Vodka Lemon

El título puede sonar a comedia adolescente made in USA, pero se trata de la última peli del kurdo iraqí Hiner Saleem, en la que nos cuenta la vida (por llamarlo de alguna manera, porque eso no es vida ni es ná) de los kurdos de Armenia, centrándose en una pandilla de muertos de asco que sobreviven en un pueblecillo del Cáucaso sin perder la esperanza de que algún familiar emigrado les mande algo de dinero, mientras van vendiendo los últimos muebles de sus casas y hablan con las lápidas y las fotografías de los familiares muertos.
Vendedores ambulantes que no saben regatear, camareras de chiringuitos de vodka en cuyas terrazas nunca toca el sol, prostitutas sin vocación y perdedores de todos los estilos intentan mantener la dignidad entre la nieve (porque, por si la pobreza y la soledad no fuesen suficientemente tristes, encima hace un frío del carajo)...
Vamos, que en cierta manera es como Los Lunes al Sol pero en exótico y por tanto menos aburrido. Además, la fotografía es bonita y el ritmo pausado, con pocos diálogos, pero de vez en cuando hay algún toque de humor y al menos nadie se suicida.

Y el espectador sale del cine con la piel de gallina, con algún remordimiento de conciencia pero dando gracias por haber nacido en un país en el que somos capaces de gastarnos el equivalente de la pensión mensual del prota en una entrada de cine.

Nota: notable.

Escrita y dirigida por Hiner Saleem, es su tercer largo para la pantalla grande. Rodado en Armenia, ganó el Premio del Jurado al mejor actor de comedia del Festival de Newport (R. Avinian) y el Premio San Marcos a la mejor película del Festival de Venecia (sección Contracorriente). Fue producida por Fabrice Guez ("Kilómetro cero", 2005).

La acción tiene lugar en una aldea caucásica de Armenia en 2001/02, tras diez años de independencia (1991). Narra la historia de Hamo (Romen Avinian), antiguo oficial del Ejército soviético, de más de 60 años, jubilado, padre de 3 hijos sin trabajo y viudo desde hace poco tiempo. Dispone de una pensión mensual de 7 dólares, un armario, un televisor, un viejo uniforme de campaña y diverso mobiliario. Cada día viaja en autobús al cementerio para visitar la tumba de su mujer. En el mismo autobús viaja diariamente para visitar la tumba de su marido Nina (Lala Sarkissian), de 50 años, viuda desde hace 7, madre de dos hijas, una casada y otra soltera que toca el piano por las propinas que recibe. Hamo y Nina, pese a hacer el mismo viaje, no se conocen y sólo se saludan friamente.

La película muestra la pobreza del país y de sus gentes, la falta de perspectivas, la deseperación de los más débiles. Glosa la situación absurda de una comunidad sin trabajo para los jóvenes y sin esperanza para los mayores, haciendo uso de recursos cómicos de humor negro, absurdo y surrealista. La narración, muy visual, enmarca la acción en un paisaje blanco inmenso, cubierto de nieve. En este escenario de desolación, símbolo de la que viven en su interior los aldeanos, las cosas van a peor: el hijo de Hamo que emigró a París en vez de enviar el dinero que todos esperan, lo pide con desesperación; la licorería de carretera "Vodka Lemon" cierra por pérdidas; Hamo malvende, pieza a pieza, el mobiliario de su casa dando muestras de una increíble torpeza en el regateo, que precipita su ruína. Constituye una escena singularmente emotiva la del armario que Hamo transporta a hombros, creando la sensación de que el mueble tiene vida propia y se desplaza por sus propios pies.

La música, original de Michel Korb y Roustam Sadoyan, ofrece composiciones que trasmiten sentimientos de soledad y desesperanza. Añade melodías tradicionales armenias, interpretadas con tambores e instrumentos de viento del país. Incluye dos canciones: "Tombe la niege", de Salvatore Adamo, y "La Lettre", de Klavdia Chouljenko. La fotografía crea "gags" visuales muy efectistas, construídos con habilidad y acierto. El guión desarrolla una sucesión bien hilvanada de secuencias tan imaginativas como deliciosamente absurdas. La interpretación es sobria y convincente. Destaca la de Hamo, merecidamente premiada. La dirección construye una obra estilizada, sutil y demoledoramente cómica, con una magnífica puesta en escena.

La película explica el drama del pueblo armenio combinando imágenes documentalistas, humor negro y humor surrealista.

Lo primero, decir que en la sinopsis indica que esta película es un comedia; y tras terminar de verla yo la considero claramente un drama, aunque igual en Armenia, se considera comedia.

Un punto importante es el entorno, donde se observa perfectamente el nivel de vida de los habitantes, sus costumbres, tradiciones... para mí es de los mas destacable, además de los paisajes, siempre nevados.
Destaco la primera escena de la película y algunas escenas, donde apenas hay diálogos, y todo se dice con gestos y miradas.

Nos encontramos ante una película de poca duración, aún así, me ha parecido muy leeeeenta, este es para mí uno de los lastres de Vodka Lemon. Otro punto negativo que le encuentro es que flaquea en algunas situaciones de la película, hay momentos que no encuentro bien narrados, y durante gran parte del metraje he perdido el interés; lo que ha hecho que baje mi puntuación considerablemente, a pesar de los puntos positivos que he mencionado con anterioridad.

Me ha gustado mucho --> 7.5

Bonita historia, aunque presenta una crudísima realidad y quizás sea de todo menos bonita, pero a mi me ha dejado esa sensación. No se si será por el bellísimo e inalterable fondo blanco, por la sencillez del relato, por la historia del 'creo-que-es-amor-pero-no-adolescente' o por la credibilidad de la vida mostrada y de sus personajes, el caso es que me sigo quedando con esa idea, bonita.
En un aspecto un poco más técnico, me han sorprendido muy gratamente los actores, con unas actuaciones totalmente creíbles y capaces de hacerte llorar o reír, tanto o más que alguno de los considerados de primera división simplemente por tener oportunidades y apellido americano.
Resaltar el gran contraste del blanco, brillante y maravilloso paisaje, con la oscuridad y pobreza de las casas, las vidas y sus personajes.

Bravo por, el hasta ahora totalmente desconocido para mí, Saleem, porque la película huele a vodka y tiene frío.
Ponme otro.

Las costumbres son las costumbres y la identidad de un pueblo se basa en acatarlas y respetarlas, o al menos es lo que me dan a entender. Se conforman con lo que tienen y parecen que viven el momento como si no hubiera un mañana.

La descapitalización y la falta de progreso para todos, o el olvido para algunos: las torres del tendido eléctrico, un único teléfono, tener que ir a recoger el correo, vehículos los justos, muebles los necesarios o menos, se revende todo lo que ya es pasado, la calefacción es el vodka, ...

La fotografía es bastante buena.

No sé que querrá decir el Director con el jinete a caballo, pasando en determinados momentos al galope.

Película extraña, que me deja muchas dudas...