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El capital humano

Drama La víspera del día de Navidad, un ciclista es atropellado de noche por un lujoso todoterreno. El desgraciado accidente cambiará el destino de dos familias: la del millonario Giovanni Bernaschi, un especulador financiero que ha creado un fondo que ofrece un 40 por ciento de interés anual, atrayendo y esquilmando a los crédulos inversores, y la de Dino Ossola, un ambicioso agente inmobiliario cuya empresa está al borde de la quiebra. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
22 de agosto de 2014
43 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un automóvil atropella a un desgraciado ciclista que venía saliendo de su trabajo en la víspera de navidad, el auto se detiene unos segundos y continúa su camino, el hombre queda al borde de la calle muy lastimado. Posteriormente mediante tres capítulos y uno final, se narra la forma en como las familias Ossola y Bernaschi se relacionan entre sí, los primeros son de clase media, mientras los segundos son de clase alta.

Los primeros tres capítulos narran los puntos de vista respectivamente de Dino Ossola (Fabrizio Bentivoglio), Carla Bernaschi (Valeria Bruni Tedeschi) y Serena Ossola (Matilde Gioli), sobre los eventos acontecidos en un lapso de tiempo que desencadenan en el accidente del ciclista. Un recurso si bien no es algo nuevo, cuando está tan bien hecho da gusto verlo, este es el caso, porque la película no deja de sorprendernos una y otra vez.

Il capitale umano arrasó en la edición 2013 de los Premios David di Donatello a lo mejor del cine italiano, sorprendiendo su triunfo sobre la vitoreada La grande bellezza, si bien hay sorpresa debo de admitir que si un trabajo le podía quitar el triunfo era este. El guión escrito a tres manos basado en una novela de Stephen Amidon no deja vacío alguno, logra compenetrar al espectador totalmente.

El film tiene la virtud de desenvolverse de forma agraciada, la dirección de Virzì es espectacular, algunas tomas son muy trabajadas, basta ver la escena inicial. La narración no se entorpece en ningún momento gracias a la fluidez en cómo se trata todo. Por otro lado, las actuaciones del elenco son soberbias, cada personaje cumple a cabalidad su trabajo, se nota que cada quien entiende su papel, mi favorito quizá por el tipo de personaje es Bentivoglio.

A destacar también la crítica que hace a la situación económica italiana, a como se mueven las finanzas y las especulaciones. Pero sobre todo a la existencia de una sociedad a la que solo le importan las apariencias, que no le interesa el mal ajeno si ellos están bien, y donde una persona tiene un simple valor numérico traducido en dinero.
10P24H
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11 de abril de 2015
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación que me deja tras ver “El capital humano” es de cierta intranquilidad, independientemente de sus buenos valores cinematográficos y de la película en sí. No es que sea de terror o suspense (aunque haya cierta intriga), pero lo que en mí provoca es un pesimismo inquietante. Creo que todos los que estábamos en la sala reconocíamos a cada uno de los personajes que en ella aparecen y que por ejemplo, el tema de las altas finanzas, el que varios desalmados amorales, manejen el mercado para enriquecerse aún más, sumiéndonos al resto en una profunda crisis, también. No solamente esto nos resultaba familiar, si no que nos hemos convertido en conformistas, asumimos que la pérdida de valores y la ambición desmedida nos ha conducido a todo esto. Y que así está el mundo y nada se puede hacer. Al menos esto último no lo pienso, aunque parece ser que muchos piensan que siempre será así, lo cual anula cualquier posibilidad de cambio.
Adaptada de una novela americana, “El capital humano” traslada su acción a Italia (creo que se podría ambientar en cualquier país) y sintetiza todas sus posibilidades en dos horas. Paolo Virzi confesaba que tenía un material tan bueno “que podía haber dado incluso para una serie de HBO”. Es cierto, pero afortunadamente, en vez de prolongarse la acción ha sido dividida por capítulos que dan varios puntos de vista (formato muy de moda) y que aquí, ese formato, ha encajado. Además de estar bien dirigida, ambientada y por supuesto, mejor interpretada. El reparto hace una notable labor, porque son personajes comunes y nada característicos en su apariencia para el gran público. Incluso tampoco hay escenas en las que puedan recrearse en su interpretación. El logro es que inyectan todos sus sentimientos y objetivos en sus apariciones, hay un mundo interior que son capaces de traslucir con la mayor naturalidad, en especial el trío ganador en los David de Donatello, Gifuni, Golino y por supuesto una espléndida Valeria Bruni Tedeschi. No es que tenga debilidad por ella, que la tengo, pero objetivamente creo que es una mujer todo terreno capaz de muchos logros desde la discreción. En este caso su composición del personaje es impecable.
Se sabe de lo que se habla en la película y también se conoce el entorno bastante bien. Su ambientación y su propuesta de interiores es ampulosa y apropiada, no hay “chichinado”, su refinamiento es “real”. Todo en ella está bien, quizás un poco en su contra, lo que cuenta no nos resulta, como hemos dicho anteriormente, ni demasiado novedoso y tampoco aporte nada especial. Y me llama la atención que la academia italiana prefiriera darle el premio a la mejor película a “El capital humano” por encima de “La gran belleza”, que eso es cuestión de gustos, pero aclarar que no es que haya sido descabellado pero sí desproporcionado, al menos para mí. Pero que quede claro que defiendo “El capital humano”, pertenece a esa clase de películas, como “El capital” de Costa- Gavras, que tarde o temprano servirán para ilustrar esta época oscura y vergonzante que estamos padeciendo.
Maggie Smee
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10 de junio de 2014
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la sociedad que nos quita la poca capacidad de asombro que nos queda o es el director que manipula con puño firme y frialdad a un público que en su mayoría esta al costado del camino contemplando, criticando o justificando en base a la era en que vivimos ?

Pregunta que surge a lo largo de todo el film. Una película que no es necesariamente 'italiana' sino universal, si mas cerca de una clase alta o muy, lo que no excluye el sentimiento de pertenencia en cuanto a moralidades o valores se trate.

El film comienza de una manera ingeniosa y ambigua, características que notaremos en el gran giro - el primero y único-, pero si sabemos 'ver', los elementos están echados sobre la mesa, como las cartas. Nada indica lo que vendrá ni de que forma, pero si se capta desde el vamos que el grosero y chabacano interés esta por sobre todas las cosas y personas, que los lazos de afecto se entreveran y mezclan casi a la perfección con el provecho. Solo falta decidir quien es víctima y quien victimario.
Una puesta en escena fría, donde los tonos celestes y grises de la fotografía acentuaban la falta de compasión de esa sociedad, de esas familias en cuestión, en donde el único momento de pasión fue mostrado desde la locura y no desde una elección coherente y amorosa basada en lasos firmes y humanos

Planos generales que describen la distancia enorme que los separa y si bien el espectador aparece como un vouyer del film, es imposible mantenerlo al margen. Mira cada acto como lejano pero los justifica en pro de un mundo que los devora y del que se hace imposible salir. En una escena la esposa del protagonista le dice a este 'festejan que se salvaron a costas de un país fundido' se me vino a la mente la frase de un actor que hace pocos días escuche, 'o nos volvemos humanos u nos convertimos en una financiera'.

Volviendo al principio, insisto que el director manejo al espectador, ninguno de nosotros sale herido, nuestra moral se ve desvirtuada y ni siquiera nos importa.

Excelente film, adecuado momento para verlo. Así sabremos nuestro precio
--
Pepis
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6 de junio de 2015
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo está en manos de los sempiternos machos prepotentes, codiciosos, vulnerables, majaderos, grandilocuentes, manipulables, fatuos, engreídos, inseguros, fornicadores y dominantes, pero siempre hay a mano alguna mujer (por regla general) que les saque las castañas del fuego o les redima o les acompañe o les resuelva todo el infortunio, devastación y desconsuelo que generan sus delirantes desmanes y loca autosuficiencia. Menudos peleles que – apenas destetados – se creen los amos del mundo pero que sucumben a la necesidad de la mano infalible que les perdone y tape sus vergüenzas.

Estamos ante un afilado retrato o autopsia de la clase alta – pero también de la clase media con ganas de alcanzar las alturas siderales que creen tanto más deseables y apetitosas que sus propios afanes no menos mezquinos, turbios y alienantes. El que estemos en Italia y todo sea reconociblemente mediterráneo, embriagador y bullanguero, no le quita un ápice a su carácter universal, radiografía del culto al dinero – a amasar dinero, de la forma que sea, como un fin en sí mismo – y de las servidumbres y bajezas que conlleva. Hay un empacho de situaciones y personajes reconocibles, en su atildada soberbia, en su inexorable y avasallador impulso de atropellar al prójimo, en personajes gafados desde pequeños pero que absolvemos porque ni son ricos, ni son poderoso, ni se creen intocables.

Porque el pecado original es y será siempre el dinero. Tenerlo, desearlo, buscarlo, perseguirlo, ostentarlo, acumularlo… El dinero es sucio, es el mal con mayúsculas y su sola mención todo lo corrompe, devalúa y deteriora. Ya ni prestamos atención a ese apriorismo, tan interiorizado como está en nuestra sociedad. Cuando el dinero sólo es un medio de pago, un mero instrumento, agnóstico e inocente, olvidándonos que lo deleznable son algunas actuaciones o procesos que puede desencadenar. Execramos el dinero porque es más fácil echarle la culpa a una entelequia o abstracción llena de inmemoriales estigmas, en vez de mirarnos a nosotros mismos y denunciar nuestra propia codicia insaciable y censurar nuestros instintos más deleznables.

Esta inquietante película, con un férreo guión y excelentes interpretaciones (sobre todo de una espléndida Valeria Bruni Tedeschi, en encomiable madurez física y artística) aborda con éxito todos los muchos temas que plantea: las quebradizas relaciones familiares, la omnímoda idolatría del dinero, las lacerantes contradicciones entre apariencias y realidad, la seducción contumaz por lo ajeno, etc. Un primoroso juego de espejos que nos refleja nuestra suciedad sin máscaras ni alharacas. Un prodigio muy recomendable.
antonalva
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15 de mayo de 2015
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es muy buena: una gran historia, una factura técnica impecable y unos actores soberbios. Todo esto se ha dicho ya aquí, muy bien dicho, y concuerdo plenamente en los elogios. Por mi parte solo quiero resaltar lo que más me gustó.

- Valeria Bruni. En su papel de mujer florero que no se atreve a dejar de serlo. Está realmente espléndida. En el film vive casada con un rico hombre de negocios, frío como el hielo por el que es imposible sentir el más mínimo afecto. Ella no le ama y sufre. Como hijo orgulloso y resentido de la clase obrera que soy, mi natural me lleva a despreciar a este tipo de personas y lo que me sale es algo como: “Sal de ahí y vive tu vida, zorra, déjate ya de tanta tontería”. Sin embargo, ella compone una mujer tan sola, triste, frágil, ansiosa, perdida, desamparada y llena de buenas intenciones que no puedes más que sentir compasión. Memorable la escena en que se gira para besar a su marido. Lamentablemente, la película nos muestra que nunca será capaz de abandonar la jaula dorada.

- Fabrizio Bentivoglio. En su papel de repugnante trepador social. También está magnífico. Es difícil imaginar un personaje más rastrero, lameculos, pelota, ruin, traidor, egoísta, mentiroso, oportunista, siempre al acecho a ver donde puede sacar tajada. En realidad es igual de miserable y sin alma que el marido de Valeria Bruni. Solo que el primero es pobre y vulgar, una víbora común, y el segundo tiene clase y dinero de sobras, un tiburón de buen tamaño. En esencia son iguales: los dos te morderán a la mínima oportunidad (y no la van a dejar pasar) sin sentir el menor remordimiento. Sorprende y descorazona que su mujer, una psicóloga dulce y honesta, le quiera. Es evidente que no se da cuenta del bicho que tiene por marido, la ciencia y el amor juntos y tan cerca que no ven nada. Que triste que las cosas sean así.

- El consejo de administración del futuro teatro. Ahí el director se ensaña a gusto y compone una auténtica corte de los milagros, un retrato despiadado de una supuesta clase intelectual. Todos aparecen rastreros y viles. Si eso es lo que nos hemos perdido no hay gran diferencia entre tener un teatro o una hamburguesería, casi mejor la hamburguesería. Esta corte es solo una anécdota en el conjunto de la película, pero una anécdota de gran enjundia, de ella sale el escritor, un tipejo miserable que adula e insulta a su amada-mecenas por los mismos hechos según le convenga.


No se la pierdan.
Willis
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