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Sed de triunfo

Drama. Romance Una joven que aspira a triunfar en el mundo del espectáculo llega a Nueva York. Allí encuentra dificultades y peligros que no esperaba, pero desea abrirse camino como actriz a toda costa. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
20 de junio de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante drama ambientado en los teatros neoyorkinos de la época.
Sidney Lumet dirige su segunda película con una serie de características más propias de lo que hasta hace poco fue su oficio (la televisión).

Tras "Doce hombres sin piedad" vuelve a trabajar con Henry Fonda, que como siempre está fenomenal. También podemos ver el debut en el cine de Christopher Plummer.

Un especie de telefilm decente, pero que desde luego Lumet sabe hacerlas mejor.
Dusty Rivers
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13 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquí también piden o pedían un porcentaje, entre un cinco y un diez por ciento, el impuesto revolucionario, no saben nada, todo sea por la patria.
Menuda tremenda trepa desaforada mueve Roma con Santiago y se acuesta o folla con todo (la de Dios es) Cristo, el productor, el director, el escritor, el mismo repetido, y el actor mayor o con cualquier otro u otra que pasara por allí, no conoce, con tal de abrirse camino a golpes, puñaladas traperas mediante, codazos, empujones, Showgirls y te tiro por la escalera, sororidad, no deja títere con cabeza para ascender como la hiedra o la hiena por hacia el cielo la catapulta, la enredadera.
Melodramón felón que intenta disimular/encorsetar/encauzar por todos los medios la sordidez a paladas que le asalta o contempla en cada esquina a mala idea como buenamente puede y eso, lógicamente, es (completamente) imposible, lupanar, putiferio, cotolengo.
Todo por un sueño.
La película está hecha con dos duros y del teatro, el día del soñado y glorioso estreno, solo vemos la trastienda o tramoya, entre bambalinas, los extras son muy caros y molestos y la claque por un ojo de la cara nos sale, nadie da duros por pesetas y del público ni hablamos.
Ya decimos que esta obra es o supone un constante ejercicio de funambulismo al tratar de no caer con todo el equipo desde la altura de la cursilería tontorrona al suelo de la obviedad palmaria, de la sentimentalidad fullera a la crueldad bestia. De ¿Douglas Sirk a Neil LaBute?
Previsible sería decir poco o ser muy previsible, ojo por ojo, paso a paso, verso a verso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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9 de noviembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bregado en la televisión en los primeros años de su carrera cinematográfica y, después de rodar la monumental Doce hombres sin piedad en 1957, Sidney Lumet se enfrascó al año siguiente con Sed de triunfo, remake de Morning Glory (1933) protagonizada por la genial Katharine Hepburn (con gran triunfo por su interpretación) y dirigida por Lowell Sherman sobre la obra de mismo nombre que la dramaturga Zoe Akins escribiera en su día.

La música de Alex North nos abre el idílico paseo de Eva Lovelace (Susan Strasberg) por las candilejas de los numerosos teatros que la rodean, su único propósito es interpretar, un objetivo que de forma ininterrumpida, desde el nacimiento del teatro, se da en cualquier época, en cualquier momento. Se trata de un mundillo nada alejado del resto donde el reto es conseguir una audición y la oportunidad de desarrollar las cualidades interpretativas.

Lumet añade al metraje personajes necesarios en el tortuoso camino de la interpretación, el triunfo y del reconocimiento actoral de una vocación inequívoca donde el actor veterano Robert Harley Hedges (Herbert Marshall), el curtido productor Lewis Easton (Henry Fonda), el escritor y libretista Joe Sheridan (Christopher Plummer), o la diva subida de ego Rita Vernon (Joan Greenwood), se convierten en escalafones habitualmente necesarios para todo artista de la escena con pretensiones de interpretar las obras literarias y teatrales de cualquier época y estilo.

El realizador, como no podía ser de otra manera, desarrolla contenidos repletos de educadas tiranteces entre las relaciones, respetuosos rechazos de las pretensiones de la perfecta desconocida, exigencias irrealizables de la diva y sus caprichos y, cómo no, el momento idóneo de la oportunidad para la aspirante desconocida, donde confluyen las energías del rechazo y la exigencia veterana, frente a la realidad y los miedos de la debutante.

Se trata pues de una magnífica película donde la interpretación de Susan Strasberg alcanza cotas de emotivos e inolvidables momentos propios de su apellido, junto a grandes figuras reflejado en la solidez interpretativa de Herbert Marshall, Henry Fonda, la temperamental Joan Greenwood y el debutante para el cine Christopher Plummer.

Hemos de mencionar, además, a los numeroso secundarios (más de una quincena) entre los cuales Constantine (Daniel Ocko) o Frank (Jack Weston) que con sus interpretaciones escenifican las interioridades del teatro, las bambalinas de las esperas o los ensayos del elenco que una vez más han de levantar el telón que separa dos mundos: el real en el patio de butacas y el interpretativo al otro lado del telón fusionándose todo en diarias e irrepetibles emociones creativas siempre compartidas.
avanti
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20 de marzo de 2023
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Segundo largometraje tras el fulgurante éxito de 12 hombres sin piedad (1957). En medio hizo cosas para la televisión, cosa que compaginó durante años.
No es lo que esperaba, sobre todo porque después hizo cosas más dramáticas: Piel de serpiente (1960), Punto límite (1964), El prestamista (1964) y La colina de los hombre perdidos (1965)... No es exactamente una comedia, pero ese es su ambiente, aunque es cierto que la película, como el romance, se va ensuciando hacia un drama... Un drama en el mundo del teatro. Una chica joven y angelical pretende triunfar en Broadway y es capaz de sacrificar sus vida por conseguirlo. Un productor se enamora de ella y ella de él. La cosa se va enguarrando: él tiene su amante oficial, que es una actriz mediocre, un carrera de productor absolutamente consolidades, y una vida de ensueño. Pero todo cambia...
Tiene algo de Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950), sobre todo en la idea de que la recien llega se hace imprescindible, consigue ganarse la confianza y la presencia de todos los del mundillo del teatro.
El reparto es muy bueno: Henry Fonda, Susan Strasberg, Joan Greenwood, Herbert Marshall, Christopher Plummer, y Daniel Ocko.
Director más que solvente, uno de los más característicos de los 70 y 80. Siempre me ha gustado mucho, todas sus películas tienen algo, también ésta.
ÁAD
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