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Demolición

Drama Davis Mitchell (Jake Gyllenhaal) es un exitoso ejecutivo que sufre una grave desconexión emocional tras la repentina y trágica muerte de su mujer (Heather Lind) en un accidente de coche. Aunque su suegro (Chris Cooper) intenta por todos los medios que se recupere, continúa bloqueado y se dedica a desmontar compulsivamente toda clase de objetos. Gracias a la ayuda de Karen (Naomi Watts) y de su hijo, a los que acaba de conocer, Davis ... [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
10 de junio de 2016
69 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sutileza flaquea ya en el propio título. La demolición como mecanismo de reparación, como un nuevo punto de partida, es una constante que se repite durante todo el metraje, de una forma muy evidente, sin un sólo hueco a la imaginación, bien claro y mascado. Resulta imposible obviar la facilidad con la que se busca transmitir el mensaje, la simpleza de un guión que no deja lugar a otras interpretaciones. Pero es complicado también no rendirse a los encantos de un filme que sabe embaucar, que utiliza a la perfección todos los elementos a su alcance para llevarnos de la mano por el proceso de autoaprendizaje de un personaje absolutamente cautivador.

Jean-Marc Vallée deja recaer de nuevo el gran peso de su propuesta en un carismático actor principal. Si Dallas Buyers Club y Alma salvaje no se entenderían sin la arrolladora presencia de Matthew McConaughey y Reese Witherspoon, Demolición no se concibe tampoco sin el inestimable trabajo de un Jake Gyllenhaal que todavía no entiende cómo la Academia de Hollywood se resiste a rendirse a sus pies. No será por recursos. Aquí los saca a desfilar todos. Un despliegue interpretativo que te hará odiarle, reírte, quererle y llorar. La obra definitiva de un actor total.

Con Davis asistimos a una montaña rusa emocional, la que sufre el protagonista tras el accidente de coche que acaba con la vida de su esposa. Un accidente que saca a relucir una apatía vital que abarca desde un matrimonio en decadencia hasta los cimientos de un hogar construido a sus espaldas. El personaje inicia así un proceso destructivo que arrasa tanto los tabiques de una casa o la maquinaria de un ordenador personal como sus relaciones afectivas, que asisten perplejas, como asistimos nosotros, a una aparente involución.

Pero en ese particular mecanismo de curación, no ya tanto del dolor tras la muerte sino más bien de la muerte en vida, aparecen por el camino personajes emblemáticos, piezas que no terminan de encajar en un sistema en el que nadie puede desmarcarse de la senda escogida. Porque si Vallée es bueno eligiendo talentos principales no lo es menos a la hora de contraponerlos con secundarios entrañables como los que encarnan Naomi Watts y el descubrimiento Judah Lewis. Ella la responsable de atención al cliente de una empresa de máquinas expendedoras que recibe las reclamaciones terapéuticas del viudo, él el hijo adolescente cuya nueva figura paterna implicará tanto lecciones como descarrilamientos.

Con un gran sentido del ritmo, con un calculado pero efectivo equilibrio entre el humor y el drama, la demolición a la que hace referencia la película se reconstruye con una enternecedora revelación en forma de post-it en la nevera. Un pequeño detalle cotidiano, sin apenas importancia, que de repente adquiere toda la magnitud de la añoranza, ese sentimiento que sólo aflora ante la ausencia. Es otra redundancia, otro recurso fácil si se quiere. Pero sin llegar al mal gusto, a la simpleza más insultante, Demolición consigue lo que no siempre alcanzan los filmes que quieren abarcarlo todo: atizar en algún momento nuestra fibra sensible.
polvidal
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26 de junio de 2016
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia se centra alrededor de Davis Mitchell y su estado de ánimo tras la muerte accidental de su esposa. Como resultado indirecto del accidente, Davis desarrolla nuevas amistades y comienza así una espiral de acontecimientos que le ayudaran a redescubrirse así mismo.

Todos de vez en cuando podríamos llegar a ser Davis, tendemos a ignorar las cosas que nos rodean por la rutina del día a día, o que simplemente no apreciamos suficiente a las personas que tenemos a nuestro lado. Olvidamos lo que realmente somos y actuamos por inercia. Vale, esto no es nuevo, pero la forma de cómo lo presenta la película es fácil de llevar, te entretiene todo el camino, hasta que de repente te atrapa. En serio sólo un par de minutos, te dejará pensando durante toda la noche, o puede ser una semana. Quién sabe.

Técnicamente y artísticamente podríamos decir que la banda sonora es adecuada para la película, la fotografía no puede lucirse mucho al contrario que el guion que tiene una buena forma y está muy bien cuidado. Las actuaciones son excelentes. Judá Lewis, como hijo de Watt, es un actor cómico y dramático. En sus escenas con Jake elevan la película a un nivel completamente diferente. A Chris Cooper le pega el papel de suegro a la perfección. Gyllenhaal junto con Naomi Watts dan grandes actuaciones.

Especialmente Gyllenhaal que cada vez interpreta a personajes que le hacen crecer como actor. Ya se lucio en "Nightcrawler" como un gran sociópata y ahora como una persona totalmente devastada que quiere encontrar sus sentimientos a base de destrucción y demolición. El director canadiense Jean-Marc Vallée nos deja una magnifica exploración humana llena de metáforas. “Demolición” cumple con nota hacernos pensar y sacar todas nuestras emociones a flor de piel.

Es evidente que a quien no le guste este tipo de cine, no entenderá la película y le parecerá aburrida y lenta. Pero es profunda y está muy bien desarrollada. Tiene un hondo contenido psicológico que nos ayudara a pararnos a pensar en cómo percibimos nuestra vida y cuál es la mejor formar de cerrar ciclos pasados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Conchita
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28 de junio de 2016
32 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jake Gyllenhaal es el motivo principal, el pilar básico sobre el cual se asienta toda la película. Su gran actuación (y van..) se debe en parte al caramelo que es su protagonista, un hombre que lidia con la muerte de su esposa y su evolución como ser humano, así como la relación que mantiene con su entorno.
La obsesión por deconstruir o "demoler" todo lo que lo rodea, ya sean sus bienes materiales, o las cosas que no funcionan a su alrededor, derivan del hecho de su incapacidad de sentir tristeza por su pérdida. Así, podemos ver cómo, a traves de los pequeños detalles a los que antes no prestaba atención (un post-it), encuentra la manera de reinventarse como persona y superar su situación. El ritmo es algo lento, pero se ve con interés, pues es una propuesta que normalmente no solemos encontrar en el cine "comercial".
Sin embargo, adolece de ciertos fallos que lastran enormemente la película:
-Naomi Watts, que aquí no inspira ningún tipo de química por el protagonista, y su personaje queda desdibujado y difuso. Quizás ha faltado definir más su situación y las circunstancias que la han llevado a actuar como actúa.
-La trama del hijo, que no va a ningún sitio. Y su comportamiento es producto de un guión demasiado pretencioso, jamás en la historia un chico de esa edad se ha comportado así, ni hablará así. Sólo en este tipo de películas. Y ese es un fallo importante, pues el director quiere hablarnos desde el realismo de las reacciones humanas, pero dibuja a unos personajes secundarios totalmente irreales, con los que es imposible empatizar.
-Puede llegar a pecar de ser demasiado pretenciosa, de creerse más inteligente de lo que realmente es, disfrazándolo todo de una gravedad que no casa con lo que vemos en pantalla. Es una simple historia de duelo personal, pero que descansa en demasía sobre efectismos muy evidentes (las secuencias de destrucción, las "imaginaciones" del protagonista..) que más que sumar, a la postre socavan la verdadera intención del film.
ashartos
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4 de enero de 2017
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Davis Michael pierde a su esposa a la que no amaba, y descubre al tiempo una vida al margen de lo que hasta entonces fueron sus intereses como importante ejecutivo.

DEMOLICIÓN, es una malograda película de la búsqueda personal, del derrumbe emocional, cuando uno comienza a cuestionarse sus pilares... lo que hasta entonces fueron asentamietos firmes e incuestionables.

La idea es magnífica, pero el resultado y su ejecución son una triste mezcla de cuestiones sin mucho sentido, y menor trascendencia, que al final acaban importándote... MUY POCO, O.. CASI NADA...

UN 5
LEUGIM
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22 de agosto de 2016
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema de la autodestrucción ya había sido abordado por este director canadiense en su premiada “Dallas Buyers Club” (2013). El personaje de Matthew McConaughey era positivo a VIH y, al comienzo, vislumbraba una manera de enriquecerse vendiendo químicos sin aprobación a otros enfermos que estaban en peor situación. Ese egoísmo inicial era la luz del tablero que lo hacía despertar y reiniciar su instinto de conservación, había fluidez en ese relato. En esta nueva cinta, en cambio, Jake Gyllenhaal (espléndida interpretación) ha perdido a su mujer en un accidente, de repente elige dejar de sentir y como respuesta requiere destruir el entorno físico que le recuerda a su ex mujer. Constituye un interesante caso de neurosis gatillado por un evento traumático, situación que lo aísla de los parientes cercanos y que es canalizado por la comprensión de una chica que resuelve reclamos de clientes, que circunstancialmente está tan desconectada de la realidad como él. Hasta aquí todo perfecto debido a que las piezas del puzle calzan perfectamente y llevan al personaje a experimentar dolor a través del sufrimiento ajeno. ¿Les parece una persona normal? Curiosamente, el director nos hace querer y entender al personaje cuando este ha retomado el camino edificante, lo cual resulta abiertamente manipulador. Para algún espectador, la película se resolvería como una terapia de reinserción social, destruir para volver a construir y no le damos más vueltas, pero lamentablemente, la probabilidad para una persona disfuncional de encontrarse con otras personas disfuncionales que lo ayuden a superar un problema mental, eso… me parece harina de otro costal y ahí la película peca de simplista. El personaje de Gyllenhaal también padece de dolor físico, pero en general atenta contra lo material, no tanto contra su persona. También manifiesta eventos sicóticos, pero convenientemente no reacciona a ellos. El director es hábil al hacernos empatizar con el personaje, sin embargo, se trata de un ser profundamente dañado que sale a flote ¡al observar el sufrimiento del resto! Es posible, pero poco probable. Su mejoría resulta de encauzar su falta de emociones en una forma cerebralmente correcta. La película deja abierta la posibilidad a muchos otros desenlaces, pero casi todos ellos resultan más verosímiles que el camino adoptado por el director, que en mi opinión buscó congraciarse con un espectador habituado a los finales felices.
Anibal Ricci
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