El show de Ren y Stimpy (Serie de TV)

John Kricfalusi, ese tipo que es un genio pero que sin embargo puede llegar a caer tan mal. Que tiene un blog en el que se queja del estado de la animación actual, al que no le gusta casi nada de lo que se haya hecho en animación ni en música después de los años sesenta (y eso que él no es tan mayor). Ese tipo aficionado a los gags groseros que llegó a destruir a sus personajes en una versión adulta demasiado pasada de rosca y con un exceso de mal gusto.

Este tipo es el que creó El show de Ren y Stimpy, una de las series de animación más influyentes de los noventa, junto con Los Simpson, Rugrats, Beavis y Butt-head o Las supernenas. En realidad -y a excepción de Los Simpson- probablemente LA más influyente. Y sin embargo una de las menos conocidas en nuestro país, quizá por no ser plato para todos los gustos.

En Estados Unidos disfrutaron de un gran éxito y su influencia se ha dejado notar en muchas series de la Cartoon Network o de forma evidente en programas recientes de Nickelodeon como Bob Esponja.

Ren y Stimpy lo inventaron todo y a la vez no inventaron nada. Exageraron lo que ya existía en los años cuarenta, un tipo de animación cartoon que había sido olvidado durante los horteras años ochenta, en los que el reinado de Hanna Barbera (otrora creadores de los magníficos Tom y Jerry) había invadido las televisiones con series realizadas en masa que iban perdiendo su calidad artística y parecían destinadas sólo a niños muy poco exigentes.

Y entonces llegan unos dibujos como Ren y Stimpy que reivindican el humor visual, los personajes bien dibujados y la diversión políticamente incorrecta para espectadores de todas las edades. Mientras que los Simpson se centraban sobre todo en el guión, Ren y Stimpy se centraban en las imágenes pero también en unos personajes psicológicamente muy bien descritos y con un carisma a prueba de bombas.

Con la ayuda de otros grandes como Bob Camp, Kricfalusi desarrolló a los geniales protagonistas: un chihuahua asmático, hiperviolento, acomplejado, sarcástico y frágil con una voz a lo Peter Lorre, y un gato gordo, infantil, descerebrado y alegre al que le encanta gritar "Chachi, chachi, mola, mola".

Al igual que otros personajes cartoon, Ren y Stimpy pueden adaptarse a diferentes situaciones sin solución de continuidad y aparecer en sus memorables roles del capitán Ren y el cadete Stimpy cuando así lo requiere el argumento.

Lamentablemente todo aquello que es bueno y revolucionario no puede durar y pronto Kricfalusi fue despedido debido a desacuerdos de todo tipo (un culebrón en el que cada cual aduce distintas razones) y la mayoría de los episodios realizados en su ausencia no están a la altura (aunque sigue habiendo algunos muy buenos tras la marcha de Kricfalusi). Pero no pienso quitarle ni un punto a la serie por eso, merece el diez sólo por la excelencia de sus dos primeras temporadas.

Solamente de esta manera cabe calificar a los dos personajes de esta comedia casi psicodélica.
Un gato de muy poco carácter, miedoso y con voz temblorosa, convive con un perro chihuaha histérico y muy agresivo; como una especie de contrapunto, como Sancho y El Quijote, como Abbott y Costello, como Bonnie & Clyde coexisten y ensamblan perfectamente estos dos personajes que trascienden a cualquier animación corriente. Las aventuras que corren -debo decir que no vi todos los capítulos- son francamente demenciales, las situaciones son de un absurdo irresistible -en eso reside parte de su secreto- y llegan a extremos inverosímiles de humor, a veces algo escabroso también. Generalmente lleva la voz cantante Ren (el perro) que tiene iniciativas que Stimpy debe seguir, impulsado casi, por el sadismo y la voz indignada del chihuahua. Son de mencionar especialmente los primeros planos fijos, que son dibujos paroxísticos y casi de pesadilla, donde aparecen los personajes con sus rostros en proceso de descomposición -o de horror- y con un cromatismo intenso. Toda la serie es intensa, tanto por los diálogos, las situaciones, los dibujos.

Millones de infancias han sido marcadas por el humor de cuarto de baño, idiosincrasia de un gato retrasado y un chihuahua psicótico. John Kricfalusi creó la nueva tendencia del dibujo animado norteamericano (con trazos aún visibles hoy en día en cartoons modernos) inspirándose en los clásicos de la edad de oro (Disney y Tex Avery) y parodiando la baja calidad de los cartoons de Hanna-Barbera, convirtiendo a los entrañables animales parlantes en una panda de dementes histriónicos. Todo fue un cóctel tan controvérsico, tanto a principios de los noventa como ahora, que jamás volveremos a ver joyas así, a no ser que nos fijemos en los raros viajes psicodélicos de Bob Esponja.

Es una pena que la calidad de la serie se derrumbe tras el cierre de la segunda temporada, marcada por el despido del equipo que había animado y escrito los primeros episodios. Spümcø, capitaneado por un ambicioso y atrevido John K., se jactaba de propagar un humor transgresor y provocativo, lo que los puso en el punto de mira de los puritanos productores de Nickelodeon, pues los críos se veían inundados por olas de mensajes y emociones extremas, inimaginables en otros shows. Por supuesto, Nickelodeon no dejó escapar la gallina de los huevos de oro y contrató a un nuevo equipo de animación, Games Animation, aportando menos capital esta vez. El estilo de los nuevos artistas produjo nuevas temporadas muy por debajo de la calidad que ofrecían los entusiastas miembros de Spümcø: Ren y Stimpy se paseaban por escenarios cada vez menos convincentes y realizaban gags ya vistos o menos alocados. El bajón acabó por notarse cuando las perlas pasaron de ser escasas a no existir, en el preciso instante en el que el perro y el gato favorito de esos indeseables que buscamos el humor físico y de cuarto de baño aparecieron borrosos y artríticos en la pantalla. La quinta temporada fue la más triste, tanto por las pocas ganas de reír como por ser la última emitida. Una pena, pero fue descojonante mientras duró. "They put them to sleep. The Big Sleep".

No nos podemos olvidar del triste retorno de Ren y Stimpy en forma de show para adultos en un intento de Kricfalusi por hacerse de nuevo con los retoños (ya creciditos) que le había arrebatado Nickelodeon. John K., desgraciadamente, sólo había inflado su deseo de hacer dibujos políticamente incorrectos, por lo que hizo una serie totalmente diferente, apostando por bromas que explotaban el lado homosexual de la relación gato-perro y dibujando tetas y falos por doquier. El tema no cuajó y se canceló la serie, otra vez, para no volver jamás.

Requiem por Ren Höek y Stimpy J. Gato.

Y ahora la crítica per se ("Sigo en el spoiler, que no es tal"):

Poco que decir de esta serie pero, eso sí, pocas cosas muy contundentes. Ren...era una serie condenada a la debacle. No tanto por como caería a Nickelodeon, encargado de difundirla, sino por su apuesta de inicio. Salvo episodios muy marcados, el devenir de la serie era errático, contagiado por ese trasfondo alucinado en el que se movían los personajes. Su idea era más estética que narrativa, o de evolución. Tomar tantos elementos de las artes plásticas puede costar caro a la hora de pretender continuidad. Cada gesto distorsionado, cada fondo esperpéntico y surrealista (algunos fondos me recuerdan conceptualmente a Dalí) valía por cada episodio. Es una serie que congelaba la imagen, dotándola de una fuerza inusitada y violenta, a veces hasta le mutilaba el sonido, generando un silencio incómodo, hipnótico.

Esa sensación de estar contemplando diapositivas valdría enormemente para los dibujos experimentales, pero la falta de una cierta fórmula inicio-desarrollo-desenlace era por demás arriesgada. Eso, sumado a la creación psicopática de Ren (Stimpy era mucho más convencional y conocido en tanto perfil de personaje) generaron un impacto visual considerable que fue decayendo conforme la narrativa no acompañaba.

Una vez producidos los despidos y alterada la serie, pasó lo contrario: se gestó una evolución y se perdió la intensidad inmediata de cada plano. En resumen, que su primera etapa valió por sus riesgos originales, pero la falta de un equilibrio jamás encontrado entre forma y fondo terminó por desgastarla.

Ví "Ren y Stimpy" y me gusta la comedia negra que tiene aunque no es apto para los niños debido a las escenas que tiene.
Me acuerdo que me gustaba cuando era chico. No se puede ver con los chicos.
Pero tiene momentos que me recuerda a "Tonto y Retonto" en la comedia exagerada y está muy bueno.
Me recuerda también por momentos a "Los Simpsons" en lo que sucede y en los diálogos.
Ren y Stimpy es una gran serie animada que te hace reír. Stimpy es graciosísimo al igual que Ren especialmente cuando está enojado.
Tiene muchos capítulos que me gustan.
Estos son los episodios:
Teleadicción.
Ren sufre de insomnio.
Perro loco Hoek.
La casa embrujada.
En el ejército.
Los bebés.
El monstruo de dos cabezas.
Vida de reyes.
El dolor de muelas de Ren.
El lado malo de Ren.