Aventura para dos

Aventura para dos y para Don Siegel. Unas pocas estampas de nuestra cultura y nuestro folklore con retazos de la sociedad de forma amable, en concordia, una sociedad formada y otra para servir, típico de las películas románticas americanas de la época donde las diferencias de clase no son óbice para convivir en armonía, como hemos visto en otras películas como Sabrina (1954), Papá piernas largas (1955), Vacaciones en Roma (1953), Capri (1960), etc.

Nos deslizaremos por un reseco paisaje rural en contrapunto con las ciudades, los cortijos y los cigarrales de Toledo. Aventura para dos tiene a dos personas en automóvil, pero lo de aventura queda por ver. Una empresa encomienda a una empleada que acompañe a su arquitecto americano para que le ayude con el idioma. Clásico encuentro entre el forastero y la mujer que el trabajo les acercará en cuerpo y alma irremisiblemente.

Pero la mujer tiene novio, novio formal, y cómo no, el novio de la mujer entra también en el tópico español de antaño, moreno, espigado y mirada torva que tira de navaja tan rápido como un policía norteamericano tira de pistola, hay que admitirlo, pero los tópicos mandan en una película como esta, y en los tópicos entra también que ella, la protagonista, sea una belleza como Carmen Sevilla, razón, se supone, para rodar en España y, a la que la debieron incluir en el contrato, que no se podría ir sin marcarse un bailoteo. Interesante ver Toledo aún con las consecuencias de la guerra, rodeada de escombros y con el Alcázar a medio levantar.