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Candilejas

Drama. Romance Un viejo payaso (Charles Chaplin), después de evitar el suicidio de una joven bailarina (Claire Bloom), no sólo la cuida, sino que, además, se ocupa de enseñarle todo lo que sabe sobre el mundo del teatro para hacerla triunfar. Último y melancólico film americano de Chaplin. (FILMAFFINITY)
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
9 de enero de 2007
366 de 384 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se acabó. Chaplin fue expulsado de malas maneras de USA poco después de rodar Candilejas. Dicen que lo último que vió del país de la libertad fue la estatua de la libertad, desde la parte de atrás del barco que le llevaba de "visita" a a su Inglaterra natal, y que en ese momento se le informo de que se le denegaba el regreso.

Acosado por el McCarthismo que le acusaba de comunista, por el F.B.I y por la prensa por sus gustos por la gente...por la gente más joven que él (por decirlo suavemente), Chaplin vivía sus horas más bajas. Depresivo, melancólico, enterrado ya por siempre Charlot el vagabundo, consciente de que se la jugaba si volvía hacer una película con tintes sociales, Chaplin se enamora por última vez de una chica de 18 años, a la que da el papel de protagonista en la película.

Para la ocasión, contó con su fiel amigo (adversario en la taquilla y maltratado por el cine con la llegada del sonoro) Buster Keaton, haciendo unas breves apariciones, con uno de los números más tristes que recuerdo (yo es que desde que veo a un pobre viejo borracho entrar en la casa; Chaplin, ya estoy llorando). Dicen que esta película compagina sabiamente la lágrima y la risa, pero no estoy de acuerdo. La melodía que suena constantemente (compuesta por Chaplin y por la que ganó su único Oscars a excepción del honorífico, cuando América se dió cuenta de su error) es una buena muestra de ello.

Chaplin se despide de todo lo que le rodea. Es imposible no ver que es bastante autobiográfica; un hombre que hacía reír a todo el mundo y que vive sus peores momentos, abandonado, borracho y solo, y que trata por todos los medios de salvar a una joven mujer (por no decir chiquilla de 18 años), y de darle ánimos y esperanzas, aunque el ya no disponga de eso en un mundo que le ha olvidado. Pero lo más doloroso para él es soñar con las risas del pasado y despertarse con el silencio del presente. Ya solo actúa en actuaciones de segunda clase, y para darse valor debe beber más de lo aconsejable. Nadie se atreve a decirle que esta acabado, no por respeto a lo que fue, sino por lástima.

Los últimos 10 minutos, con la actuación "cómica" con el otro perdedor, Keaton, y todo lo que viene después es fantástico. Nadie lo dice, pero se entiende; El espectáculo debe continuar.



- ¿No odiabas el teatro?

- También odio la sangre, sin embargo corre por mis venas.
The_End
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22 de diciembre de 2008
90 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chaplin, querido Calvero, cuántas horas de magia y belleza nos has brindado. Genio generalmente comprendido, siempre será para mi aquel vagabundo que paseaba por las aceras, tornaba esquinas, mientras era iluminado bajo la luz taciturna de una farola a punto de apagarse.

Si hablamos de Candilejas abordaremos muchos temas vitales. Si hablamos de Candilejas como película estaremos de acuerdo en que es un cine eterno, abismal, único e irrepetible, filmado con garra y precisión, con un guión soberbio, fotografia impecable... y todo lo que contribuye a que una película sea cumbre, capital. Qué más decir.

Pero referente a los temas vitales, resumiré los mismos en amor, sueños y nostalgia.

El amor, pasión efimera e indestructible, que cabalga siempre sin dejarnos elegir, iba a nacer un día. Le golpeó hasta dejarla k.o. . Hora tras hora se fue fraguando a fuego, con letras de oro y mimbre y se impuso siempre, a pesar de todo.

Sueños, aquello que quizás sea y seguro que fue, al menos por un instante. Un momento de luz y melancolía que nos espolea y nos invita a seguir soñando.

Nostalgia, aquel sentimiento ambiguo, casando alegría y tristeza, que deja un sabor agridulce, más dulce que agrio, puesto que sin lo agrio, lo dulce no sería tan dulce. Un sentimiento del que no podemos parar de tomar hasta vomitarlo todo y aceptar el presente incierto.

Pero tras dos horas frente al cristal salí a pasear y pensé en Candilejas, y el amor, los sueños y la nostalgia embriagaron mi mente y, pese a todo, en un instante, tan sólo por un instante, aborrecí la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
h e r m a n ô n e g r ö
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15 de marzo de 2006
82 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todo gran cineasta que llega al ocaso de su vida, Chaplin nos ofrece sus reflexiones más sinceras en esta melancólica película. Lo que nos es tan normal es que lleguen tan hondo a cualquier tipo de público sin aburrirle en absoluto.
No veo a nadie mejor que él para hablarnos de la bondad, del miedo, de los amores imposibles, del fracaso, y también del éxito, desde el punto de vista de un artista. Se trata de un trabajo muy rico: profundas y elegantes reflexiones sobre la vida; diálogos muy cuidados, tanto en las partes tristes como en las alegres (recuerdo ahora el segundo sueño del principio, cuando el vagabundo le dice a la chica: "Puede usted leer mis memorias en el archivo de la policía"); gags mudos a la antigua usanza (memorable el número final); bonitos ballets; excepcional y adecuada música; etc.

Una aclaración final: no verán a Charlot por ningún lado, verán a Charles Chaplin.


PD: Es uno de mis dos cineastas favoritos (el otro es Kurosawa). Actor, director, guionista, productor, coreógrafo, compositor... ¡y todavía hay quien cataloga a Orson Wells como el "Juan Palomo" del cine!
jastarloa
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26 de abril de 2007
69 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última gran obra del genio Chaplin está llena de melancolía. Candilejas hace llorar de emoción y tristeza. Charles Chaplin mezcla como nadie la comedia y el drama, y en este film, el mayor genio del cine mudo, elabora unos diálogos ricos y magnéticos.

Parece que con Candilejas hable sobre su vida, sobre un tiempo que no es el suyo. Chaplin representa a un cómico veternano llamado Calvero, un clown para el que hacer reír es su vida, pero el público ya le ha olvidado. Ahora el arte es otro, más moderno, y él es un pobre viejo que intenta recuperar su gloria pasada. Que Buster Keaton colabore en un última actuación en el teatro nos deja muy claro cuales eran las intenciones de Chaplin.

Al final del film (no desvelo nada), Terry, una bailarina a la que Calvero ha sacado de la miseria, baila en el teatro sin darse cuenta de lo que pasa entre bastidores. Es una de las escenas más emotivas de la historia del cine. La música que suena, compuesta por el propio Chaplin es exquisita. Se le otorgó el Oscar por su composición, eso sí, 20 años después.

De pequeño me reía con Charlot, más tarde me enamoré de "Luces de la ciudad", ahora sé que no hay ni habrá nadia como Charles Chaplin. He leído otras críticas, al igual que jastarloa, Chaplin es mi director favorito, y también le sigue Kurosawa. Y yo me pregunto: ¿por qué no eres una de mis 20 almas gemelas?

Gracias Chaplin, todas tus películas son especiales.
Sersolo
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26 de febrero de 2007
57 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche de fin de año del 2006 al 2007 por pura casualidad encendí la tele y la 2 estaba retransmitiendo esta película en versión original subtitulada. Aunque había visto otras películas de Chaplin, ésta era una de las que me quedaba pendiente por ver.

Paradojas del destino, pienso, porque anímicamente no me encontraba muy bien en ese momento. Y cuando ví esta película, me llenó de ilusión por su mensaje, por el afán de superación personal que transmitía.

Esta película es hermosa, muy hermosa. Chaplin hace gala de su gran ingenio y de sus grandes dotes como orador transmitiendo positividad, y lo hace de forma que resulta contagiable, sin recaer en ningún momento en la pedantería, en la soberbia o en el engreimiento. Gran virtud.

Los diálogos son como parábolas, cargados de fuerza, con comparaciones tomadas de la naturaleza y la vida misma, llenos de razonamientos elocuentes y, sobre todo, de verdad universal.

Un cómico fracasado con tendencia a ahogar su sufrimiento en el alcohol. Una bailarina discapacitada, desposeída cruelmente de su más preciado tesoro: la posibilidad de sustentarse sobre sus propias piernas. Y surge la compasión del uno hacia el otro, recíprocamente. Un sentimiento de compasión que no emana de la lástima, sino de un sentimiento común a ambos, el amor incondicional desprovisto de barreras.

La experiencia y la juventud, la frustración personal y el afán de superación, frente a frente, al desnudo.

No es de extrañar que, tras estrenarse el metraje, Chaplin fuese criticado ferozmente por los sectores sociales más conservadores de su época, llegando a considerarse por los mismos como inmoral.

Pero a Chaplin poco le importaba eso. El cómico interpretaba al cómico, era su obra más autobiográfica.

La película es una gran obra maestra, un regalo envuelto en paño de oro del que ha sido considerado por gran parte de la crítica el artista más universal, pero lo más importante es que procede de una persona sencilla y de buen corazón.
alvaro rosado arroyal
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