Kárate a muerte en Bangkok

El argumento de la película y su plano técnico, no nos engañemos, son una auténtica mierda, pero lo que verdaderamente merece la pena es la actuación de Lee. Y con esto no sólo me estoy refiriendo al elenco de malabarismos y técnicas marciales que ostenta, sino a la gran capacidad de transmisión de emociones y estados de ánimo extremos de los que es capaz con la enorme expresividad de su rostro. Sus primeros planos son sobresalientes, y en ellos podemos apreciar de golpe todo el furor del dragón oriental por excelencia, toda la carga psicológica que lleva aparejado su papel y la exploción de rabia final que culminan con la proyección de las artes marciales más puras sobre sus adversarios.

Ya sabemos que el desarrollo argumental de las películas de artes marciales son siempre el mismo: muerte de un maestro o alguien allegado - contención de la rabia - entrenamiento - venganza final. Pero en aquellas en las que aparece el maestro Lee, al mismo tiempo que disfrutamos con escenas de auténtica lucha oriental, también podemos hacerlo con todos aquellos aspectos interpretativos que Lee poseía: la expresividad de sus gestos, los movimientos ondulantes de su cuerpo, la forma tan característica de hablar, la chulería escupida a la cara, el crujir de sus huesos y la escandalosa tensión fibrilar de los músculos de su cuerpo.

Aquí tenemos la posibilidad de ver en plena acción a la auténtica leyenda del kung fu oriental más extremo. Luchando a muerte en Bangkok.

Siempre me molestaron los títulos españoles que le ponen a las películas, no tienen nada que ver con la trama o simplemente son malísimos, pero esta vez es demasiado. El título original de la película es “El gran jefe”, a demás cualquiera que vio la película sabe que es verdad. Ya que en la historia hay un hombre malvado a cargo de la fábrica de hielo donde trabajan todos, la cual encubre el tráfico de drogas y la prostitución del lugar, por lo tanto este hombre es el gran jefe de todo y de todos. La película de por sí tiene una trama muy adelantada a su época, muy entretenida y realmente bien elaborada, es la película que le dio comienzo al típico héroe moderno, el cual se pelea con todo el mundo para desmascarar la red de corrupción que agobia al lugar.
Siempre han circulado varios títulos de las películas del gran Bruce Lee, pero nunca un “Kárate a muerte en Bangkok”. A demás que Bruce Lee nunca practicó kárate, ya que su método marcial se basaba prácticamente en todo lo contrario al kárate, Bruce para ser más generales, hacia Kung Fú, nunca aprobó el kárate, ya que decía que era un arte marcial rígida y estructurada y no serviría para una pelea de verdad.
Si bien las primeras películas en el cine de artes marciales fueron de kárate, ya quedaron muy muy atrás. Bruce Lee no revolucionó el cine de las artes marciales con su novedoso kung fú, para que después de 40 años todavía le sigan llamando karateca.

Se ha insistido mucho en que el único mérito de esta película es el de lanzar al estrellato a su mítico intérprete, omitiendo el resto de virtudes objetivas del film de Wei Lo. Estoy de acuerdo en que abusa de recursos argumentales muy manidos, e incluso se vale de resortes cinematográficos más bien inocentones a la hora de expresarse visualmente (zooms gratuitos, transiciones bruscas...), pero lo que es innegable es el ritmazo que imprime a la narración y la contundencia con que filma algunas de sus peleas. Y sí, a mí también me mosquea que los esbirros prefieran pelear con los buenos de uno en uno mientros el resto observa y espera, pero es algo típico en el género.

Apoyado por el magnetismo brutal de su protagonista (un campesino enfrentado a la mala vida de la gran ciudad), Lo nos ofrece un título entretenidísimo, enérgico y violento que viene a confirmar lo que muchos ya sospechábamos: que el mejor cine de acción se hizo en la década de los 70, vacunada contra la mojigatería reinante en pleno siglo XXI. Por supuesto, la grandeza de Kárate a muerte..., hay que insistir en ello, es proporcional al talento del gran Bruce Lee, un actor limitado pero muy sutil. Aquí luce en plena forma y brinda una lección de arte marcial que embelesará a cualquier macarra de gimnasio que se precie. La música de la época, su añejo romanticismo, e incluso el toque naïf del retrato de esos bonachones campesinos utilizados por la mafia local, sólo sirven para añadir algo de encanto retro a un conjunto ameno, vibrante y eficaz. Una gran película de hostias. O lo que es lo mismo: una gran película de Bruce Lee, la primera piedra que asfaltaría su camino hacia el éxito internacional.

Lo mejor: Bruce, siempre Bruce.
Lo peor: te la sabes entera.

Soy alguno de los muchos que llegaron a Bruce Lee a través de cierto anuncio y, la verdad, me arrepiento de ello. Llego tarde a disfrutar de la magia del americano que rebautizó el arte de la lucha en oriente, de aquel cuyos golpes resultaban oportunamente ajustadas a su rival, de sus gritos y gestos, tan exagerados como aprovechables.

Muchos de los seguidores de esta película achacan su éxito únicamente al papel de Lee, pero es cierto que su primera cinta despide un especial olorcillo a cine de serie B, que le concede todavía más encanto. Transiciones forzadas, zooms al gesto del héroe y manguerazos de catsup decoran una película que contiene gran parte de la esencia de las escenas de acción que adornan la matanza de O-Ren en Kill Bill, sin ir más lejos.

Predecesora de éstas, Karate a muerte supera con creces el cine de acción de los 80 y 90 en sus modestas pretensiones y en los logros conseguidos en relación a su presupuesto, aparte de contener una base estética bastante más potente que éstas (¿o pensais que dentro de unos años los éxitos que pueblan actualmente las pantallas serán tan carismáticos como cualquier filme de Bruce?), pues la compleja coreografía que se desarrolla en cada secuencia de lucha es magistralmente entrañable, como todo el conjunto fílmico.

Primera película de Bruce Lee, donde lo vemos ya de estrella (estrella de Hong Kong; estrella de artes marciales). Dotada de una mala dirección y diálogos pésimos, el éxito de taquilla de “El gran jefe” en occidente sorprendió al mismísimo Bruce Lee. De excesiva violencia para aquellos años, la película nos muestra la maestría de un Bruce Lee y aunque con una técnica todavía muy alejada de su JKD posterior como lo vi en operación Dragón (que ocupa mi primera crítica del ídolo Bruce Lee en este espacio de Filmaffinity- 6/ 03/ 2007) es de visión obligada para todo fan de las películas de artes marciales. Así como un poster en la pared de mi gimnasio.
Destacable la pelea con los matones en la fábrica de hielo. Bruce Lee es aquí un autentico rompehielos del contrabando de drogas. El brujo del hielo, el legendario dragón que despierta y que nos hechizó con sus peleas; en resumen… el inicio del gran jefe.