El espejo

Dos películas en una. La primera (ficción dentro de ficción) y la conexión con la segunda (realidad ficticia) hacen que el conjunto sea salvable. El resto es demasiado simple, largo y repetitivo como para mantener el interés.
Durante la primera media hora, y tomando un punto de partida minimalista característico del cine iraní, el director nos acerca a la vida en una gran ciudad como Teherán. El tráfico es ensordecedor y peligroso, y las mujeres sufren una clara discriminación (en los transportes públicos han de viajar en la parte trasera).
(Ver SPOILER.)

No es precisamente mi película iraní favorita.

"El espejo" no depende del cristal donde se mire: ya sabremos: recien cuando la protagonista mira a una cámara sabremos que se trata de un artificioso juego en que la cámara dentro de la cámara de Panahi nos va a mostrar un recorrido por toda la realidad de ese país turbulento y solidario a la vez pero pecaminoso de no encontrar nunca una salida. Ese cuello de botella esta reflejado de manera simbolica por una ciudad que crece, con tecnologias mas avanzadas pero queda perdida en el rostro de la chica.
Para recomendar cómo la chica de 6 años actúa. Y como el director nos sorprende y deja todo librado a una interpretación exacta y fiel. Es una película que muestra que otro cine es posible.

Alfred Hitchkock dijo en cierta ocasión que no le gustaba trabaja ni con animales, ni con niños porque son impredecibles.

Más o menos es lo que nos quiere hacer creer Panari en esta película sobre una niña perdida en medio de la gran ciudad

¿Cómo catalogar esta película? Difícil decisión. ¿Qué puntuación darle, cómo valorarla? Más difícil aún. El motivo no es otro que, puesto que el talentoso director iraní Jafar Panahi hace aquí una especie de experimento cinematográfico, el documento que resulta de ello es, sin duda interesante, por lo que ciñéndonos a las valoraciones que en esta página se hacen, mi puntuación debería ser de 6. Pero, por otro lado, si lo que trataba en un inicio el director (previo al mosqueo de la niña, es decir, durante la PARTE REFLEJADA de El Espejo, la parte en la que existe un "guión", no la PARTE REAL) era contarnos la situación que vivía la mujer, y por ende las niñas, en el Irán de final de siglo XX, resulta que entonces tenemos un documental ficticio que, por un lado se queda corto en su propósito (aunque nos deja ver la discriminación que éstas sufren, y la aceptación casi natural de dicha discriminación), ya que, ni ahonda en el tema, ni emociona, ni se llega a empatizar del todo con la protagonista. Es más, en ocasiones llega a cansar una niña tan impertinente y cansina (su voz original es penetrante hasta la jaqueca, supongo que por eso me resultó graciosa también). En este caso, mi puntuación no pasaría de un 3, por la pobre realización de la película y porque lo que se me cuenta está muy trillado ya y, como ya he dicho antes, ni me sorprende, ni me emociona, ni nada de nada.

Tampoco ayuda a estar completamente pendiente de la trama el hecho de que casi todo el filme esté grabado desde un coche, el cual sigue a la niña hasta su casa, por lo que cansan las incontables "interferencias" que produce el tráfico y el cruce continuo de vehículos con respecto a la escena principal de la niña, ya sea charlando, cogiendo un taxi, etcétera.

En definitiva experimento/documental/ficción interesante, pero que no recomendaría a todo el mundo, puesto que resulta tedioso en gran parte de la trama y que no aporta nada que ya no sepamos. Película que tiene como clara referencia "¿Dónde está la casa de mi amigo?" de Abbas Kiarostami, pero que no llega al nivel de ésta ni de lejos (ni en interpretación, ni en intenciones, ni en emotividad, ni en fotografía), pero en la que sí valoraría la valentía y honestidad de Jafar Panahi y de su pequeño equipo de rodaje. Por lo tanto, y como conclusión, mi puntuación sería de un (6+3)/2= 4,5.

Saludos y gracias por leer mi crítica.

La actitud crítica frente a la sociedad y frente a la clase política que le ha tocado padecer, le ha costado al director iraní, Jafar Panahi, unos cuántos problemas. Claramente influenciado por el cine de Abbas Kiarostami -para quien trabajaría como asistente de dirección en “A Través de los Olivos”-, la obra de Panahi también apunta a señalar las muchas carencias que tiene su pueblo y la terrible discriminación que sufren las mujeres. El particular hecho de que, con un grupo de amigos asistiera al funeral de Neda Agha-Soltan, la joven que fuera asesinada durante las protestas en las elecciones de 2009, lo llevó a la cárcel, al tiempo que se le retiró el pasaporte y se le prohibió cualquier salida del país. Aunque fue pronto liberado, al año siguiente, Panahi fue detenido de nuevo junto a su esposa Tahereh Saiedi, su hija Solmaz y varios de sus amigos, siendo llevados a la cárcel de Evin, en donde se suele recluir a los presos políticos. Casi todos fueron liberados tras 48 horas de detención… pero, el director siguió detenido. Elegido miembro del jurado del Festival de Cannes en el año 2010, Panahi no pudo asistir porque continuaba en prisión y su silla se preservó vacía simbólicamente. Tras una huelga de hambre de diez días y dada la movilización internacional (directores, actores, organizaciones de derechos humanos, Human Rights Watch y otros) en torno a su causa, Jafar Panahi fue liberado… pero siguió privado del derecho a salir del país y a conceder entrevistas.

“EL ESPEJO”, su segundo largometraje, comienza como una historia de ficción en la que vemos a Mina (Aida Mohammadkhani), una niña de 6 años que cursa el primer grado en una escuela de Teherán. Un día, su madre no llega a recogerla, y en vista de la negligencia de la rectora para ocuparse de ella, la niña opta por irse sola siendo llevada en moto por un adulto hasta cierta distancia donde deberá tomar un autobús.

Durante el trayecto, presenciaremos una Teherán con muchas limitaciones; con graves problemas de movilización y de contaminación; con un parque automotor apto para su chatarrización (y estamos en 1997) … y con una sociedad que demuestra un escaso interés por una niña que luce claramente perdida.

Seguidamente, y en un claro propósito de demostrar que lo suyo no es un invento y que, el cine, es apenas un vago espejo de la realidad, Panahi produce un abrupto rompimiento en su historia cuando la niña, Mina, renuncia a seguir actuando y decide irse sola a su casa, dando así continuidad a la historia.

Desde entonces, entramos en un filme documental, donde el director está dispuesto a sacrificar la estética, a sujetarse a lo que suceda sin edición alguna, y a servirse incluso de voces en off para que nadie dude de que su registro es completamente fidedigno de la realidad que padece Teherán. “EL ESPEJO”, luce desde ese momento bastante elocuente (¡como un espejo de la realidad!), y el inobjetable documental nos va a dejar en claro los muchos cambios que urgen en Irán.

Estamos, pues, ante un filme original y comprometido, sin duda inspirado por el filme del maestro Abbas Kiarostami, “¿Dónde está la casa de mi amigo?” (1987) … sólo que Panahi se atreve a ser mucho más explícito en este caso y lleva su registro hasta las últimas consecuencias.

¿Cuándo el mundo entero valorará a la mujer y asegurará un buen futuro para cada niño?