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Viaje a Italia

Comedia Desde los tiempos de Lord Byron y otros famosos poetas, los ingleses amaron Italia y la describieron con pasión. Ahora Steve Coogan y Rob Brydon la recorren con la intención de apoderarse de sus mujeres y sus mejores y más sofisticadas comidas en seis regiones diferentes de la bella Italia: Piemonte, Liguria, Toscana, Roma, Napoli, la Costiera Amalfitana y Capri. Una comedia sobre el placer de vivir, de viajar y de comer. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Trip fue originalmente una miniserie de 6 episodios emitida por la BBC en 2010. Ese mismo año se estrenó una adaptación cinematográfica que cortaba ostensiblemente su duración (de casi tres horas se pasó a unos 107 minutos) y que fue la que se popularizó fuera del Reino Unido. Esta cinta situaba al actor Steve Coogan y al humorista Rob Brydon dispuestos a emprender una ruta gastronómica por el norte de Inglaterra con la misión de escribir un artículo para The Observer. Interpretándose a sí mismos, Coogan y Brydon protagonizaban un divertido film repleto de gags e imitaciones pero que también tenía su parte dramática: el cineasta Michael Winterbottom parecía establecer una comparativa entre Coogan, cuyos nexos emotivos y familiares no paraban de cercenarse y Brydon, de carácter más humilde tanto en espíritu como en estilo de vida.

Varios años después, los dos protagonistas de aquella cinta se reúnen de nuevo con el mismo propósito pero esta vez con diferente destino. En Viaje a Italia, también concebida inicialmente como una miniserie, la curiosa pareja recorre de norte a sur el país transalpino para degustar un plato tras otro. Pero, como las primeras escenas muestran, esta vez las personalidades parecen cambiadas. Coogan ha vuelto a unir lazos con su hijo, amén de encontrar una necesaria estabilidad laboral. Por el contrario, a Brydon parecen no irle demasiado bien las cosas por casa, toda vez que las conversaciones telefónicas con su mujer (tan graciosas en la primera entrega) suponen un dolor de muelas para ambos cónyuges.

Aunque los protagonistas hayan dado un giro de 180 grados a sus respectivas vidas, la base de la película permanece siendo exactamente la misma. Viaje a Italia se compone de secuencias en restaurantes donde los protagonistas mantienen pequeños debates que acaban desembocando en un torrente de imitaciones que, alternadas con planos de la preparación y servicio de los platos, suponen la esencia del film. Pero también se mantienen las conversaciones telefónicas, las secuencias en la cama antes de apagar la luz, las reflexiones en torno a un poeta (en esta ocasión, Lord Byron), la aparición de los mismos personajes secundarios… Incluso las tomas de los protagonistas llegando al restaurante son similares a las de The Trip.

Todo este calco técnico y visual no sería un problema si el fondo de la película estuviese plenamente renovado. Por desgracia, Viaje a Italia tampoco aporta suficientes novedades en el guión como para alejarse del fantasma continuista. Más allá del mencionado intercambio de personalidades entre Coogan y Brydon, que peca de cierta simpleza, muchas de las gracias realizadas por este último están rescatadas de su antecesora hasta que sea imposible escapar a la sensación de que estamos ante un déjà vu constante. Es posible que una de las causas de este bajón de calidad venga dado por el hecho de que esta vez el montaje para cines parece no haberse realizado con tanta gracilidad como en su antecesora. Que en el segundo minuto de película los protagonistas ya estén en territorio italiano es un primer signo de que el ritmo no está todo lo ajustado que debería, combinando alguna secuencia demasiado atropellada con otras de carácter algo lento.

Viaje a Italia sigue siendo una película simpática y divertida de ver, pero ya no posee el gancho que sí tuvo la primera parte. Winterbottom ha eliminado las virtudes de su antecesora al mismo tiempo que recicla sus errores (resulta muy pesada tanta insistencia con Lord Byron, como sucedía con Wordsworth en The Trip), otorgando un producto final digno pero mejorable y bastante lejos de las expectativas que podían existir con el cambio de localización y el hecho de que el paso del tiempo afectara a los protagonistas. Por cierto, ya está totalmente confirmado que va a haber una tercera serie (suponemos que también tendrá su adaptación al cine) ambientada nada menos que en España, con un rodaje que comenzó el pasado mes de septiembre. Veremos si Winterbottom es capaz de cambiar de nuevo el signo de la saga.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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15 de junio de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría empezar mi crítica así: "Dos caraduras se hacen una película para ellos solos, se alojan en hoteles de lujo y comen en restaurantes estrellados, a costa de los gilipollas que han pagado una pasta por ver la susodicha cinta". Ésa es una posibilidad.
Pero también: "Después de la deliciosa The Trip, Coogan y Brydon vuelven a la carga, esta vez en Italia. Mientras filosofan acerca de lo divino y lo humano, sobre todo lo humano, ahondando en temas tan profundos como la muerte, el sexo, el amor, la gastronomía o la música pop, nos guían a través de parajes de ensueño hasta lugares que no están al alcance del común de los mortales".
Aunque, bien pensado, también podríamos abordar este ángulo: "Michael Winterbottom, prolífico realizador británico capaz de tratar los temas más diversos, uno de los más audaces y sensibles retratistas del género humano en el cine de hoy, se pliega por una vez a los deseos del público y dirige una secuela de su aclamada The Trip, con la extraña pareja Coogan-Brydon. Las maravillas naturales y arquitectónicas de Italia son el marco en el que se mueven nuestros dos pícaros postmodernos, entre hoteles de postín y platos tan estéticos como deliciosos".
Pero puede que, al final, me decante por esta variación: "Steve Coogan y Rob Brydon, dos tarados adentrados ya en la cincuentena y necesitados de una urgente revalorización, piden prestada una cámara a Michael Winterbottom y desgranan ante ella todas las tonterías que se les pasan por la cabeza, la mayoría sin gracia ni humor. Lo peor es cuando empiezan a imitar a actores famosos, como Brando, Pacino o Bogart, porque ya no sabes si reír o llorar. De paso, cogen un disco de Alanis Morissette, Jagged Little Pill (1994) y nos van poniendo sus canciones. Esta promoción provocó que el álbum volviera a entrar en las listas de éxitos. Cuando no se comportan como auténticos merluzos, aprovechan para degustar una serie de platos que te hacen salivar y dialogan con presuntos amigos y/o familiares, lo cual no contribuye a salvar la función".
Podéis quedaros con la opción que más os convenga. No todo el mundo aguantará las mamarrachadas de este nuevo Dúo Dinámico. La tercera entrega se titula The Trip to Spain, y ardo en deseos de verla. ¿Masoquismo? Es posible.
Eduardo
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30 de septiembre de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
RESUMEN
Dos hombres viajan a Italia para hacer un reportaje para una revista. Su recorrido les lleva desde Piamonte hasta Capri.

COMENTARIOS
El resumen de la película no da para más. Es tan absolutamente lineal como la cinta. Los dos hombres se conocen (más en el plano profesional que personal); son gente del espectáculo (uno de ellos es actor) y basan su relación en gran medida en imitaciones de varios personajes / actores (de Niro, Marlon Brando, James Bond, Hamlet…) y citas de Byron, Shelley, sobre todo o referencias a películas (Vacaciones en Roma, Te querré siempre, El Padrino…).

Diálogos rápidos, muchos chistes con referencias anglosajonas. La comida es otro de los personajes aunque los comentarios al respecto se limitan a tres adjetivos: “Fantástico”, “Delicioso”, “Sublime”. Punto.

Se supone que uno de ellos tiene que hacer un reportaje, pero en ningún momento se le ve tomando un apunte, escribir, preguntar. La sesión de fotos se realiza con la llegada de una reportera gráfica mandada por la publicación que saca tres fotos (tres) cuando están en Roma. Después, el personaje desaparece del mapa.

La historia se apoya en una estructura temporal más que sencilla: una semana. Cuando la semana acaba, se acaba la película.

Y no hay mucho más que decir. Porque falta lo principal: un CONFLICTO. Toda obra dramática, por muy comedia que sea, debe basarse en un conflicto que se va a resolver tras varias peripecias (Aristóteles dixit en la Poética). Cuando no es así, se queda en una mera colección de anécdotas, que pueden ser más o menos (en este caso, menos) interesantes.

Resultado: una película sin sustancia, como un vino aguado. La fotografía no consigue sacar pleno provecho de la cálida y vibrante luz italiana. Lo único positivo: nos entran ganas de leer o releer a los grandes Byron, Shelley y sus odas al país transalpino.

http://www.francescaprince.com/blog/
Francesca
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31 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viaje a Italia

Qué bonita, deliciosa y elegante película ha hecho el director británico Michael Winterbottom que cuenta en su haber con una extensa filmografía y conseva en sus vitrinas un "Oso de Oro" y un "BAFTA" entre otros galardones. Aunque este su último trabajo, por razones que ignoro, llega a nuestras pantallas con dos años de retraso, es una bendición -más vale tarde que nunca- poder disfrutar de esta originalísima cinta de cuyo guion también él es responsable.
En realidad "Viaje a Italia" tiene su precedente en "The Trip" (2010) en el que una pareja de brillantes guionistas y actores muy populares en el Reino Unido y amigos en la vida real -Steve Coogan y Rob Brydon, británico uno y el otro galés-, se interpretan a sí mismos y atraviesan la campiña inglesa en un viaje gastronómico, visitando los mejores y más afamados restaurantes de su país. Y Winterbottom repite en "Viaje a Italia" parecida fórmula, de nuevo con la genial pareja que en esta ocasión cubre en coche el trayecto de norte a sur por las regiones de Liguria, Toscana, Roma, Amalfi y Capri.
Este par de buenos amigos, pícaros, cautivadores, bon-vivants de irreprimible vocación, cultos e inteligentes, ya cincuentones -coincidentemente nacieron en el mismo año de 1965-, nos ofrecen chispeantes sobremesas repletas de sabrosísimo e irreverente humor; de manera espontánea, ocurrentes charlas sobre lo divino y lo humano brincotean de un tema a otro, salpicadas siempre de penetrante ironía y del más corrosivo sarcasmo bajo la cegadora luz mediterránea. La atención del espectador, puesta a prueba cada segundo, deberá de permanecer muy despierta si desea seguir los hilarantes e ilustrativos diálogos de este mareante carrusel verborreíco que gira sin parar un solo instante. Nos asombrarán con divertidas anécdotas y formidables imitaciones de míticos personajes del cine de cuya mordacidad no se salvarán Michael Caine, Marlon Brando, Tom Hardy, Alfred Hitchcock, Hugh Grant, ni Humphrey Bogart, entre otros.
Se alojarán en lugares de ensueño inalcanzables para el común de los mortales, antiguos caserones y magníficos palacios ahora convertidos en exclusivos hoteles discretamente escondidos y estratégicamente situados al borde de los soberbios acantilados que se extienden a lo largo de la costa amalfitana y en donde las vistas adquieren categoría de belleza indescriptible.
Nuestros protagonistas siguen la huella de Byron, Shelley y Keats que tienen relevante presencia en este recorrido. Los dos primeros, por diferentes motivos -un sonado escándalo familiar el uno y discrepacias políticas y religiosas el otro-, se exiliaron a la bella Italia y Keats, ya enfermo, llegó invitado por Shelley. Desde entonces este país formó, inevitablemente, parte importante del acervo cultural que quedó impreso en la obra imperecedera de estos insignes poetas británicos. De manera que al inicio de su viaje en Génova conoceremos "Villa Saluzo" último refugio de Byron antes de zarpar hacia Grecia; veremos la "Casa Magni en Lerici", en la que habitaron Shelley junto a su esposa Mary en el momento en que éste encontraría la muerte en un trágico naufragio y harán una parada en la playa de Viareggio donde quemaron su cuerpo ante la presencia de Byron y Trelawney; para acabar, y no extenderme demasiado, nos acercarán al museo Keats-Shelley en Roma y a la casa de Keats cuando la tisis acabó con su vida.
Al final, Winterbottom, supongo que con la intención de humanizarlos un poco y disminuir la intensidad de tanto glamour, deja planear sobre la figura de nuestros ingeniosos anfitriones -y parece que ellos, obviamente, lo aceptan con total normalidad- un halo de adversidad que afecta a la intimidad de sus respectivas vidas domésticas tal y como, por otro lado, ocurre en el ámbito familiar de cualquier individuo.
He visto esta película con verdadero agrado y al finalizar me acometen irresistibles deseos de realizar algún día ese mismo viaje aun sospechando que, llegado el momento, deberé rebajar sustancialmente ciertas pretensiones en donde las posibilidades de mi bolsillo juegan, desgraciadamente, un papel determinante.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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13 de febrero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menos mal que fui a un cine de reestreno que la entrada es asequible y puedes ver otra película, porque hubiese pedido la devolución del dinero.
Recurre demasiado a los mismos recursos (imitación, sarcasmo...). El contenido de los diálogos es poco interesante, no te atrapa la atención. Ya la primera escena en el restaurante me pareció demasiado larga, así que las siguientes me exasperaron. Las tres personas que íbamos acabamos hartas y aburridas y vimos mucha gente dormida y otra que se salía de la sala. Yo no se la recomendaría ni a mi peor enemigo. Acepto que a otras personas les haya gustado, como he podido leer. Como el cine es un viaje personal, yo expongo el mío.
Lug
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