siempre a la malévola locura de la clase obrera sublevada y desenfrenada.

- La ciencia se nos presenta como “torre de babel” de la soberbia humana, que sólo sirve para crear una tecnología esclavizante, o que es el fruto maligno de un científico desquiciado como Rotwang ¡que opera bajo un símbolo en forma de estrella sospechosamente similar a la davídica judía! ¡Toma ya, con su toque de judeofobia como aliño imprescindible!

- Por el contrario, la religión, concretamente la cristiana en su versión más oscurantista –con nuevas promesas mesiánicas y plagada de amenazas apocalípticas de estilo medieval- se nos muestra como la espiritualidad más luminosa y positiva de ese mundo clasista, y como la ideología más adecuada y certera en sus diagnósticos y previsiones, siendo el mensaje de la santa María –el personaje más benéfico de la historia- el que sirve como opiáceo para neutralizar la legítima rebelión de una clase obrera oprimida a niveles bestiales. Tiene mucho sentido que entre maquetas futuristas lo que realmente tiene el protagonismo soterrado son los viejos mitos bíblicos, los clérigos en sus púlpitos, las advertencias apocalípticas, las estatuas de los “pecados capitales” en portadas medievales abocinadas, la Muerte con su guadaña y hasta la entrañable fotografía de las pilas del agua bendita…

- La lucha obrera contra amos y patrones, ya sea en su vertiente mecanoclasta, sindical o socialista revolucionaria, y a pesar de vivir en condiciones infrahumanas y subterráneas, es el error nefasto de una clase proletaria que llevará a todo el mundo –incluidos sus propios hijos- a la destrucción; pues la verdadera solución a los problemas sociales está en la espiritualidad irracional de una virginal profetisa cristiana y de un joven aristócrata caritativo.

- Las mujeres del “futuro” siglo XXI no trabajan fuera de su casa, pero sí se las ve emperifolladas con moda rococó de “mariantonietas” o asistiendo a la misa de clérigos apocalípticos en una catedral gótica; mientras que las féminas liberadas que opten por el hedonismo placentero, por la diversión nocturna, por la provocación erótica… son la peor expresión de la corrupta “Babilonia”, sí, la perdición de los hombres, la decadencia de la civilización. (Sigo enrollándome en la "segunda parte")...
Yanpol64
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15 de marzo de 2015
106 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yanpol64 no puede añadir la continuación de su crítica y lo hago yo:

- La solución a una tremenda desigualdad social nunca llegará del enfrentamiento político, ni de la lucha obrera ni de ninguna lucha de clases, sino que llegará de la mano de una especie de nacional-socialismo cristiano, sí, ciertamente, llegará de la pacífica colaboración entre la alta burguesía propietaria y dirigente (que es el “cerebro” en la película) y la clase obrera desposeída (que es la “mano”) gracias a un mediador casi sagrado que rechaza completamente la lucha de clases (que es el “corazón”, inspirado seguramente en un partido como el nazi de la Alemania de Entreguerras)…

Menudo porvenir. Aunque la culpa de tanto despropósito anti-futurista, de tanto desatino retrógrado (la rabia obrera de ese supuesto mundo “futuro” se manifestará en la histeria colectiva de querer “quemar a una bruja”), no fue tanto del director como de la autora de la novela y del guión, su esposa Thea von Harbour, que por lo que vemos ya comenzaba a congeniar con el creciente espíritu nazi de gran parte de la sociedad alemana. No es extraño que fuese una de las películas favoritas de Adolf Hitler ni que Joseph Goebbels estuviese dispuesto a nombrar a Fritz Lang director de la UFA, perdonándole su ascendencia judía materna (propuesta que motivó la inmediata huida del director a Francia en 1933).

Y más allá de su detestable sesgo ideológico, desde el punto de vista formal la propia narración tiene en sí misma muchos elementos demasiado inconsistentes como, por ejemplo, que los obreros esclavos vivan como zombis, sin aparente voluntad ni vida propia, sin necesidad de estar drogados, sin estar amenazados, sin estar apenas vigilados… pero que al mismo tiempo descubramos que esos mismos seres grises uniformados y desanimados (“sin ánima”) viven con sus esposas, tienen hijos, tienen valores y convicciones revolucionarias latentes… aunque nadie lo diría viendo como avanzan al modo de autómatas sin alma y sin identidad. Y se podrían poner otros muchos ejemplos, como el hecho de que parezca fácil salir de los guetos subterráneos a la vida urbana de la superficie, pero que sólo lo hagan los protagonistas y que al final casi parezca imposible; o como esa otra de que el tirano de la megalópolis fomente intencionadamente la rebelión obrera para así poder reprimir con dureza y exterminar la disidencia ¡pero luego vemos que no aparecen por ninguna parte ni fuerzas policiales ni militares! (no están ni se les espera), así que el propio déspota ha provocado la destrucción y el caos sin más, sin que tenga el más mínimo sentido su “estrategia”…

No comprendo como Fritz Lang aceptó montar esa historia con semejante mensaje. No puedo ponerle ni el “6” de “interesante” a pesar de su valor histórico y patrimonial, pues no me parece que ésta tenga que ser la perspectiva adecuada para valorar una película. Los que le ponen un “10” imagino que valoran el film como si fuesen coleccionistas de museo. Aunque sea muy valiosa como “Memoria del Mundo”, aunque sea muy valiosa como obra germinal de tantas otras distopías de la historia de la ciencia ficción, del cómic, de la literatura, del cine… la película ha envejecido muy mal, esencialmente porque adoleció de serias carencias imaginativas en su fase embrionaria y porque ya nació con la halitosis de un espíritu retrógrado, arcaizante y reaccionario.

Firmado: Yanpol64.
Yolare
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17 de marzo de 2015
83 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene razón Yanpol64 en su crítica de estas mismas páginas, con un guión como éste tan inconsistente, tan ingenuo, tan escasamente futurista, tan meapilas y tan derechista, es complicado entender las valoraciones, las puntuaciones y críticas, de excelencia, atendiendo sólo a las cuestiones formales o a las de su antigüedad. Tiene razón en que ese “futurismo” entre comillas más bien es oscurantismo supersticioso, retrógrado, puritano y moralista (en el peor sentido de la palabra, pues su “moral” es irracional y macabra). Alguien despistado podría argumentarme que se trata de una “distopía”, o sea, que se trata de recrear un futuro indeseable, de manera que ese oscurantismo siniestro tendría toda su razón de ser. Pero no, ya que los principios morales que la historia presenta como los valiosos y elevados son precisamente los de catadura esotérica, irracional, religiosa y fascista. Todos los principios derivados del racionalismo, de la ciencia, de la emancipación, de la rebeldía… son los que se presentan como los peligrosos y negativos. Efectivamente, el enfrentamiento social quedará solucionado al modo del corporativismo de los sindicatos verticales fascistas, creadores de una hermandad nacional, de una “hermandad” jerárquica entre la élite superior destinada a seguir arriba y la masa de trabajadores sumisos que, con alguna pequeña compensación, seguirán cumpliendo con sus esclavas ocupaciones (las máquinas del sistema no pueden detenerse). E insisto: ese pacto servil no se presenta en la película como lo indeseable y distópico, sino que se presenta como su idílico... (corto la frase para no caer en spoiler)...

Las mujeres que aparecen sólo son de cuatro tipos: un modelo es el protagonizado por una santa iluminada; el contrapuesto es el protagonizado por la figura de una viciosa malvada símbolo de la corrupta Babilonia; también aparecen al principio las aristócratas descerebradas; y por último, el grupo final de las obreras fanáticas. Si alguien despistado argumentara que hay que situarse correctamente en el contexto histórico del que nace esta distopía futurista, pues de nuevo se estaría confundiendo, ya que precisamente los Años 20 del siglo pasado fueron los primeros que vivieron una decisiva liberación femenina en todos los ámbitos, así que una escritora -que no fuese tan reaccionaria como Thea von Harbour- lo que podría haber extrapolado de las transformaciones sociales de su propia época, sería más bien un futuro protagonismo femenino muy diferente al de las obreras decimonónicas, al de las santas medievales, o a ese que contempla escandalizado la excepcionalidad de una mujer provocativa.

Ya, ya… por supuesto que uno debe de esforzarse en analizar las obras en su contexto (el miedo al comunismo y la polarización social de la República de Weimar), en comprender los límites y esquemas de otras épocas y sus expresiones artísticas, como esos actores sobreactuados y maquillados de gestos pueriles, etc. Pero me resulta imposible disfrutar del continente de una obra artística separándolo del tufo reaccionario y rancio del contenido. El histrionismo de los actores es chirriante (las pintas y gesticulaciones del protagonista son al principio especialmente ridículas); el propio futurismo tiene tremendos altibajos imaginativos desde el punto de vista del diseño y los efectos… de modo que las maquetas o la robot humanoide pueden ser magníficas, mientras que otras máquinas y trabajos no son siquiera ni de la década de 1920 (¡esa moda, esas avionetas, esas palancas y aspas movidas por tracción animal humana, esos oficinistas de lápiz y cuadernillo en mano! ¿Pero cómo no han acudido en tiempos tan futuros ni a los socorridos botoncitos que activen mecanismos en un santiamén?). Y tanto diseño arquitectónico moderno… para que en definitiva lo que los autores presentan como lo más bello e idílico de la historia ocurra bajo las arquivoltas medievales y bajo la protección de la bendita “Iglesia”. Glup.
Prudencia
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