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S21: La máquina roja de matar

Documental Duro documental que aborda lo sucedido en el Centro de detención y torturas S-21, que se ubicaba en el centro de Phnom Penh, capital de Camboya, de 1975 a 1979. En tiempos anteriores había sido una escuela secundaria, pero en manos de Pol Pot y el Khmer Rouge, fue un lugar de exterminio de miles de víctimas. De 17.000 prisioneros en el lugar, sólo sobrevivieron tres. El documental de Rithy Panh reúne después de 27 años a dos de estas ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
9 de abril de 2008
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya algún tiempo cayó en mis manos un libro que me impactó por las descripciones que contenía sobre las barbaridades que se cometen y cometían en guerra. Jonathan Glover escribió "Humanidad e Inhumanidad: Una Historia Moral Del Siglo XX". Este libro contiene crudas reflexiones sobre el Holocausto, el estalinismo, Ruanda o la propia Camboya. La que más me impactó fue esta última junto a la masacre de un pequeño poblado vietnamita.

Sobre una población de 7,7 millones de habitantes, los Jemeres Rojos ejecutaron a más de dos millones, el porcentaje es brutal. Las ciudades fueron literalmente vaciadas y la población fue desplazada a los campos donde se vieron forzados a trabajar en condiciones miserables, muchos murieron. Todo bajo la bandera del verdadero comunismo, con Pol Pot como cabeza visible y con el régimen chino como modelo a seguir.

Otros eran encarcelados en centros como el S21, tema central del documental. Rithy Panh reúne a víctimas y verdugos en esta casa de los horrores y recrea el día a día de esta prisión de muerte. Nadie les ha pedido disculpas por lo sucedido porque en principio nadie ha dicho que lo sucedido hace unos treinta años fuera un error.

Las víctimas que sobrevivieron parece que ya no esperan disculpas, sólo que quién les hizo tanto mal se de cuenta del daño que les causaron. Los trabajadores de esas prisiones viven con lo que hicieron y cargan con ello. Más de dos millones no pueden cargar con nada.
Sersolo
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8 de abril de 2008
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cabría imaginar un documental sobre Auswitch con varios de sus torturadores como conductores del documental? Esto es más o menos lo que un ausente Rithy Panh monta en este espeluznante documental. Casi treinta años después, varios de los integrantes de los S21 regresan al Instituto de Tuol Svay Prey que fue convertida en el centro de torturas más importante de Camboya. Por el S21, nombre de esta cárcel al mando de Duch (Kang Kech Ieu), pasaron dieciséis mil personas que fueron torturadas bajo pretextos insólitos y repugnantes.

A Panh no le tiembla el pulso. Como ya he dicho se mantiene completamente alejado de la historia. No existe voz en off, no existe su presencia física, sólo su cámara y los dolorosos encuentros de dos victimas torturadas y varios de aquellos que cometieron tantas atrocidades. No intenta Panh desentrañar ningún misterio, ni buscar más tragedia que la que cohabitó con esta gente. Panh simplemente graba, y en algunos momentos, la frialdad que muestran los ex S21 mientras recrean sus deleznables actos en nombre de los Jemeres Rojos, me pone muy nervioso.

Panh no quiere comprometerse en exceso, por lo que no es extraño que en determinados momentos, se nos muestre a los verdugos pasando a ser víctimas. Chavales que no alcanzaban los veintitrés años y que eran adoctrinados con las enseñanzas de Pol Pot para una grande y libre Kampuchea Democrática. Pero así es Camboya y quizá por ello aún esperamos después de treinta años que el juicio se lleve a término. Un juicio que da risa, que es fraudulento y de cara a una galería internacional, pero sobre todo, un juicio que ni mucho menos podrá eliminar el dolor ni limpiar las heridas de todos aquellos que se vieron implicados.
Chagolate con churros
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4 de mayo de 2008
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, dar las gracias a Chago, ya que fue por su critica a esta peli por la que me interesé por el documental. En segundo lugar, recomendar a cinéfilos y cinéfobos ver esta espeluznante historia en la que una vez más, tristemente comprobamos que el animal más salvaje de la historia es y será el hombre. Cuando se habla de grandes asesinos de la historia siempre se citan nombres como Hitler o Stalin. Pero como sucede a menudo, África o Asia son los grandes olvidados. Sus continuas y cruentas guerras civiles no son pasto de telediarios, no dan morbo, no interesan. Pero existen, existieron y existirán. La guerra civil de Camboya estaba destinada a convertirse en una olvidada más. EE.UU. tras su vergonzosa derrota en Vietnam no iba a dar cobertura a una guerra (otra más) que inició. Tras la muerte de 600000 personas en la guerra civil, los Jemeres Rojos se instauraron en el poder, exterminando a 2 millones de personas. Recordemos que la población de Camboya era de 8 millones. Una masacre de colosales dimensiones, de la que dan testimonio sus victimas y ejecutores. Nath fue una de sus víctimas. Torturado casi hasta la muerte, consiguió sobrevivir gracias a su talento como pintor. Y fue testigo de la dictadura del terror que instauraron los Jemeres. Aquella por la cual, muchos de los habitantes de Camboya se convirtieron en verdugos de sus propios compatriotas. Verdugos que una vez utilizados también fueron aniquilados. Nath hunde el dedo en la llaga preguntando a los supervivientes si su conciencia no les gritaba. Si no eran conscientes de lo que hacían. Al parecer, les habían lavado el cerebro. Y su miedo a morir se tradujo en la muerte masiva de sus compatriotas. ¿Quiénes fueron entonces las víctimas?¿Quienes los verdugos? A día de hoy nadie ha pedido perdón. Nadie ha reconocido públicamente que aquello fue un error. Nadie ha explicado qué objetivo perseguían Pol Pot y sus secuaces. Y por desgracia, el documental no ahonda en ello. Se limita a exponer los métodos de tortura de la mano de unas victimas con una estoicidad increible. A relatar el dolor. Pero su relato es necesario. Para conocer. Para aprender. Para evitar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tantra
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11 de marzo de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es el horror de un genocidio representable visualmente? Esta era la pregunta que Lanzmann pretendía resolver en Shoah. Una respuesta que trascendía la mera representación figurativa y se vinculaba a terrenos más propios de la ética y la filosofía. En definitiva su obra no sólo niega la capacidad de reproducción del horror sino que la relaciona con una cierta falsedad deslegitimadota de lo real.

Aunque S21 sigue las premisas éticas y estéticas de Shoah en lo que se refiere al concepto, no deja de mostrar significativas diferencias (obviando por supuesto la diferente duración de ambos films) respecto a la obra de Lanzmann que la convierten en no sólo una digna sucesora, sino en una película que trasciende la fórmula amparándose en la voluntad de adaptarse a un contexto diferente, a una masacre cuya crueldad numérica puede ser equiparable al holocausto, pero cuyos métodos y trasfondo obligan a una visión y enfoque diferente.

Es evidente que una introducción con imágenes de archivo y subrayado explicativo no parece lo más adecuado con el tono general del film, de hecho incluso puede llevar a engaño sobre lo que vamos a ver, sin embargo resulta tan breve como anecdótico y, a la vez necesario, para situar situar al espectador en el escenario adecuado, sobre todo porque es un capítulo reciente de la historia que por desgracia sigue siendo relativamente desconocido.

Una de las claves donde radica la mayor dureza, y ala vez mayor verismo, es en la posibilidad física del careo entre víctimas y verdugos, un ejercicio de extrema crueldad pero que permite arrojar luz sobre los acontecimientos desde todas las perspectivas posibles. Mediante un juego de fantasmagórica y tétrica teatralidad asistimos a una representación en el vacío, donde se refleja con frialdad y distancia la lógica mecánica del exterminio, una aproximación que resulta terriblemente evocadora y que obligaa un juego interactivo donde el espectador rellena mentalmente los espacios silentes dejados por el horror. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LennyNero
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2 de febrero de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de Camboya ,al igual que la de Vietnam, son un temas que me interesan mucho y del cual e investigado bastante. Yo ya conocía esta película ,así que me dije, pues voy a verla.
Es una documental que sin duda te marcará para siempre o por lo menos en mi caso lo hizo, posiblemente sea, una de las películas más escalofriantes que haya visto en mi vida, los testimonios son brutales, tanto que en ocasiones se te encoge el estomago y experimentas una sensación que yo por lo menos no había sentido nunca antes, o por lo menos no con tanta intensidad y es la perdida absoluta de la fe en la humanidad, sobre todo en algunos momentos(los más duros de la peli) en los que las descripciones que narran los carceleros, sobre los hechos ocurridos ,te trasmiten una sensación de angustia tal, que para mi no es comparable con ningún otro testimonio histórico parecido, acrecentado claro esta por la sensación de olvido y desinterés por parte del resto del mundo, sobre los hechos acontecidos en Camboya.
En la escena final cuando el carcelero explica delante de la fosa, como se daban las ejecuciones, que ni siquiera se puede hablar de tales en ese sentido, porque los prisioneros no eran personas cuando llegaban allí, te provoca un nudo en la garganta y una constante asfixia psicológica.
En definitiva S:21 es un testimonio escalofriante, pero necesario sobre la capacidad de las personas para perder la humanidad.
“El diablo era quien nos daba las ordenes”- Miembro del Khmer Rojo-
Javier
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