Las chicas de la lencería

Entretenida historia que sucede en un tradicional pueblo, donde supuestamente todo es predecible hasta que las protagonistas de la película deciden, a pesar de su edad, empezar a vivir y cumplir los sueños que siempre habían querido realizar.

Comedia que a la vez no lo es, pues se plantean puntos de profundidad, de importancia que cualquiera nos podríamos aplicar a nosotros mismos. Tiene buenos puntos graciosos, cierto, pero no basa su peso en ser graciosa.

No va a convertirse en una película que recordemos mucho tiempo... pero si es verdad que se hace muy amena, y no sólo por su duración, sino también gracias a las interpretaciones, que son bastante buenas, y el argumento de la historia que es muy sencillo y llevadero.

Además ver en ella las ganas de vivir de la gente, cómo se replantean sus vidas, y como dan la cara por ser fieles a ellos mismos como única solución, aunque sea remando a contracorriente... el sabor que te deja al final es muy buena, con ganas de hacer lo mismo.

Un saludo

Aunque la fórmula la hayamos visto en innumerables títulos de realismo social tales como "El jardín de la alegría" o "Las chicas del calendario", el guión, las situaciones y los personajes son tan dulces e ingenuas, que terminan por desarmar al espectador, haciéndole cómplice de esta pequeña historia, en la que una anciana viuda de un pueblecito suizo decide rehacer su vida convirtiendo la tienda de ultramarinos de su marido fallecido en una tienda de lencería fina. Como viene siendo habitual, la retrógrada presión social del pueblo -personificada por un concejal bastante radical y el propio hijo de la protagonista, el pastor evangélico del pueblo- intenta por todos los medios el mantenimiento de las cosas tal y como están, en el que los ancianos progresivamente son arriconados como trastos inservibles, frente a la iniciativa del grupo de abuelas que llega a vender al mogollón sus combinaciones, sujetadores y braguitas a través de internet. "Las chicas de la lencería" es una película bastante básica, bastante esquemática, incluso maniquea, pero la entrañabilidad que generan las ancianas hace conectar con la audiencia, que disfruta de cada triunfo de estas luchadoras, por pequeño que sea. Es una lástima que el guión no haya estado solo un poquito mejor, ya que podría haber dado muchisimo más de si -por cierto, con una estructura similar a la de "Chocolat" de Lasse Hällstrom-, entroncando con un canto al respeto de las libertades individuales, más allá de la edad que figure en el carnet de conducir -nunca mejor dicho, ya que una de las abuelas aprende a conducir más allá de los sesenta y cinco años...-. De acuerdo, no aporta nada nuevo, y en muchos casos no es más que aplicar la fórmula que ya hemos visto en infinidad de ocasiones -es decir, grupo de personas que parece imposible que levanten cabeza, en un entorno hostíl, y que terminan no solo consiguiendo su objetivo, sino además triunfando, como en "Full Monty", por ejemplo- pero las protagonistas se hacen querer y resultan de lo más entrañables, en su dulce ingenuidad.

Desde Suiza (por lo visto no sólo saben hacer relojes de cuco) nos llega esta modesta producción dirigida por Bettina Oberli, sobre un grupo de mujeres entradas en la tercera edad, que intentan ser diferentes. La protagonista, Martha (Stephanie Glasser) acaba de perder a su marido, pero en lugar de llevar el luto y encerrarse en casa a esperar la muerte, lo que se supone que debe hacer cualquier mujer decente en la tranquila comunidad en que vive, decide, ayudada por sus amigas, montar una boutique de ropa interior.

Bajo este sencillo argumento, y mucho más sencillo como previsible desarrollo, la directora nos plantea una especie de "rebelión de las abuelas", ante la atónita mirada de sus hijos, quienes son los que acaban apareciendo como carcas.

A pesar de la simpleza de los planteamientos y del claro y evidente manierismo, el film consigue hacernos ver que pese a estar en la tercera edad, dichas personas no son inútiles. A pesar que la sociedad intenta recluirlas para que no estorben (en este punto no hay que olvidarse de lo paradójico que es conocer la edad de muchos líderes políticos mundiales), un visión claramente retógrada personificada en los hijos de estas abuelas modernas. No es casualidad que dichos planteamientos aparezcan desde un país "avanzado" y civilizado que al mismo tiempo es uno de los más viejos de Europa. Y aunque planteado en un pueblo suizo (seguramente para resaltar mucho más el contraste, algo que no hubiera sido creíble en una ciudad), su mensaje se puede extrapolar al resto del mundo.

En definitiva un sencillo film, cuya mejor arma es precisamente esa: la sencillez.

No había visto nunca una película suiza y puede que no vea otra nunca más (no es tan fácil ver una). La película es corta y amable, no tiene un gran presupuesto ni una superestrella u otro reclamo que la haga más llamativa, tiene a una buena actriz protagonista que ante la muerte de su marido y ya entrada en la vejez decide abrir una tienda de lencería con sus amigas, el problema viene cuando sus vecinos se oponen y ella tendrá que luchar por su sueño.

Sin más.

Pues eso, que es una película amable, simple y que terminas de visionar con la sensación de hacerlo por segunda vez, por lo mucho que recuerda a otras similares como "El jardín de la alegría", si bien no alcanza el nivel de la misma.

Como punto destacable, decir que retrata bastante bien la problemática de los pueblos pequeños alejados de las grandes urbes, donde todo el mundo se conoce y se cree con derecho a juzgar al vecino y especialmente, donde la doble moral es el pan suyo de cada día. No obstante el retrato es tan ingenuo e inocentón, que una acaba preguntándose si la que teme al que dirán no será la propia directora, tan contenida y políticamente correcta ella, tan absolutamente cándida y simple, cuando podía haber fabricado un producto muchísimo más emotivo y desgarrador (de comedia ya ni hablamos).

Para perder el tiempo un rato, sin más.