Wolfhound, el guerrero

Como amante del género de aventuras reconozco que una película que comienza con un grupo de malvados aniquilando a todo bicho viviente en una aldea, no suena novedoso. Menos aún cuando un pobre niño ve cómo matan a su padre y a su madre, y termina como esclavo en una mina. El malvado, qué sorpresa, lleva un tatuaje en la mano. Todos imaginamos que la venganza se está fraguando y que el pequeño se convertirá en menos de diez minutos de metraje en un cachas sin corazón. Hasta aquí todo suena a "deja vu" y bastante indefendible. Sin embargo a medida que la película avanza los personajes van adquiriendo una vida poco habitual en este tipo de historias, contando más con lo que callan que con lo que podrían decir. Con pequeños flashbacks la película va encajando piezas y acercando a nuestro héroe más y más a la figura de anti-héroe, impidiendo que su perfil sea tan plano como los de Arnold o Sylvester, por poner un ejemplo. No es una obra maestra pero sí entretiene y agrada, su factura está muy cuidada y los efectos especiales son casi impecables, los justos pero bien hechos.
Una epopeya fantásticamente elaborada.

Fantástico relato épico, con un guión elaborado y una cuidada fotografía. Los efectos especiales no defraudan y el buen trabajo del reparto y el sorprendente final rematan la película. La trama te sumerge en un mundo fantástico y violento donde la venganza es la úniza razón de existencia del protagonista.

Aceptable aventura épica con toques fantásticos que termina resultando bastante convencional en su desarrollo, donde lo más sorprendente resulta enterarse que es un producción rusa.

No caben dudas que este filme toma prestados bastantes elementos propios de "Conan" y de “El señor de los anillos”, claro que desplegados de acuerdo a las posibilidades técnicas y artísticas de una cinta de segunda categoría.

En esta oportunidad la incursión de Rusia en el género fantástico no le va del todo mal, ya que si bien la cinta no tiene nada de novedoso ni ningún momento deslumbrante, al menos no hace el ridículo ni desde su historia ni desde su apartado técnico.

No hay dudas que lo mejor del filme son algunas formas del lenguaje cinematográfico aplicadas a la cinta:
- en primer lugar, la preciosista fotografía que brinda una impronta estética muy atractiva al relato y una atmósfera bastante sugestiva para adornar las situaciones narradas.
- en segundo lugar, los atrapantes escenarios naturales de bosques y cuevas rocosas por un lado; y los propios de castillos y aldeas donde también discurre la acción por el otro.

La trama no trae absolutamente nada nuevo al género y queda muy tradicional en sus circunstancias. A mi gusto resulta bastante insípida a pesar de tener mucho ritmo, donde las variantes siguen los consabidos patrones propios de la aventura sobre magia y leyendas que mezclan a humanos, dioses y criaturas mitológicas.

El desarrollo es bastante previsible y le falta el factor sorpresa como para estimular desde el relato, pero al menos no aburre con su despliegue y se termina de visionar con bastante ánimo a pesar de ser un tanto extensa en su metraje.

Uno de los problemas que le encuentro y que traba la posibilidad de progreso de la película, es que su vértigo queda reducido a un despliegue muy simplista de batallas cuerpo a cuerpo al filo de las espadas. Y en cuanto llega el momento donde aparecen algunos toques sobrenaturales, los mismos no tienen el suficiente atractivo como para incitar.

Los efectos especiales son dignos de un producto no salido de la gran industria de Hollywood, así que hay que hacerle la vista gorda para no encontrarles los evidentes defectos propios de la falta de presupuesto.

En fin, como uno no tiene muchas expectativas no se decepcionará con esta obra, pero tampoco es para esperar nada deslumbrante para los tiempos que corren donde ya se han visto muchos avances tanto en el texto como en las formas de hacer fantasía.

Empieza pareciendo un plagio de Conan (pero en soviet y con menos talento) y termina siendo un capítulo de "Hércules". El resultado es algo entrañable, dentro de su cutrez, de sus momentos "Zuu Warrior" y de su abuso del cartón piedra, aunque sólo sea por atreverse a hacer una película de espadas y brujería en los tiempos que corren.

Puede ser útil para ponérsela a los críos y quitárselos de encima un día festivo que no tengan clase. Por lo demás, prescindible.

PD: Como en toda película rusa que se precie, no falta la típica pelea de multitudes en un puente sobre la nada (¿alguien sabe el por qué de la fascinación de los rusos con las batallas en puentes?).

Si bien es verdad que vivimos un periodo en que se estrena más cine épico que nunca (entre sagas, trilogías, adaptaciones y demás) lo cierto es que nunca en la Historia se ha hecho un cine épico tan puñeteramente caro y malo. Da la impresión de que, a medida que van aumentando los medios para crear más y mejores efectos especiales, los creadores de tales películas parecen desentenderse de todo demás, dejando tras de sí innumerables estropicios megapixelados cuyo abusivo empleo del ordenador no sirve para esconder la pobreza de unos argumentos, diálogos y personajes cada vez más olvidados y menos cuidados.

Es por ello que una vuelve la vista con esperanza hacia producciones de otros países fuera del circuito Hollywood y encuentra, por ejemplo, una curiosa peliculilla rusa. "Tiene buena pinta", te dices (el triunfo de la esperanza sobre la experiencia). Y te pones con ello, de buena gana.

En plan simpático, decides que el protagonista es bastante guapete y además lleva un murciélago de verdad como mascota, lo cual mola un puñao. Un punto. Sale la chica de "Lilya forever" y no actúa del todo horrible. Dos puntos. La estética eslava le da un puntito novedoso al rollo medievo-dungeonero de siempre. Tres puntos. Y para de contar que ya me estoy pasando. A ver si alguien se va a creer que es buena.

Lo demás: la historia no tiene ni pies ni cabeza, las escenas están mal resueltas y peor explicadas, los diálogos provocan flojera risil, la dirección es completamente errática y los efectos, especialmente los que se exhiben en la parte son clavados a los del "Rain of a thousand flames" de Rhapsody pero en plan a lo bestia. Las luchas, que es en lo que más suelo fijarme cuando veo estas cosas, tiran por lo absurdo y rebosan de gazapos, con lo que ni siquiera puedes fliparte como Dios manda. La cosa deprime un poco y te descubres pensando dos cosas:

- ¡Vaya! Si va a ser que "300" no era tan mala.
- ¿Haría algún Erasmus Uwe Boll en Rusia?.

Si es lo bueno de estas pelis, que al final, te hacen reflexionar y todo.