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El filo de la navaja

Drama Los horrores de la guerra hacen que Larry Darrell (Tyrone Power) lo abandone todo, incluso a los que han formado parte de su vida. Cuando, tras la guerra, regresa a su patria, las dificultades para adaptarse de nuevo a la sociedad lo empujan a emprender un largo viaje en busca de la verdad y la paz espiritual que lo llevará desde los sórdidos barrios de París hasta las nevadas cumbres del Himalaya. Adaptación de la célebre novela de Somerset Maugham. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
7 de febrero de 2008
60 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes melodramas de la Fox de los años 40, “El filo de la navaja” es uno de los más claros ejemplos de lo que era capaz de conseguir la poderosa maquinaria creativa del Hollywood dorado.
Adaptación de la novela homónima de Somerset Maugham, que aparece en el film como personaje, interpretado por Herbert Marshall, como el referente moral y ético de la conducta de los demás personajes de la historia, “El filo de la navaja” nos sumerge en un terreno altamente resbaladizo, sin caer, sin embargo, en el ridículo, a pesar del misticismo de la propuesta argumental y las dicotomías generosidad, espiritualidad versus egoísmo, materialismo, representados por los personajes que interpretan Tyrone Power y una bellísima Gene Tierney, en un papel no muy alejado del interpretado el año anterior en la sublime “Que el cielo la juzgue”de John M. Stahl.
Cuatro son los pilares fundamentales en los que se sustenta esta maravillosa película: La inspirada dirección del “artesano” Edmund Goulding, el brillante guión, de un equilibrio prodigioso, la maravillosa puesta en escena y la extraordinaria labor interpretativa de un reparto en estado de gracia, encabezado por un Tyrone Power, estelar en el papel de ese alguien que busca ese “algo más”, y una Gene Tierney sencillamente maravillosa como actriz, perfectamente secundados por el aristocrático y cínico Clifton Webb -en un papel hecho a su medida-, la torturada Anne Baxter -que se llevo un merecido oscar a la mejor actriz secundaria- y el sobrio, pero brillante y eficaz Herbert Marshall.
No podemos olvidarnos, sin embargo, de la extraordinaria partitura del gran Alfred Newman, que compuso sus mejores paginas para films de temática espiritual y religiosa, con un tema bellísimo, uno de los más inspirados de su prolífica carrera, de la brillante fotografia en B/N y de la suntuosa dirección artística.
Film trufado de secuencias inolvidables, maravillosamente rodadas, es justo destacar los elegantes movimientos de cámara que utiliza Edmund Goulding para rodar esos largos planos-secuencias, de una cadencia cercana al ballet, y sobre todo los veinte minutos finales del film, con mención muy especial a ese maravilloso plano-secuencia de casi dos minutos de duración que cierra este extraordinario film, a reivindicar con urgencia, y de obligada visión para cinéfilos nostálgicos del buen cine.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona, 7 de febrero de 2008
Harry Lime
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23 de febrero de 2010
60 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
1944, Europa se encuentra al borde del exterminio en el año más largo, feroz y duro de la Guerra Mundial. Ese mismo año el escritor inglés William Somerset Maugham publica “El filo de la navaja”, una novela donde un joven americano que había combatido en la IGM decide cambiar su vida y abandona a su prometida, riquezas y estilo de vida, iniciando una búsqueda de sí mismo que le llevará hasta la India donde encontrará la Iluminación. El libro se convierte en un fenómeno social y en apenas dos años tendrá su adaptación cinematográfica.

¿Quieren que les diga una cosa? No se lo cree ni el que lo escribió, y nunca mejor dicho. Maugham fue un autor de best-seller en su momento, profundamente nacionalista británico, amante de la riqueza y el lujo (poseía la segunda colección privada de cuadros en su momento de toda Europa y disfrutaba de sus mansiones en la Costa Azul) y era de todo menos frugal en sus apetencias (bisexual activo). Y además era un oportunista. Tenía un olfato comercial a prueba de bombas y sabía lo que la gente necesitaba (se notaba que empezó a estudiar la carrera de Medicina).

Su literatura puede enmarcarse dentro del modernismo experimental, un poco como William Faulkner, James Joyce, Virginia Woolf o Marcel Proust, o lo que os lo mismo grandes escritores que juntan maravillosas palabras pero que carecen por completo de algo interesante que decir.. La novela, y por extensión la película, es por un lado vacía y pretenciosa, no sabemos ni lo que busca el personaje ni lo que encuentra, como mucho vuelve como un curandero. Es la abstracción absoluta, es la luz, es la bondad, es Dios, es el no saber qué decir. Pertenece de lleno al pensamiento débil que busca ciudadanos con problemas, vendiéndoles el producto como si fuera un manual de autoayuda. Al menos podría el autor haber dado ejemplo, pero como decía se dedicó a ganar mucho dinero y a vivir mejor, la antípoda de su personaje.

Cinematográficamente “El filo de la navaja” tiene algunos errores y bastantes aciertos. Entre los primeros apuntar el triste y lamentable episodio de la India carente de un mínimo de veracidad y la fallida elección de Tyrone Power como protagonista, James Stewart por decir alguno hubiera quedado infinitamente mejor para ese papel de hombre idealista.

En lo positivo, que también lo hay, hay que quedarse con los brillantes diálogos, la magnífica puesta en escena de Edmund Goulding (magnífica primera escena de la fiesta), la inteligencia y belleza de Gene Tierney y sobre todo un puñado de secundarios antológicos, especialmente con un Clifton Webb en su mejor trabajo de siempre. Se me olvidaba, la partitura de Alfred Newman, que nos vuelve a regalar otra pieza maestra.

Y recuerda, si te encuentras alicaída, enhorabuena, el aburrimiento es la enfermedad de las personas felices.

Nota: 6,6.
vircenguetorix
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27 de agosto de 2009
34 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena adaptación de tal vez la mejor novela de Somerset Maugham del mismo título. Además se hizo sólo dos años después de la aparición del libro, demostrando que ya Hollywwod aprovechaba el tirón literario. Aunque claro, los booms literarios de la época tenían más nivel que los actuales, a pesar de que Somerset Maugham se consideraba a sí mismo un escritor de segunda fila. Eso es opinable, pero sin duda a los actuales les da cien mil vueltas.

Y en la película, como en la novela, sale el escritor. Es como el hilo conductor de la historia, en el caso del film interpretado por Herbert Marshall. La verdad es que tanto Tyrone Power como Gene Tierney están muy bien, pero quienes destacan especialmente son unos estupendos secundarios, especialmente Anne Baxter como mujer echada a perder por la fatalidad, y Clifton Webb interpretando a un snob cínico americano obsesionado por los modales, y con codearse con la flor y nata europea.

La película combina una historia extraordinaria de un hombre en busca del sentido de la vida, un dramón amoroso de aquí te espero, y un glamour portentoso que rezuma tanto en reuniones sociales de alto copete como en locales de mala muerte. Encima se añade un poco de misticismo oriental, que al menos no chirría.

Le tengo un especial cariño a esta película porque la primera vez que la vi fue con mi difunta abuela, que equiparaba las inquietudes del protagonista con las mías. En fin, supongo que era más idealista e inocente, o igual ahora soy menos sabio, no lo sé.

En todo caso les recomiendo que no se pierdan esta extraordinaria historia. Desprende un aroma clásico inconfundible, y qué diantres, es una estupenda película.
Gilbert
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20 de febrero de 2006
33 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por Darryl F. Zanuck, fue dirigida por Edmund Goulding. Rodada en exteriores (Denver, Colorado) y en estudio, dispuso de un presupuesto de 1 M dólares. Es la adaptación al cine de la novela "The Razor's Edge", de S. Maugham. Ganó un Oscar (actriz secundaria) y 2 Globos de oro (actor y actriz secundarios). Obtuvo 3 nominaciones sin premio a los Oscar (actor secundario, decoración y película). Se estrenó en diciembre de 1946. En 1984 se realizó un "remake".

La acción tiene lugar en Chicago y París entre 1919 y 1931. Narra la historia de Larry Darrell (Tyrone Power), joven idealista, de la alta sociedad de Chicago, que sirvió como piloto en la I GM. Salvado de una muerte segura por su mejor amigo, que perdió la vida en el empeño, no se siente tentado por la ambición de ganar dinero y prestigio social. Las dificultades para adaptarse a la vida de la Posguerra y la infidelidad de su prometida, Isabel Bradley (Gene Tierney), despiertan en él deseos de aprender, reflexionar y explorar lo que puede dar sentido a la vida. Visita los barrios marginales de París, las minas de carbón de Francia y las montañas del Himalaya, en busca de respuestas, que le llevan a ayudar a los demás, sacrificarse por ellos y asumir una vida austera de trabajo y reflexión, que suman bondad y fustración. Su antigua prometida, Isabel, enamorada compulsivamente de él, pese a su matrimonio con Gray Maturin (John Payne) y a su doble maternidad, emplea para recuperarlo todas las buenas y malas artes a su alcance.

Larry tiene dos oponentes: el gélido maquiavelismo de la bellísima Isabel y el esnobismo de Elliot Templeton (Clifton Webb), "tío Elliot", rico y presumido, de escasas luces, que ambiciona relacionarsse con la gente más distinguida, como la princesa Edna Novemali (Cobina Wright), cuyos modos imita con afectación. Desprecia a Larry y siente gran afecto por Isabel. Se muestran los efectos desastrosos del egoismo y el esnobismo sobre personas inocentes, como Sophie. Son escenas destacadas la de Elliot en el lecho de muerte, el diálogo de Larry e Isabel sentados en el pretil de la terraza con el mar al fondo y la inducción interesada de Sophie al hoyo de la bebida.

La música está al servicio del baile, la animación de las salas de fiestas, la introducción y el cierre, y el acompañamiento de las escenas más románticas y dramáticas. La narración visual es magnífica, con travellings efectistas, planos secuencia absorbentes, contraluces admirables y un movimiento de cámara muy fluído. El guión presta mayor atención a los aspectos melodramáticos que a los filosóficos de Larry. Un breve apunte de la escena inicial indica, con elegancia y sutileza, la homosexualidad de Elliot. La interpretación de los protagonistas es correcta, pero destacan las de dos secundarios, Clifton Webb y Anne Baxter, ambos premiados.

Película de excelente fotografía, realizada con abundancia de medios, que cuenta una historia interesante y sugestiva, de notable fuerza dramática.
Miquel
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9 de junio de 2009
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Larry Darrell (Tyrone Power) es un joven piloto que vuelve desencantado de los horrores de la Primera Guerra Mundial. Rechazando el confortable mundo material de su prometida y la sociedad en la que vive, viaja por todo el mundo en una odisea espiritual en busca de la verdad que le lleva hasta las luminosas cimas del Himalaya.

El calibre de este personaje principal se estremece con el viento como la última hoja de un árbol que se muere. Para algunas personas como Larry, el infierno es vivir día a día sin saber la razón de su existencia. La película muestra esa incomprensión a la vida como un punto suicida de una frase sin fin, donde, con el paso del tiempo, todos los personajes se convierten en marionetas del destino, que como juguetes rotos, se esfuerzan por sentir de nuevo.

La pureza y candidez se vuelcan en un remolino de celos e ira, un estallido de truenos en una noche sombría, silenciados tan solo por la belleza de su luz. La amistad se entierra en un pozo sin fondo y los inmortales ven cercanos el fin de sus días.

Absolutamente todos los personajes cambian en el transcurso de la película: amor, desamor, enfermedad, cura, muerte, ruina, felicidad… Todos los pasos a seguir en el difícil sendero de la vida, que es, esta película, el filo de la navaja.

Como ocurre a menudo en el cine norteamericano de la época, el nivel de los secundarios brilla más que el de las estrellas. Herbert Marshall, Anne Baxter y sobre todo Clifton Webb están soberbios.

Magnífico melodrama de Edmund Goulding, muy recomendable a todos los amantes del cine clásico y a los curiosos en busca de respuestas.
Pelopantenne
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