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El gato del rabino

Animación. Comedia. Aventuras Tras comerse un periquito, el gato de un rabino adquiere la capacidad de hablar, y no sólo eso, sino que se vuelve un estudioso de las creencias de su amo, criticándolas como sólo un gato podría hacerlo, y entablando una fuerte amistad con la hija del religioso. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2011
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadora del Cristal a la Mejor película el pasado mes de junio en el Festival de Annecy, "Le chat du rabbin" es una interesante producción francesa que adapta el cómic de Joann Sfar y nos habla de la religión (en concreto la judía) de una forma irónica y lúcida, evitando los discursos de fe y otro tipo de elementos que pudieran servir a modo de folletín. Dirigida por el propio Sfar y Antoine Delesvaux y animada con un estilo bastante personal, se nos cuenta así la historia de un gato que tras comerse a un loro adquiere el don de la palabra. Pronto iniciará junto a su dueño y otros personajes un viaje hacia los orígenes de su religión.

El tono de la película es acertado, buscando la sátira antes que la broma fácil aunque a veces da la sensación de que el chiste se agote antes de empezar. También resulta algo reiterativa por momentos y aunque encierra buenos personajes la forma en que concluye la aventura de alguno de ellos es menos inspirada de lo que podría esperarse en un principio. Su dilatada duración (con unos 15-20 minutos menos sería más amena, concreta y directa) tampoco ayuda aunque no empañan las virtudes, que las tiene. Bien animada, con algunos diseños e ideas visuales conseguidas, no es la nueva cumbre de la animación europea para adultos (aquí no encontraréis otra "Persepolis" ni mucho menos una "Vals con Bashir") pero merece la pena aunque sea como curiosidad, de la misma forma que sucedía con "Une vie de chat" de Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol.
Caith_Sith
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28 de julio de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una interesante, bella y divertida película. El protagonista es un gato, el tema la religión, la intolerancia, el amor y la amistad. Contada con bastante ritmo y mucha ironía que deja entrever la crítica a los fundamentalismos religiosos, poniéndolos en ridículo. Vale la pena verla.
mirta
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16 de septiembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película animada muy interesante, narrada desde el punto de vista de un gato. Un gato particular que un día se come al periquito de su dueño e inmediatamente todos sus pensamientos empiezan a tomar cuerpo y sonido, y empieza a ser escuchado por los humanos.

Además de hablar, está dotado de gran retórica y por iniciativa de su amo, que es un rabino, empieza a estudiar las escrituras del amo, y las críticas sin ningún tipo de tapujos. Toda una experiencia que los llevará a vivir varias aventuras juntos.

Hay una crítica marcada constantemente en el filme a todo tipo de fundamentalismo y a la rigidez y el absurdo de varias religiones y regímenes. Porque tenemos además de la parte religiosa a fundamentalistas militares y patrióticos. ¿Qué acaso no es lo mismo?

Un filme muy interesante, que a pesar de que cumple con sus objetivos y es muy crítica, no alcanza a ser redonda. En ocasiones se pierde, pierde un poco al final. Sin embargo, vale la pena verla.

http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2012/09/el-gato-del-rabino-le-chat-du-rabbin-de.html
Alejandro
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10 de octubre de 2021
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Joann Sfar codirigió junto a Antoine Delesvaux una versión animada de su serie de cómics "El gato del rabino", en la que un gato adquiere la capacidad de hablar tras comerse un loro y discute con su dueño y con otros personajes sobre creencias y valores religiosos desde su punto de vista particular. Esta adaptación condensa varias de sus historias en un metraje de hora y media, que nos permite observar al protagonista interactuando con toda suerte de personajes y con distintas formas de organizar la sociedad en base a la fe.

Esta organización de la narrativa no hace ningún favor a una película que se siente comprimida, y que con más frecuencia de la debida parece meramente un vehículo para meter tantas cosas del original como quepan. El ritmo de los acontecimientos resulta fallido, muchos personajes y motivaciones aparecen desdibujados o aún más caricaturizados dentro de su estilo ya caricaturesco, y esto afecta sobre todo a la inmersión en una historia que tal vez habría aprovechado mejor un tono más reposado y menos ambicioso.

Porque en la película hay una gran cantidad de ideas y conversaciones interesantes, que brillan en particular durante la primera mitad, en la que vemos al gato protagonista criticar desde su base postulados que nunca se habían puesto en duda, discutiendo con el rabino Sfar sobre dogmas y obligándose ambos a conceder y reformular argumentos. De hecho, cuando está en mejor forma es durante estos instantes tranquilos y de escasa trascendencia discursiva. Y también en los conflictos: en el miedo al fracaso del rabino Abrahame y la desesperación del gato por no poder ayudarle, o en las crisis emocionales que le provoca a este último haber despertado una conciencia humana. Es decir, cuando su enfoque está en las emociones e interpretaciones individuales.

Esto no significa que tenga pocos o ningún momento de lucidez al ahondar en temas más complejos de las sociedades humanas. Desde la puya a Tintín como ejemplo de racismo y condescendencia colonial hasta la tensión asfixiante de tener que medir las palabras frente a un pueblo tan hospitalario como intolerante, hay varias secuencias muy logradas que ahondan sobre las cuestiones del racismo, el fanatismo religioso y los choques culturales. La película por momentos no puede evitar sentirse ella misma algo condescendiente y aleccionadora, particularmente con su uso de ciertos personajes que parecen escritos explícitamente con el único objetivo de crear fricción y justificar el choque (Vastenov en especial es enervante), aunque realiza un trabajo encomiable al poner estos temas en perspectiva y favorecer el intercambio de ideas para llegar a su conclusión.

El problema aquí es que la cinta, estructurada desde su segunda mitad como una aventura por diferentes lugares, se siente más como una excusa para divagar. Por supuesto, se entiende en esto un propósito que es el de contar una historia en la que los personajes son símbolos, que se utilizan como matrices para hablar y discutir puntos de vista. Esto no tendría por qué tener nada de malo siempre y cuando estuviera bien ejecutado, pero no puede decirse que sea especialmente buena en eso y no logra compensar la ausencia de un enfoque más detallado y respetuoso en los personajes, y en particular de una introspección emocional que con sus peros era una parte más integral del filme al principio. Sufren de esta degradación en particular Abrahame y el gato, quienes anteriormente habían mostrado un carácter más complejo que el vehículo para la reflexión en el que a veces parecen dispuestos a convertirse.

Pese a sus inconsistencias temáticas y narrativas, y más allá de las intenciones, siempre muy interesantes, sí hay un aspecto en el que se demuestra sólida y destacada: su dibujo. Con diseños y fondos estilizados y llenos de personalidad, la obra crea una estética tan distintiva que de por sí haría que mereciese la pena verla, destacándose en particular en la calidad de su iluminación, de su coloreado y de los detalles de sus superficies que recrea en un estilo tan aparentemente sencillo como minucioso. Y es que "El gato del rabino" no está exenta, es más, rebosa problemas derivados de su desafortunada estructuración narrativa y de la falta de convicción producto de un discurso con más ambición que recursos retóricos; pero a pesar de que se reserva secuencias maravillosas y a que conserva de algún modo su valor como propuesta tras sus constantes coqueteos con la mediocridad, finalmente su mayor baza resulta de la creatividad y calidad de su presentación visual y de la fuerte identidad propia que surge de ello, resultando en último término un visionado tan irregular como interesante.


Texto escrito para Cine Maldito.
Ghibliano
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